Hay cómics que entran por los ojos y sin más consideraciones sabes que no queda otra que acoquinar y llevártelo a casa para devorarlo en una reposada lectura para o hacerte mil cruces y olvidarlo en un montón tras jurar en arameo que no volverás a dejarte seducir por los cantos de sirena de una maravillosa portada o felicitarte por tu buen ojo y disfrutarlo durante años. Esto último, por suerte, es lo que me ha pasado a mí con “
Silhouette”, desde que vi la portada anunciada quedé impactado y sabía que me iba a hacer con él ya que este tebeo del avezado
Victor Santos y el novel
Jesús Alonso Iglesias prometía ser una de esas lecturas de género con las que disfruto enormemente y esta vez no me he equivocado.
Silhouette es un resistente enmascarado que en las noches del París ocupado de la II Guerra Mundial se dedica a sembrar muerte y plomo entre los confiados nazis. Cuando a la ciudad de la luz llega un miembro de la cúpula nazi y su ayudante en una misión que puede acelerar la victoria final nazi, el valiente Silhouette no sospecha las oscuras fuerzas contra las que tendrá que enfrentarse.
Víctor Santos, tanto en su obra como autor completo como en sus colaboraciones con otros dibujantes, lleva reivindicando cuan soldado japonés olvidado en una isla desierta el digno oficio de contador de historias de género frente a la tendencia mayoritaria hoy día en el cómic patrio por otras propuestas más realistas. Santos es rico en influencias que en lugar de ocultar como hacen otros exhibe orgulloso a la espera de una gran obra que le dé el espaldarazo definitivo entre los críticos que sus fans ya le otorgaron hace tiempo si tenemos en cuenta las colas que se montan en los salones de cómics a los que asiste.
En ese sentido, “
Silhouette” es una historia coherente con su trayectoria y cumple su primer objetivo es entretener antes que innovar por lo que desarrolla una atractiva historia pulp plagada de nazis locos, nazis cuerdos y héroes vengativos en medio de una trama esotérica que tiene el regusto nostálgico de personajes pulp como “
La Sombra”, los cómics de “
Martyn Mystere” y “
Capitan América” o las primeras entregas de
“Indiana Jones”. Santos no parece tener ganas ni tiempo para irse por las ramas en la caracterización de los personajes o lugares que resuelve en unas pinceladas y va directo al grano en el desarrollo de una historia frenética que no da respiro al lector apabullándolo quizás en exceso con vistas a ocultar ciertas debilidades de la tópica historia y sumergiéndolo en la ilusión de una continuidad inexistente dentro del particular universo de referencias cruzadas que el propio
Santos parece ir construyendo en sus últimas obra (no me parece baladí la referencia en los extras a otra de sus creaciones, Black Kaiser) a la espera de poder seguir desarrollando sus propuestas.
Si la historia cumple su objetivo, donde el cómic se vuelve más destacable es en el apartado gráfico donde sorprende el nivel que muestra
Jesús Alonso Iglesias del que espero sigamos viendo más cosas.
Jesus Alonso Iglesias, novel en el mundo del cómic pero con amplia experiencia en el de la animación, muestra un estupendo nivel narrativo ajustándose como un guante a las directrices marcadas por
Santos en el desarrollo de la historia y aunque él señale en la entrevista que aparece en los extras de la obra entre sus influencias a
Mignola (la más evidente),
Cannif y
Falk creo percibir otras como la de
Miller y otras no declaradas más propias de cómic francobelga en la construcción de los personajes en la estela de
Franquin, que dan al estilo de Alonso un punto eclético y original refrescante.
Alonso recrea un París fantasmal y alejado de la realidad, esquematizando al máximo los detalles (aun sin renunciar a ellos) para que todo el peso de la historia recaiga en la acción sorteando la alternancia de páginas cargadas de diálogo con otras –las mejores- en las que la narración se vuelve puramente visual y le permiten un mayor lucimiento. Un dibujante a seguir.
En definitiva, no me arrepiento de la compra de “
Silhouette” cómic con el que disfrutarán si aceptan las reglas de Santos aunque quizás echen a faltar un poco más de calma para desarrollar determinadas situaciones y caracterizar los principales personajes. Con todo, la obra consigue sus objetivos, no traicionar la tradición pulp en el que se inscribe y, sobre todo, hacer pasar un rato agradable a quién la lea.
La edición de
Dolmen está bastante ajustada de precio y cuenta con abundantes extras lo que es de agradecer en los tiempos que corren.
Ojalá veamos pronto nuevas entregas del enmascarado francés. Será buena señal.
Otras obras de
Víctor Santos en
El lector impaciente:
“Black Kaiser”
“La sangre de las valkirias”