martes, 10 de diciembre de 2013

“Green Arrow: La máquina de matar”, de Andrea Sorrentino, Jeff Lemire, Ann Nocenti, Judd Winnick y Freddy Williams II.





No suele ser un buen réclamo para una serie  de cómics el constante cambio de equipos creativos. Más, si como en el caso del “Green Arrow” del NUDC, la serie y el personaje protagonista cuentan con la ventaja añadida de poder beneficiarse del tirón mediático que la exitosa versión televisiva “Arrow”  le proporcionan y aún así los autores de los cómics no son capaces de sacar provecho del mismo. 
Y es que hasta que han desembarcado en la serie el actual apagafuegos de DC Jeff Lemire y el dibujante italiano Andrea Sorrentino para enderezar una serie que deambulaba sin rumbo la cosa no ha empezado a funcionar y resultar interesante. En este segundo tomo de la serie publicado por ECC EdicionesGreen Arrow: La máquina de matar” se recogen el número cero (en el que se incide en el origen del personaje, guionizado por Judd Winnick, en su versión NUDC), y los números 15 a 21 de la serie regular con el traspaso de poderes de los discretísimos Ann Nocenti y Freddy Williams II al nuevo equipo creativo.

Oliver Queen es un joven multimillonario que ha heredado un inmenso emporio económico pero además es Green Arrow un superheroico arquero dispuesto a desfacer entuertos gracias a su excelente puntería entrenada durante sus años de naufrago solitario en una isla repleta de peligros. Green Arrow ya es una figura popular en Seattle, sin embargo su encauzada doble vida se va a romper en pedazos cuando entra en escena Komodo, un arquero incluso más habilidoso que él y parece conocer todos sus secretos y el de su padre. Komodo parece dispuesto a acabar  con todo lo que le importa a Green Arrow, desde sus negocios hasta sus ayudantes, y para frenarle GA solo cuenta con la crítpica ayuda del misterioso Magus.
Mira que me sabe mal que una guionista del talento de Ann Nocenti se haya se haya despedido con unos números tan olvidables como los que ha publicado en la actual etapa de  “Green Arrow”, pero no puedo dejar de alegrarme del cambio de equipo creativo porque en este primer arco argumental Lemire ha sabido reconducir la situación con acierto para ofrecer algo ilusionante, que no habíamos atisbado en todos los números precedentes: una historia interesante y un proyecto aparentemente a largo plazo para seguir desarrollando la nueva versión de Green Arrow. 

No se puede decir que  Jeff Lemire  haya  sido muy original en su planteamientol pero ha desarrollado con oficio una versión del personaje que recuerda por momentos al “Daredevil” milleriano para convertir al protagonista en la diana de una serie de fuerzas que no comprende y de Komodo, un archienemigo a medio camino entre Kingpin y Bullseye, dispuesto a exigirle en todo momento el máximo. Por otro lado, se agradece además que Lemire se haya alejado en lo posible del tono de la serie televisiva implantando con éxito un nuevo enfoque que de momento resulta esperanzador.

En el aspecto gráfico, también hemos salido ganando con el cambio ya que el discretísimo Freddy Williams II ha sido sustituido por el interesante Andrea Sorrentino del que ya veníamos disfrutando en las páginas de “Yo, vampiro".

En “Green Arrow”, Sorrentino amplía sus registros y se quita un poco de encima el rígido corsé fotorrealista inspirado en Jae Lee que tanto se ha asociado a su estilo hasta ahora, para ofrecer un dibujo más fluido y rico en lo en lo compositivo, interpretando hábilmente algunos de los espectaculares recursos que Aja ha presentado en la serie del arquero de la competencia, Hawkeye”. Sorrentino realiza un estupendo trabajo en este arco argumental y  parece entenderse de maravilla con Lemire por lo que espero que el equipo  se consolide.

En fin, “Green Arrow: La máquina de matar” es un TPB que ofrece en perspectiva lo mejor y lo peor de lo que ha sido la trayectoria del arquero esmeralda en el NUDC y supone un punto de inflexión en la serie, proponiendo el nuevo equipo creativo un un proyecto a largo plazo esperanzador, siempre y cuando desde la editorial les dejen desarrollarlo. Esperemos que así sea.

lunes, 9 de diciembre de 2013

“Los surcos del azar”, de Paco Roca.






Lo ha vuelto a hacer. Paco Roca nos ha vuelto a colar un gol por toda la escuadra. Cuando quién más quién menos creía que el valenciano había tocado techo y, cuan estrellita mediática, tras el éxito de sus obras anteriores relajaría el músculo creativo y echaría barriguita, Roca se ha colado en plena forma por la banda como una flecha, nos ha pillado con la defensa a por uvas y ha soltado un pepinazo en forma de cómic imparable e inapelable. Y es que "Los Surcos del Azar" está  llamado a convertirse en el cómic del año, la década o lo que vosotros queráis, que permitirá exteriorizar y vocear las excelencias del Noveno Arte patrio nacional e internacionalmente más allá del estrecho guetto en el que nos movemos los convencidos.

 Si “Arrugas” fue un cómic visceral que tocaba en lo más hondo la sensibilidad del más templado y “El invierno del dibujante” una necesaria reivindicación y denuncia de uno de los capítulos menos bonitos de la historia de su oficio, en “Los Surcos del Azar”, publicado hace nada por Astiberri, Roca acomete su obra más ambiciosa y sofisticada para narrar la aventura de algunos de los héroes olvidados de la Historia, los republicanos españoles derrotados y exiliados tras la Guerra Civil Española  que liberaron París formando parte de la mítica Compañía La Nueve del capitán Dronne perteneciente a la División Blindada del General LeClerc en la II Guerra Mundial. Y para ello, Roca ha construido un exquisito tebeo que está llamado a ser en el Cómic lo que fue  “Soldados de Salamina” en la Literatura patria hace unos años (la peli ni la comento porque no está a la latura de esas dos obras), una llamada de atención y una reflexión sobre figuras y hechos históricos que todavía hoy se pretenden ignorar.

En este cómic, Paco Roca nos muestra su investigación de la historia de la Nueve a través de sus entrevistas con Miguel Ruiz, un viejo republicano español, que nonagenario vive su soledad en Francia. A través de las conversaciones con el viejo Rúiz, el autor conocerá de primera mano la peripecia vital de cientos de republicanos derrotados que huyeron de España a través del puerto de Alicante a bordo del Stanbrook para ser maltratados durante años en los duros campos de trabajo de la Francia vichista en Argel hasta que se enrolaron en el ejército de la Francia Libre del general De Gaulle para participar en la Guerra del Desierto y acabar liberando París con la ilusión siempre de poder regresa y liberar igualmente España de Franco.
Paco Rocapuede sentirse más que orgulloso de "Los Surcos del Azar", pues estamos ante su obra más redonda y conseguida, en lo que es una extensa, apasionante y entretenida novela histórica en la que la documentación ha sido cuidada con minuciosidad para no dejar ningún elemento al azar más allá del título. Roca hilvana con aparente sencillez un elaborado artificio argumental compuesto por diversas tramas que se van concatenando para ofrecer un resultado coherente y fluido que el lector no nota mientras lee. Por tanto, no existe ningún brusco ni artificioso giro argumental en el cómic gracias al cuidado con el que se producen las transiciones a partir de las conversaciones de los personajes entre los diversos lapsos temporales en el que transcurre la historia, el momento presente que avanza linealmente, día a día, y los diversos momentos del pasado del protagonista escogidos a lo largo de casi una década de su vida. 

Los dos grandes lapsos temporales, Roca los diferencia incluso formalmente mediante un elegante recurso consistente en variar el  tratamiento del color y el estilo plasmándose la historia en el “presente” en un elegante bitono gris y un trazo más esquemático mientras que las partes de la historia que transcurren en el pasado  protagonizadas por el joven Miguel Rúiz son a todo color y con un estilo más elaborado y detallista en las que son probablemente las mejores páginas que Roca ha dibujado hasta la fecha.

Como suele suceder en muchas ocasiones en este tipo de historias que se desarrollan en dos épocas muy alejadas, podría pensare que una fuese un mero recurso del guionista para destacar más la otra quedando aquella como mero prólogo para centrarse en lo que realmente le interesa al autor. Y sin embargo, Roca se ha cuidado mucho de caer en ese error, logrando un equilibrio para que las dos épocas en que se desarrolla la historia de Miguel Ruiz resulten atractivas al lector y se retroalimente para formar un conjunto unitario.

 Para ello, en la historia del “presente”, con un tratamiento mucho más costumbrista, el autor ha puesto especial cuidado en crear subtramas accesorias a través de personajes secundarios como Albert y sus hijos cuyas vivencias cotidianas, conexas con las del protagonista, acaban resultando tan interesantes como la de este y sirven de contrapunto a las mismas. Asimismo, en la parte de la historia  en la que se relatan los episodios bélicos Roca, sin evitar los momentos puramente de acción – que más de uno asociará indefectiblemente con el imaginario que nos han implantado las películas y series de Spielberg,Salvar al Soldado Ryan” o “Hermanos de Sangre”- , se ha preocupado mucho de evitar reducirlo todo el desarrollo de un cómic de acción bélica estereotipado tributario de “Los Violentos de Kelly” -como el propio autor señala que estuvo barajando en un momento-  cuidando para ello de dotar de identidad y humanidad  a los personajes que aparecen en esta parte de la historia especialmente en la introducción de los personajes históricos reales que aparecen como secundarios (llega a presentar incluso figuras como Machado o Hemingway) sin que la trama se resienta y  otorgan un plus extra de verosimilitud a los elementos de ficción, con lo que hacen aún más difícilmente distinguibles unos de otros y la obra adquiere por momentos un tono más coral y es que, Roca otorga importancia a todos los personajes y se preocupa porque el destino de ninguno quede en el alero alimentado y robusteciendo el conjunto. Además, es en esta segunda parte en la que Roca se suelta como dibujante presentado diversas localizaciones y lugares de lo más alejados así como poniendo un especial cuidado en la descripción del armamento o los uniformes de los personajes y ampliando el registro compositivo y narrativo de la historia para ofrecer episodios bélicos creíbles, primorosamente presentados, sí…pero al servicio de una historia mucho más interesante.

Por otro lado, no hay que negar que la sombra de “Maus” y Spieguelman son alargadas y se nota la influencia de esa obra maestra en el punto de partida formal de “Los surcos del azar”. Pero, sin embargo, cualquier parecido termina ahí y Roca maneja con maestría los hilos para mantener atrapado al lector de la primera a la última página con sus propias armas y medios, comprometido con la obra hasta convertirse en un personaje más de la misma, para ofrecer finalmente un tebeo con personalidad propia en el que ha volcado todo lo aprendido en sus obras anteriores y que sin estridencias supone un escalón más en su progresión autoral.
Con lo que hay que quedarse, en definitiva, es que  “Los surcos del azar” es un tebeo magnífico y una historia conmovedora sobre un episodio poco conocido de la Historia en el que Paco Roca ha volcado toda su ilusión y saber. El resultado sin duda estará a la altura de cualquier expectativa. Muy recomendable.

jueves, 5 de diciembre de 2013

“Los Proyectos Manhattan 2” de Jonathan Hickman y Nick Pitarra.





Publica Planeta el segundo integral de “Los Proyectos Manhattan”, la ingeniosa ucronía ideada por el guionista Jonathan Hickman y dibujada por Nick Pitarra para Image Comics en la que ofrecen una perspectiva completamente distinta del período de la Guerra Fría en un cómic protagonizado por algunas de las mentes más brillantes del siglo XX. Esta nueva entrega recoge los números 6 a 10 de la serie regular.

Tras los acontecimientos de la primera entrega, los miembros del Proyecto Manhattan tienen claro su siguiente paso: contactar con sus homólogos del bloque soviético de La Ciudad de las Estrellas. Y aunque el diálogo entre científicos siempre es más fluido que entre políticos, los poderes fácticos que dirigen el mundo encabezados por el Presidente Truman están dispuestos a impedir esa alianza contranatural por cualquier medio. Además, nos daremos un paseo por la psique de Joseph Oppenheimer.

Pasado el efecto sorpresa que me provocó la primera entrega, en esta segunda Hickman sigue desarrollando esta curiosa historia alternativa en la que parece ahondar hasta sus últimas consecuencias en la famosa frase que señala que entre el genio  y la locura la frontera es muy tenue presentando a los genios protagonistas como tipos bastante desquiciados. 

En esta segunda entrega, Hickman presenta nuevos conceptos interesantes como el de la Ciudad de las Estrellas o El Illuminatorium, el Gobierno secreto que realmente dirige el mundo al que seguramente pronto Iker Jiménez dedicará un programa ;-D. Y es que buena parte de la gracia de la serie es que partiendo de hechos y personajes reales (El Illuminatorium, creo que no aunque lo mismo Iker nos sorprende), Hickman les da una significación fantástica retorcida e irónica, de lo más ingeniosa y atractiva, aunque debería cuidar no caer en sitios comunes pues lo de mutilar a uno de los personajes más antipáticos ya lo patentó hace décadas Garth Ennis en “Predicador”.
 En el aspecto gráfico, Nick Pitarra sigue demostrando su habilidad como dibujante ampliando sus registros y demostrando su habilidad para construir composiciones complejas con viñetas repletas de personajes y plasmar las delirantes fantasías de Hickman.Sin ser un dibujante especialmente dotado para la acción en esta segunda entrega se defiende bastante bien.

En fin, “Los Proyectos Manhattan” se consolida como una de las series más imaginativas e irreverentes del momento. Veremos adonde Hickman es capaz de llevar este planteamiento. De momento, la cosa entretiene.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

“El azul es un color cálido”, de Julie Maroh.





No deja de ser esperanzador aunque anecdótico en estos vertiginosos y turbulentos tiempos que al Cómic actual –y a todos- le ha tocado vivir, que una obra que en su momento pasó bastante desapercibida en nuestro país tenga una segunda oportunidad de llegar al gran público gracias al efecto altavoz que su premiada adaptación cinematográfica ha tenido. Y un motivo a la reflexión que sea a toro pasado cuando divulgadores y críticos nos rindamos a las excelencias de “El azul es un color cálido” de Julie Maroh y editada por Dibbuks, que recibiera en 2011 el Premio del Público de Angoulême y cuya adaptación cinematográfica del 2013, “La vida de Adèle”, dirigida por Abdel Kechiche, recibiera la Palma de Oro del Festival de Cannes

El azul es un color cálido” narra la larga, hermosa y triste historia de amor de Clementine y Emma, desde que se conocen de jóvenes hasta su fin, a través de los diarios de Clementine, descubriéndonos el despertar a la madurez y la aceptación de su sexualidad de la joven en un camino que no siempre resulta fácil.
Julie Maroh, cuyo estilo de dibujo y el suave trazo de sus figuras evocan el costumbrismo de Possy Simmonds, sorprende por la madurez y habilidad de su propuesta para su corta trayectoria, construyendo una exquisita y cautivadora “love story” que funciona gracias a la sensibilidad que derrocha la autora para aprovechar los recursos del cómics para desarrollar una narración atractiva y sólida basada en unos personajes cuyas reacciones resultan creíbles y conmovedoras.
 
 Maroh aprovecha el socorrido recurso de la narración interpuesta mediante la lectura del diario de Clementine por parte de Emma para presentar mediante una larga y efectiva élipsis las experiencias de Clementine en su gris vida de adolescente reprimida en la que la única nota de color es el pelo teñido de su amada. En ese sentido, resulta muy atractivo cómo la autora otorga un papel protagonista al color como recurso narrativo y leitmotiv, especialmente al azul que da hilazón a la obra pero ahondando en un significado completamente distinto al que le diera Miller cuando puso de moda este recurso en su recomendable “Sin City",  sirviendo esta vez de contraste esperanzador para ”iluminar" el gris y marrón mundo adolescente de la atormentada Clementine.
Por otro lado, y al igual que hiciera Vivés en su celebrada “Amistad Estrecha”, Maroh no tiene ningún problema en mostrar el sexo explícito de las protagonistas presentada de un modo bello y elegante y sin caer en la zafiedad, como una consecuencia lógica más en el desarrollo de la obra en el que sin duda es el clímax de la historia.

El azul es un color cálido” es una magnífica y sensible historia de amor que poco tiene que envidiar de la no menos recomendable pero mucho más (re)conocida “Píldoras Azules” de Frederik Peeters, con la que comparte idénticos objetivos y una amplia variedad de recursos aún cuando los estilos de ambos autores difieran. Un estupendo tebeo que he de reconocer me ha emocionado.

martes, 3 de diciembre de 2013

“Simon Dark: El fantasma de Gotham City” , de Steve Niles y Scott Hampton.


 ECC Ediciones ha apostado por publicar con buen criterio la serie “Simon Dark”, uno de los títulos de DC que quizás han sido más injustamente tratados en los últimos tiempos,  ya que la serie fue cancelada tras 18 números a pesar de su indudable calidad. En “El fantasma de Gotham City", la primera entrega de las tres en que la ha publicado ECC se recogen los números 1 a 6 de la serie regular guionizada por Steve Niles y dibujada por Scott Hampton.
En Gotham, Batman ya no está solo. En el barrio del Village ha aparecido un esquivo justiciero que esconde su rostro tras una extraña máscara y viste hárapos. Se trata de Simon Dark, un confuso personaje que se dedica a proteger a sus vecinos aunque no recuerde no recuerde el origen de su cuerpo cubierto de cicatrices y sus extraordinarios poderes. Y es que Simon Dark a pesar de sus buenas intenciones parece ser un muerto viviente que ha regresado a la vida solo para verse las caras con siniestras sectas ocultistas y asesinos en serie.
Steve Niles, que es en mi opinión uno de los guionistas más sobrevalorados del universo mainstream, en esta serie se arremangó la camisa para ofrecernos un interesante pastiche de géneros entre el superheroico y el terror localizando en la emblemática ciudad de Gotham a su antihéroe protagonista, un confundido Simon Dark que a pesar de sus buenas intenciones su apariencia es una amalgama de los slashers más icónicos del cine contemporáneo. 
Con una máscara que recuerda la de Jason y una camiseta que envidiaría Freddy Krueger, Simon Dark realmente es un Eduardo Manostijeras zombi que transita confuso por el mundo de los vivos protegiendo a sus convecinos mientras se pregunta por su oscuro pasado. Simon Dark es un antihéroe perfecto, un  jovencito frankenstein de buen corazón que lee atractiva literatura y vive en las ruinas de una Iglesia intentando entender el mundo que le rodea. Lo bien planteado que está el personaje protagonista – el mejor que ha aparecido en años en DC- es el que asegura buena parte del éxito de la trama ideada por Niles.
 
Más allá de su ubicación en Gotham, la serie no guarda especial relación con el Universo DC clásico y está más cercana con el género de Terror que con el superheroico, y especialmente con “El Cuervo” de James O’Barr con el que guarda algunas características comunes. En este primer acto, Steve Niles plantea perfectamente los elementos y caracteriza a los arquetípicos pesonajes que acompañan a Dark para hacer atractiva su propuesta en una trama que aúna misterio y terror con sectas ocultistas movidas por misteriosos intereses de lo más entretenida. Niles que ha desarrollado la mayor parte de su carrera en el género del Terror hard mueve perfectamente los personajes para atrapar al lector en su red de misterios y mantenerle interesado en aclarar los múltiples misterios que rodean a todo el elenco de personajes que aparecen  y se irán aclarando en las siguientes entregas.
En el aspecto gráfico, Scott Hampton cumple sobradamente con el empeño encomendado, dotando a la serie de una atmósfera oscura y opresiva con un toque de terror gótico y romántico que le sienta como anillo al dedo. Hampton practica un estilo hiperrealista y estático que se ajusta a la perfección con el ritmo cadencioso que el guión de Niles demanda.
En fin, el primer tomo de “Simon Dark” supera el desafío  de hacernos olvidar que estamos ante una serie localizada en Gotham en la que no aparecen ni Batman ni sus acólitos por ningún lado, dejándonos con las ganas de saber más de su maltrecho protagonista y los misterios que le rodean. Y eso ya de por sí es todo un logro.

lunes, 2 de diciembre de 2013

“Beowulf”, de David Rubín y Santiago García.




Leído por fin el cómic del momento: la adaptación que del poema épico “Beowulf” han realizado el dibujante David Rubín y el guionista Santiago García y que en un cuidada edición, a gran tamaño, publicada por Astiberri Ediciones. Un cómic que esperaba con interés avalado no solo por el talento de sus autores sino porque tenía mucha curiosidad por ver cómo eran capaces de adaptar la gestas de Beowulf –a las que tengo especial cariño desde que la descubriera de niño en “El Mundo de lo Desconocido. Todo sobre monstruos” – tras la magistral película de animación que Robert Zenneckis (dirección) y Neil Gaiman (guión), de hace pocos años.

La historia es conocida. Durante doce años el monstruo Grendel asola las tierras del Rey de los Skyldingos hasta que a las mismas llega el héroe Beowulf y sus compañeros ávidos de gloria dispuestos a acabar con el sanguinario ser. Sin embargo, Beowulf no tendrá solo que enfrentarse a Grendel sino que además se las verá con la madre de este –un monstruo todavía mayor- y, años más tarde, con un dragón que asola su reino con el que acabará de cimentar su leyenda de Matador de Monstruos.

Aunque hayan renunciado a los elementos mágicos de la historia especialmente a los relacionados con la madre de Beowulf,  lo mejor que se puede decir del “Beowulf” de Rubín y García es que los autores han sido fieles a sí mismos y, sobre todo, al medio en el que trabajan para ofrecer una más que correcta adaptación de las gestas de Beowulf sacando en todo momento el máximo partido a los recursos del medio.

Santiago García firma un buen guión en el que prioriza ante todo dotar de libertad creativa al dibujante y potenciar al máximo su lucimiento, asumiendo un segundo plano prescindiendo de cualquier tipo de cartela o cuadro de texto para que sea la fuerza de las composiciones de Rubín las que lleven aparentemente el peso de la narración y guardándose dos o tres momentos climáticos muy bien planteados para profundizar en la personalidad del protagonista. García deja muestras de su conocimiento del medio para sintetizar la historia y plasmarla de un modo atractivo y elegante, destacando especialmente, la estructura que respeta la división clásica en tres capítulos en función de los  enfrentamientos de Beowulf con cada uno de los monstruos e insertando en las primeras páginas de cada uno de estos  una vistosa narración en paralelo para presentar diversos flashbacks y aprovechar asñu al máximo la composición para dejar más adelante espacio a la representación de Rubín de los enfrentamientos con los monstruos.

Pero, sin duda, el peso de la historia recae en un David Rubín del que había que ver cómo se manejaba tras su excelente “El Héroe” y, sobre todo, se adaptaba a trabajar en equipo con un guionista. Se puede decir que el resultado es más que positivo en las dos cuestiones, ya que aunque “Beowulf” no sea un cómic tan sorprendente como aquel es el espectacular trabajo de Rubín el que nos engancha a la historia y nos guía a lo largo de sus páginas al servicio de las sútiles indicaciones de García hasta el punto de unificarse perfectamente ambos aspectos para no poder distinguirse con claridad donde empieza la labor de uno y acaba la del otro..

Rubín se  centra en lo esencial de la historia logrando sinteizar en esta obra la grandeza épica de cómics ochenteros como el “Ronín” o el “Daredevil” de Frank Miller o el “Thor” de Walter Simonson con el minimalismo narrativo de autores modernos tan alejados entre sí como Frank Quitely y Frederik Peeters. Especialmente destacable es el exquisito tratamiento del color, aprovechando especialmente la fuerza del Rojo para dotar de hilazón narrativa a la obra.  Además “Beowulf” está repleto de recursos gráficos que aúnan la espectacularidad estética con una significación narrativa a la hora de ayudar a desarrollar la historia. Desde las viñetas que muestran el punto de vista de los monstruos hasta las pequeñas viñetas que amplían detalles de las splash situadas al fondo.

En fin, “Beowulf” es una dignísima adaptación de la gesta original y un notable cómic de acción que bajo la aparente simplicidad de su argumento esconde una sofisticación formal y narrativa que lo hace especialmente destacable para todos los que les gusten los buenos cómics y lo sitúan por encima de la media. Muy interesante.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Alan Moore ya me cansa.



Iba a pasar de comentar las últimas declaraciones de Alan Moore  a “The Guardian” cargando contra el género de superhéroes posterior a su “Watchmen” y por extensión a autores y aficionados (Se pueden leer aquí y, en español, aquí) pero me pide el cuerpo explayarme.

Moore ha sido uno de los autores que más ha influido al género de superhéroes con su obra y eso nadie lo va a discutir, pero de un tiempo a esta parte y dadas sus malas relaciones con las dos grandes compañías se ha convertido en una especie de huraño y resentido viejo de la montaña que solo sale de su cueva para repetir su cansina letanía en torno a las limitaciones del género tras su obra (aunque no se corte en hacer gala de ignorancia y señale que no ha leído nada al respecto desde su “Watchmen” y olvidándose de obras propias como su “Supreme” o “La Liga de los Caballeros Extraordinarios” ¿?), lo subnormales que son los adultos que leemos esas obras y un colapso del género que realmente nunca acaba de llegar.

Tonterías. A Moore le pierde su gran ego y su resentimiento, pero si se molestase en seguir el desarrollo del género y no se ciñese exclusivamente a los universos de las dos grandes (aunque en estas también se han desarrollado puntualmente obras interesantes) se habría dado cuenta que el Superheroico sigue dando obras de interés y mantiene una robustez que le ha llevado a ser exportado a otros medios como el Cine o la Televisión. Por supuesto, que no es oro todo lo que reluce y las imposiciones comerciales en demasiadas ocasiones coartan la libertad creativa de los autores ofreciendo obras mediocres, pero a pesar de ello  siguen apareciendo cómics de superhéroes de calidad y su oferta y variedad es mayor que nunca.

Respeto y admiración absoluta por la obra de Moore y su contribución, pero también creo que hay que rebatir las tonterías que salen de su boca cuando se equivoca y que en el fondo le hacen poco favor, pues los periodistas le preguntan para que se explaye en busca de su titular y quede en segundo plano su trabajo actual, como es el caso de esta entrevista que, en principio, era sobre "Fashion Beast". Eso sí,  sobre todo me dan pena  aquellos fans prestos a aplaudir y darle cancha a estos exabruptos y luego esperan anhelantes las novedades de las compañías mainstream cada mes.

Creo que Moore tiene sobrado talento como para ofrecer al Cómic grandes historias si es capaz de pasar página de su fijación obsesiva hacia el género de superhéroes. Que dé lecciones con sus obras futuras y  deje de pontificar. Todos saldremos ganando.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Mis votaciones/apuestas para el Expocomic 2013.



Como suelo hacer todos los años hago publicas mis votaciones/apuestas completamente subjetivas para esta edición del Expocómic.

Mejor obra nacional: ElHéroe 2.

Mejor guionista nacional: Raúle.

Mejor dibujante nacional:David Aja.

Mejor obra internacional:Punk Rock Jesús.

Mejor autor revelación: FranFernandez.

Mejor Fanzine: Usted 7.

Mejor cómic online: Polar.

A ver cuantos acierto. ..

El plazo está abierto hasta el 11 de Diciembre. Y podéis votar aquí.

viernes, 29 de noviembre de 2013

“No os indignéis tanto”, de Manel Fontdevila.




Publica Astiberri el último trabajo de Manel Fontdevila, prolífico humorista gráfico y una de las opiniones más críticas, lúcidas y ácidas de los turbulentos tiempos que nos han tocado vivir que aparece regularmente en la Prensa.

En “No os indignéis tanto”,  Fontdevila hace repaso y opina sobre la deteriorada y deprimente situación política y social española de 2011 a nuestros días y las reacciones que ha provocado, haciendo especial hincapié en el 15 M y la necesidad de un paso más de la población abogando por una reacción contestataria de Desobediencia Civil.

El autor estructura la obra en dos partes, diferenciadas aunque complementarias. En la primera analiza  el 15 M desde lo personal a lo general y en la segunda aborda la cuestión de la Desobediencia Civil poniendo diversos ejemplos y permitiéndose diversas digresiones para reforzar su discurso abordando temas como el del “Gorila” de Georges Brassens,  La Codorniz. el Humor “Inteligente” o el propio secuestro judicial de la portada de “El Jueves” que vivió de primera mano.

 Podría pensarse que un autor acostumbrado al gag de prensa de una sola viñeta podría sufrir en el tratamiento de temas tan complejos pero, todo lo contrario, Fontdevila articula una narración fluida y ágil de un discurso claro y sin concesiones sin perder por ello un ápice de su sentido del humor y marcada ironía que ya destila desde el mismo título de la obra. El autor desarrolla su discurso siguiendo un planteamiento similar al que hemos visto últimamente en cómics de autores como Aleix Saló o José Domingo, logrando estupendo resultados gracias a la versatilidad y riqueza de su estilo que le permite introducir un amplio abanico de recursos gráficos sin que resulte forzada la narración, recursos aprendidos muchos de ellos del Underground norteamericano en general y de Peter Bagge en particular pero también del género de superhéroes y del género humorístico del que es un maestro. Y es que Fontdevila es un dibujante con mucho oficio  que conoce perfectamente el medio en el que trabaja, por lo que aprovecha perfectamente todo el potencial polisémico del cómic para articular un ensayo que funciona a diversos niveles y del que el autor/personaje es al tiempo narrador/protagonista subrayando lo personal de su análisis de unos hechos objetivos muy concretos.
Más allá que se esté de acuerdo o no con su posicionamiento ideológico y sus dudas – que yo todo he de decir en su mayor parte comparto- “No os indignéis tanto” es un más que interesante ejemplo de ensayo en viñetas. Un inteligente y entretenido cómic destinado a remover las consciencias de los lectores y hacerles reflexionar en torno al mundo que les rodea y que en buena medida creo que cumple sobradamente con los difíciles y ambiciosos objetivos marcados por su autor, quién bajo su aparente sencillez formal y facilidad de lectura ha articulado una obra compleja y plena de recursos para analizar una realidad cruda y espinosa. Muy bueno.