viernes, 14 de octubre de 2011

“La Leyenda de las Cuatro Sombras”, de Fernando Fernández y Carlos Trillo.

Imposible no leer de nuevo con un punto melancólico el álbum en que Glénat recuperaba con acierto y esmero hace pocos años esta obra aparecida seriada en los primeros números de “Zona 84”. Y es que todavía está reciente el recuerdo de la desaparición de sus autores –primero, Fernández, y poco después, Trillo- con lo que comprobando de nuevo su enorme talento a través de este trabajo la ausencia se hace más patente.

La Leyenda de las Cuatro Sombras” cuenta la búsqueda de El que Corroe, un embozado ángel caído que ha de hacerse con distintos objetos para recuperar su antiguo poder. Interrumpiendo el aquelarre de unas siniestras brujas para hallar a los que han de acompañarle en su búsqueda: un rey que perdió su reino, un poeta que perdió la inspiración y un sacerdote que perdió la fe en su Dios. Tras reunir a las sombras de los que fueron, El que Corroe y sus compañeros se embarcarán en una búsqueda no exenta de peligros para volver a ser los que una vez fueron.

Más allá de la simpleza del argumento del que parte, la búsqueda por una compañía de distintos objetos, recurrente ad infinitum dentro del género fantástico, “La Leyenda de las Cuatro Sombras” se lee hoy en día con interés gracias al talento de Trillo para construir personajes familiares al lector y al mismo tiempo únicos, fácilmente asociables a las características propias del folklore popular que derivó en los cuentos infantiles pero atractivos para el lector “adulto” al que estaba destinada una publicación como “Zona 84” que recogía historias de Cienia Ficción, Terror o Fantasía, y en las que cada episodio de corta extensión tenía un sentido propio y se aglutinaba en el marco de la narración general. Trillo, como buen profesional que fue, demuestra oficio incluso para concluir la obra, dotándola de un final abrupto y sencillo y, a pesar de ello, con sentido aunque sea fácil suponer que hubiera sido bastanted diferente si hubiera contado con espacio y tiempo para desarrollar más los personajes –y acabar la historia de otro modo.
El gran mérito de Trillo, como en tantas otras ocasiones a lo largo de su trayectoría, se encuentra en asociarse con un enorme dibujante que en esta obra en concreto realizó quizás su mejor trabajo antes de abandonar el cómic para desarrollar su carrera como pintor. Y es que, a diferencia de sus otras obras de larga extensión, “Zora y los Hibernautas” y “Drácula”, al contar con un guionista de la talla de Trillo a su lado, el dibujo preciosista y pictórico de Fernando Fernández se pone al servicio de la historia como nunca logrando en esta obra su trabajo narrativamente más logrado.

Fernando Fernández desarrolla toda la imaginería ideada por Trillo y la convierte en un auténtico espectáculo visual en el que demorarse, potenciada por una composición de página elegante y narrativamente eficaz, especialmente en la primera parte de la obra. Sus doncellas son preciosas y mezclan inocencia con picardía evitando que sus excesos eróticos resulten zafios, sus feas brujas macbethianas pero con un punto ternurista bajo su fealdad emparentan a personajes como el tío Creepy o la vieja bruja de “La Guarida del Miedo” de E.C. (aunque estas tengan un papel mayor que el de ser meras prologuistas de la historia) mientras que los personajes principales están soberbiamente caracterizados para resultar creíbles en el marco de la historia. Fernández compone en esta obra unas páginas excelentes en las que la narrativa está especialmente cuidada para mantener la atención del espectador al tiempo que hace más atractiva una historia que en manos de un dibujante menos dotado quedaría reducida a una mera anécdota.

Quizás la nostalgia que me ha producido leer esta obra no sea tanto por el fallecimiento de sus autores –que también- sino por la sensación de oportunidad perdida que la impregna. Se nota que es un trabajo iniciado con muchas motivación por sus autores que, poco a poco, va perdiéndose conforme –imagino- las ventas no acompañaban. La pena se acreciente porque poco después de la cancelación de la serie, Fernández, que seguramente se encontraba en su mejor momento, dejó de dibujar cómics para dedicarse a otros menesteres debido a la crisis del cómic español en los ochenta dejando en el tintero las que quizás habrían sido sus mejores trabajos. Y es que, parafraseando a Serrat, no hay peor nostalgía que añorar lo que nunca fue y pudo haber sido.

jueves, 13 de octubre de 2011

“Parker: La Compañía”, de Darwyn Cooke.

Tenía curiosidad por leerme “La Compañía”, la segunda entrega de las adaptaciones que el canadiense Darwyn Cooke está realizando de las novelas protagonizadas por Parker, el truculento criminal creado por Donald Westlake bajo el seudónimo de Richard Stark. Y tenía cierta curiosidad porque frente al aplauso generalizado que suscitó su adaptación de “El Cazador” a mí, como ya conté por aquí, me dejó algo frío.


Sin embargo, en esta nueva entrega me ha dado la sensación que Cooke ha pulido buena parte de los defectos que le encontré a la primera entrega y, quizás más asentado y sin necesidad de demostrar nada, brilla mucho más. Os cuento.

En esta segunda entrega, la acción transcurre poco después de los sucesos acaecidos en “El Cazador”. Parker se esconde en Miami y ha cambiado su rostro para intentar pasar desapercibido, sin embargo, tras sobrevivir por los pelos al intento de ejecución de un sicario de La Compañía., la poderosa organización criminal con la que se las tuvo tiesas en “El Cazador”, por los pelos decide tomar la iniciativa y acabar con su líder. Para ello, Parker primero tendrá que acabar con un antiguo compinche que le ha traicionado y poner en macha un complejo plan para dañar los negocios de la Compañía antes de dar el tiro de gracia a su líder.

Ando bastante obsesionado estos días con el tema de la concisión en la narrativa gráfica. Cada vez me resulta más evidente que las soluciones simples y más sencillas suelen ser las más eficaces. Multitud de autores lo han demostrado desde Schultz a Eisner hasta autores sobre los que he escrito recientemente como Craig Thompson o Moebius. Sin embargo, me ha sorprendido descubrir en esta segunda entrega de las novelas de Parker a un Cooke que también parece apostar por esa búsqueda de la sencillez y la concreción en esta nueva entrega con excelentes resultados que en un género como es el negro ,al que la desnudez expositiva y el lenguaje directo le sientan tan bien, se agradecen mucho más.


Y es que si en “El Cazador” el despliegue de recursos que realizaba Cooke me daba la sensación que estaban más dirigidos a demostrar –sin necesidad- sus capacidades en “La Compañía” con cierto resabio efectista en "La Compañía" pone esos mismos recursos al servicio de la historia para adaptar no una sino dos de las novelas de Westlake, “El hombre que cambió de cara” y “La Compañía”, con astucia para que aquellos que no hayan leído las obras originales noten que estamos ante dos obras separadas. De este modo, los hechos de “El hombre que cambió de cara” se incorporan mediante una elipsis a la narración de “La Compañía” dotando de uniformidad al conjunto rompiendo con la secuenciación lineal de los hechos pero enriqueciendo el conjunto.

Manteniendo la estructura en cuatro partes, Cooke sigue manteniendo el bicolor y un dibujo ágil y nervioso para caracterizar el siniestro universo criminal de sombras por el que transitan Parker y sus allegados haciendo un sabio uso de la composición de página para centrarse en los detalles concretos de la historia e incorporar amplios textos que tomados de Westlake que complementan la narración gráfica sobre la que se sustenta en muchas ocasiones exclusivamente el cómic y jugando con la elaboración y realismo para condensar o expandir la información a voluntad. Especialmente brillantes son las dos últimas partes de la obra en las que Cooke hace una verdadera demostración de recursos gráficos para incorporar mediante variaciones de estilo –desde el reportaje ilustrado periodístico hasta prácticamente el esquematismo de un storyboard - los diferentes golpes que los compinches de Parker dan en los negocios de La Compañía insertándolos en el hilo de la trama principal magistralmente y la primorosa demostración que realiza del dominio del tempo para narrar los mismos hechos desde el punto de vista de dos personajes diferentes.

En definitiva, me rindo ante la madurez que Darwyn Cooke demuestra en esta obra que con merecimiento ha otorgado un nuevo Eisner a su autor y me quedo con ganas de más. Cooke ha puesto todo su refinamiento estilístico y narrativo al servicio de la esencia pulp de la matería prima de Westlake logrando un relato hipnótico, elegante y sordido con el que creo el autor de las novelas estaría muy contento. La edición de Astiberri es bastante buena y sinceramente creo que estamos ante uno de los grandes tebeos del año. Imprescindible.

El Lector impaciente en Comic is Art.

El amigo y colega bloguero Mo Sweat, autor de blogs tan interesantes como Comic is Art y FO FO FO en los que comparte su pasión y conocimiento por los cómics y el baloncesto, ha tenido el detalle de contar conmigo para una de sus secciones en la que charla con distintos aficionados, libreros, blogueros y demás fauna pirada por los cómics, en torno a la figura de John Buscema, uno de los grandes dibujantes de la Marvel dorada y debilidad de Mo, auténtico especialista y reivindicador de su trabajo en España.

Si queréis leer la charla, podéis hacerlo aquí. Y, de paso, perderos un ratito en Comic is Art que es un blog imprescindible para cualquier aficionado al Cómic.

miércoles, 12 de octubre de 2011

“Todo lo que muere”, de John Connolly.

Hace algún tiempo, alguien dejó en los comentarios la recomendación de la serie de novelas de John Connolly protagonizadas por el detective Charlie Parker. El comentario no cayó en saco roto y acabo de terminar la primera de esas novelas “Todo lo que muere” descubriendo a un interesante autor que, a pesar de su origen irlandés, lleva a cabo una atractiva actualización del hard-boiled, incorporando sabiamente elementos ajenos a esa tradición que la nutren y la revitalizan de un modo más cercano al género negro y la novela detectivesca de tradición europea del que un James Ellroy, por poner por caso, se me antoja incapaz.

En esta primera novela, Connolly presenta a su héroe –o antihéroe- quién comparte nombre y apodo con el famoso saxofonista de jazz. Sin embargo, el Charlie Parker de Connolly es un antiguo policía de Nueva York que ha abandonado el Cuerpo tras el asesinato de su mujer y su pequeña hija en terribles circunstancias e intenta reconducir su vida como detective privado investigando la desaparición de una mujer desaparecida. En su investigación, Parker descubrirá una sórdida red de asesinatos que se remontan en el tiempo y conectan a una de las más influyentes familias de la Gran Manzana con una sangrienta familia mafiosa y le pondrá tras el rastro de El Viajante, el perverso asesino en serie que mató a su familia.

Si no fuese porque en la tapa se menciona que la nacionalidad de Connolly es irlandesa uno podría pensar que está ante un autor genuinamente norteamericano por lo realista y documentado de las descripciones que nos trasladan a lo largo de esta emocionante novela por las más variopintas localizaciones estadounidenses y la meticulosidad con que explica los procedimientos policíales y forenses. Connolly asienta buena parte del éxito de su obra en la documentación, pero sobre todo en la magnífica caracterización de los personajes desde el protagonista principal hasta el último de los secundarios dotando a cada uno de una personalidad definida que poco a poco conforme avanza la trama va desplegando ante el lector. Este proceso es especialmente notorio en el caso del protagonista, Charlie Parker, al que poco antes de embarcarnos en el desenlace final de la novela, ya conocemos con meticulosidad tanto en lo referente a su personalidad, gustos y motivaciones como hechos biográficos de su infancia y adolescencia. A partir de ese soberbio desarrollo de los personajes, Connolly construye una doble trama compleja y amarga que nos acerca a diferentes ámbitos al lado más sórdido de la naturaleza humana enfrentando a su protagonista a variopintos asesinos en serie hasta el cara a cara con su nemesis particular, un asesino inteligente, culto y depravado en la estela de los que se pusieron tan de moda en los noventa a raíz del éxito de "El silencio de los corderos".

Connolly maneja perfectamente los resortes del género negro y aunque en algún momento abuse de ciertos elementos sobrenaturales que harán chirriar a los más puristas sabe mantenerlos controlados para que no afecten en exceso en el desarrollo general de la historia aprovechando el dominio de un estilo preciso y conciso para mantener atrapado al lector aun cuando revisite caminos trillados en tantas y tantas novelas y películas y esconder ciertas licencias que faciliten el desenlace de la historia.

Tras finalizar, “Todos los que mueren” en la que queda aparentemente todo tan bien atado tengo curiosidad por ver como siguen las andanzas del atormentado Charlie Parker, así que creo que en los próximos meses tendremos John Connelly para rato. Si acaso, ya os iré contando.

martes, 11 de octubre de 2011

“Adiós, Chunky Rice”, de Craig Thompson.

Ahora que vuelve a ponerse de moda Craig Thompson con la aparición de su última obra, “Habibi”, me parece un buen momento para hacer un repaso cronológico a la obra anterior de este interesante autor, iniciado con “Adiós, Chunky Rice” su primera obra aparecida a finales de los noventa y que aquí publicó Astiberri hace ya unos cuantos añitos.

“Adiós, Chunky Rice” es una obra sorprendente y que con cada nueva lectura se pueden descubrir nuevos detalles. Sorprende primero por su ambición bajo su aparente sencillez y la calidad y variedad de recursos que maneja Thompson para tratarse en aquél momento de un autor novel. Bajo su apariencia de cuento infantil en el que se nos explican las andanzas de la tortuguita Chunky enrolada en un viaje de descubrimiento tras el que ha dejado su entorno conocido y a su mejor amigo, el ratoncito(¿a?) Dandel, en pos a los peligros de lo desconocido, Thompson construye una obra llena de matices en torno a experiencias vitales universales como la melancolía de la ausencia y el proceso de la madurez exponiendo a través de la interacción de los distintos personajes de la obra, heridos de soledad de uno u otro modo, lo complejo de las relaciones humanas y como sus secuelas perduran, para bien y para mal, en el tiempo.

Ningún detalle simbólico es dejado al azar por Thompson desde la caracterización antropomórfica de los principales personajes frente a la condición aparentemente humana – aunque realmente un tanto inhumana, ya sea externa o interiormente, del resto - así como la elección de la localización de la obra en un viaje por mar tiene un significado metafórico subyacente con el que epatar en el inconsciente del lector más allá de su significación literal, encontrando quizás en los trabajos de Tony Millonaire y su serie “Maakies” su principal referente.

Sin ser sensiblera ni empalagosa aunque sí profundamente sentimental, Thompson hace de la concisión (curiosamente en contraposición con sus extensos trabajos posteriores) narrativa el motor de la obra sugiriendomás que explicitando abiertamente sus intenciones al lector en un diálogo íntimo en las que los distintos testimonios de los personajes se van alternando, sacando petróleo de los imaginativos recursos narrativos que utiliza y experimentando con la composición y la distribución de las viñetas en la página para mantener la atención del lector intacta de principio a fin de una fábula con distintos niveles de lectura.

En definitiva, “Adiós, Chunky Rice” es un pequeño gran tebeo que sirvió de carta de presentación de un autor que con “Blankets” ya había seducido al personal en España, pasando quizás por ello más desapercibido aunque sea toda una lección de vida. Imprescindible.

lunes, 10 de octubre de 2011

“Sargento Rock: Entre el infierno y algo peor”, de Brian Azzarello y Joe Kubert.

Planeta ha reeditado esta historia bélica que hace unos añitos publicara –y saldara- Norma Editorial en la que dos tipos que en principio nada tendrían que tener en común como el guionista de “100 Balas”, Brian Azarello, y un dibujante que es leyenda vida del cómic norteamericano como Joe Kurbert ("Tor") retomaban un personaje al que el segundo se vinculo durante buena parte de su carrera, el Sargento Rock, en un intento de revival dentro de la línea Vertigo que al final se quedó en la miniserie que se recoge en el volumen.

En 1944, la Compañía Easy y el pelotón comandado por el Sargento Rock intentan avanzar hacia Berlín por el cerrado bosque de Hürtgen frente a la fuerte oposición de lo que queda del ejército alemán. Tras haber hecho prisioneros a unos oficiales alemanes, Rock y los suyos los llevan a la retaguardia cuando son atacados y, en la confusión, los prisioneros son ejecutados. Rock deberá averiguar quién ha asesinado a sangre fría a los prisioneros antes que las sospechas acaben con el vínculo de hermandad que mantiene a su unidad.

Azzarello se aproxima en esta obra al bélico, un género que podría pensarse podría ajustarse bastante bien a su estilo pero que acaba produciendo una obra que pese a su interés inicial acaba resultando un tanto embarullada y confusa. Con astucia, el guionista construye una trama de intriga en medio del conflicto bélico pero este no acaba de funcionar debido en parte a la pobre caracterización de los distintos personajes que aparecen bastante desdibujados respecto a sus versiones más clásicas y la omisión de una de las mejores armas de Azzarello, sus ácidos y mordientes diálogos que en esta obra brillan por su ausencia quizás cohibido por su colaboración con Joe Kubert, un auténtico maestro de la composición narrativa al que le suele sobrar la palabrería. La trama es bastante burda, la dosificación de la intriga inexistente y Azzarello se mueve con bastante torpeza por los trillados senderos del bélico más spielbergriano (o como se diga de "Band of Brothers" y "Salvar al Soldado Ryan") limitándose a cumplir con el encargo.

Realmente, el interés de la obra se centra en el apartado gráfico y poder disfrutar una vez más de la sabiduría gráfica de todo un veterano como Joe Kubert. Papa Kubert demuestra su dominio del género bélico, en general, y de estos personajes, en concreto, con un dibujo vigoroso, expresivo y vibrante que en algunos momentos recuerda a clásicos tan dispares como Milton Caniff o Hugo Pratt.



Kubert no tiene empachos en jugar con las composiciones y las perspectivas para mantener la atención del lector por la lectura más allá de lo trillado de la argumentación y logrando por momentos que la narración se vuelva más interesante de lo que realmente es para acabar desembocando, sin embargo, en un desenlace forzado a golpe de aria operística tan ambicioso como extraño e irreal.

Sargento Rock: entre el infierno y algo peor” es un bosquejo de la obra que podría haber sido si Azzarello le hubiera puesto algo más de ganas y que lamentablemente deriva hacia el topicazo más ramplón sin que el bueno de Joe Kubert pueda hacer mucho para evitarlo. Lástima de oportunidad perdida.

viernes, 7 de octubre de 2011

“Estela Plateada: Parábola”, de Stan Lee y Moebius.


Con atino, Panini ha reeditado con un nuevo recoloreado este tebeo histórico que ya publicara hace unos cuantos añitos Comics Forum. Los orígenes del tebeo ya imagino conoceréis por distintos medios – la colaboración de un criticado guionista mainstream de superhéroes con un glamouroso dibujante europeo siempre supone en sí mismo un aliciente seductor para aficionados a una u otra escuela- pero si no es así en la edición de Panini lo vuelven a relatar, pero lo que entre tanto dato y anécdota suele pasar más desapercibido es el valor intrínseco del tebeo. ¿Es “Parábola” una obra que merezca tanto interés? ¿Un buen tebeo de superhéroes? ¿Un tebeo entretenido? Vamos a intentar responder esas preguntas.

La línea que separa el minimalismo argumental del simplismo es muy tenue pero, sin embargo, Stan Lee se mueve perfectamente en la línea que separa ambos terrenos para ofrecernos un tebeo de superhéroes con un acabado gráfico diferente pero que incorpora todos los elementos básicos que Lee siempre ha manejado con maestría – un héroe atormentado, un villano omnipotente, un combate espectacular y una victoria pírrica- a lo largo de toda su carrera y, en ese sentido, “Parábola” más allá de su título y sus pretendidas enseñanzas morales cumple sobradamente.
La historia resultará familiar a cualquier aficionado a los cómics Marvel. En un universo paralelo fuera de la continuidad Marvel, llega a la Tierra un ser todopoderoso, Galactus que amenaza con la destrucción del planeta y provoca el caos entre la humanidad que se reduce a una masa asustada fácilmente manipulable por un falso profeta de Galactus que pretende aprovechar su miedo en su propio beneficio. En esa situación crítica, Estela, un marginado que en su tiempo fuese heraldo de Galactus, es el único que se alza para enfrentarse a Galactus.

A partir de este planteamiento tan familiar, el gran acierto de Lee es hacerse un lado y dejar que Jean Giraud, Moebius, se explaye y convierta un cómic que en manos de cualquier otro dibujante de la plantilla de Marvel (sin ofender a ninguno) hubiera resultado una reiteración insustancial de la llamada trilogía de Galactus que Lee realizase con Jack Kirby para “Los 4 Fantásticos“ (números 48 a 50) en un tebeo especial y único en el que el dibujante francés derrocha talento para ofrecer una versión remozada y personal de Estela Plateada y, sobre todo, de un Galactus que solo con Kirby quizás alcanzó tal grado de omnipotencia. Moebius juega como muy pocos son capaces con los volúmenes y las perspectivas para ofrecer un Galactus más divino, inhumano y omnipotente sugiriendo más que mostrando todo el poderío del que tal ser es capaz al tiempo que caracteriza como nadie las sutilezas intrínsecas de Estela Plateada, un mesías dispuesto a salvar a aquellos que no se lo merecen en la mejor tradición judeocristiana, dibujado como un ente poderoso y magnífico por sí mismo en las viñetas en solitario pero pequeño e insignificante cuando se enfrenta en un combate más dialéctico que real a su creador. El ritmo narrativo es muy diferente al de los cómics Marvel de la época, más distanciado y frío, pero cada encuadre es perfecto y cada composición está pensada para lograr que nadie sea capaz de dejar de dejar de leer de principio a fin complementado por unos textos descriptivos y unos diálogos interiores del protágonista reducidos al mínimo.

Es ese carácter de colaboración excepcional entre dos autores tan aparentemente alejados pero que a lo largo de sus carreras han mostrado compartir parecidas obsesiones el que hace de “Parábola” un tebeo tan exquisito como excepcional, el nexo de unión imprescindible de dos de los períodos más gloriosos e imaginativos del Cómic del siglo pasado, la “Silver Age” superheroica y los Hunanoides Asociados franceses, quedando como prueba que el talento se reconoce más allá de las tradiciones, culturas e idiomas para ofrecernos obras maravillosas. Como decía el otro, Nuff Said, amigos.

jueves, 6 de octubre de 2011

Glénat resistiendo a la crisis.

Ya andamos otra vez hablando de la crisis económica y como está afectando al mundo del cómic en sus distintos ámbitos (más que nada porque la crisis nos la comemos todos los días y en este blog comentamos tebeos y alrededores básicamente). Si últimamente escribía sobre lo mal que lo están pasando las librerías concretando en casos extremos como el del cierre de los amigos de Enigma Cómics, hoy toca ver como las editoriales tampoco lo están pasando especialmente bien.

Si ya hace algunos meses sabíamos de la perdida de derechos de los cómics DC que ostentaba Planeta a favor de El Catálogo a partir del año que viene (que a lo mejor no tiene nada que ver con la crisis, o a lo mejor sí pero poca gente lo sabe y los pocos que saben callan) estos últimos días estamos siguiendo las peripecias del máximo responsable de Glénat España, Joan Navarro a través de su blog, para mantener el control de la filial que al parecer ha estado a un pelo de ser vendida por Glénat Francia –la empresa matriz- a las gentes de Panini, la empresa más grande del sector y que parece estar dispuesta a pescar chollos en estos tiempos revueltos (ya saben, lo que dicen algunos, que los tiempos de crisis son momentos de oportunidades…para los que pueden y tienen, claro).

Al final, según explican en este comunicado, Joan Navarro y Félix Sabaté se han arriesgado y han comprado ellos mismos Glénat España a Glénat Francia hipotecándose para ello (lo que ya tiene su mérito viendo lo complicado que está hoy en día conseguir para cualquiera un crédito). Joan Navarro (y Félix Sabaté) son gente bregada y experta en estas situaciones convulsas de las que ya han vivido unas cuantas por lo que cuentan y creo que les irá bien, pero su ejemplo poniéndose en primera línea y jugándose sus patrimonios personales en una empresa, su empresa, en la que creen es sintomático de muchos pequeños y medianos empresarios (sí, a esos que les afecta la crisis tanto o más como los demás) que hacen juego malabares y arriesgan sus patrimonios para mantener a sus trabajadores y su independencia a costa de sus propios patrimonios. Es de agradecer esta transparencia de Joan Navarro explicando su experiencia para que más de uno entienda que la mayoría de los empresarios -y los editores- no son necesariamente los malos de la película, sino unas víctimas más de un sistema económico especialmente injusto con los más débiles.

Como era previsible, la línea editorial de Glénat seguirá siendo la misma e imagino que progresivamente irán introduciendo cambios (le cambiarán el nombre a la editorial, el logo y esas cosas, supongo). Habrá que estar atentos a ver como evoluciona el enfermo.

Crisis también significa cambio y a los cambios solo los más resistentes sobreviven. Navarro y Sabaté lo han entendido así y están dispuestos a resistir. Merecen todo nuestro respeto por ello.

Cartel del XIV Salón del Cómic de Madrid.

Bonito cartel realizado por un autor que es una de mis muchas debilidades, Emile Bravo. A ver si con su presencia en Madrid se anima alguna editorial a publicarle más obras en España que estamos caninos…

miércoles, 5 de octubre de 2011

Se va Uderzo de “Astérix”, a rey muerto, rey puesto.

Que nadie se confunda ni se asuste que no se ha muerto el cocreador de “Asterix” (por mucho que se empeñen en negarlo los del fisco francés) sino que solo pretendo comentar algunas ideas a bote pronto que me han surgido tras leer el interesante artículo que Álvaro Pons publicaba hoy en “El Paísseñalando el fin de una era con el traspaso de poderes del octogenario autor a un relevo todavía no confirmado en las aventuras de los inconquistables galos.

No nos pongamos apocalípticos ni fatalistas aquí no finaliza ninguna era. Si algo finaliza será exclusivamente un ciclo en la longeva historia de “Astérix” como ya finalizó otro tras la muerte de Goscinny. Aunque significativa y emotiva el abandono de la serie de Uderzo, su trascendencia – o intrascendencia, viendo el nivel de los últimos álbumes firmados únicamente por él - la marcará en el futuro la capacidad del nuevo equipo creativo de seguir convirtiendo las aventuras de Astérix y compañía en un éxito creativo y, por supuesto, comercial.

Por suerte, o por desgracia, estos movimientos no son para nada ajenos al mundo del cómic y vienen motivados precisamente por el éxito comercial de unas creaciones artísticas que miden su impacto en la cultura popular a través de un éxito comercial que conlleva que la desaparición de los personajes no vaya asociada necesariamente al abandono o desaparición de sus creadores. Como señala el mismo Álvaro en el artículo relevos de este tipo en los equipos artísticos son práctica habitual en los superhéroes norteamericanos más comerciales (como lo ha sido también en el cómic de prensa donde series de culto como “Príncipe Valiente” han continuado tras la muerte de su creador) pero también es una práctica cada vez más común desde hace años en el cómic europeo más comercial donde existen cantidad de ejemplos de series tan arraigadas como “XIII” o “Thorgal”, donde tras la retirada de Van Hamme otros autores están tomando el relevo con aceptables resultados, e incluso en “Blake y Mortimer” donde distintos autores llevan años continuando las aventuras de los personajes de Jacobs sin desmerecer.

No debemos preocuparnos por estos movimientos en torno a nuestras obras favoritas (ni por su traslado a otros soportes que vienen a atestiguar precisamente su éxito) salvo que este conlleve un empobrecimiento de la calidad de obras tan icónicas al caer en la repetición de fórmulas mil veces repetidas que, por otro lado, hemos de pensar que los primeros en intentar evitar deberían ser los propios editores (aunque luego no sea así y se aferren a modelos rígidos excusándose en el mantenimiento de la esencia y respeto al original). Un excelente ejemplo de cómo un personaje se ha ido adaptando a los tiempos aunando éxito comercial y manteniendo un nivel creativo más que aceptable lo tenemos con “Spirou”, donde se ha sabido mantener ese respeto a las “esencias” con nuevas vías que acaban enriqueciendo a la creación original.

El Cómic se está mostrando como un medio fértil para el desarrollo de nuevas ideas trasladables a otros medios por lo que este tipo de practicas más que un sintoma de decadencia bien pueden convertirse en una enorme oportunidad para el medio y para que despunten nuevos autores así como para que personajes icónicos que al cabo de unas décadas estarían abocados al olvido evolucionen junto a sus lectores manteniendo su vigencia al tiempo que se incorporen nuevas creaciones al imaginario colectivo siendo, finalmente, la calidad de las obras asociado a su éxito comercial el que marcará lo acertado o no de esas decisiones. Lo único preocupante sería si este mantenemiento conllevase que las nuevas creaciones y obras originales no tuvieran cabida pero, de momento, eso no se ha producido y no creo que se produzca en el futuro tendiéndose a una razonable cohabitación.

Honores y felicitaciones por el trabajo realizado a Uderzo. Sus méritos están ahí y son historia del cómic pero dejemos que sean otros los que continúen el camino. Afortunadamente, no se nos caerá el cielo encima (de momento).

Enigma Cómics cierra.

Finalmente, los peores pronósticos se cumplieron y la mala noticia que ya conocíamos algunos parroquianos habituales se confirmó oficialmente ayer. Tras dos años, Enigma Cómics, la antigua Astro City, cierra sus puertas.

Una lástima ya que durante una buena temporada está pequeña librería situada fuera del circuito del centro de Madrid se convirtió en una de las más importantes gracias a sus importantes descuentos y su buen trato a los clientes. Lamentablemente y debido a diversas circunstancias no ha podido capear la dichosa crisis y la apuesta personal de sus actuales dueños, Felipe y Luis, por aunar afición y proyecto vital no puede continuar.

A lo largo de mes, en la librería están liquidando lo que queda de fondo con importantes descuentos por lo que nunca está de más pasarse por allí para encontrar alguna cosa interesante.

Desde aquí, toda la suerte del mundo a Felipe y Luis.

martes, 4 de octubre de 2011

Ya hay cartel para X Salón de Getxo.

Apostando por la cantera nacional, Mireia Pérez y Manuel Bartual firman el cartel de la nueva edición a celebrar entre el 25 a 27 de Noviembre.

¿Tiene una referencia oculta el cartel? ¿Una superheroica Mireia se enfrenta en el Salón al monstruo de la Crisis? Veremos, veremos…


(Visto en Gotham News).

“XIII Mystery: Little Jones”, de Eric Henninot y Yann.

Muy curiosa me ha parecido esta nueva entrega publicada por Norma Editorial de “XIII Mystery” (ya sabéis el “spin off” de “XIII”, la serie de Vance y Van Hamme, realizado cada álbum por un equipo distinto y protagonizado por un secundario distinto de la serie principal).

En el Chicago de los años sesenta, Little Jones es una pequeña niña sin hogar que intenta sobrevivir en uno suburbios azotados por los disturbios raciales. Por su desparpajo, la pequeña niña despertará la simpatía y protección del mayor Wittaker, un héroe de guerra hijo de uno de los principales valedores por la igualdad el reverendo Martin Calvin X. Mientras los Panteras Negras presionan a Wittaker para que se una a su organización, este intenta redimir a su amor, la hija del general al que salvó la vida en Vietnam casada con un prestigioso director de cine. Wittaker y Little Jones acabarán convertidos en piezas claves de una conspiración para desprestigiar e influir en el Black Power.

Yann construye una interesante y curiosa trama conspiranoica inspirada en el asesinato de Sharon Tate, la actriz esposa de Polanski, por Charles Manson que conmocionó a la sociedad norteamericana de los sesenta. No sé si le habrá hecho mucha gracia a Polanski (lo mismo ni lo sabe) el papel poco afortunado que le da Yann a su trasunto en este tebeo pero Yann juega con la evocación de aquellos hechos para orquestar este entretenido tebeo conspiranoico que no deja de ser un homenaje a los conflictivos Estados Unidos de finales de los sesenta. Quizás el único pero que se le pueda poner a la historia orquestada por el veterano guionista sea el papel marginal que otorga al personaje que, en teoría, debería haber protagonizado el álbum, la pequeña Little Jones, pero creo realmente que la historia de su origen no tiene desperdicio y puede atraer a potenciales lectores que desconozcan por completo la historia de “XIII”.

Formando equipo con Yann, el encargado del apartado gráfico es el efectivo Eric Henninot, un dibujante de corta producción e inédito en nuestro país cuyo estilo se miemtiza perfectamente con ell de Vance y en este álbum cumple sobradamente con una caracterización de los personajes bastante cinematográfica y que a más de uno le recordará distintas películas y personajes.



XIII Mystery” sigue cumpliendo sobradamente con su objetivo de ofrecer un agradable entretenimiento. Veremos cuanto tarda Norma en publicar el último álbum anunciado en Francia para el mes que viene protagonizado por el Coronel Amos.




Más ""XIII Mystery" en El lector impaciente aquí y aquí.

lunes, 3 de octubre de 2011

“Batman: Silencio”, de Jim Lee y Jeph Loeb.

Discutimos tanto sobre las labores maquiavelicas del coreano Jim Lee – que si Marvel, que si Image, que si Wildstorm, que si DC…- que a veces olvidamos que el muchacho empezó a labrarsee un nombre en la industria superheroica dibujando tebeos, logrando sorprendentemente con una carrera profesional más bien corta un éxito comercial y un prestigio que muchos envidian. Precisamente, en Planeta nos recuerdan las cualidades que más merecen la pena del otro Lee de la industria superheroica reeditando en una cuidada edición repleta de extras el que para mí es su mejor trabajo, la saga “Silencio” que junto a Jeph Loeb, Lee publicó a lo largo de doce números – 608 a 619- de la serie regular de “Batman” entre 2002 y 2003.

Un nuevo villano anda suelto por Gotham para hacerle perrerías a Batman, Silencio. Un tipo sigiloso y astuto capaz de involucrar a buena parte de los villanos clásicos del Hombre Murciélago en un ambicioso plan para acabar con su enemigo común, mientras él se mantiene en un segundo plano movmiendo los hilos, salvo que el Hombre Murciélago sea capaz de encontrar la clave que se esconde en los cambios de métodos de los villanos. Un Batman debilitado y más confundido que nunca iniciará una investigación en la que deberá enfrentarse una vez más a sus viejos enemigos y a los fantasmas de su pasado.

Batman: Silencio” es un tebeo a mayor gloría de Jim Lee por lo que si abomináis de su persona o su trabajo ni os molestéis. Loeb, sin la brillantez de en “Un Largo Halloween” o “Dark Victory”, se limita a fraguar, siguiendo una estructura parecida, un guión apañado y entretenido con una trama excesivamente lineal y previsible ideada para que Lee luzca toda su espectacularidad mostrando su versión de los principales personajes del rico universo del Murciélago, tanto amigos (los robines y similares, e incluso Superman y Lois Lane) como enemigos (salvo el Pingüino, quizás no falla ninguno de los más conocidos en asomar el careto…). El guión está pensado para contentar tanto a los seguidores más veteranos haciendo referencia a todos los momentos claves del Batman moderno hasta la fecha de publicación como a los lectores ocasionales y nuevos, que pueden engancharse a las aventuras de tan icónico personaje, e intenta sumar a la galería de personajes de Batman a Silencio el nuevo villano que, aunque Paul Dini se empeñe en lo contrario últimamente, no ha contado con demasiadas oportunidades posteriormente. El problema, claro, de intentar contentar a tanta gente e incorporar a tanto personaje como intenta Loeb es que resulta difícil dotar de profundidad a la trama y todo el andamiaje de la obra se expande hacia lo anecdótico sin lograr que la historia adquiera una gran trascendencia en la evolución posterior del protagonista quedando como un tebeo del montón mejor dibujado de lo habitual.

Eso sí, lo que mola de verdad es el dibujo. A Jim Lee, dibujante, el adjetivo que más le pega es hiperbólico por lo que en la edición de Planeta lucen estupendamente sus apolíneos muchachotes y espectaculares muchachitas, apreciándose hasta el más pequeño detalle de los fondos (además, luego en los extras explica de donde procede la inspiración para tal o cuál elemento, y muestra parte de su metodología de trabajo con Loeb…), esforzándose en una cuidada y elegante composición de página y rigor narrativo superior a lo que nos acostumbra, contrastando el cuidado acabado de cada viñeta con la elaboración de unos flashbacks mediante aguadas menos recargados con los que consigue perfectamente plasmar los difusos recuerdos infantiles de Bruce Wayne.

En definitiva, “Batman: Silencio” es un tebeo más que correcto y entretenido con un dibujo espectacular en una edición pensada para que luzca en todo su esplendor, haciendo las delicias de los admiradores del Jim Lee…dibujante.

domingo, 2 de octubre de 2011

Stan Sakai, Usagi Yojimbo y Toshiro Mifune.


Thompson: Obviamente, para tu dibujo te inspiras mucho en las películas clásicas de Samuráis. ¿Te gustaría hablar sobre ello?
Sakai: Claro. Crecí viendo películas de Samuráis. En el cine que estaba más abajo de la calle en la que vivía las proyectaban cada sábado. Pagabas un cuarto de dólar y podías quedarte allí durante todo el día. Así que crecí con todas las películas de Toshiro Mifune, solía verlas cada semana. Había una que he intentado encontrar en VHS desde que la ví hace, oh, veinte años. No sé si al final la editarán en ese formato. Recuerdo verla cuando era un niño, se llamaba “Satomi Hakkenden”. Se basaba en una saga clásica de libros del S. XII compuesta por 49 volúmenes, y en la película había de todo. Había enormes batallas, mucha magia, brujas, monstruos y serpientes gigantes, perros diabólicos. También había una princesa trasvestida, ¡tenía de todo! Me encantaba. Se hizo un remake a finales de los ochenta, pero la que busco es la versión de 1957. ¡No la puedo encontrar! Quiero hacer una historia inspirada en esa película. Pero si encuentro el vídeo, no estoy muy seguro de si debería verla de nuevo, o si debería contruir la historia a partir de los recuerdos que tengo de ella.
Thompson: ¿Cuál es tu película de samuráis favorita?
Sakai: Oh, me encanta “Los Siete Samuráis”. Creo que probablemente será la mejor película que se haya hecho nunca. La historia... la narrativa cinematográfica es extraordinaria, los personajes son maravillosos. Mifune está magnífico en esa película. Ha tenido un par de remakes. Como Western (“Los Siete Magníficos”) e incluso como película de Ciencia Ficción (“Los 7 magníficos del espacio”). Creo que ninguna es tan buena como la original. Kurosawa es un genio.
(Completísima entrevista a Stan Sakai que Frog2000 ha traducido y podéis leer aquí y aquí).
No es de extrañar que a Sakai le guste “Los Siete Samuráis”…¿A quién no?

sábado, 1 de octubre de 2011

David Gibbons y Jethro Tull: ¡ Demasiados viejos para el rock and roll, demasiado jóvenes para morir!.

Pues sí, resulta que Gibbons, famoso dibujante cuyo nombre irá asociado a esa obra maestra del cómic llamada “Watchmen”, tiene una pequeña gran historia previa con una de las bandas míticas del Rock de los setenta (y de todos los tiempos), Jethro Tull, liderada por el carismático flautista Ian Anderson.

En 1976, Gibbons junto a Michael Farrell, participó en la elaboración de “Too Old to Rock 'n' Roll: Too Young to Die!”, disco con el que Anderson respondía a los críticos que habían denostado sus anteriores trabajos y que muchos han considerado que tiene tintes autobiográficos.

Gibbons y Farrell no solo realizaron la portada del disco sino también el cómic interior que sirve de libreto a las composiciones de Anderson y en el que narran la historia de un viejo rockero fracasado que, tras intentar suicidarse estrellándose con una moto, despierta del coma para descubrir que su música vuelve a gustar y él ha rejuvenecido gracias a la cirugía.

Aparte del cómic, os dejo esta actuación de 1976 con la banda y Anderson en su salsa. Que la disfrutéis:

Después, por separado, Gibbons y Anderson siguieron caminos separados en la música y en los cómics. Pero, eso son otras historias...