martes, 1 de enero de 2013

Carta abierta a JAN sobre la renuncia a la medalla.



Ayer al mediodía, cuando el que más y el que menos se aprestaba a enfrentar la Nochevieja, saltó la bomba informativa. Juan López, JAN, renunciaba a la reciente concesión de la Medalla de Oro al Mérito en  las Buenas Artes concedida por el Ministerio de Cultura argumentando su “ética personal” y “convicciones personales”. Como la forma de renunciar era un poco rara la puse en reserva hasta que, poco después, desde Amaniaco Ediciones la confirmaron a través de la red social del pajarito.

JAN no es el primero que ha renunciado a un premio otorgado por el actual Ministerio de Cultura del lamentable ministro Wert, al que le crecen los enanos incluso cuando acierta como en el caso de la concesión de este galardón. Ya le pasó con el Premio Nacional de Narrativa otorgado a Javier Marías por la pésima  “Los Enamoramientos”. Y es que con las políticas del actual Gobierno acabamos pagando todos incluso más aquellas figuras que por dignidad deciden protestar renunciando a honores, como en el caso de JAN, sin duda merecidos.

Amo profundamente la obra de JAN. “El Supergrupo” (Nacho Fernández no nos falles) es uno de mis tebeos favoritos de todos los tiempos y he leído sus “Superlopez” desde que tengo uso de razón. Sin embargo, no lo he admirado más como con esta renuncia en la que demuestra su altura moral. Y es que más admirable que a uno le den un Premio me parece que es saber renunciar al mismo si estás en desacuerdo con el que te lo otorga.

En el fondo, JAN tiene el mejor de los Premios: el cariño y reconocimiento de sus lectores pero, sinceramente, espero que cuando las circunstancias en España sean otras se lo vuelvan a ofrecer y el autor, al que no conozco, lo acepte, porque  se me ocurren pocos autores de cómics nacionales cuya trayectoria merezca tanto reconocimiento y el Cómic, en general, está falto de premios como para andar renunciando a ellos.

Chapeau, Sr. JAN. Ojalá éticas personales como la suya abundasen y cunda su ejemplo. Otro gallo nos cantaría a todos y a todas.