Expresé algunas dudas
respecto al derrotero que estaba tomando la original “Chew” en sus útlimas entregas que el equipo formado por Jhon
Layman y Rob Guillory vienen publicando en Image y que en España edita
Planeta. Sin embargo, esta séptima entrega que recoge el arco “Manzanas
Podridas” publicado originalmente en los números 31 a 35 de la serie regular, me ha despejado las dudas y
renovado mi interés por las aventuras del agente Chu y sus cólegas.
Tras la sangrienta muerte de
Toni Chu, su hermano el agente cibópata Tony Chu ha vuelto a su puesto en la FDA con fuerzas renovadas desarticulando uno tras otras las
peligrosas amenazas terroristas de la secta de los adoradores del Huevo
embarcados en una Guerra Santa contra los Comedores de Pollo. Sin embargo, Chu ha
emprendido secretamente su propia cruzada personal para detener al Vampiro
cibópata que acabó con su hermana que se dedica a coleccionar los poderes
relacionados con la comida de otros mutados aunque ello suponga comérselos.
Mientras Chu acude a una entrevista letal con su enemigo jurado, su compañero
el cyborg Colby proseguirá su azarosa vida sentimental y acabará descubriendo
el doble juego del fugado Savoy y el agente.
Guillory y Layman vuelven por
sus fueros y construyen un elaborado y sólido guión en el el que las diversas subtramas
se entremezclan entre sí a la perfección y la historia se acelera de modo que sus
disparatadas, a veces excesivamente, premisas van encajando a la perfección para
ofrecer una de las propuestas de género más sorprendentes y originales que ha
dado el mainstream norteamericano. Y es que este thriller gastronómico funciona
mejor cuánto menos en serio nos lo tomemos y sepamos disfrutar cómo lo hacen
los autores de su irreverente dominio de las convenciones del género.
Layman ha encontrado en Guillory
el compañero perfecto para articular esta rocambolesca historia. Guillory es
capaz de dibujar eficazmente cualquier situación por pintoresca que sea con su
caricaturesco estilo y mantener a la perfección el ritmo de la narración sin
que la historia se resienta e incorporar a los diferentes y variopintos
personajes que van desfilando, a veces casi por accidente, por estas páginas.
En fin, “Chew” es un cómic
para esos que están siempre quejándose de la falta de originalidad del
mainstream aunque ello no suponga de antemano que les vaya a gustar pues se trata de una
serie no apta para todos los gustos ni todas las cabezas. Sin embargo, si se aceptan las premisas
del equipo creativo sigue resultando una de las series más sorprendentes e irreverentes que se
están publicando actualmente en el mainstream norteamericano.
2 comentarios:
Cada nuevo número de Chew me produce la misma sensación. Una mezcla entre "más difícil todavía" y, conforme avanza, abuso de la fórmula sin que la trama llegue a resolverse o haya realmente arcos argumentales cerrados. Como dices, sus premisas son tan disparatadas como excesivas, o entras al juego o no. A mí me sigue gustando, pero espero que se "calme" un poco en el futuro.
Óscar,
Yo imagino que a partir de ahora y teniendo en cuenta que la serie está programada en torno a los cincuenta números empezarán a cerrar tramas y la cosa se volverá más intensa. Ojalá no me equivoque.
Impacientes Saludos.
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