Con la tercera entrega de la serie que acaba de publicar en una cuidada edición Diábolo Ediciones finaliza “Ken Games”, una trilogía que ha supuesto el espaldarazo definitivo fuera de España de sus autores, José Robledo y Marcial Toledano, con una historia de género que aporta dentro del clasicismo de su temática -una red de mentiras que atrapa a sus protagonistas- una visión moderna y un enfoque original.
En “Cisseaux”, la red de mentiras en que se veían envuelto el trío de protagonistas se desenreda y los autores cuadran el círculo atando los cabos pendientes en la conclusión de una historia en la que el peso de la historia recae en la bella Anne quién ha de resolver el terrible dilema que se le plantea cuando uno de sus amigos se convierte en el objeto de su actividad profesional.
A estas alturas, es meritoria la capacidad de los autores de lograr mantener la intriga de la historia hasta el final sin que el lector sea capaz de prever las reacciones de unos personajes complejos y bien construidos a pesar, o precisamente por, todas sus dobleces. Parafraseando a uno de los personajes del álbum “cuando el final es evidente, tienes que lograr que el viaje merezca la pena” y ese ha sido el objetivo del equipo creativo en esta tercera entrega en la que logran el más difícil todavía de mantener la intriga de la historia hasta sus últimas páginas sin evidenciar por ello el final de una historia en la que el destino de los protagonistas no se decide hasta su conclusión.
“Ken Games” es una serie de estudiada simetría en la que los autores han gustado mezclar con éxito mundos aparentemente antagónicos como el boxeo con el ajedrez, las matemáticas con la ludopatía o la literatura para niños con el noble arte del asesinato, que diría de Quincey, para elaborar una trama de intriga y misterio a través de la perspectiva, en cada uno de los álbumes que la integran, de un protagonista diferente adaptando con acierto lo mejor del manga, la BD o el “maisntream” americano a una obra sin fisuras. Era fácil dada la compleja trama perderse en sus vericuetos pero es notable la capacidad de los autores para ofrecer una narración fluida que permite al lector ir encajando las piezas sin ver por ello el dibujo final hasta tener colocada la última de ellas al tiempo que se introducen recursos gráficos que procuran sorprender al lector visualmente.
Es notable el esfuerzo realizado por Robledo y Toledano para aportar dentro de las trilladas y, en demasiadas ocasiones, encorsetadas propuestas de género una obra tan diferenciable e interesante sin limitarse a repetir fórmulas previsibles con lo que la historia está destinada a mantener su vigor durante muchos años. Toda una buena noticia para el cómic nacional que haya autores con tantas ganas y tantas ideas. Obligatorio seguirles la pista.
Más “Ken Games” en El lector impaciente:
“Pierre”
“Feuille”.
En “Cisseaux”, la red de mentiras en que se veían envuelto el trío de protagonistas se desenreda y los autores cuadran el círculo atando los cabos pendientes en la conclusión de una historia en la que el peso de la historia recae en la bella Anne quién ha de resolver el terrible dilema que se le plantea cuando uno de sus amigos se convierte en el objeto de su actividad profesional.
A estas alturas, es meritoria la capacidad de los autores de lograr mantener la intriga de la historia hasta el final sin que el lector sea capaz de prever las reacciones de unos personajes complejos y bien construidos a pesar, o precisamente por, todas sus dobleces. Parafraseando a uno de los personajes del álbum “cuando el final es evidente, tienes que lograr que el viaje merezca la pena” y ese ha sido el objetivo del equipo creativo en esta tercera entrega en la que logran el más difícil todavía de mantener la intriga de la historia hasta sus últimas páginas sin evidenciar por ello el final de una historia en la que el destino de los protagonistas no se decide hasta su conclusión.
“Ken Games” es una serie de estudiada simetría en la que los autores han gustado mezclar con éxito mundos aparentemente antagónicos como el boxeo con el ajedrez, las matemáticas con la ludopatía o la literatura para niños con el noble arte del asesinato, que diría de Quincey, para elaborar una trama de intriga y misterio a través de la perspectiva, en cada uno de los álbumes que la integran, de un protagonista diferente adaptando con acierto lo mejor del manga, la BD o el “maisntream” americano a una obra sin fisuras. Era fácil dada la compleja trama perderse en sus vericuetos pero es notable la capacidad de los autores para ofrecer una narración fluida que permite al lector ir encajando las piezas sin ver por ello el dibujo final hasta tener colocada la última de ellas al tiempo que se introducen recursos gráficos que procuran sorprender al lector visualmente.
Es notable el esfuerzo realizado por Robledo y Toledano para aportar dentro de las trilladas y, en demasiadas ocasiones, encorsetadas propuestas de género una obra tan diferenciable e interesante sin limitarse a repetir fórmulas previsibles con lo que la historia está destinada a mantener su vigor durante muchos años. Toda una buena noticia para el cómic nacional que haya autores con tantas ganas y tantas ideas. Obligatorio seguirles la pista.
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