Ando yo apurando estos días la cartelera madrileña previendo que en las próximas semanas, meses y años venideros voy a tener menos oportunidades para escapar al cine (salvo para ver películas infantiles, que tampoco me parece mal plan…) así que por recomendación de una compañera, me pasé a ver “Bienvenidos al Norte”, una comedia francesa que en otras circunstancias probablemente ni hubiera considerado y que viene avalada por haber batido todas las marcas de recaudación en el país vecino. Y lo cierto es que la película sin tener nada en que destaca, deja un buen sabor de boca gracias precisamente a su falta absoluta de pretensiones.
La trama es bastante simple. Un funcionario de correos que intenta desesperadamente ser trasladado por sus jefes a la Costa Azul para contentar a su mujer ve cómo le sancionan precisamente trasladándolo al Norte lo que, al parecer para un francés del sur, es un drama. El hombre asume su castigo para descubrir que, a pesar de sus peculiaridades, los norteños son gente amable y acogedora con la que se lo pasa bien, y la relación con su mujer con la distancia mejora al creer esta que en el sur está fatal. Todo se enreda cuando la mujer decide trasladarse al Norte a vivir con él y pasar juntos el mal trago. Ya saben, lo de contigo pan y cebolla, pero a la francesa.
Este sencillo argumento sirve como excusa para que Dany Boon, que al parecer es un cómico bastante popular en Francia, concatene una sucesión de situaciones cómicas elementales, más o menos afortunadas, poniendo de relieve las diferencias culturales entre los franceses del sur y los del norte. Un humor básico construido a base de tópicos de consumo interno pero que funciona fuera de las fronteras galas gracias al tono amable de las aventuras y desventuras de los protagonistas exageradas hasta el surrealismo y el buen trabajo de un grupo de actores muy expresivos y bien dotados para la comedia, entre los que destacan el dúo formado por Kad Marad y Dany Boon.
Una película cómica amable, sencilla e ingenua aunque para mí inferior que otras comedias galas si no más conseguidas sí más divertidas, como “La cena de los idiotas”, y que, preferiblemente, debe ser vista en versión original para apreciar mejor las gracietas, ya que aunque el doblaje ha debido ser muy complicado y estar bastante conseguido muchos de los gags se basan en las peculiaridades de pronunciación de los galos del norte. No esperen mucho de esta película, salvo pasar un buen rato (que es de lo que se trata) y olvidarla rápidamente. Lo que, después de todo, tampoco está mal, oigan.
La trama es bastante simple. Un funcionario de correos que intenta desesperadamente ser trasladado por sus jefes a la Costa Azul para contentar a su mujer ve cómo le sancionan precisamente trasladándolo al Norte lo que, al parecer para un francés del sur, es un drama. El hombre asume su castigo para descubrir que, a pesar de sus peculiaridades, los norteños son gente amable y acogedora con la que se lo pasa bien, y la relación con su mujer con la distancia mejora al creer esta que en el sur está fatal. Todo se enreda cuando la mujer decide trasladarse al Norte a vivir con él y pasar juntos el mal trago. Ya saben, lo de contigo pan y cebolla, pero a la francesa.
Este sencillo argumento sirve como excusa para que Dany Boon, que al parecer es un cómico bastante popular en Francia, concatene una sucesión de situaciones cómicas elementales, más o menos afortunadas, poniendo de relieve las diferencias culturales entre los franceses del sur y los del norte. Un humor básico construido a base de tópicos de consumo interno pero que funciona fuera de las fronteras galas gracias al tono amable de las aventuras y desventuras de los protagonistas exageradas hasta el surrealismo y el buen trabajo de un grupo de actores muy expresivos y bien dotados para la comedia, entre los que destacan el dúo formado por Kad Marad y Dany Boon.
Una película cómica amable, sencilla e ingenua aunque para mí inferior que otras comedias galas si no más conseguidas sí más divertidas, como “La cena de los idiotas”, y que, preferiblemente, debe ser vista en versión original para apreciar mejor las gracietas, ya que aunque el doblaje ha debido ser muy complicado y estar bastante conseguido muchos de los gags se basan en las peculiaridades de pronunciación de los galos del norte. No esperen mucho de esta película, salvo pasar un buen rato (que es de lo que se trata) y olvidarla rápidamente. Lo que, después de todo, tampoco está mal, oigan.