


La estructura de esta serie es curiosa porque en estos cinco primeros números se divide en dos historias que tienen lugar en dos momentos temporales diferentes aun cuando ambas cuenten con la labor del brasileño Rafael Albuquerque en el apartado gráfico. La primera de estas historias que está guionizada por el creador del concepto y los personajes el escritor Scott Snyder se sitúa en 1925 y nos narra como la encantadora Pearl Jones, una aspirante actriz que busca abrirse camino en la incipiente industria cinematográfica, ve como su destino se tuerce cuando es invitada a participar en una exclusiva fiesta privada.


Lo primero de todo, me ha parecido que “American Vampire” resulta una apuesta entretenida y voluntariosa cimentada con unos mimbres bastante sólidos. Por un lado, el desarrollo simultáneo de las dos historias permite ofrecer al lector una mayor información y diversificar el protagonismo de la obra que si en la historia escrita por Snyder recae sobre la joven Pearl Jones, en la escrita por King tiene un desarrollo más complejo a través de un narrador interpuesto –un periodista que asistió a los hechos acaecidos cuarenta años antes y escribió una novela- que relata el origen de Skinner Sweet. Las dos historias están suficientemente bien desarrolladas como para atrapar al lector que irá reuniendo las piezas de información que los guionistas van dosificando acerca de la nueva especie de vampiro americano y sus características y su enfrentamiento con sus codiciosos congéneres europeos que buscan colonizar el nuevo continente, detalles que aun alejados de la ortodoxia del vampiro clásico (los vampiros americanos, por ejemplo, son inmunes a la luz del sol) se van introduciendo de una manera lógica y coherente con el desarrollo de la historia. La doble historia está bien construida y se nota la habilidad con la que se ha caracterizado a los personajes y los escenarios para que resulten atractivos al lector en unas tramas que aúnan una dosis equilibrada de acción e intriga situadas en momentos clave del desarrollo histórico de los Estados Unidos.

Si la doble trama resulta atractiva, “American Vampire” se vuelve aun más destacable por la excelente labor de Rafael Albuquerque, un dibujante que desarrolla perfectamente las características de los personajes y logra un realismo sucio y terrorífico a la hora de establecer el contraste entre sus diabólicos y terroríficos vampiros con los humanos otorgándoles un toque personal aun cuando se puedan detectar características heredadas de otras obras que se han acercado al vampirismo inscritas en el mismo sello Vertigo desde “Predicador” a “Bite Club” de Howard Chaykin y sin llegar al expresionismo más radical del “30 días de noche” de Ben Templesmith y Steve Niles no escatima crudeza.

