Dolmen/Aleta parece haber cogido
carrerilla en la edición de los integrales de “Invencible” y acaba de
publicar este fin de año el cuarto tomo que reúne los números 36 a 47 de la edición norteamericana que ya fueron
publicados previamente en los TPB 10 y 11 que recogían los arcos titulados “Mi
marciano favorito” y “De otro mundo” en los que un Kirkman en plena forma nos
hace disfrutar con cada capítulo al presentar las situaciones de siempre del
género con una frescura y desparpajo que las hace parecer novedosas y originales.
En estas nuevas entregas,
Mark/Invencible se encuentra sumido en un mar de incertidumbres ya que si bien
en su carrera superheroica no hay supervillano ni amenaza que se le resista, a
su identidad secreta no le va tan bien planteándose abandonar sus estudios y su
relación con Amber. Mientras la vida de Mark se complica por momentos como
Invencible tendrá que hacer frente a la invasión extraterrestre de los
calamaridos y la aparición de una nueva vultramita dispuesta a que se replantee
su papel como defensor de la Tierra.
Más allá de su originalidad, la gran cualidad de "Invencible” es la gran habilidad de Kirkman
para replantear las gastadas tramas superheroicas explotadas por las grandes
desde la Silver Age para que reluzcan de nuevo y renueven su oferta de entretenimiento
tanto para el lector que apenas conozca el género superheroico como para al
aficionado más resabiado. Para ello, Kirkman se basa en un profundo
conocimiento del género y el lenguaje del cómic, que le permite ir desarrollando
en paralelo diversas tramas, al tiempo que construye una amplia galería de
personajes secundarios a los que dota de una personalidad propia, tan o más
atractiva que del protagonista principal, y con unos diálogos vivos y
directos interconecta todo este artificio que se transforma en una compleja novela río en torno al
protagonista que llegará hasta donde él quiera.
En este volumen en concreto,
Kirkman muestra que ha aprendido de grandes guionistas como Claremont o Stern
la capacidad para mezclar en una misma historia la épica con el melodrama o
la comedia sin que en ningún caso el discurso narrativo se resienta y el lector
note que la historia se estire artificialmente. Kirkman maneja los tiempos a la
perfección e incluso sus ex machina y trucos de guionista están utilizados con tal pericia
que las partes más endebles de la historia y podrían ser objeto de la suspicacia del lector quedan hábilmente
ocultadas o directamente son contestadas por boca de alguno de los personajes.
En el aspecto gráfico, Ryan
Ottley hace tiempo que nos hizco olvidar ya al cocreador del concepto Cory Walker, y a lo largo de estos números muestra un trazo más limpio y elegante que
se refleja en sus estilizadas figuras y composiciones cada vez más
espectaculares. Ottley y Kirkman desmienten el tópico que con grandes viñetas
no pueden desarrollarse historias excesivamente complejas ofreciendo a lo largo
de esta serie tramas y personajes que no paran de crecer ni evolucionar.
En fin, aunque muchas veces
se nos olvide, obviado por otros proyectos mucho más mediáticos o por otros
guionistas que trabajan en editoriales y series que cuentan con un mayor
marketing, Robert Kirkman es actualmente el mejor guionista de superhéroes del
momento y este cuarto integral de “Invencible” no hace otra cosa que
refrendarlo.
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