Si
uno, estos días de agobio con el asedio de novedades atractivas que se agolpan
en las librerías especializadas, es capaz de resistir y pasar de largo de los expositores y dirigirse a los apartados amontonamientos de las mesas de saldos podrá
encontrar tesoros como el tebeo que hoy nos ocupa. Nada menos que el “Babel”, de David Beauchard, más
popularmente conocido en los sospechosos
ambientes del mundillo comiqueril como David B., obra cuya primera parte publicara
Sins Entido hace ya unos añitos en su Colección Ignatz y que ya ha sido
descatalogada.
En
“Babel”, David B. inicia el relato intimista de su infancia centrándose en el impacto
que le produjo la primera crisis epiléptica de su hermano Jean-Christophe y la
incapacidad de su entorno adulto para explicarle la enfermedad lo que provocó que el pequeño
David encontrara las respuestas a los vacíos y silencios que le preocupaban en su
fértil imaginación, o el impacto de las crueles imágenes de la Guerra colonial en Biafra. La necesidad de entender llevò a
David a empezar a dibujar.
David B,. que no es un autor
que para nuestras desgracia se prodigue todos los años, es una de las figuras
más influyentes de eso que se llamó la Nouvelle BD y en “Babel” deja una demostración palpable de su portentosa
imaginación y capacidad gráfica para plasmar mediante viñetas la riqueza
angustiosa de su mundo interior añadida a la crudeza de los hechos objetivos que interpreta. En “Babel”, que podría considerarse en principio una obra menor y complementaria de su
obra maestra “La ascensión del Gran Mal” (“Epiléptico”), nos encontramos con un
David B. que asume un cambio de registro y tratamiento para buscar una voz narrativa más intimista y reconcentrado que intenta explicar(se) cómo nació su
vocación autoral.
Por otro lado, en esta obra, David B. entronca de manera
expresa su propio universo onírico al del Winsor McCay de “Little Nemo”
ofreciendo pasadas las décadas el reverso oscuro de aquella obra maestra del
Cómic. David B. cuida con mimo cada viñeta para construir angustiosas y nerviosas
composiciones naif en las que los negros y los rojos se imponen para inducir el
desasosiego del lector que asiste al exorcismo del autor de sus demonios
infantiles.
En fin, “Babel” podría pasar
por una obra menor por su extensión y sencilla edición pero encierra entre sus pocas páginas toda la esencia y sabiduría de uno de los autores más originales e influyentes del Cómic
contemporáneo. No dejéis de buscarlo y rescatarlo de la pila de Saldos porque no os dejará indiferentes.
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