viernes, 18 de abril de 2008

Ollie Johnston (1912-2008)


El día de ayer murió el último de los pioneros que ayudó a Walt Disney a construir su imperio de animación y que fueron conocidos como “Los Nueve Ancianos de Disney”, Johnston trabajó durante 40 años con Disney como director de dibujo, participando activamente en clásicos de la animación que están en la memoria de todos como “Blancanieves y los siete enanitos”, “El libro de la selva”, “Los rescatadores”, “Bambi” “La bella durmiente” o “Pinocho” cuando los medios de animación eran mucho menos sofisticados a los que estamos acostumbrados hoy en día (¿Se acuerdan que lloraron con la muerte de Bambi? Pues este señor es el culpable).
Para que se hagan una idea, sólo para “El libro de la selva” fueron necesarios 320.000 dibujos individuales y el trabajo conjunto de 250 personas durante tres años.

Johnston colaboró estrechamente con otro gran artista Frank Thomas (fallecido en 2004) no sólo en la Factoría Disney sino también a la hora de divulgar las técnicas de animación usadas en la compañía en obras teóricas como el clásico “La ilusión de la Vida: la animación de Disney”, que es considerada por los expertos una obra de referencia.


Johnston recibió en 2005 la Medalla Nacional de las Artes estadounidense.

Probablemente Balloo y Mowgly estén hoy un poco más tristes…

D.E.P.

Para visitar la página oficial de Frank Thomas y Olie Johnston pinchar aquí.

La noticia en prensa aquí.

“The Spirit 1” de Darwyn Cooke


Después de leer el primer número de la nueva colección de “The Spirit”, con el “crossover” entre este y el Hombre Murciélago me quedé con una acusada sensación de tiempo perdido pero la curiosidad me pudo y piqué con el primer número de la etapa de Darwyn Cooke, que engloba los dos primeros números de la nueva colección yanqui, que ha empezado a publicar Norma Editorial.

Vaya por delante, que no tengo nada contra las revisiones y versiones de obras importantes por otros autores. Superen o no a los originales, y más allá del trasfondo económico que exista de fondo (el vil metal, siempre lo ensucia todo), creo que todo autor que se sienta capacitado tiene derecho a dar su versión de cualquier personaje, ya que una obra una vez publicada deja de pertenecer sólo al ámbito particular del autor que la creó para pasar a ser patrimonio universal y, por tanto, el público es quién decidirá si merecerá la pena o no que se la recuerde. Mi admiración por el “The Spirit” de Eisner es infinita e independientemente del orden para mí siempre se encontrará entre las cinco o seis verdaderas obras maestras que ha dado el Cómic, y por ese motivo no entiendo la cerrazón hacia las revisiones que se están haciendo del personaje por otros autores como Miller en el cine (¡ ojo, que esta muchos ya han decidido que no les gusta por cuatro fotos!) o el propio Cooke con estos cómics, como poco me parecen apresuradas.

Dicho esto, tengo que decir que el cómic de Cooke me ha dejado bastante frío y no pasa de correcto. A lo largo de estos dos números, Cooke realiza un trabajo profesional con una historia autoconclusiva en cada episodio. En la primera, Spirit interviene para salvar a una periodista secuestrada y en la segunda se cruza con una vieja conocida, P’Gell, y una vieja venganza. Inteligentemente, Cooke, sitúa al personaje en un momento histórico moderno donde los personajes consultan Internet y los medios de comunicación invaden cualquier aspecto de la intimidad, alejándose de las características gráficas que Eisner imprimió a su colección con las historias cortas de ocho páginas de acción trepidante y concentrada, con la splash page inicial que sintetizaba y prologaba la historia, la diferente presentación de títulos incorporados como un elemento narrativo más, o la caracterización de Spirit como personaje subversivo y contestatario frente a la autoridad por uno mucho más formal y políticamente correcto. Todo eso lo deja de lado Cooke en busca de dotar a la obra un sello propio pero me temo que si esa era su intención el resultado es demasiado insustancial.

The Spirit” de Cooke es demasiado rígido, parece que el autor está demasiado preocupado por no meter la pata como para arriesgar con propuestas realmente originales. Los argumentos de las historias de Cooke los conocemos y los hemos leído protagonizados por otros personajes cientos de veces con más éxito. Lo que debe marcar la diferencia de una historia de Spirit es la sorpresa que se espera en cada página y el ritmo trepidante que mantiene al lector pendiente de principio a fin, sorpresa que en el cómic de Cooke no llega nunca y ritmo del que carece, con lo que al terminar la lectura uno se queda con la ceja levantada como Dolan pensando “¿esto es todo?”.

El dibujo de Cooke es excelente pero no sólo se trata de dibujar bien sino también de interesar al lector con lo que se cuenta, dosificando la tensión y en ese sentido Cooke se muestra como un guionista discreto y sus diálogos resultan artificiosos y vacíos, ausente el característico humor del personaje. Probablemente, aquellos que no hayan leído la obra de Eisner puedan sentirse más interesados por esta obra y sea realmente hacia quien va dirigida ya que para aquellos que lo han leído les parecerá insustancial en la comparación, injusta por muchos motivos, ya lo sé, pero inevitable.

Más sobre las versiones de Spirit en El lector impaciente aquí y aquí.