Si alguien no se ha enterado todavía que Giancarlo Berardi es uno de los mejores guionistas europeos, solo tiene que leer la conclusión de la historia que se recoge en el primer episodio de esta segunda entrega de la edición de Aleta de “Julia”, que recoge los números tres y cuatro de la edición italiana.
La primera historia, “En la mente del monstruo” es la conclusión de la caza de la asesina en serie que Berardi nos presentó en el capítulo anterior. Una historia familiar pero que gracias al buen hacer del guionista se lee con ojos renovados sobre todo a la sobresaliente caracterización de todos los personajes y el impecable desarrollo de la trama, un desarrollo en el que la dosificación de la tensión está calculada al milímetro para que el lector no pueda dejar de leer fascinado por como el autor italiano enfrenta a la asesina y la criminóloga en un fascinante juego de cazador cazado.
La segunda, “Diluvio de Fuego", es una aventura autoconclusiva en la que la policía requiere los servicios de Julia para atrapar a un pirómano que está colocando bombas incendiarias dirigidas a policías. A partir del perfil psicológico realizado por Julia, la policía y la fiscalía inician una investigación contrarreloj para atrapar al asesino aun cuando el principal sospechoso sea uno de ellos.
Berardi no elabora tramas excesivamente complejas pero las desarrolla a la perfección preocupándose al máximo en documentarse para cada una de las aventuras que guioniza llegando, como señala en la entrevista que aparece traducida en el volumen, incluso a asistir de oyente a cursos de criminología para ser lo más realista posible, ya sea encargándose del proceso completo el mismo o aportando la idea original e indicaciones y dejando que sea otro como Maurizio Mantero en "Diluvio de Fuego" el encargado de acabar el guión y los diálogos con lo que las historias de “Julia” rebosan realismo y credibilidad frente a la artificiosidad efectista de la que abusa habitualmente el género que resulta de agradecer.
En el aspecto gráfico, Berardi se rodea de hábiles dibujantes de la casa Bonelli como Gustavo Trigo y Pietro Dall’Agnol que no hacen ascoso en tomar como modelo al “Rip Kirby” de Alex Raymond poniéndose al servicio completamente del guionista y la trama.
En definitiva, “Julia” es un inteligente tebeo de género perfectamente elaborado que debería permanecer siempre disponible en nuestro complicado panorama. Ojalá la edición de Aleta cuaje y dure muchos años.
La primera historia, “En la mente del monstruo” es la conclusión de la caza de la asesina en serie que Berardi nos presentó en el capítulo anterior. Una historia familiar pero que gracias al buen hacer del guionista se lee con ojos renovados sobre todo a la sobresaliente caracterización de todos los personajes y el impecable desarrollo de la trama, un desarrollo en el que la dosificación de la tensión está calculada al milímetro para que el lector no pueda dejar de leer fascinado por como el autor italiano enfrenta a la asesina y la criminóloga en un fascinante juego de cazador cazado.
La segunda, “Diluvio de Fuego", es una aventura autoconclusiva en la que la policía requiere los servicios de Julia para atrapar a un pirómano que está colocando bombas incendiarias dirigidas a policías. A partir del perfil psicológico realizado por Julia, la policía y la fiscalía inician una investigación contrarreloj para atrapar al asesino aun cuando el principal sospechoso sea uno de ellos.
Berardi no elabora tramas excesivamente complejas pero las desarrolla a la perfección preocupándose al máximo en documentarse para cada una de las aventuras que guioniza llegando, como señala en la entrevista que aparece traducida en el volumen, incluso a asistir de oyente a cursos de criminología para ser lo más realista posible, ya sea encargándose del proceso completo el mismo o aportando la idea original e indicaciones y dejando que sea otro como Maurizio Mantero en "Diluvio de Fuego" el encargado de acabar el guión y los diálogos con lo que las historias de “Julia” rebosan realismo y credibilidad frente a la artificiosidad efectista de la que abusa habitualmente el género que resulta de agradecer.
En el aspecto gráfico, Berardi se rodea de hábiles dibujantes de la casa Bonelli como Gustavo Trigo y Pietro Dall’Agnol que no hacen ascoso en tomar como modelo al “Rip Kirby” de Alex Raymond poniéndose al servicio completamente del guionista y la trama.
En definitiva, “Julia” es un inteligente tebeo de género perfectamente elaborado que debería permanecer siempre disponible en nuestro complicado panorama. Ojalá la edición de Aleta cuaje y dure muchos años.