Random House Mondadori nos ofrece la primera entrega de la última
obra del siempre interesante Paul Pope, “Battling Boy” en la que el artista
norteamericano ofrece su peculiar reinterpretación pop del folklore popular y
la mitología con un vistoso acabado formal.
La ciudad de Arcópolis lleva
generaciones asolada por monstruos de los más diversos pelajes que raptan a los
niños y atemorizan a los adultos. Parece que solo el héroe de la ciudad Haggard West es capaz de frenar a los monstruos pero Haggard acaba de caer víctima de los espantajos. Cuando Arcópolis se encuentra
en su momento más delicado aparece el Chico Batallador, un niño de origen
divino al que sus progenitores han encargado limpiar la ciudad de engendros en
un misterioso rito de iniciación. La batalla está servida. ¿Será el pequeño e
inexperto Battling Boy capaz de llevar a cabo su misión? ¿Contará con
aliados?¿O será traicionado?
Paul Pope es uno de los
autores "jóvenes" -bueno, ya no tan joven- más interesantes de los que pululan en el mainstream
norteamericano actual y con un puñado de obras plenamente enmarcadas en el
cómic más comercial y de género ha sido capaz de llamar la atención tanto de la
crítica especializada más elitista como del gran público manteniendo una aureola de artista e independencia que a otros colegas no se les reconoce. Este “Battling Boy”
si acaso no es su obra formalmente más arriesgada pero sí la que
aparentemente tiene la intención más comercial y la voluntad de llegar a un abanico potencial
de lectores más amplio. A pesar de ello, ya desde la aparente ligereza evasiva de su
primera lectura “Battling Boy”, el autor propone
de manera más solapada un interesante replanteamiento de los tópicos y convenciones habituales del
género superheroico para a partir de los mismo explotar la esencia
misma de los mitos.
Pope en esta
primera entrega que asienta las premisas de la serie ofrece su particular
revisión del mesianismo clásico y la mitología desde su planteamiento más
elemental: la llegada de un mesias en forma de Héroe dispuesto a salvar a los
débiles humanos de las amenazas –los monstruos- que les asedian.
Pope a partir de ese punto de partida clásico vierte
en la historia todas las influencias –que son muchas- formales de la (sub)cultura
popular que maneja equiparándose, salvando las distancias geográficas,
en sus pretensiones con “El Héroe” de David Rubín, autor con quién parece
compartir no sólo las mismas inquietudes sino además proyectos en común.
Pope construye
alrededor de esa efectiva trama clásica una rica, ecléctica y variada ambientación que se referencia en
el “Thor” kirbiano y la imaginería
inspirada a medio camino del “Valerian” de Mézières y Christin y de la “Adèle Blanc-Sec” de Tardi,
fundamentalmente. No son estas las
únicas referencias de Pope pues, más allá de los monstruos ciclópeos de
serie B como Humbaba (¿otro guiño Kirbiano?), la ciudad de Arcópolis es un atractivo y retro
escenario steampunk en el que deambulan personajes de apariencia propia de las primeras décadas del siglo XX entroncados directamente en el Pulp, lo que es especialmente evidente en el personaje de Haggard West, un émulo avejentado de Rocketeer o Airboy, o los miembros de la División 145.
Por otro lado, Pope no
descuida en ningún momento la condición juvenil e inexperta de su protagonista, que no deja de
remarcar constantemente ya que es un personaje ingenuo inmerso casi por accidente en un mundo que no comprende
y fácilmente manipulable en una línea argumental que es de esperar que el autor seguirá explotando en
las próximas entregas y que también hemos visto habitualmente ser explotada en el género superheroico..
Con todos estos elementos,
Pope despliega toda la potencia visual y colorista de su estilo y su narrativa
directa y sin concesiones aprendida del manga para ofrecer un cómic repleto de onomatopeyas, acción
y dinamismo en el que tanto los buenos como los malos tienen su papel muy bien definido y que se devora con fruición de la primera a la última página.
Especial mención merece el tratamiento del color de Hillary Sycamore brillante
y luminoso en la tradición tanto de los superhéroes y que refuerza en el estilo de Pope un acabado que recuerda al cómic europeo
contemporáneo.