ECC Ediciones sigue
recuperando sin prisa pero sin pausa en cuidadas ediciones la reciente etapa de Grant Morrison en la serie
“Batman y Robin”, que Planeta ya publicase en grapa hace un par de años, de cuyo primer tomo ya escribí algo por aquí. He
de decir que he disfrutado como un enano este puente con la relectura de esta segunda entrega, titulada “Batman contra Robín” que recoge los números 6 a 12 de la serie norteamericana, en el que queda
patente cómo progresivamente el genial
guionista escocés va perfilando su plan para el regreso de un Bruce Wayne presuntamente fallecido, al
tiempo que consolida la extraña pareja de Batman y Robin que le sustituye formada por Dick
Grayson y Damian Wayne, sacando provecho incluso de las imposiciones
editoriales como el correspondiente cruce con el megaevento que absorbió la
mayor parte de las series del universo DC hace un par de años (parece que fue
hace una década…), “La noche más oscura”.
En el primer arco, “El Caballero Más
Oscuro”, Dick Grayson viajará a Inglaterra para, ayudado por Catwoman,
Caballero y Escudero, intentar resucitar
a Bruce Wayne en una olvidada fosa de Lázaro por la que disputan los
señores del crimen londinense, mientras en “Batman contra Robin”, el recuperado
Damian volverá a asumir sus funciones como Robín aun cuando se encuentre
dividido entre su lealtad por su madre, Talia al Ghul, y su creciente afinidad
con el nuevo Batman y se pongan al descubierto los planes de control de aquella. Batman y Robin junto al misterioso Oberon
Sexton asumen la investigación de las pistas que un Bruce Wayne desde el pasado
parece haber sembrado por toda la Mansión Wayne mientras esta es asediada por un misterioso culto al
demonio murciélago Barbatos.
Dudo mucho que cualquier
otro guionista en el género superheroico fuese capaz de sacar adelante, ni mucho menos le dejarán intentarlo, una trama tan embrollada como la que ideó Morrison en su etapa
en “Batman y Robin” pero que, al mismo tiempo, fuese tan coherente en esencia con las
características del personaje. Morrison es capaz de colar con toda
naturalidad en la continuidad personajes de nuevo cuño ideados por él para una imaginada serie
sobre Caballero y Escudera (¿?) para sin solución de continuidad embarcarse una
entretenida trama detectivesca a partir del árbol genealógico de los Wayne tomando
como referentes personajes presentados y olvidados por diversos autores a lo
largo de los años. Y aunque en ocasiones sospechemos que estamos ante
la obra de un avispado que nos está tomando el pelo o de uno de esos autistas geniales poco a poco vamos
comprobando conforme avanza la lectura de la serie que el astuto Morrison tiene un plan dentro del caos que ha montado y va situando las diversas piezas en su lugar
para componer poco a poco un fresco multireferencial
y poliédrico en el que presentar todas las encarnaciones y versiones del Hombre
Murciélago a lo largo de todas estas décadas.
En el aspecto gráfico, en
este tomo Frank Quitely se limita a dibujar las portadas para dejar los
interiores a cargo de Cameron Stewart y Andy Clarke, dos dibujantes más que
correctos pero que en estos números se limitan a cumplir con las directrices de
Morrison sin destacar demasiado. Especialmente irritante me ha parecido la
versión que ambos autores ofrecen de Talia al Ghul uno de los más atractivos
personajes femeninos que pueblan el panteón batmaniaco desde los tiempos de
Neal Adams al que no son capaces de retratar adecuadamente, en mi opinión.
A pesar de ello, “Batman
contra Robín” es una lectura clave para disfrutar y entender la controvertida
labor de Morrison al frente de las colecciones de “Batman” previa al NUDC
dotando al personaje y su mundo de un riesgo autoral, dinamismo y frescura que llevábamos
tiempo echando de menos. Solo por ello merece la pena echarle un ojo.
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