En estos tiempos que corren
en que la actual línea editorial del NUDC genera tanta polémica entre el
fandom, conviene cerrar filas, volver la vista atrás y recordar el porqué los superhéroes DC
eran tan divertidos y nos gustaban tanto, aprovechando la reedición por parte
de ECC Ediciones de “El Clavo”, una miniserie de tres números que Alan Davis
realizase como autor completo para la línea Elseworlds a finales de los
noventa, y quizás sea la última obra significativa que reivindicó y reprodujo el sentido de
la maravilla y espectacularidad de la DC
de la Silver Age.
En una Tierra paralela, en
la que Luthor se presenta como el alcalde de Metropolis y Jimmy Olsen es su
mano derecha, se está orquestando una campaña de prensa en contra de los
metahumanos presentados como la avanzadilla de una secreta conspiración
alienígena para dominar el planeta. Con una JLA desorientada y a la expectativa
y cuenta con Lois Lane como agente de prensa para limpiar su imagen, poco a
poco irán descubriendo que los supervillanos han sido diezmados y numerosos
superhéroes están desapareciendo acosados por un enemigo que se mantiene oculto.
La confundida y dividida JLA en este momento de necesidad necesita de Superman
para que tome el liderazgo de la situación, pero… ¿quién asumirá su papel en un
mundo en el que no existe el Hombre de Acero?.
Un Alan Davis pletórico,
quizás en el momento más dulce de su fructífera carrera y perfectamente
secundado por un Mark Farmer en el entintado, retornó a DC para ofrecer su homenaje a los
héroes de la Silver Age en una historia evocadora de aquellos cómics de los setenta. Para conseguirlo,
Davis aprovechó la libertad que le ofrecía la línea Elseworlds para reconstruir
un universo superheroico en el que Superman no había sido criado por los Kent y
no asumió su papel protagonista para construir una entretenida historia evocadora en parte de “Legends” o el Universo Mutante marvelita para marginar a los superhéroes pero manteniendo su esencia luminosa y
sin caer en el tratamiento oscuro, adulto y atormentado que tanto les limitó
en los ochenta.
Davis construye una historia
entretenida y fluida que se lee con gran
agilidad gracias a su inigualable sentido del ritmo, desarrollando una trama
que hoy en día habría dado para un macroevento de tres años y que finiquita en una
miniserie de tres comic books. El magnífico dibujante despliega su talento no
solo desarrollando la historia desde un planteamiento en que prima el aspecto
gráfico sobre el literario eliminando todo tipo de cartela y cuadro de texto sino
que además evoca la esencia de clásicos como JLA 200 y los clásicos
encuentros con multitud de personajes de JLA/JSA introduciendo en la historia multitud de
personajes y grupos clásicos del Universo DC a los que rinde su particular homenaje
sin que por ello la historia se resienta ni las viñetas resulten sobrecargadas
ni pierda la historia el vertiginoso ritmo ni la espectacularidad que sabe imprimirles en todo momento
Davis en esta obra se sitúa al nivel de excelencia de un George Perez en su habilidad para
introducir multitud de personajes en la historia pero frente al estatismo de este además se beneficia de su
conocimiento de los mismos para ofrecer perfectas y dinámicas
caracterizaciones de los héroes icónicos propias de la Silver Age, demostrando
como su estilo ha evolucionado a partir de lo mejor de los Kane, Aparo, Adams, etc que tanto
influyeron en su desarrollo.
En ese sentido, “El Clavo”
es una obra construida para su lucimiento como dibujante y la entretenida trama está
pensada precisamente para conseguir ese lucimiento, pero mérito de Davis
es saber encontrar el equilibrio entre los dos aspectos. “El Clavo” es un tebeo retro
y nostálgico, evocador de los “buenos viejos tiempos”, que a las alturas de su
publicación habían quedado atrás en busca de adaptar a los personajes a unas formas y modas
que no casan especialmente bien con la idiosincracia de los personajes DC pero que, en una historia
con el tratamiento que les es propio, como es esta lucen de maravilla.
En fin, “El Clavo” es el homenaje y alegato de Davis a una forma de entender el género y los
héroes DC que ha sido progresivamente arrinconada por los editores pero no olvidada
por los aficionados y que solo precisa de autores con la libertad creativa, el talento, cariño y sabiduría que le puso Davis a este tebeo para volver a brillar.
Tal y como están las cosas no es poco, pero si queréis saber la razón porque seguimos
fieles a los superhéroes DC, leeros “El Clavo”.
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