viernes, 8 de febrero de 2008

Blog a seguir, blog a descubrir…

…. Por ejemplo, el de Anguloagudus, que realiza una estupenda labor de investigación para desarrollar un blog en el que perderse, aprender y disfrutar durante horas entre portadas de colecciones y series editadas hace tiempo junto con otras obras más recientes.
Un cómic en el que predomina la imagen sobre la palabra, pero es que hay imágenes que hablan por sí solas.

No dejen de visitar Cómics en Extinción.

jueves, 7 de febrero de 2008

“El Lobo Solitario y su Cachorro” de Kazuo Koike y Goseki Kojima

Si tengo un manga favorito por encima de todos este, sin duda, es “El Lobo Solitario y su Cachorro”, el que por muchos es considerado el manga más conocido en Occidente (salvando, quizás, “Akira” de Katsuhiro Otomo) y que en España no pudimos disfrutar hasta que hace unos tres años Planeta publicó la obra completa en una económica edición de veinte volúmenes, cada uno de más de 400 páginas, lo que puede dar una idea de la enormidad de una obra que tiene – si no lo es ya – todas las condiciones para convertirse en un clásico, no sólo por sus notables influencias en algún más que consagrado maestro del cómic occidental, como Frank Miller (échenle un ojo a su “Daredevil” o su “Ronin”, por poner sólo un par de ejemplos), autores menos reconocidos como Max Allan Collins y su “Camino de Perdición” o el cine, con el inefable Quentin Tarantino ("Reservoir Dogs", "Kill Bill vol 1 y 2"), la adaptación cinematográfica de “Camino de Perdición” de Sam Mendes como abanderados más siete película en Japón basadas directamente en el cómic.
Pero no sólo resulta interesante comprobar la influencia que ha tenido esta obra en diversos autores, sino también investigar los referentes que Kazuo Koike ("Asa, el ejecutor", "Crying Freeman") y Goseki Kojima ("Asa, el Ejecutor") usaron para lograr una obra redonda. Referentes obvios algunos, como las películas de samurais de Akira Kurosawa (“Los siete samuráis”, “Yojimbo”) o Hiroshi Inagaki (“Samurai”, “47 Ronin”) que se percibe directamente en el enorme parecido entre Itto Ogami y el actor fetiche de ambos , Toshiro Mifune, u otros clásicos del “chambara”, género cinematográfico netamente japonés, que había alcanzado su cenit sólo unos pocos años antes, con algunas de las películas referidas como máximos exponentes, y más sutiles como “westerns” clásicos (no tan sutil teniendo en cuenta la constante corriente de enriquecimiento mutuo que ha existido siempre entre “western” y “chambara”, por otro lado) como la excelente “Raíces Profundas” de George Stevens. Sin embargo, Koike y Kojima, asumiendo todas esas referencias, lograron dar una profundidad y una riqueza de lecturas a “El Lobo…” que la convierte en una obra maestra del noveno arte (ojo, que hay pocas).
Porque “El Lobo…” siendo netamente una obra de género escapa de todos los géneros. Por un lado, es un manga histórico ambientado en el Japón feudal de los shoguns, pero en lugar de dar una referencia histórica exacta para contextualizar la historia Koike prefiere centrarse en la ambientación de la época, haciendo un itinerario detallado y cuidado de oficios, clases, filosofías y religiones que poblaban y enriquecían el Japón feudal del período Edo, con lo que cada episodio supone una nueva lección para el lector (occidental) que quiera acercarse a la historia del país, más allá del interés que puedan tener los interminables duelos que se producen a lo largo de la serie. Por otro lado, es la relación de un padre y un hijo, Itto Ogami y Daigoro, que va evolucionando conforme avanza y se desarrolla la historia, vista, casi siempre, desde la perspectiva de un niño de tres años (va creciendo conforme la serie avanza, lo que no deja de ser otro detalle a señalar la cuidada continuidad de los autores) que evoluciona desde la admiración ciega del inicio en que Itto es su única referencia hasta la “madurez” y perspectiva que adquiere conforme va asumiendo y comprendiendo las cargas y compromisos al que el bushido les somete. Y es, además, la historia de una venganza la que les lleva a ambos a tomar el “camino del Infierno”, convertirse en ronins para terminar con el poderoso clan Yagyú, quienes provocaron la caída en desgracia de Itto para quitarle su influyente puesto de Kaishakunin imperial (asistente del “seppuku” de nobles y samuráis) y en la consiguiente matanza de su familia de la que el único superviviente fue Daigoro. Gracias a ese “camino del Infierno”, a través de una inteligente estructura de “road movie” flexible (como en todo cómic comercial, las ventas mandan), los distintos episodios suelen estar dotados de coherencia interna propia al tiempo que enriquecen la continuidad de la historia principal a través de elegantes élipsis narrativas. Sin embargo, al contrario de lo que ocurre en la mayoría de los mangas, el final de “El lobo…” es uno de los más impactantes y dramáticos que se han escrito jamás en un cómic, prueba una vez más de la enorme maestría de estos autores.
Partiendo en ocasiones del estudio de grabadores japoneses como Katshushika Hokusai o Utagawa Hiroshige el dibujo detallado de Kojima lleno de matices sabe adecuarse perfectamente al “tempo” de la historia dosificando perfectamente su narrativa las pausas dramáticas, como acelerándose y volviéndose violento y emborronado (sobre todo debido a la discreta reproducción de Planeta) para remarcar el dinamismo de las secuencias de acción.
En definitiva, un cómic espléndido y único que sobresale por encima de cualquier imitación. Si tienen oportunidad, no lo dejen pasar.

Yo quiero ver esto…



...y esto



Las dos las estrenan mañana así que ya tenemos planteado el dilema para el fin de semana. ¿Ustedes cuál elegirían?...

miércoles, 6 de febrero de 2008

El Jazz, el Cómic y Publico


No quiero pasar hoy sin destacar el excelente artículo publicado en Publico por Juan J. Gómez sobre la cantidad de cómics que vienen publicándose últimamente con este estilo musical como referencia. Un artículo trabajado, documentado y que demuestra que el articulista se ha molestado en enterarse sobre lo que escribe.
La reflexión que me deja su lectura es algo que los aficionados sabemos desde hace tiempo: el cómic es un medio en el que hay cabida para el tratamiento de cualquier tipo de temática y sólo está limitado por el talento de los autores. Bueno, es que el resto del mundo se entere.
Por otro lado, y más subjetivamente, la industria - o la ausencia de ella - no debe ir tan mal para que estos títulos, claramente minoritarios, tengan cabida en el mercado español. Me alegro por ello.

Ah, y también informan en el mismo diario, sobre la próxima adaptación al cine de “Bluesman” en una pequeña entrevista al dibujante Pablo García Callejo.

Juan Antonio Cebrián, Spiderman y Larroca




Me hago eco a través de “Tebeos y algo más…”, del gran detalle que ha tenido el dibujante valenciano Salvador Larroca al homenajear al desaparecido y añorado Juan Antonio Cebrián, el director del programa radiofónico “La Rosa de los Vientos", incluyéndolo en una viñeta, junto a otros miembros de su equipo, entre los empleados del Daily Bugle, en el número 549 de "Amazing Spiderman".
Y, un bonito detalle, ha tenido igualmente Marvel al introducir en los créditos del número una dedicatoria al periodista.



Desde su desaparición, la noche de los domingos son un poco más tristes

“100 Balas: Érase una vez el crimen” de Brian Azzarello y Eduardo Risso.


Acabo de terminar el último tomo recopilatorio de “Cien Balas”, la aclamada serie de Azzarello y Risso que aglutina de los números 76 al 83 de la edición norteamericana, y tengo que reconocer que tengo tal lío en la cabeza que me declaro incapaz de verter una opinión clara sobre la serie llegados a este punto.
En esta nueva entrega, los milicianos se han posicionado en distintas facciones, dispuestas cada una a defender sus propios fines e intereses, pero, además, desconfían unos de otros y cada cuál tiene sus propios planes y motivaciones, por lo que las traiciones, las manipulaciones y las puñaladas traperas están al orden del día. Graves viaja a México para recuperar a Dizzy para su causa, quién se culpa de la muerte de Shepherd y se encuentra bajo la protección de Willie. La muerte de uno de los milicianos marcará el encuentro y, finalmente, Graves convencerá a Dizzy para que se una a su grupo mientras que Lono y sus compañeros, que aparentemente protegen al Trust, “rescatan” a Benito Médicis, el hijo de Augustus y le someten a un “amistoso” interrogatorio. Por otro lado, Roonie viaja a Italia para recuperar el cuadro que se supone es una de las claves de la obra encontrándose con la turbadora Echo y lo que se suponía debía ser una transacción sencilla se complicará peligrosamente.
Azzarello ha abandonado en esta serie el suspense psicológico y los guiones medidos con los que aportó un soplo de aire fresco al género negro hace unos años con todas esas tramas relacionadas con los maletines, las pistolas y las balas indetectables y se ha embarcado en una historia de intrigas y conspiraciones tan enrevesada que se vuelve prácticamente imposible de seguir teniendo en cuenta la periodicidad anual por la que ha optado Planeta (obligada en parte al haber alcanzado la periodicidad norteamericana hace tiempo) y que hará necesario una relectura continuada cuando finalice la serie en su número 100 para poder valorarla justamente. Quizás me equivoque, pero me da la sensación que Azzarello se siente obligado en cada tomo a que sus personajes sean más sucios, macarras y chulos que en el anterior para interesar al lector ya que la trama parece estar estirada para alcanzar los cien números que se marcó hace años, lo que hace de este tomo un pelin aburrido con tramas poco trabajadas e inconexas (ojo, que esta opinión puede cambiar con una lectura en conjunto de la obra) y una repetición abusiva de situaciones que lleva explotando desde hace varios números. También me da la sensación de que Risso se ha desentendido un poco de la obra y está deseando que finalice. Sus diseños de página han perdido frescura y dibuja a los mismos personajes con las mismas caras una y otra vez (algo que se notaba menos en anteriores entregas pero ahora que ha juntado a todos los milicianos es más que evidente) provocando en más de una ocasión dificultades para seguir la historia, dificultades, por otro lado, que se ven acrecentadas por todo lo que comento más arriba.
A estas alturas no voy a dejar la serie y, además, seguro que leída en conjunto mejorará, pero este tomo sólo es aconsejable para sus seguidores más fieles, esos que llevamos años esperando impacientes su finalización resistiendo cambios de editoriales, formatos y demás, porque cualquier intento de subirse en marcha a este tren puede provocar que uno use la pistola indetectable y las balas en la propia cabeza con el cacao que hay montado. Esperemos que Azzarello y Risso tengan preparado un final impactante a la altura de la primera etapa de la serie pero, visto lo visto, la cosa me da miedo, mucho miedo.
Más sobre “100 Balas” en “El Lector Impacienteaquí .

martes, 5 de febrero de 2008

“RG 1: Riyad-sur-Seine” de Frederik Peeters y Pierre Dragon.



Tenía mucha curiosidad por leer este nuevo trabajo del suizo Frederik Peeters (“Píldoras Azules”, “Lupus”) por varios motivos: por un lado, ver cómo un autor tan personal como Peeters se adaptaba a realizar un trabajo eminentemente de género – aunque “Lupus”, de la que ya escribí algo por aquí, es una obra de género, enmarcada en la Ciencia Ficción, su temática intimista hace que escape de las convenciones del mismo- y comprobar cómo funcionaba formando equipo, con un colaborador a los guiones (no he leído “Koma”). Leída la obra, debo decir que Peeters pasa la prueba sobradamente construyendo un cómic redondo. Pierre Dragon, seudónimo de un miembro de la policía francesa que prefiere mantenerse en el anonimato (ó lo prefería visto lo visto) asume el papel de argumentista de la historia, aportando sus experiencias dentro de la gendarmería en una brigada especializada en antiterrorismo, los RG, para otorgar el punto de credibilidad a una historia –su propia historia- de la que es también protagonista en el cómic, dejando libertad total a Peeters para el desarrollo, de lo que este se aprovecha para construir una historia respetuosa con la tradición del polar francés y al tiempo renovadora del género y coherente con el resto de su obra.
Peeters da preponderancia al trabajo oscuro de investigación, a las eternas sesiones de vigilancia de la policía a través de la construcción de diálogos y situaciones creíbles, antes que a la acción sin tregua y las persecuciones más propias de las series televisivas, llevando poco a poco la historia al terreno en que se encuentra más a gusto: el estudio psicológico del protagonista, incorporando dentro de una trama realista viñetas que retratan la personalidad y el inconsciente de Dragon, sus traumas y decepciones, logrando de este modo un completo y complejo retrato del personaje a través de su realidad cotidiana y dejando la sensación al lector una vez finalizada la lectura del álbum de conocer a Dragon de toda la vida y que la ambientación policial de la obra no es más que una excusa que Peeters manipula astutamente para centrar la historia en una persona/personaje que le fascina. De este modo, la trama policial centrada en el trabajo diario de los RG, un departamento dentro de la gendarmería francesa centrado en el contraespionaje y el antiterrorismo, queda ineludiblemente unida al deambular de Dragón, girando el resto de los personajes en torno al protagonista. Peeters nos acerca a los métodos de trabajo de un grupo policial auténtico, con sus trapicheos, sus tratos con los confidentes y esa ambigüedad moral en la que presuponemos se mueven todos aquellos que conviven diariamente con el crimen logrando por tanto un álbum que no decepcionará ni a los admiradores de sus anteriores trabajos ni a los aficionados al género que se acerquen a la obra atraídos por su temática policial.
Peeters en esta su segunda obra a color muestra una cierta evolución en su estilo de dibujo para adecuarlo al color. Sus trazos se vuelven más nítidos, menos violentos que en “Píldoras Azules” o “Lupus”, sin embargo, su trazo característico, que lo convierte en uno de los autores más personales del panorama actual, continúa siendo perfectamente reconocible. En esta obra, se aprecia también su esfuerzo en la caracterización del París urbano por el que se mueve Dragon otorgando más detalle e importancia a los fondos que en obras anteriores y, aunque resulta prácticamente imposible no evocar a Tardi en una obra de estas características, Peeters sabe hacerla completamente suya, asimilando de tal modo su hipotética influencia que resulta indetectable.
Espero que Astiberi no tarde mucho en publicar el segundo volumen de la obra (está planificada la realización de tres volúmenes) que ya ha anunciado en sus planes para el presente año y podamos seguir disfrutando de las andanzas de Pierre Dragon y sus RG en su poca reconocida lucha contra el crimen. En cuanto a la edición de Astiberri, como casi siempre, excelente.

lunes, 4 de febrero de 2008

El Cómic sigue en crisis y una nueva editorial nace para demostrarlo.

Pues eso que como el Cómic va fatal y casi no hay industria nace una nueva editorial para paliar tanta carencia con espíritu altruista y abnegado. En este caso, se trata de los amigos de Dreamers liderados por el incombustible Nacho Carmona quienes se lían la manta a la cabeza.

Si quieren información sobre sus proyectos e intenciones pinchen aquí.

Por otro lado, otro incombustible, Breixo Harnguindey de Rossell Cómics, me envía un correo para anunciar la presentación de dos de las últimas obras publicadas por la editorial en el marco de la Semana Negra de Barcelona.
El comisario de policía y escritor de novela negra, Alejandro Gallo, será el encargado de la presentación, el próximo miércoles 6 de Febrero, de “La otra belleza” de Marc Malles y “Asesinatos Victorianos” de Rick Geary en la Biblioteca Can Fabra a las ocho y media.

Si les interesa o quieren más información sobre las obras pinchen aquí.

¡Mucha suerte a los dos!

“Arrowsmith: tan guapos de uniforme” de Carlos Pacheco y Kurt Busiek.

Siguiendo con su política de recuperar obras del sello Wildstorm, Norma ha publicado este mes en un tomo unitario los seis números de esta serie limitada, que hace unos años publicase en España Planeta en formato grapa. El interés principal que tiene esta serie es el de disfrutar con el dibujo acabado, detallista y espectacular de Carlos Pacheco ("Los 4 Fantásticos", "Superman") en uno de sus mejores trabajos junto, esta vez, un Kurt Busiek, pulcro, eficiente y correcto pero alejado de la brillantez de sus mejores trabajos en “Astro City,” o “Marvels”. En “Arrowsmith”, Pacheco y Busiek beben de las ucronias tan de moda en la ciencia ficción de los ochenta y primeros noventa, para plantear un universo paralelo en el que la magia ha sustituido a la tecnología y se encuentra inmerso en plena I Guerra Mundial. En este contexto, Busiek y Pacheco usan como hilo argumental para mostrarnos este nuevo mundo de maravillas las vivencias de Fletcher Arrowsmith, un joven ingenuo de los Estados Unidos de Columba (de los USA, vamos) que se une voluntario al Cuerpo Aéreo Transatlántico (la RAF, vamos) , para viajar a Europa y tras su período de adiestramiento, enfrentarse a la amenaza prusiana en la Galia. De este modo, a lo largo de los seis episodios que forman la serie asistimos al proceso de maduración del joven Fletcher que va aprendiendo a marchas forzadas que en la guerra hay más suciedad y miseria que brillantez y gloria.
En esta obra, Busiek realiza un trabajo en el que demuestra su oficio como guionista capaz de contar cualquier historia de una manera eficaz y entretenida, aunque, en esta ocasión, la trama carezca de la brillantez de obras más conocidas debido al uso de una historia, que, aunque ambientada en un contexto novedoso, hemos visto contada con mayor fortuna en muchas otras ocasiones y no sorprende en su desarrollo ni epata al lector con su mensaje antibelicista, quizás debido a que se queda a medio camino entre el relato épico y la denuncia antibelicista, sin definirse por ninguna. La historia de Arrowsmith encuentra su referente directo en películas correctas como “Galipoli” de Peter Weir o excelentes como “Senderos de Gloria” de Stanley Kubrick (ese mago que se dedica a preparar hechizos alejado del frente sin pensar en sus consecuencias es un claro paralelismo a los generales de Kubrick), o, más incidentalmente, en el mejor cómic sobre la I Guerra Mundial, el indispensable “La Guerra en las Trincheras” de Jacques Tardi.
Busiek consciente de la calidad del dibujante con el que colabora, deja que la historia avance a través de cuadros de texto en los que refleja las cartas que el protagonista manda a diferentes personajes para dejar patente su evolución personal y dejando, por otro lado, completa libertad para que Pacheco desarrolle el universo, quedando la trama un tanto ensombrecida ante la espectacularidad del trabajo del gaditano.
Es en el apartado gráfico, precisamente, donde la obra resulta más interesante, realizando Carlos Pacheco uno de sus mejores trabajos hasta la fecha. Libre de los estereotipos superheroicos a los que se ha dedicado habitualmente, Pacheco da rienda suelta a su imaginación para construir y recrear todo un universo creíble, usando referencias tan dispares como los dioses nórdicos del panteón escandinavo, actores clásicos del cine de aventuras como Errol Flint y recrear toda la imagenería clásica habitual de dragones, trolls, duendes y demás, que Pacheco hace evolucionar de una manera coherente desde una mítica Edad Media hacia una ambientación de los primeros años del siglo XX. Pacheco realiza una labor estupenda de caracterización y reinvención de países y ciudades dotando de coherencia interna toda la historia y dejando la puerta abierta a que si las ventas hubieran acompañado un poco más continuara la serie. Se nota que el autor ha disfrutado dibujando esta serie aunque haya escenas de acción que queden un poco deslavazadas dentro de la narración y les falte un punto de intensidad dramática.
En definitiva, un cómic entretenido pero que no sorprenderá a nadie pero que los fanáticos de Carlos Pacheco no deben dejar pasar.

domingo, 3 de febrero de 2008

Gus Arriola (1917-2008)


A través de la indispensable EntreCómics me entero de la muerte de Gus Arriola, dibujante de origen mexicano desconocido en España, pero que en Estados Unidos creó y publicó durante cuarenta y cuatro (de 1941 a 1985) años la serie “Gordo”, una tira de prensa en la que un granjero metído a guía turístico se dedicaba a mostrar a los turistas yanquis la vida en el lado pobre de la frontera. La serie gozó de bastante popularidad y se llegó a publicar en más de 270 periódicos. Arriola fue premiado dos veces con el National Cartoonist Society (1957 y 1965) y un Inkpot Award de la San Diego Comic Convention de 1981. Al parecer no ha podido superar el Parkinson que padecía desde hace años.

Si quieren saber algo más sobre este autor y dominan el inglés pìnchen aquí o aquí.

D.E.P.

viernes, 1 de febrero de 2008

El advenimiento de Leviatán…


¡¡ Felicidades M&M !!

“El olor de las especias” de Alfonso Mateo-Sagasta


Ya les he hablado en alguna ocasión aquí de Alfonso Mateo-Sagasta un autor que con “Ladrones de Tinta” me dejó con ganas de más. Así, que ni corto ni perezoso, me hice con esta, su primera novela, “El olor de las especias” que he ido devorando durante la última semana en el Metro y lo confirma, junto quizás con Antonio Cabanas ("El Ladrón de Tumbas"), como uno de los mejores autores actuales de novela histórica en España.
En “El olor de las especias”, Mateo-Sagasta nos transporta a la época del califato de Córdoba, cuando esta ciudad era la más moderna, organizada y civilizada de toda Europa frente a los atrasados, divididos y belicosos reinos cristianos de la península. Alvar, un joven villano de Castro que buscaba el amparo de su señor el conde de Castilla, Fernán González, por su participación en una algarada que terminó con la muerte de un conde leonés, se convierte, junto a sus compañeros, en una pieza más de la compleja intriga que los grandes reyes cristianos y sus señores feudales juegan para afianzar su poder, una intriga que le llevará a Córdoba, participar en un magnicidio y conocer el amor.
“El olor de las especias” es una novela que cuenta con todos los elementos que debe reunir una buena novela histórica: personajes creíbles, una trama interesante y un conocimiento de los hechos históricos exhaustivo para no caer en contradicciones que hagan que toda la estructura chirrie. En esta novela, Mateo-Sagasta demuestra que domina las convenciones del género con maestría y partiendo de su amplio conocimiento de la historia (no en vano es historiador especializado en Historia Antigua y Medieval) entrelaza personajes imaginarios con personajes reales de una manera sólida y creíble. La ambientación y caracterización es soberbia, convirtiéndose en los puntos más atractivos de la novela y sumergiéndonos de lleno en una de las épocas más interesantes de nuestra historia. La trama de intrigas en la que se ven inmersos los protagonistas, sin dejar de ser interesante, es una mera excusa para reconstruir con minucioso detalle cómo era la vida cotidiana de los distintos grupos que vivían en la Península y sus relaciones. Quizás el único pero que pueda achacársele a la historia es el final feliz que reserva al inocente protagonista en medio de los juegos de enrevesadas intrigas que, tanto árabes como cristianos, juegan entre sí
En definitiva, una novela entretenida, inteligente y de agradable lectura que si hay algún lector profesor de Historia debería proponérsela a sus alumnos para despertarles el gusanillo por el tema, ya que su lectura seguro les enganchará.

jueves, 31 de enero de 2008

Más Tricicle

Como ya les comenté antes, me quedé con ganas de más Tricicle tras ver ayer “Garrick” así que curioseando por Youtube he encontrado unos cuantos videos sacados de sus anteriores espectáculos:







Que los disfruten.

“Garrick” de Tricicle.



Desafiando a mis amígdalas que desde hace unos días van por libre, fuimos ayer a ver el último espectáculo de Tricicle, el veterano trío cómico formado por Carles Sanz, Paco Mir y Joan Gracia, que apura sus últimas representaciones en Madrid.
En este espectáculo, Tricicle homenajea a John Garrick, el popular cómico inglés del siglo XVIII cuyas obras los médicos recetaban como cura para la depresión. Partiendo de ese planteamiento, Tricicle han montado un espectáculo de una hora y media en la que la sucesión de “gags” tienen como única finalidad e interconexión entre sí la de provocar la son(risa) del espectador sin más. Nada tan sencillo y nada, por otro lado, tan complicado que, en mi opinión, los Tricicle sólo logran en parte porque si bien el espectáculo se deja ver con una sonrisa, aprovechando los actores la complicidad de un público bien predispuesto, dista mucho de lograr la carcajada (salvo contadas excepciones) que buscan. El espectáculo/conferencia de Tricicle se fundamenta en un humor sencillo y blanco, disfrutable por todos los públicos, y el grupo hace buen uso de lo aprendido a lo largo de sus 27 años de actuaciones por todo el mundo. Tricicle da buena muestra de su amplio repertorio gestual para concatenar gag tras gag en rápida sucesión, sin más apoyo en un escenario prácticamente desnudo que el uso de onomatopeyas, palabras sueltas o algún vídeo puntual.
El espectáculo se deja ver con agrado y los miembros de Tricicle se mueven con la soltura y habilidad que dan los años de experiencia aunque, en mi opinión, este espectáculo no se puede comparar en originalidad, ingenio y mala leche a los realizados por otros grupos como Imprebis e Yllana de los que ya les he comentado algo aquí y aquí. De los diferentes gags, destacaría sobre los demás los del faquir y su ayudante y el del museo, aunque estos tampoco sean excesivamente originales. El espectáculo deja con gana de más y, a pesar de su falta de frescura y a la ausencia de propuestas más arriesgadas y sorprendentes, logra su objetivo principal que no es otro que el de hacer pasar un buen rato al público, pero, eso sí, sin la brillantez de otras ocasiones.
Ya saben si se animan hasta el día 2 estarán en Madrid y el resto del calendario de la gira lo pueden consultar aquí.

miércoles, 30 de enero de 2008

“Negro Oscuro” de Mezzo&Pirus.

Los más veteranos conocerán ya la obra del tándem formado por el dibujante Victor Mezzo y el guionista Michel Pirus, porque sus obras han sido ya publicadas en España en revistas como “Viñetas” o “El Víbora” Autores con un gusto exquisito a la hora de hilvanar historias de perdedores, inadaptados y fracasados dentro de los cánones más convencionales del género negro. Autores que ha recuperado La Cúpula en una recopilación de tres álbumes (ocho historias), inéditos en España, titulada “Negro Oscuro” que ningún aficionado al género debería dejar pasar.”
Pirus sabe manejar perfectamente las convenciones del género negro asumiendo todo tipo de influencias literarias y cinematográficas, tanto de aquellos que fijaron en sus inicios sus convenciones como Hammet (“Cosecha Roja”), Chandler (“El Sueño Eterno”) ó Cain (“El cartero siempre llama dos veces”), o la de directores de cine que han renovado ambientes y roles dándole nuevos aires, como Tarantino (“Pulp Fiction”, “Reservoir Dogs”) o Synger (“Sospechosos Habituales”).
Las primeras seis historias cortas recogidas en un álbum titulado “Un mundo extraño”, cuentan historias de personas “normales” que bajo esa apariencia vulgar esconden personalidades salvajes, dispuestas a las más bárbaras soluciones para enfrentarse a las angustias de la cotidianidad: profesoras aficionadas a los “dulces”, chavales dispuestos a sacrificar a su perro por los besos de una mujer fatal o a matar a la novia de su padre para que no le eche de casa. En estas historias cortas es, además, donde Mezzo da lo mejor de sí con un dibujo en blanco y negro denso y conciso, que asume influencias tan variadas como las de Charles Burns (“Black Hole”), Frank Miller (“Sin City”) o José Múñoz (“Alack Sinner”) en la concepción de unos personajes tan deformes y monstruosos en apariencia como puede llegar a serlo su conducta. Entre estas historias cortas se encuentran las mejores de todo el libro y en las que se exploran mejor todas las posibilidades que proporciona el cómic. Me refiero a historias como “Jimmy”, en la que un periodista va interrogando a diversas personas que conocieron al difunto Jimmy para, a través de las versiones distorsionadas de cada uno de los testigos, ofrecer al lector un retrato tridimensional del personaje y las circunstancias de su muerte, ó la mejor para mi gusto “Miss Bow “, en la que desde una ingeniosa composición narrativa los autores consiguen que la historia se desarrolle desde tres puntos diferentes hasta el clímax final.
Las otras dos historias largas, “Killers” y “Mickey, Mickey”, son historias de género más que correctas
Killers” tiene claros tintes tarantinianos, una historia sobre asesinos a sueldo que deben realizar un trabajo aparentemente sencillo pero que, como no podía ser de otro modo, se acaba complicando. La fuerza de la historia radica en los diálogos aparentemente intrascendentes que marcan la narración y dosifican la tensión entre los dos ejecutores y un control excelente del ritmo narrativo y un clímax que supone la violenta realización del encargo para decrecer hacia un desenlace medido e ingenioso resuelto gráficamente de manera genial.
Y, por último, “Mickey, Mickey”, es la más floja de todas en mi opinión. Una historia sobre un atraco a un banco que sale mal. La composición y las perspectivas excesivamente forzadas para mantener la atención del lector se vuelven por momentos confusas y afectan a una historia que aunque nos han contado miles de veces, Mezzo&Pirus, intentan renovar dotándola de un punto de originalidad que aunque a mí personalmente no me acaba de convencer del todo resulta interesante y entretenida.
La edición de La Cúpula es más que correcta y el precio para los tiempos que corremos se me antoja asequible para cualquier bolsillo. Así que si son aficionados al género negro y les gusta viajar entre viñetas por el lado más sucio de la vida, no dejen pasar este cómic.

martes, 29 de enero de 2008

“Los Crímenes de Oxford” de Alex de la Iglesia.

El sábado tocó ración de cine así que tras el obligado atraco en taquilla (¡siete euros que cuesta ya la entrada!) nos decidimos por la última de Alex de la Iglesia, un director con cuyas películas anteriores cargadas de humor negro y originalidad siempre he conectado bien desde su famoso corto, “Mirindas Asesinas” y el borrón de “Acción Mutante” por medio. Sin embargo, “Los Crímenes de Oxford” no ha estado a la altura de las expectativas creadas.
Martin (Elijah Wood), es un joven matemático norteamericano que llega a Oxford para convencer al excéntrico y genial Arthur Sheldon (John Hurt) para que dirija su tesis a lo que este no parece muy dispuesto. Sin embargo, el descubrimiento por ambos de la anciana patrona de Martin y antigua amiga de Sheldon asesinada, unirá sus destinos en una investigación para intentar encontrar a su asesino. Un asesino en serie que a través de una serie matemática avisa de sus futuros crímenes los cuáles si no fuese por esos avisos pasarían desapercibidos. Sheldon y Martin se alían en una carrera contra el tiempo para desentrañar la serie del asesino, entender sus motivaciones y evitar más muertes en una investigación en la que casi todos los personajes son sospechosos.
La película de Alex de la Iglesia, basada en una novela del argentino Guillermo Martínez, tiene un arranque interesante que atrapa al espectador: una conferencia de Sheldon/Hurt en la que defiende las tesis de Wittgenstein: la filosofía está superada y no se puede alcanzar la Verdad ni siquiera por medios matemáticos, premisa que sustentará todo la trama posterior. La dupla protagonista, Hurt/Wood, queda definida y John Hurt, en un papel hecho a su medida, lanza el lazo para atrapar al espectador. Sin embargo, a pesar de ese buen arranque la película se pierde en una investigación carente de intensidad y emoción. Alex de la Iglesia juega a ser Hitchcock y olvida la primera lección: para crear suspense lo primero que hay que lograr es captar la atención del espectador y mantenerle engañado sin que se dé cuenta del engaño. Sin embargo, los cebos del guión de Alex de la Iglesia resultan demasiado burdos en una trama excesivamente previsible, con unos sospechosos demasiado falsos y evidentes, sin que logren engañar a nadie e intuyéndose demasiado pronto quién es el asesino, aunque no se conozcan sus motivaciones hasta prácticamente el final de la historia. La película traquetea irregular y desvaída hasta su predecible final en un cara a cara entre profesor y alumno en el que Hurt le da una última lección al advenedizo Wood y confirma la premisa inicial: no se puede alcanzar la Verdad ni por medios matemáticos.
La película cuenta con un excelente reparto del que Alex de la Iglesia debería haber sacado mejor partido en el que sobresale un John Hurt (“El Hombre Elefante”, Alien, el octavo pasajero”, “El Expreso de Medianoche”) siempre solvente, a gusto en el papel que le toca interpretar, y un Elijah Wood (“El Señor de los Anillos”, “Sin City”)que a mí personalmente me pone de los nervios (me pasa lo mismo con el alter ego de "Spiderman", Tobey Maguire ) dando la sensación durante toda la historia de ser un huérfano sin nadie que lo quiera (aunque su personaje en la película liga con la mirada: chica que ve, chica que seduce el bueno de Martin con su caída de ojos y su camiseta sudada),incapaz de dar la réplica a Hurt en un duelo interpretativo del que sale bastante mal parado. Probablemente, la película habría ganado en interés con una mayor aportación de la carnal Leonor Watling (“Hable con ella”) y, sobre todo, de la perturbadora Julie Cox, quien en sus escasas apariciones es la única capaz de incorporar un elemento inquietante en el ramplón y llano guión perpetrado por de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarria. Ambas hacen lo que pueden con unos personajes parcial y escasamente desarrollados.
Un pésimo desarrollo de los secundarios que en definitiva es la que lastra completamente una historia de suspense sin suspense y desvirtúa el buen trabajo que de la Iglesia realiza como realizador, dando como resultado una película irregular, deshilvanada y plana ideal para ver un sábado por la tarde tumbado en el sofá pero que no justifica gastarse siete euros en ella.
Ustedes mismos.

lunes, 28 de enero de 2008

Angoulême, mon amour.



Un año más en esa pequeña ciudad francesa ha tenido lugar el que todos consideran el mejor festival que se celebra en Europa en esto de los cómics y un año más me he quedado con las ganas de ir. Cuando era más joven, mis limitaciones económicas y lingüísticas lo hacían imposible y hoy por hoy mis condicionamientos familiares (aunque no pierdo la esperanza de convencer a mi media naranja, que a fin de cuentas es un festival en la belle France) y laborales lo siguen haciendo igual de complicado.
De los premiados no puedo entrar en muchas valoraciones porque debo confesar que desconozco la mayoría de las obras pero hay algunas que ya han sido publicadas en España como “RG” ó “Metralla”, que me llaman tanto que más pronto que tarde las verán comentados por aquí (¿“RG” se ha agotado en Madrid?. No lo encuentro en ninguna parte) También espero que de la selección oficial veamos publicados pronto en España algunos títulos con una pinta estupenda (“Crónicas Birmanas” de Guy Deslile y “Par les chemins noir” de David B. por ejemplo) aparte de los ganadores, obviamente, que doy por hecho aparecerán pronto. El Gran Premio de la Villa a Dupuy&Berberian sí que puedo opinar, premio merecidísimo y lo que extraña es que no lo hayan recibido antes siendo autores franceses.

Si quieren ver la lista completa de los Premiados pinchen aquí y si quieren darse un paseo por el Festival para ver lo que se han perdido háganlo aquí.

domingo, 27 de enero de 2008

“La Esppaña de Rajoy” y “La Eszpaña de Zapartero”, ese no es el camino




Como un capitulo más de la precampaña electoral que vivimos, han aparecido publicadas la semana pasada estas dos “joyitas” de la editorial catalana Grup 62, firmadas por plumas tan insignes como César Vidal y Enric Sopena, respectivamente.
Adelanto que no las he leído y ni pienso leerlas, porque no soporto a los autores ni sus "opiniones" en sus ámbitos habituales (televisión, radio, prensa) así que dudo mucho que pudiera asumir esta incursión alevosa en el mundo del cómic, ámbito que prefiero mantener inmaculado de su presencia perniciosa, por lo que si quieren leer un comentario sobre las obras pueden hacerlo aquí.

Sin embargo la publicación de dos obras de este tipo me provoca varias reflexiones: primero, que es saludable para el Cómic que se publiquen obras de este tipo para su incorporación como medio transmisor de ideas y generador de debate a la par que cualquier otro, (algo que cualquier aficionado y visitante habitual a la blogosfera tiene bastante asumido. Y, como muestra, un botón) pero la mayor parte de la sociedad no; segundo: que cualquier obra requiere de unos autores que conozcan el medio en que se desenvuelven para que aunque sus contenidos puedan gustar más o menos tenga un mínimo de calidad, y no, como es el caso, de “vedettes” mediáticas ni mercenarias más preocupadas en que su nombre figure bien grande en portada (¿el dibujante no cuenta o es que prefiere no figurar al lado de estos dos? ; tercero, que las ventas que puedan tener estas obras, que imagino serán importantes, no van a ayudar a atraer nuevos lectores ni a mejorar la imagen del Cómic por la mayoría de la sociedad que lo desconoce, porque, intuyo, que estos cómics están dirigidos a un público no interesado precisamente por el Cómic sino por las opiniones y valoraciones que puedan hacer estos iluminados y por la presencia de los dos principales candidatos como protagonistas, con lo que su interés terminará en el momento en que finalice la lectura de la obra.

En definitiva, que si queremos reivindicar el Cómic frente al resto de la Sociedad, obras oportunistas como estas no creo que sean el camino, independientemente de la proyección mediática que puedan tener.

viernes, 25 de enero de 2008

“Juegos de Manos” de Jason Lutes


Leer la primera novela gráfica de Jason Lutes, publicada en España por La Cúpula, es una buena manera de aproximarse a uno de los narradores gráficos más interesantes que hoy en día pululan por el cómic independiente americano y que, en el momento de su publicación, hace ya unos añitos, fue todo un descubrimiento para mí, no tanto por lo arriesgado de sus propuestas ni la espectacularidad de sus recursos, sino por la capacidad del autor de contar una historia original de un modo en que resulta imposible pensar tras su lectura que pudiera contarse de otra forma mejor.
Lutes planteó la historia como una encrucijada en la que convergen cinco personajes desesperanzados y abocados de manera directa a la depresión o el suicidio, cinco personajes en caída libre y con un futuro bastante negro que sólo en el mutuo apoyo parecen encontrar un resquicio para intentar salir adelante aunque tras su separación ninguno quede indemne ni sus heridas cicatrizadas. Los protagonistas son: Ernie, un joven mago deprimido por el recuerdo de la muerte de su hermano; Al un mago anciano escapado del hospicio con graves y progresivos problemas de memoria; Esther, la ex de Ernie, peleada con el mundo y consigo misma; Nathan, un timador sin suerte que espera dar un buen timo para dejar de vivir en el coche que comparte con su hija, Claire, quién perderá la inocencia infantil antes de tiempo. Lutes escribe un relato en la que la realidad les abofeteaeá cruelmente demostrando que ni la magia ni los finales felices existen y la ilusión sólo es un engaño.
Lutes, que, a pesar de su origen norteamericano reconoce como principales influencias a autores europeos como Hergé (ojo, al homenaje en el personaje del buhonero de la tienda de empeños) y Giardino ("Rapsodia Húngara"), hace un excelente ejercicio de planificación construyendo un cómic de corte existencialista, sobrio y contenido en la que todos sus elementos convergen para atrapar al lector desde las primeras páginas y no soltarle hasta el final, manteniéndole atrapado, tanto por el carácter coral de la obra, que permite elegir con que personaje identificarse como por la extraña fascinación que ejercen las desgracias de los protagonistas en el lector, al tiempo que se explora el lado más oscuro de la sociedad americana - tema explotado hasta la saciedad por el cine y la literatura-, dejando patente las posibilidades del Cómic como medio para hilvanar historias densas y complejas que puedan conectar con un lector adulto. Esta obsesión de Lutes por dignificar el medio y explorar al máximo sus capacidades narrativas contando historias interesantes, sin caer en el ombliguismo ni la excentricidad, sigue apreciándose en sus proyectos posteriores: la ambiciosa y excelente trilogía sobre la República de Weimar, “Berlín”, de la que Astiberri ha publicado la primera parte y anuncia la segunda para este año, y “Houdini, el Rey de las Esposas” junto al dibujante Nick Berttozzi ("El Salón"), de la que ya comenté algo por aquí.
Si todavía no han descubierto que la magia no existe y son sólo juego de manos, lean esta novela. Y si no conocen la obra de Jason Lutes no deberían dejar pasar más tiempo.

jueves, 24 de enero de 2008

Interzona, una buena iniciativa


Acabo de terminar de leer a ratos muertos el número cero de la nueva revista “Interzona”, un proyecto que quiere ser anual surgido de las IV Jornadas de Cómic de San Sebastián y su Semana de Cine Fantástico y de Terror. Una revista que reúne a lo mejorcito de las últimas generaciones de dibujantes y “divulgadores” que han surgido últimamente y están dando a conocer su obra a través de fanzines, revistas y, sobre todo, Internet, junto a otros nombres contrastados del mundillo. Tipos como Paco Alcázar, el Sr. Ausente, Chema Garcia, Jorge de Cascante, Félix Díaz, Elpablo, Mauro Entrialgo, Carlos Hart, Kano, Miguel Ángel Martín, Henán Migota, Miguel Núñez, Jorge Parras, Pepo Pérez , Sergi Puerta, David Rubin, Santiago Sequeiros, John Tones o Carlos Vermut, con Borja Crespo y Rubén Lardín de coordinadores.
La revista está excelentemente editada y presentada (con algún error en la rotulación de alguna historia a mejorar en próximas entregas), los textos sin ser rigurosos en algunos casos están bien escritos, son frescos y originales y se notan las ganas de hacerlo bien. En el apartado gráfico dejando aparte la impactante galería de ilustraciones dedicada a Hideshi Hino (“El Niño Gusano”) destacan – como en casi todas las publicaciones en las que colaboran – las historias de Carlos Vermut y David Rubín, mientras que la de Chema Garcia si bien es impactante y llena de fuerza queda coja a nivel narrativo.
El precio resulta bastante ajustado teniendo en cuenta la periodicidad anual.

Un proyecto a seguir e imitar.

Más información aquí.