Pasados un par de días desde el anuncio de la compra por Disney de Lucasflim a George Lucas por cuatro mil
millones de dólares (millón arriba, millón abajo) y el anuncio de una nueva
entrega de la otrora incuestionable “Star Wars”
para 2015 y acallados un poco los chistes nerviosos de la muchachada en
las redes sociales, que bajo su irónico e ingenioso distanciamiento ocultaban más
de un oscuro anhelo onanista, podemos empezar a realizar algunas conjeturas y
constatar alguna obviedad que alimentan nuestras calenturientas mentes de
aficionados:
Para empezar, poco han de
celebrar los jóvenes talentos creativos y soñadores como el Lucas de sus
inicios, esos que tengan proyectos inspiradores y originales de nuevas películas porque muchos
se quedarán en el aire ante este anuncio. El riesgo que conlleva apostar por
cualquier iniciativa novedosa -y más en tiempos de crisis- implica que los grandes emporios del entretenimiento
como Disney apuestan por los valores seguros por muy desgastados que estén y el encanto
de los grandes fósiles.
Por otro lado, en esta operación maestra en la que ganan todos los implicados,
un cansado George Lucas se quita el lastre de las obligaciones que una empresa
como Lucasfilms y vinculados le proporcionaba y se asegura un retiro dorado
(como si lo necesitase) al tiempo que asegura su posición de pope ortodoxo ante
el fandom frente a las nuevas entregas prometidas. La conservadora Disney apuesta por el
archiconocido y seguro Universo Star Wars antes de lanzarse a explorar nuevos
universos de ficción.
Pero, además, es que a los
señores de negro de Disney en sus cálculos las películas futuras le deben
parecer lo de menos frente a las expectativas de los suculentos dividendos que les proporcionarán
todo el atrezzo, merchandaising, videojuegos que Star Wars lleva asociado. Una
perfecta maquinaría de hacer dinero a la que habrá que engrasar a poquitos con
nuevas películas que cada vez menos tendrán que ver con la trilogía original.
Y a todo esto, ¿qué va a
pasar con los cómics? En los últimos años, era Dark Horse la editorial que
ostentaba los derechos para realizar cómics sobre el Universo “Star Wars” que
por estas tierras venía publicando Planeta. No creo que a mucho tardar –lo que
tarden en expirar los contratos en vigor, vamos- comprobemos como en una
curiosa vuelta a sus orígenes los cómics sobre “Star Wars” regresan a La Casa
de las Ideas y, por extensión en España, a la todopoderosa Panini.
No dejará de ser divertido
ver como esos hipotéticos nuevos cómics vienen firmados por tipos como Bendis,
Remender, Pak o Aaron y, para Disney,
quizás lo menos arriesgado y más lógico sería dejar que estos avezados
guionistas hiciesen de esos cómics el campo de pruebas ideal antes de invertir
en las nuevas películas (aunque parece ser que, por lo menos, con este Capítulo
VII anunciado para el no demasiado lejano 2015 –algo me dice que el astuto
Lucas también les ha colocado esta historia- no va a ser así).
De momento, lo único claro
es que Disney se vuelve un Imperio mucho más fuerte de lo que ya de por sí era
y habrá que ver si por algún lado salen rebeldes independientes dispuestos a
sorprendernos con propuestas innovadoras alejadas de tanto pensamiento único en la Ficción evasiva.
En fin, mis queridos padawans, una distorsión en la Fuerza hay, y ya
veremos como acaba todo esto.