Si el primer álbum de la
serie “Zodiaco”, editada por Planeta, ya comenté aquí que me había parecido
decepcionante, esta segunda entrega protagonizada a mayor gloría del signo de Tauro ha
resultado algo más interesante. Os cuento.
John Bull, es un Tauro
genuino, un broker de gran éxito hace años que tras una estancia en prisión se ha
dedicado a hacer el bien a través de la ONG que ha creado. Sin embargo, el
secreto de su éxito financiero y su capacidad para adivinar las fluctuaciones
del mercado todavía atormenta a sus rivales así que, cuando Mélane Hddgers, una
atractiva y misteriosa periodista, intenta entrevistarle no deja de resultar
sorprendente que Bull acceda y esté dispuesto a descubrirle su pasado.
Corbeyran establece una
trama de misterio sencila y efectiva que mantiene atrapado al lector hasta el
final de una historia en la que no se aclaran demasiados misterios en torno al
origen de los poderes, relacionados con sus correspondientes signos del zodiaco, que
en algún momento de la hsitoria los distintos protagonistas de cada uno de los álbumes muestran. En este álbum,
el guionista ambienta la trama en el deshumanizado y agradecido mundo de los tiburones financieros de Wall Street. Aun así, a
la sencilla trama el lector avezado tendrá que hacerle más de una concesión dado lo endeble de las reacciones y comportamientos de unos personajes tópicos, pero acaba
resuelta con el suficiente oficio como para que el rato que se dedica a su
lectura no se dé por desperdiciado.
En el aspecto gráfico, Horne
toma el relevo de Goethals y no es precisamente para bien. Horne cumple aceptablemente desarrollando el sencillo guión de Corbeyran con un dibujo
realista, efectivo e impersonal que no acaba de lucir demasiado (la edición jibarizada de Planeta tampoco ayuda) y aunque muestra cierta capacidad para el
detalle en las localizaciones y objetos también deja patentes bastantes limitaciones en el dibujo de las expresiones de sus personajes, resultando la mayoría
de las caras inexpresivas y apergaminadas por lo que detalles esenciales para la caracterización como la edad o la
belleza han de ser aclarados por el guionista.
En fin, “El secreto del
toro” es un álbum que está resuelto con oficio y permite pasar el rato sin
deslumbrar a nadie a la espera que Corbeyran en futuras entregas arroje más luz sobre los misterios que rodean a sus protagonistas. De momento, le doy un
aprobadillo raspado.