martes, 22 de marzo de 2011

Y la mejor saga de Los Vengadores es…


"La Guerra Kree/Skrull", de Neal Adams, John y Sal Buscema y Roy Thomas con 20 votos (33% del total).


A alguna distancia seguida por “La Saga de los Amos del Mal” y “La Saga Korvac” con 14 y 12 votos, respectivamente, mientras que con seis cierra el cuarteto de las propuestas “Vengadores Desunidos”. En los comentarios, la saga de "La Madonna Celestial "ha obtenido también dos votos.


Todo bastante lógico, en mi opinión. A partir del orden establecido en la encuesta, iré comentando estas sagas (y alguna más) en próximas entradas. La encuesta la podéis consultar, aquí.


Finalmente, esta entrada solo puede acabar con un...


¡¡ Vengadores, Reunidos!!

“Tóxico”, de Charles Burns.


Esperaba con mucha curiosidad la última obra de Charles Burns, “Tóxico” que acaba de publicar Mondadori. Una obra, en principio, llena de alicientes dado el tiempo transcurrido desde la aparición de su anterior obra, la sobresaliente “Agujero Negro”, y las sugerentes noticias que llegaban con exasperante lentitud -una evocadora portada del universo Tintin, el anuncio que iba a ser la primera obra en que un maestro del blanco y negro como Burns iba a introducir el color, etc…-, que convertían este tebeo en una obra a priori indispensable.

Leído el álbum y más allá de la decepción que supone quedarme con la miel en los labios ante la ausencia de desenlace –a la espera de la continuación de la obra en la anunciada continuación, “La Colmena”-, “Tóxico” ha respondido a todas mis expectativas con un Burns en plena madurez, capaz de involucrar como nadie al lector en su historia. Un autor que incorpora en un “totum revolotum” caótico y ordenado al tiempo un repaso a toda la temática que ha ido apareciendo en su obra desde sus primeras historias cortas en “RAW” hasta la mencionada “Agujero Negro” en un cómic organizado siguiendo la estructura clásica del álbum francobelga.
Burns construye una historia caleidoscópica en la que los planos oníricos y real del protagonista se solapan, rompiendo constantemente la estructura temporal lineal de la historia para presentar unos hechos aparentemente inconexos que exigen la implicación del lector que debe ordenar y rellenar los huecos de una historia de la que prefiero no adelantar demasiado, pero en la que confluyen en rápida sucesión buena parte de las obsesiones de Burns quién ofrece a lo largo de la obra claves y pistas más o menos crípticas aun cuando a uno se le antojen que estas puedan no ser más que pistas falsas para enriquecer una propuesta que básicamente no deja de ser un curioso viaje al país tóxico de las maravillas de Serie B, habitado por mutantes que comen gusanos con cara y alienígenas verdes que almacenan extraños huevos de colores, protagonizado por un Tintin inverso en bata que – en lugar de Milú persigue a un gato- incapaz, como el lector, de entender lo que ocurre a su alrededor.

Más allá de la importancia a la referencia beat a William Burroughs que aparece explícita en la propia obra, Burns maneja otros referentes de modo más o menos implícito más cercano al universo de directores de cine con los que se retroalimenta como David Cronemberg, David Lynch e incluso Orson Welles sin renunciar por ello a claves de géneros como el thriller clásico o el cine de terror de serie B sin renunciar a temáticas como las enfermizas relaciones interpersonales o los miedos juveniles.

A nivel gráfico, el anunciado paso al color – no en vano la portada de “Tóxico” está inspirada en “La estrella misteriosa” de Hergé, el álbum que marca el paso al color de la serie protagonizada por el reportero belga- no supone un cambio radical en el estilo de Burns sino un requisito formal para adecuar la obra a las características del cómic francobelga emparentando directamente a Buns con el malogrado Chaland. Burns juega constantemente con el aspecto del protagonista ofreciendo distintas versiones del mismo a lo largo de la historia siendo más o menos realista en función del plano real u onírico en que cada momento se sitúe la historia en un proceso de transformación que no deja de ser otra de las claves de la obra de Burns en general y de esta en particular.

Tóxico” se presenta en una cuidada edición bastante ajustada en la relación calidad-precio en comparación con otras a la que quizás habría que achacar como único defecto el haber optado por la traducción de un título-X’Out- originalmente intraducible perdiéndose de este modo alguna de las posibles claves de la obra.

En definitiva, “Tóxico” tergiversa y manipula las convenciones clásicas del cómic francobelga y la temática anterior de la propia obra de Burns para reinventar la propia percepción de la (i)realidad y del yo de un autor genial y único a través de un universo en constante transformación, tan corrupto y decadente como el nuestro, en el que nuevas sorpresas se esconden a cada página. A posteriori, indispensable.

Más obras de Charles Burns en El lector impaciente: