martes, 1 de abril de 2008

“10.000” de Roland Emmerich.


Si hay algo de lo que adolece desde hace años el cine norteamericano es de esa categoría de películas que pueden gustarle a todos los miembros de la familia por igual y unirles delante de una pantalla una tarde de domingo sin que ninguno refunfuñe demasiado. La industria ha optado por productos dirigidos básicamente a adolescentes y jóvenes que, no nos engañemos, son los que más van -todavía- a las salas y consumen mercadotecnia. Sin embargo, de vez en cuando, aparece alguna película que se resiste a esta tendencia y puede ser disfrutable por cualquiera, independientemente de su edad y sexo. Uno de los últimos ejemplos en este sentido es “10.000” de Roland Emmerich (“Independence Day”, “El día del mañana”).

En “10.000”, Emmerich nos traslada a un pasado mítico en el que una tribu de cazadores de mámuts debe hacer frente a su supervivencia ante la escasez de caza. La hechicera de la tribu les hace participe de una profecía por la que el cazador que despose a la misteriosa Evolet, una niña que aparece en la tribu en medio de una tempestad, será el que salve la tribu. Evolet y D’Leh, un joven cazador cuyo padre abandonó la tribu años antes, se sienten atraídos desde pequeños por lo que cuando los “demonios de cuatro patas” la raptan junto a la mayor parte de los miembros de la tribu, D´Leh recorrerá medio mundo para rescatarla y cumplir la profecía.

Lo mejor – y no es poco – que se puede decir de esta película es que resulta muy entretenida, con un ritmo estudiado para que el espectador esté pendiente constantemente de lo que ocurre en la pantalla y con unos efectos especiales espectaculares que se encuentran en todo momento al servicio de la historia que el director y guionista Roland Emmerich quiere contar aunque parte de la ambientación recuerde demasiado a otro de los taquillazos de Emmerich y, quizás, junto a “El Patriota”, su mejor película “ Stargate”.

La historia que cuenta Emmerich en su ramplón guión nos la han contado en cientos de ocasiones y resulta en exceso predecible aunque hay que reconocer que funciona perfectamente y resulta fácil dejarse llevar por las aventuras en las que se ve inmerso D’Leh y sus acompañantes a la búsqueda de Evolet a pesar de lo ridículos que en ocasiones son los diálogos que elabora. Que nadie espere tampoco ningún rigor histórico en la película (aunque desde ciertos medios se haya publicitado como película histórica), de hecho, abusa, demasiado de las soluciones mágicas y fantásticas (el final no tiene desperdicio) obligando al espectador a asumirlas, como lo que son, magia. A nivel interpretativo, no se puede destacar a nadie atrapados los actores en unos personajes ramplones y llanos que no dan ningún juego para el lucimiento. Si acaso, a la bella Camilla Belle y sus brillantes ojos azules que, imagino, están retocados por ordenador.

Sin embargo, a pesar de todos sus defectos, la película se deja ver con una sonrisa y cubre el expediente de mantener entretenido a cualquier espectador y. si no entusiasmar, al menos no molestar en su planteamiento asumidamente de entretenimiento. Y, dados los tiempos que corren, tampoco es poca cosa.

Si quieren ver imágenes de la película pinchen aquí.

Jim Mooney (1919-2008)

Si hace poco nos enterábamos de la muerte de Steve Gerber hoy, a través de Entre Cómics, nos desayunamos con la desaparición de su compañero en series como “Omega, el Desconocido” o “El Hombre-Cosa”, Jim Mooney, uno de esos dibujantes oscuros y discretos que probablemente dieron mucho más de lo que recibieron de las grandes editoriales norteamericanas Marvel y DC, desarrollando la mayor parte de su trabajo durante el revival de los setenta denominado “Silver Age”.

Mooney aunque llegó a trabajar para el Estudio de Will Eisner y Jerry Iger lo dejó pronto y fraguó su carrera, tras unos inicios como freelance durante la “Golden Age”, en Marvel y DC. Primero en DC desarrollando diversas series, “Dial H for Hero” o “Supergirl”, e incluso, haciendo de negro del creador de Batman, Bob Kane; más tarde, en Marvel realizaría labores de entintador de autores como John Romita en “The Amazing Spiderman” o de John Buscema para “Thor” y haría también los lápices para la mayor parte de las series del trepamuros de la época, “Peter Parker”, “The Spectacular Spiderman” o “Marvel Team Up”.



D.E.P.