miércoles, 12 de febrero de 2014

“Ciudad”, de Ricardo Barreiro y Juan Giménez.




He estado releyendo estos días “Ciudad”, estupenda muestra de cómic ochentero de los argentinos Ricardo Barreiro y Juan Giménez  que hace ya unas décadas publicara completa Toutain en dos apañados volúmenes en España.

Jean es un muchacho aburrido y hastiado de su existencia gris y anónima  en la deprimente París. Una noche tras discutir con su novia, Jean decide volver andando a su casa y acaba por llegar a un extraño y oscuro sector de la ciudad que no conoce donde es atacado por unos automovilistas que disparan contra él. En el último momento, Jean es salvado por una atractiva joven que le explica que como muchos otros antes que ellos son náufragos en una cambiante e infinita ciudad a la que no saben como han llegado ni como salir en la que existen mil y un peligros. Jean y Karen iniciarán un extraño viaje en el que vivirán mútiples aventuras en su desesperado intento de escapar de la siniestra Ciudad.

De la fructífera colaboración, de Barreiro y Giménez nos han quedado un puñado de grandes cómics de género que son dignos del rescate del olvido no sólo por su pulcra e incondicional reivindicación de los géneros sino además por su vistoso acabado y carga crítica en algunos casos. “Ciudad”, concretamente, es una obra en la que Barreiro mezcla impecablemente elementos de Fantasía diversos para actualizar Los Viajes de Gulliver a través de Jean, náufrago en una extraña y anónima urbe en la que se encuentra con diversos personajes y situaciones referenciadas en un ecléctica amalgama de iconos de la Ficción  popular que conforman parte ya eso tan jungiano y tan argentino que llaman Inconsciente Colectivo.

 De este modo, en cada uno de los capítulos autconclusivos ideados para su publicación seriada en revista aunque guarden una continuidad que permite la hilazón de la historia vemos como los protagonistas se encuentran con monstruos y figuras literarias basadas tanto en el cine como la literatura o el folklore en lo que acaba convirtiéndose en un recorrido por muchas de las influencias y amores del gran guionista argentino. 

Siguiendo una estructura sencilla pero muy efectiva los protagonistas de la historia se van encontrando con los diversos personajes que Barreiro, devorador compulsivo de todo tipo de Ficción, reinterpreta en sus páginas en sus personales versiones. De este modo, por estas páginas se traslucen referencias expresas  a Borges e implícitas a Bioy Casares, cultos al Cthulthu lovecraftianos o bandas de motoristas inspirados en la saga Mad Max por poner solo unos ejemplos obvios. 

No son estas las más extravagantes ni sugerentes de las fantasías en las que se inspira Barreiro y en sus páginas veremos homenajes desde al Diluvio Universal como a los monstruos clásicos en su versión cinematográfica pasando a pinturas tan impactantes como "El jardín de las Delicias" de El Bosco o elementos de Ciencia Ficción tan fasciantes como convertir el Metro en una máquina del tiempo (¿Leería Barreiro "Un Tren llamado Mobius"? Lo que está claro es que los de la peli "Moebius" sí que habían leído "Ciudad") hasta llegar a la quizás más hermosa - por metahistorietística - de las referencias con la inclusión de “El Eternauta” que supone el discurso expuesto a lo largo de toda la serie reivindicando la libertad creativa en  los géneros y la ausencia de límites de sus creadores más allá de los impuestos por el  talento propio. 

Además, la poderosa presencia que supone la omnipresente y opresiva Ciudad  en la que suceden todas esas aventuras es al mismo tiempo una poderosa metáfora en torno a la alienación a las que las grandes urbes pueden someter a sus habitantes al tiempo que una reividicación del potencial de estos para sublimar sus peligros mediante las propias capacidades personales.

En el aspecto gráfico, Juan Giménez ya es un autor plenamente formado, que poco antes de deslumbrar en Europa con La Casta de los Metabarones”, mostraba su buen hacer para el fantástico en esta obra en angustioso blanco y negro en la que Barreiro, buen conocedor de su potencial, permite que se explaye dibujantdo todos aquellos seres fantásticos con los que el dibujante disfruta al tiempo que le permite mostrar sus dotes para la narración en múltiples situaciones resueltas sin necesidad de ningún tipo de texto de apoyo dejando al dibujante explayarse e insuflar a su estilo un dinamismo que ha sacrificado con los guionistas posteriores con los que ha colaborado. 
En definitiva, “Barrio” es un tebeo excelente de los que ya no se hacen, que encandilará a todos los aficionados al cómic de género realizado por uno de los dúos creativos que mejor lo supieron interpretar en los ochenta y que bien merecería una nueva edición al alcance de las influenciables mentes jóvenes.