Si
hay un nombre que se asocia indefectiblemente con una etapa mítica en la larga trayectoria
del Hombre Murciélago ese es el de Neal Adams, una auténtica leyenda del cómic
cuyas aportaciones narrativas y su espectacular estilo gráfico revolucionó el
género superheroico en la década de los setenta y lo convierten en uno de los nombres claves de la llamada Silver Age. Por eso, todo aficionado
de Batman que se precie ha debido subrayar las dos miniseries que componen “Odisea” que ECC Ediciones acaba de publicar en un cuidado
volumen, ya que suponen su reencuentro con el personaje tras muchas décadas.
Batman se enfrenta una vez
más a su reto más difícil, mantener su compromiso de evitar las armas de fuego
y matar a sus enemigos, al enfrentarse a un enemigo tan letal y mortífero que
atemoriza al mismísimo Ra's al Ghul y ha
secuestrado a su hija, su amada Talia. Para salvarla, Batman junto a
sorprendentes aliados se adentrará en un mundo subterráneo inexplorado y
secreto en el que conviven
civilizaciones perdidas y animales prehistóricos en un viaje que se acaba
convirtiendo en toda una Odisea.
Si alguien esperaba un cómic
convencional, es que no conoce a Neal Adams, ya que un tipo tan inquieto y
contracorriente como él no se iba a limitar a adoptar las cuatro fórmulas del
oficio para cubrir el expediente del
encargo. No, Adams en “Odisea” da una vuelta de tuerca a los clichés del pulp
para desarrollar una aventura llena de pretensiones, loca y fantasiosa, en la
que se divierte en ir constantemente por delante de los lectores jugando con la
narración para hacer esta incómoda y errática a pesar de lo tópico y conocido
de muchos de los personajes y situaciones planteadas que gusta de forzar una y otra vez.
En ese sentido, Adams juega
a ir escondiendo sus cartas desde el principio no mostrando prácticamente hasta
la mitad de la obra cuál es el tema principal de y entreteniendo al lector con
una narración errática, llena de circunloquios y dudas y aparentemente dispersa
que pueden provocar más de un quebradero de cabeza al lector.
En el fondo no es
más que un recurso, ya que Adams,
plantea la historia como el relato que
el propio Bruce Wayne, actuando de narrador interpuesto, va explicando a un
personaje que hasta el final de la historia no conoceremos, involucrando al
lector constantemente y exigiendo de su atención constante en la historia al
romper una y otra vez la cuarta pared y jugar con la linealidad de la historia
mediante elipsis y flashbacks. Un juego difícil y enrevesado que acaba
generando confusión y no gustará a todo el mundo y obligará a más de una
relectura de la obra para poder apreciarla en su justa medida.
Adams deja buena parte de
las convenciones manidas en torno a Batman de los últimos treinta años aparcada
para aprovechar la fuerza del icono para
transformarlo en un héroe pulp protagonista de un relato más cercano a las historias
de “Doc Savage” que a lo que se supone se ha de esperar de un tebeo de Batman,
como ya hiciera en los setenta al adaptar la estética a lo Bond en sus
historias clásicas.
El autor retoma muchos de los elementos con
los que ya trabajó anteriormente a lo largo de su carrera y en su etapa en
Batman, incorporando a la historia a Ra’s al Ghul, Talia o Man Bat (por no
hablar de la mayor parte del panteón de villanos locos) o introducir personajes
a los que diera esplendor en su propia cabecera como Deadman y situando la
historia en el marco de un mundo perdido que recuerda poderosamente a la Tierra
Salvaje de sus tiempos en “La Patrulla X”.
En el aspecto gráfico, Adams
se encarga del dibujo a lápiz siendo entintado en los disntintos capítulos por artistas de la valía de Bill Sienkiewicz,
Michael Golden, Arthur Adams, Scott Williams, Kevin Nowlan o Paul Neary. En
este apartado, se puede decir que Adams realiza una vez más un trabajo soberbio
demostrando su enorme talento para el dibujo realista, situándose como un continuador
aventajado de los Foster y Raymond.
Adams demuestra su domino
absoluto del universo batmaíaco y de la anatomía humana dibujando a los
personajes en los más increíbles escorzos con inigualable soltura con lo que
este tebeo debería ser materia de estudio para cualquiera que quiera aprender
cómo dibujar a Batman. Quizás el único pero que se le pueda poner a la obra en
este apartado es el coloreado digital de estudio que le da un tono frío e
impersonal que contrasta con el virtuoso y detallado dibujo del artista.
En fin, “Batman: Odisea” es
un cómic difícil y contracorriente alejado del cómic de superhéroes al uso aun
cuando nunca desmienta e incluso reivindique su condición de obra adscrita a este género que
sospecho no gustará a la mayoría e incluso recibirá duras críticas. Sin
embargo, más allá de las filias y fobias que está llamada a despertar, es una
obra que refuerza la validez del género para las grandes historias y la
experimentación, desmintiendo los manidos mantras en torno a que dentro del
mainstream no hay cabida para la experimentación, la libertad creativa o que
los personajes icónicos están acabados. Solo hace falta que los creadores se atrevan (o los editores les
dejen, que esa es otra)…O llamarse Neal Adams, claro.
6 comentarios:
Tal como lo cuentas parece que te ha aburrido mogollón...
Pues creo que primera crítica positiva de este cómic...
Es una asignatura pendiente que tengo. Pero si me lo recomiendas, allá iré a hacerme con él. De tu criterio me fio :)
Ákbarr,
¿Tú crees? Es como si Walter Hill hciera un "Pulp Fiction" imitando a Dreyer.
Cuesta cogerle el tranquillo pero un tebeo con cosas interesantes y destacables. En unos años, obra de culto.
Anónimo,
Es más fácil ser negativo que positivo. Ahora Adams no podrá hacer la de Van Gaal.
Cinemagnific,
No, yo no recomiendo nada. Yo os cuento lo que a mí me parece lo que leo y luego que cada cuál, busque, compare y en función a su criterio y circunstancias haga lo que quiera.
Impacientes Saludos.
A mí me ha dejado descolocado. Adoro al Neal Adams de los 70, me parece una referencia ineludible y tengo los volúmenes con los que Planeta recopiló toda su obra como un auténtico tesoro. En 'Odisea' hay cosas que me encantan y otras que me parecen una absoluta locura. No sé, quizás tengas razón y mejore con tiempo y relecturas.
Juan,
Es que precisamente es lo que pretende Adams. Descolocar. Por eso digo que es una obra experimental y, desde luego, arriesgada.
Impacientes Saludos.
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