A través de La Cárcel de Papel me entero que la última obra de Nick Bertozzi (“Houdini, el Rey de las Esposas”) editada por Astiberri, “El Salón” viene marcada por el escándalo.
En un titular sensacionalista y ridículo la edición digital de “El Mundo” informa que un librero yanqui fue denunciado por venderle la obra a un niño de nueve años. Oh, criminal, criminal…
Sin entrar a valorar que la obra sea o no apta para venderse a un público infantil no deja de llamarme la atención que haya periódicos que a estas alturas de la fiesta sigan incorporando noticias sobre cómics si estas cuentan con un elemento morboso o exótico que le otorgue un plus de interés ante la opinión pública más allá de la calidad de la obra en sí. Y no es de extrañar, visto el lamentable amarillismo de los medios de comunicación que padecemos, que se busque en cualquier noticia el elemento morboso y en el Cómic, arte bisoño y maltratado por antonomasia, más, pero que la normalización en su tratamiento por los media suponga que una obra reciba este tipo de publicidad no beneficia en nada a un medio de expresión que debe equipararse con otros por arriba y no necesariamente por abajo.
No nos equivoquemos, el “que se hable de mí aunque sea mal” en casos como este no debería valer ni conformar a nadie.
La noticia de “El Mundo” aquí.
En un titular sensacionalista y ridículo la edición digital de “El Mundo” informa que un librero yanqui fue denunciado por venderle la obra a un niño de nueve años. Oh, criminal, criminal…
Sin entrar a valorar que la obra sea o no apta para venderse a un público infantil no deja de llamarme la atención que haya periódicos que a estas alturas de la fiesta sigan incorporando noticias sobre cómics si estas cuentan con un elemento morboso o exótico que le otorgue un plus de interés ante la opinión pública más allá de la calidad de la obra en sí. Y no es de extrañar, visto el lamentable amarillismo de los medios de comunicación que padecemos, que se busque en cualquier noticia el elemento morboso y en el Cómic, arte bisoño y maltratado por antonomasia, más, pero que la normalización en su tratamiento por los media suponga que una obra reciba este tipo de publicidad no beneficia en nada a un medio de expresión que debe equipararse con otros por arriba y no necesariamente por abajo.
No nos equivoquemos, el “que se hable de mí aunque sea mal” en casos como este no debería valer ni conformar a nadie.
La noticia de “El Mundo” aquí.