Esto de que las editoriales generalistas se incorporen al anquilosado panorama editorial comiqueril es una gran noticia no sólo por la ampliación de títulos que puedan ofertar (que eso quién más quién menos lo esperaba aunque todavía esté por verse) como por el abaratamiento de precios (que también está todavía por verse) sino porque, además, insuflan nuevas maneras al modo en qué publican las obras pasando de sacro santas reglas con las que hemos crecido como la periodicidad. Nunca había visto yo en mi vida de comprador de cómics una periodicidad más rara que la de este “Scott Pilgrim” cuyos volúmenes se publican a pares en un mismo mes para pasar después seis en barbecho y pasa olímpicamente de la rutinaria y segura periodicidad con la que nos hemos hecho hombres (y mujeres) de provecho (es un decir). Quizás se deba a inexperiencia de la editorial o que se maneja con criterios misteriosos que escapan a la interpretación de los viejos del lugar pero no quería dejar de comentarlo por curioso ya que visto para febrero anuncían ya los dos siguientes volúmenes. Pero vamos con la obra.
O’Malley nos cuenta en este cómic las peripecias de Scott Pilgrim, un joven veinteañero sin oficio ni beneficio cuya máxima aspiración es ensayar con su grupo musical mientras intentan hacerse un nombre en el panorama musical. Sin embargo, cuando Scott conoce en una fiesta a Ramona Flowers se enamorará perdidamente y conquistarla se convierte en la razón de su vida, tarea esta siempre complicada la de conquistar a una chica pero que se lía mucho más cuando el bueno de Scott debe vencer (literal) y convencer a los siete novios malvados anteriores de la susodicha.
Vaya por delante que “Scott Pilgrim” es ante todo un tebeo inclasificable, rico en lecturas y que encuentra en el humor y originalidad sus principales cualidades pero que puede dejar perplejo al lector no avisado. Huyendo de cualquier convencionalismo, el autor, el canadiense Bryan Lee O’Malley, se fundamenta en la estética manga para construir un slice of life con aspiraciones de retrato generacional centrado en lo anecdótico y que oscila constantemente y sin transición entre el realismo y la fantasía sin más criterio que el capricho de su autor en una apuesta que puede enervar a más de uno pero que el autor compensa con un agudo sentido del humor que invita a no tomar la obra demasiado en serio más allá de su condición de entretenimiento. Y es probablemente, el humor, alejándonos de las reflexiones más serias, lo que salve esta serie y la convierta en un tebeo destacable. O’Malley a través de un dibujo en exceso simplista y naif caracteriza con habilidad la galería de personajes con los que el protagonista se relaciona otorgando su espacio a cada uno de ellos en una historia a medio camino entre las películas “teen” de Molly Ringwald, los musicales de Bolliwood y un episodio de “Power Rangers”. O’Malley muestra su habilidad como narrador mostrando una apabullante riqueza de recursos en un cómic ligero que se lee en un suspiro y que deja con ganas de más, aun sabiendo que la historia no vaya a ninguna parte.
En definitiva, “Scott Pilgrim” es un cómic entretenido para pasar el rato del que yo no esperaría ni demandaría nada más. Tampoco es poco.
O’Malley nos cuenta en este cómic las peripecias de Scott Pilgrim, un joven veinteañero sin oficio ni beneficio cuya máxima aspiración es ensayar con su grupo musical mientras intentan hacerse un nombre en el panorama musical. Sin embargo, cuando Scott conoce en una fiesta a Ramona Flowers se enamorará perdidamente y conquistarla se convierte en la razón de su vida, tarea esta siempre complicada la de conquistar a una chica pero que se lía mucho más cuando el bueno de Scott debe vencer (literal) y convencer a los siete novios malvados anteriores de la susodicha.
Vaya por delante que “Scott Pilgrim” es ante todo un tebeo inclasificable, rico en lecturas y que encuentra en el humor y originalidad sus principales cualidades pero que puede dejar perplejo al lector no avisado. Huyendo de cualquier convencionalismo, el autor, el canadiense Bryan Lee O’Malley, se fundamenta en la estética manga para construir un slice of life con aspiraciones de retrato generacional centrado en lo anecdótico y que oscila constantemente y sin transición entre el realismo y la fantasía sin más criterio que el capricho de su autor en una apuesta que puede enervar a más de uno pero que el autor compensa con un agudo sentido del humor que invita a no tomar la obra demasiado en serio más allá de su condición de entretenimiento. Y es probablemente, el humor, alejándonos de las reflexiones más serias, lo que salve esta serie y la convierta en un tebeo destacable. O’Malley a través de un dibujo en exceso simplista y naif caracteriza con habilidad la galería de personajes con los que el protagonista se relaciona otorgando su espacio a cada uno de ellos en una historia a medio camino entre las películas “teen” de Molly Ringwald, los musicales de Bolliwood y un episodio de “Power Rangers”. O’Malley muestra su habilidad como narrador mostrando una apabullante riqueza de recursos en un cómic ligero que se lee en un suspiro y que deja con ganas de más, aun sabiendo que la historia no vaya a ninguna parte.
En definitiva, “Scott Pilgrim” es un cómic entretenido para pasar el rato del que yo no esperaría ni demandaría nada más. Tampoco es poco.
3 comentarios:
Imagino que sabras que en breve habrá una adaptación fílmica del comic. Yo, personalmente no lo he leído, pero he oído cosas buenos de él.
Saludos Pablo
La peli sale este año. Yo solo he leido el primer tomo pero pronto pillare mas porque como dices es entretenido y barato. Me gusta ademas que es cercano al absurdo de los mangas de instituto, y la comicidad de los mismos, que al puro slice of life que ultimamente me aburren mucho.
Crowley y Robur,
Sí, estaba al tanto de lo de la película. Estaré atento por si pesco un trailer que de momento sólo he visto alguna fotografía.
Impacientes Saludos.
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