Nuevo recopilatorio habemus de la serie Vertigo del momento, “Fábulas”, la única que parece está dispuesta a ofrecernos Planeta con cierta regularidad, merced al colchón respecto a la colección norteamericana y la publicación del spin off, Jack de las Fábulas, que permitirá ir alternando ambas cada dos meses.
Este nuevo tomo, que, recopila los números 52 a 59 de la edición norteamericana reúne distintas historias y sirve para profundizar a los autores tanto en las consecuencias de los hechos ocurridos en los tomos anteriores, como en desarrollar tramas y presentar nuevos personajes cuya importancia irá aumentado en el futuro. El plato fuerte es la historia “Hijos del imperio”, desarrollada en cuatro capítulos en los que el equipo creativo titular nos traslada a las Tierras Natales y nos introduce de plano en una reunión en la que el Adversario y sus principales aliados planifican sus próximos pasos para acabar con las fábulas rebeldes de Villa Fábula, reunión a la que también asisten Pinocho y Rodney Greenwood, quienes tratarán de impedir sus planes. La historia se complementa por cuatro historias cortas protagonizadas por fábulas con poco peso específico en la trama principal, y están dibujadas por Joshua Middleton, Michael Allred y Gene Ha, autores correctos en unas historias irregulares que sirven para mantener el carácter colectivo de la serie y permiten al lento pero excelente Mark Buckingham cumplir con los plazos de entrega. También destaca el arco de dos episodios, Padre e Hijo, en el que se profundiza en la relación paternofilial entre Lobo y su padre, el Señor Norte -¿Por qué lo habrán traducido “Señor Norte” y no “Viento del Norte” que tiene más sentido?- cuando Lobo y su familia acuden al castillo de este a visitarle. La situación es bastante tirante y se complica todavía más cuando Lobo debe acudir al rescate de sus hijos acosados por unos misteriosos monstruos. Esta historia dibujada por Michael Allred es la más floja gráficamente de todo el tomo con un entintado horrible de Laura Allred.
El tomo lo completan dos curiosas historias autoconclusivas, “Santa Claus”, que por el título ya pueden imaginar de qué va, y “Preguntas Candentes”, una curiosa iniciativa en la que Willingham da respuesta junto a una selección de variopintos –y excelentes- dibujantes -David Lapham, D’Israely, Eric Shanower, Jill Thompson, M.K. Perker, Jim Rugg, John Snyder III- a una serie de cuestiones planteadas por los lectores y aficionados en pequeñas historias de corta extensión.
Nos encontramos, pues, ante un tomo de transición en el que Willingham va preparando las piezas para próximos acontecimientos al tiempo que va dotando de cohesión a todo el universo fabulísitco en una obra que ha alcanzado su madurez y a falta de objetivos mayores consigue el principal entretener y hacer pasar un buen rato, lo que tampoco es poca cosa.
Más sobre “Fábulas” en El lector impaciente aquí, aquí y aquí.
Más sobre “Jack de las Fábulas” en El lector impaciente aquí.
Este nuevo tomo, que, recopila los números 52 a 59 de la edición norteamericana reúne distintas historias y sirve para profundizar a los autores tanto en las consecuencias de los hechos ocurridos en los tomos anteriores, como en desarrollar tramas y presentar nuevos personajes cuya importancia irá aumentado en el futuro. El plato fuerte es la historia “Hijos del imperio”, desarrollada en cuatro capítulos en los que el equipo creativo titular nos traslada a las Tierras Natales y nos introduce de plano en una reunión en la que el Adversario y sus principales aliados planifican sus próximos pasos para acabar con las fábulas rebeldes de Villa Fábula, reunión a la que también asisten Pinocho y Rodney Greenwood, quienes tratarán de impedir sus planes. La historia se complementa por cuatro historias cortas protagonizadas por fábulas con poco peso específico en la trama principal, y están dibujadas por Joshua Middleton, Michael Allred y Gene Ha, autores correctos en unas historias irregulares que sirven para mantener el carácter colectivo de la serie y permiten al lento pero excelente Mark Buckingham cumplir con los plazos de entrega. También destaca el arco de dos episodios, Padre e Hijo, en el que se profundiza en la relación paternofilial entre Lobo y su padre, el Señor Norte -¿Por qué lo habrán traducido “Señor Norte” y no “Viento del Norte” que tiene más sentido?- cuando Lobo y su familia acuden al castillo de este a visitarle. La situación es bastante tirante y se complica todavía más cuando Lobo debe acudir al rescate de sus hijos acosados por unos misteriosos monstruos. Esta historia dibujada por Michael Allred es la más floja gráficamente de todo el tomo con un entintado horrible de Laura Allred.
El tomo lo completan dos curiosas historias autoconclusivas, “Santa Claus”, que por el título ya pueden imaginar de qué va, y “Preguntas Candentes”, una curiosa iniciativa en la que Willingham da respuesta junto a una selección de variopintos –y excelentes- dibujantes -David Lapham, D’Israely, Eric Shanower, Jill Thompson, M.K. Perker, Jim Rugg, John Snyder III- a una serie de cuestiones planteadas por los lectores y aficionados en pequeñas historias de corta extensión.
Nos encontramos, pues, ante un tomo de transición en el que Willingham va preparando las piezas para próximos acontecimientos al tiempo que va dotando de cohesión a todo el universo fabulísitco en una obra que ha alcanzado su madurez y a falta de objetivos mayores consigue el principal entretener y hacer pasar un buen rato, lo que tampoco es poca cosa.
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