Hay un viejo dicho que afirma que “En el país de los ciegos, el tuerto es el rey”. Aplicándolo al cine de entretenimiento norteamericano, probablemente podríamos otorgar el título de realeza dada la enquistada cartelera de refritos y películas con argumentos intercambiables a un Christopher Nolan que al menos pretende sorprendernos envolviendo en espectaculares efectos especiales y enlazando con planteamientos supuestamente originales un paquete que en el fondo no es más que un poco más de lo de lo de siempre.
En el futuro, se desarrollará una nueva tecnología que permitirá acceder a los sueños ajenos lo que provoca que existan espías industriales especializados en apropiarse de información e ideas accediendo a sus víctimas mientras duermen conocidos como extractores. Al mejor de esos extractores (Leonardo DiCaprio), de atormentado pasado, le propondrán un difícil encargo que puede permitirle recuperar parte de la vida que dejó atrás siempre y cuando sea capaz de lograr una misión imposible implantar una idea en un sujeto para que la considere propia en lugar de arrebatársela. Una tarea sumamente compleja en la que DiCaprio y sus compinches pueden perderse en el mundo de los sueños para siempre jamás.
Christopher Nolan ofrece un artificio aparentemente original, aplicando una vez más las oscuras posibilidades que se esconden en el lado oscuro de la mente humana a trillados senderos cinematográficos para ofrecer al menos al cutido espectador los mismos trucos con nuevas formas. Si la exploración de la memoria en una trama de género negro con la que se dio a conocer en “Memento” funcionó a las mil maravillas gracias a un original guión y montaje que obligaba al espectador a no perder detalle, lo mismo podría aplicarse a “Origen” en la que el director obliga al espectador a mayores esfuerzos de atención si cabe para entender al ritmo frenético en que se desarrolla la película y del que se corre el peligro de perderse en cualquier revuelta de un argumento complejo y rico en tramas oníricas a pesar de engarzarse en medio de una trama clásica de “atracos perfectos” que, de todos modos, Nolan condimenta – mejorando, en ocasiones- conceptos de aquí y allá de películas que van desde “Los Fisgones” o “Blade Runner” a “The Matrix” o “La Celda” por no remontarnos a clásicos de acción más antiguos.
De todos modos, si eres de lo que te pierdes no te desanimes pensando que te quedan dos aburridas horas por delante comiendo palomitas. Nolan se compadece y siempre se puede disfrutar de la acción a raudales, a base de espectaculares persecuciones y los no menos sorprendentes efectos especiales con que el director acelera un poco más si cabe una película a la que quizás sólo se la pueda achacar la ausencia de pausas, o disfrutar del trabajo de unos actores la mar de correctos encabezados por un DiCaprio que ha acabado especializándose a sus años en el rol de aventurero atormentado que cada vez le sale mejor y una Marion Cottillard que mejora cada plano en que aparece (sin desmerecer a una jovencita Ellen Page a la que creo deberíamos seguir de cerca).
En definitiva visto lo visto, no tengo ascos en otorgar a Nolan el título de rey…de los ciegos, y eso, hablando de cine no es precisamente para estar contentos.