jueves, 25 de octubre de 2012

“Superior”, de Mark Millar y Leinil Francis Yu.



Mark Millar, desde una perspectiva en ocasiones altanera y algo cínica, siempre ha mantenido una coherente trayectoria dentro del género de superhéroes que ha despertado tanto filias como odios enconados aunque al contrario que otros compañeros de generación hasta ahora nunca ha apostatado del género que le dio fama, dinero y mujeres (es un decir) en busca de pastos más verdes.
Millar , que es a los cómics de superhéroes lo que Tarantino al cine,  ha mantenido una saludable fidelidad por el género apostando por su renovación y adaptando a los nuevos gustos de las nuevas generaciones en pos de mantener una vigencia que parece menos amenazada que nunca. Introdujo con éxito los superhéroes Marvel al siglo XXI con "The Ultimates" en una línea que ha acabado imponiéndose dentro del mainstream y exportándose a otros soportes y, desde su propio sello editorial dentro de Icon, ha explorado las convenciones del género en historias que han cosechado el aplauso del público, como “Kick-Ass” y “Némesis”. “Superior”, su última obra publicada  por Panini vendría a completar esta terna de obras en las que Millar ha explorado los límites del género y, hasta el momento, es la que más me ha gustado.
Simon es un niño minusválido con esclerosis múltiple que ha visto como su vida se ha visto mediatizada por la enfermedad. Tras ver en el cine una película de Superior un viejo superhéroe de ficción con treinta años de existencia, a Simon se le aparece un genio mágico en forma de mono que le concede su deseo de convertirse en Superior incluso con la apariencia del actor que interpreta al héroe en la pantalla. Durante una semana, Simon disfrutará de su condición de superhéroe, acabando con todo tipo de amenazas y solucionando accidentes al tiempo que realiza sus sueños infantiles. Sin embargo, transcurrida la semana, Simon se enfrentará al dilema que el mono de los deseos le platea: su alma a cambio de seguir siendo Superior o volver a su patética vida de enfermo.

Millar saca partido de su profundo conocimiento del género y sus convenciones para, más allá del realismo sucio que imprimió a “Kick-Ass” o el histrionismo operístico y bufo de “Némesis”, dar a su nueva obra la forma de una fábula moral, un cuento de hadas moderno que entronca con los elementos antiguos y siniestros que estos tenían en origen pero al mismo tiempo manteniendo su función ejemplificante e inspiradora que en su momento compartía con los primeros cómics de superhéroes.
Para ello, Millar utiliza para construir su “Superior” conceptos propios de los superhombres primigenios - Superman o el Capitán Marvel- y va un paso más allá que Roger Stern en la clásica y excelente historia “El niño que coleccionaba Spiderman” haciendo que sea el niño enfermo el que se convierte en el mismo superhéroe y no en un mero fan al tiempo que incorpora ideas que Brian K. Vaughan ya había explorado en “Runaways”. Así, a través de sus ojos alucinados  de un admirado amigo infantil y una ambiciosa periodista trasunto de Lois Lane que aporta una perspectival adulta, vemos como va experimentando la alegría de tener poderes, sí, pero también a valorar la vida normal que los que tenemos salud disfrutamos y damos por natural. Si en “Kick-Ass” el que los niños jugasen a convertirse en justicieros tenía consecuencias nefastas y salvajes, el mensaje de “Superior” es en clave positiva y lleva a Simon a enfrentarse con nuevos ánimos a sus difíciles problemas.
Más allá de su profundo trasfondo, “Superior” es un cómic de acción muy entretenido y ágil que no da respiro al lector y se ve reforzado por la acertada caracterización de todos los personajes. Especialmente elogiable me parece una vez más el uso de los diálogos por parte de Millar ya que resultan en todo momento creíbles, especialmente destacando las conversaciones entre los críos, que resultan muy verosímiles. También es destacable  el artificio morrisoniano de hilvanar distintos planos de ficción –las películas que ven los niños, la supuesta vida real- para reforzar el carácter inspirador y fantástico de la historia al presentarla en una elegante elipsis que deja abierta su interpretación al lector .

En el aspecto gráfico, el filipino Yu imprime su espectacular estilo a la historia a través de cuidadas splas pages y sin obviar las referencias a elementos ya conocidos con un Superior que es clavadito al Mon-El de la “Legión de Superhéroes” (no olvidemos que en origen un confundido viajero del espacio y el tiempo) luciendo un cinturón de campeón de wrestling. Si Yu cumple en clave superheroica, sus caras acartonadas e inexpresivas quitan intensidad a los momentos más intensos y personales de la historia y el tratamiento por ordenador del color llena a los personajes de brillos y contrastes donde no tendría que haberlos lo que resulta muy irritante. Y es que para esta historia, Millar no precisaba a un émulo de Lee sino a un Ron Frenz o un John Romita.


En “Superior” parece que Millar se baja de su pedestal de enfant terrible y logra por fin una obra de madurez en la que da con la clave para transmitir la grandeza de los superhéroes a los chavales del siglo XXI más allá de lo guay que sería tener superpoderes o ser un supervillano. Esperemos que no sea demasiado tarde y el mensaje llegue a sus destinatarios.