Para
matar el gusanillo a la inminente publicación de “Ojo de Halcón” de David Aja
y Matt Fraction, he estado releyendo estos días los tres primeros tomos de la
edición española de Panini de “El Inmortal Puño de Hierro”, la colección que
convirtió a David Aja en un dibujante hot al que tener muy en cuenta dentro de la Marvel actual.
En
esta colección, y en concreto, en las aventuras recogidas en estos tres
primeros tomos Ed Brubaker, junto a Fraction, redefinió al personaje clásico de
los años setenta poniéndolo al día, al igual que hiciera anteriormente con
éxito con “Daredevil” y “Capitán América”, a lo largo de una serie de
entretenidas tramas en las que respetando la esencia e historia del personaje
introducía nuevos elementos que lo hacían más complejo e interesante.
Brubaker una vez más supo jugar sus bazas y
convirtió a Danny Rand, un multimillonario campeón místico de
Kung Fú de una mística ciudad perdida tibetana, en la última encarnación de una
larga tradición de campeones previos, contextualizándolo en una trama de acción,
que incorporaba al personaje a un campeonato entre ciudades celestiales que referenciados
a mitos de los adolescentes de los noventa como la serie “Dragon Ball” o el videjojuego
de lucha “Tekken”, e intriga, en torno al anterior Puño de Hierro y el padre
del actual que emparentaba directamente con los clásicos pulp con lo que haría la la delicia de los autores más veteranos. En fin, "El inmortal puño de hierro" tenía todos los elementos para ser un bombazo y lo fue.
Y es que si
la labor de los guionistas es encomiable –no sé hasta qué punto cuáles eran las
ideas de Brubaker y cuáles las de Fraction y quizás sea mejor que no se llegue
a saber- donde la serie realmente destaca es en el apartado gráfico con el
magnífico trabajo del español David Aja, dibujante que le dotó a la serie de
una impronta característica merced a su cuidado trabajo gráfico, muy superior a lo que se llevaba en la época en el mainstream e incluso algo contracorriente, ya que si la apuesta predominante es por cómics espectaculares pero más sencillos de leer, la narrativa de Aja es compleja y estudiada pero sin perder por ello ni un ápice de la espectacularidad demandada.
En
estos números, Aja deja huella palpable de su calidad con un dibujo de trazo
fino, figuras angulosas y cuidadas composiciones en las que muestra cómo ha
sabido entender e incorporar a su estilo el trabajo de grandes autores como Howard
Chaykin, Paul Gulacy, David Mazzuchelli y, sobre todo, Jim Steranko a la hora
de desarrollar un estilo propio logrando un trabajo evocador
de los clásicos mencinados pero al mismo tiempo moderno y
fácilmente identificable. Por otro lado, también es de agradecer que lejos de
acudir a modelos y recursos de dibujante familiares para el lector conocedor del género, Aja busca
dotar a sus páginas y dibujos de soluciones sorprendentes, buscando
composiciones dinámicas y perspectivas atrevidas, jugando continuamente con el ritmo de la secuenciación
de las viñetas a la hora de reflejar las escenas de acción para desarrollar trucos cercanos al lenguaje cinematográfico pero eminentemente propios del Cómic.
Además, Aja juega espectacularmente con el color del tebeo para buscar los
fuertes contrastes para dotar a su estilo de una profundidad y resaltar la atención del lector sobre determinados elementos importantes en la trama, logrando además un
detalle hiperrealista acabadísimo sin que sus personajes pierdan por ello
expresividad ni armonía. En su expresivo y cuidado uso del color
recuerda al trabajo de otros dibujantes afines a Brubaker como los Michael Lark
o Sean Phillips. Además, desde los tiempos del legendario Gene Colan no he visto un dibujante que incorporase tan bien los elementos climáticos y atmosféricos a la ambientación de sus historias.
La
impronta de Aja en la serie sobresale incluso por encima de todos los demás
dibujantes que colaboran a lo largo de estos números en distintas funciones no
logrando ninguno la atmósfera intensa y personalidad que Aja logra
convirtiéndose su labor en meros complementos más o menos mejor acabados aun
cuando entre estos colaboradores se incluyan nombres de la categoría de Howard Chaykin
o John Severin y dibujantes modernos tan interesantes como Kano o Travel
Foreman.
En
fin, a pesar de los años transcurridos (tampoco tantos), “El inmortal puño de
hierro” de Aja, Brubaker y Fraction es un ejemplo inequívoco de una fórmula para hacer cómics de superhéroes perdurables y de calidad que, haciendo honor en
este caso a su título, acaben convertidos en inmortales. Y si no, al tiempo.
3 comentarios:
He leído los tres primeros tomos de Panini, espero leerme el resto un año de estos, y me parece una genialidad.
La mezcla de serie b de Kung Fu mezclado con historias de espías y todo lo de Hidra me parece un acierto.
Yo tengo el recuerdo que no todos los dibujaba Aja y cuando no lo hacia la diferencia era tan grande ..... y cantaba tanto, como si quitan a Messi y me sacan a mí, vamos.
Yota,
A partir del cuarto tomo hay cambio de equipo creativo y ya no es lo mismo...
Anónimo,
Básicamente, sí que los dibujaba él aunque en cada número colaboraban otros dibujantes salvo contados números que dibujaban otros autores. Y sí, se nota mucho la diferencia.
Impacientes Saludos.
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