Panini
publica su segundo recopilatorio 100% de “El Soldado de Invierno”, reuniendo los
números 10 a 19, con un Brubaker que pone el
colofón final a su colaboración en la serie y sorprende la compenetración alcanzada con Guice en este tomo en la aventura titulada “La caza de la viuda negra” con el mejor arco de la serie
y la historia guionizada por Jason Latour y dibujada por Nic Klein con la que
esta concluyó.
El Soldado
de Invierno se embarca en la búsqueda de su amada Natasha Romanoff, la Viuda Negra, manipulada mentalmente por su
reverso oscuro, el vengativo Leonid Novokov para olvidar su relación con Barnes
y su pasado superheroico, recordando solo su vida como agente soviética. Con la
ayuda del Capitán América, Ojo de Halcón y Lobezno, un desesperado Bucky siempre
va un paso por detrás del maquiavélico plan orquestado por Leonid. En el
segundo arco, Furia pide a un atormentado Barnes que contacte con un antiguo
agente de Shield infiltrado en Hydra, lo que le llevará a enfrentarse con las
consecuencias derivadas de su pasado como Soldado de Invierno al servicio de la URSS.
Brubaker y Guice nos han reservado el mejor arco argumental para el final, retomando el hilo de lo publicado en el primer volumen en una estupenda historia de
acción en la que torturan un poco más a su creación favorita y en la que
participan de modo coral todos los superhéroes con los que ha tenido una
relación estrecha la Viuda Negra a lo largo de su trayectoria
superheroica. Brubaker maneja los hilos con primor para construir una entretenida
trama en la que destila toda la sabiduría adquirida a lo largo de estos años en
“Capitán América”, pero el que realmente está estupendo es un implicadísimo
Butch Guice que en mi opinión realiza uno de sus mejores trabajos, manejando
a la perfección la ambientación climática para reflejar la tormenta exterior
con la interna del protagonista en la estela del mejor Colan y ofreciendo una
versión de los personajes, especialmente de su Lobezno, brillante.
Tras el
subidón de la despedida de Brubaker y Guice, el bajón que supone el segundo
arco es demasiado abrupto porque el relevo de los bienintencionados Latour y Klein sufre en la comparación, desarrollando una confusa historia con muchos elementos interesantes pero
que no acaban de apuntillar. Latour no es capaz de organizar el batiburrillo de
subtramas cruzadas que orquesta y Klein hace lo que puede, jugando con su estilo para plantear una puesta en escena
moderna y experimental en la que se notan diversas influencias desde Steranko y
Aja hasta Sienkiewicz.
En fin,
ahora sí que sí, se ha acabado la etapa de Brubaker en Marvel por ahora y la cancelación
de la serie de “El Soldado de Invierno”, dejándonos con la sensación que lo
deja en el momento adecuado para que sea recordado como una de las más notables
y coherentes de un guionista en la Casa de las Ideas en los últimos tiempos.
Seguro que en sus nuevos proyectos independientes seguirá deparándonos buenas
lecturas.
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