Después de leer el primer número de la nueva colección de “
The Spirit”, con el “crossover” entre este y el
Hombre Murciélago me quedé con una acusada sensación de tiempo perdido pero la curiosidad me pudo y piqué con el primer número de la etapa de
Darwyn Cooke, que engloba los dos primeros números de la nueva colección yanqui, que ha empezado a publicar
Norma Editorial.
Vaya por delante, que no tengo nada contra las revisiones y versiones de obras importantes por otros autores. Superen o no a los originales, y más allá del trasfondo económico que exista de fondo (el vil metal, siempre lo ensucia todo), creo que todo autor que se sienta capacitado tiene derecho a dar su versión de cualquier personaje, ya que una obra una vez publicada deja de pertenecer sólo al ámbito particular del autor que la creó para pasar a ser patrimonio universal y, por tanto, el público es quién decidirá si merecerá la pena o no que se la recuerde. Mi admiración por el “
The Spirit” de
Eisner es infinita e independientemente del orden para mí siempre se encontrará entre las cinco o seis verdaderas obras maestras que ha dado el Cómic, y por ese motivo no entiendo la cerrazón hacia las revisiones que se están haciendo del personaje por otros autores como
Miller en el cine (¡ ojo, que esta muchos ya han decidido que no les gusta por cuatro fotos!) o el propio Cooke con estos cómics, como poco me parecen apresuradas.
Dicho esto, tengo que decir que el cómic de
Cooke me ha dejado bastante frío y no pasa de correcto. A lo largo de estos dos números,
Cooke realiza un trabajo profesional con una historia autoconclusiva en cada episodio. En la primera,
Spirit interviene para salvar a una periodista secuestrada y en la segunda se cruza con una vieja conocida,
P’Gell, y una vieja venganza. Inteligentemente,
Cooke, sitúa al personaje en un momento histórico moderno donde los personajes consultan Internet y los medios de comunicación invaden cualquier aspecto de la intimidad, alejándose de las características gráficas que
Eisner imprimió a su colección con las historias cortas de ocho páginas de acción trepidante y concentrada, con la splash page inicial que sintetizaba y prologaba la historia, la diferente presentación de títulos incorporados como un elemento narrativo más, o la caracterización de
Spirit como personaje subversivo y contestatario frente a la autoridad por uno mucho más formal y políticamente correcto. Todo eso lo deja de lado
Cooke en busca de dotar a la obra un sello propio pero me temo que si esa era su intención el resultado es demasiado insustancial.
“
The Spirit” de
Cooke es demasiado rígido, parece que el autor está demasiado preocupado por no meter la pata como para arriesgar con propuestas realmente originales. Los argumentos de las historias de
Cooke los conocemos y los hemos leído protagonizados por otros personajes cientos de veces con más éxito. Lo que debe marcar la diferencia de una historia de
Spirit es la sorpresa que se espera en cada página y el ritmo trepidante que mantiene al lector pendiente de principio a fin, sorpresa que en el cómic de
Cooke no llega nunca y ritmo del que carece, con lo que al terminar la lectura uno se queda con la ceja levantada como
Dolan pensando “¿esto es todo?”.
El dibujo de
Cooke es excelente pero no sólo se trata de dibujar bien sino también de interesar al lector con lo que se cuenta, dosificando la tensión y en ese sentido
Cooke se muestra como un guionista discreto y sus diálogos resultan artificiosos y vacíos, ausente el característico humor del personaje. Probablemente, aquellos que no hayan leído la obra de
Eisner puedan sentirse más interesados por esta obra y sea realmente hacia quien va dirigida ya que para aquellos que lo han leído les parecerá insustancial en la comparación, injusta por muchos motivos, ya lo sé, pero inevitable.
Más sobre las versiones de
Spirit en El lector impaciente aquí y
aquí.