Hay autores que a pesar de
su calidad incuestionable han ido desapareciendo de las librerías sin saber muy
bien el motivo para ser prácticamente desconocidos para las nuevas generaciones
de lectores. Uno de estos nombres que merecen ser rescatados del olvido y
reivindicados siempre, es el zaragozano Fernando de Felipe, quién tras la
crisis de las revistas y la desaparición de Toutain aparcó prácticamente su
faceta de autor de cómics para volcarse practicamente en la docencia y el mundo del cine,
quedando como un autor a (re)descubrir por los jóvenes aficionados a partir del
puñado de obras que publicó. Por todo ello, no está de más reivindicar que alguna editorial
apueste por la reedición de sus obras, especialmente de “El Hombre
que Ríe”, la adaptación al cómic de la novela homónima de Víctor Hugo en la que
de Felipe desplegó todo su potencial como autor completo.
Una noche de tormenta, a la
puerta de Ursus, un viejo y solitario saltimbanqui que vive aislado con la
única compañía de su perro Homo, llama Gwyn, un famélico niño que cubre su
rostro terriblemente desfigurado en una sonrisa forzosa que ha rescatado de brazos de su madre muerta a
Dea, un pequeño bebé. Ursus decide salvar a los chicos y adoptarlos, llevando
durante años los cuatro una vida sencilla y miserable con su espectáculo
ambulante hasta que Gwyn, apodado El Hombre que Ríe, descubre su origen oculto.
El descubrimiento que debería suponer la garantía de la felicidad de la familia
acabará convirtiéndose en la causa de su perdición.
Fernando de Felipe realizó
una adaptación libre pero esencialmente fiel de la obra original, plasmando toda la fuerza dramática del original en una narración fatalista,
primaria y esencial que recuerda los libretos operísticos de Wagner o las obras
de teatro de Shakespeare por su crudeza y ausencia de concesiones al lector. Una crudeza que se plasma especialmente en el apartado gráfico donde el autor realiza un espectacular
acabado pictórico para describir con expresionista densidad todo el drama de la
obra original mediante un dibujo sobrecogedor, intenso y expresivo que recuerda en ocasiones
las obras a color del gran Alberto Breccia. Mención especial merece el tratamiento del color en el que priman los fuertes
contrastes y que dotan a la obra de un acabado intenso y apasionado que se
convierte en un elemento imprescindible para la ambientación de la historia y
acaba calando en el sobrecogido lector.
“El Hombre que Ríe” de
Fernando de Felipe trasciende la condición de mera adaptación y a
partir de la interpretación de la obra original Fernando de Felipe creó un cómic con una personalidad propia que no merece ser olvidado. Esperemos que algún editor se
digne reeditarlo y que sirva para que el propio autor nos sorprenda en el futuro con
nuevas delicatessen.