Acaba de publicar Planeta el primer
recopilatorio con los primeros siete números del penúltimo proyecto de Robert
Kirkman dentro de su flamante sello editorial de Image,
Skybound, del que se acredita únicamente como autor del argumento para que otro,
en este caso Nick Spencer, finalice el guión. Más allá del tirón que tiene su
carismática firma, uno no entiende porque esa necesidad de ensalzar tanto un
cómic correcto y convencional que más allá de su buena factura no aporta nada
al género al que pertenece salvo buenas dosis de entretenimiento.
Conrad Paulson, también
conocido como Redmond, es un ladrón de guante blanco de esos que siempre van un
par de pasos por delante de todo el mundo (de los polis, de su mujer, de su
hijo, de sus socios, de sus clientes…) y que, como tantos avezados
profesionales, es de lo mejorcito en su profesión pero un negado para las demás
facetas de su vida. Visto el panorama, Redmond pretende dar un giro a su vida y
abandonar su vida de crímenes para intentar recuperar a su mujer aunque ello le
cueste la enemistad de sus compinches. Sin embargo, cuando el inútil de su hijo
que ha intentado emularle en su carrera criminal es detenido por la policía, el
hábil Redmond tendrá que hilvanar un arriesgado plan criminal para salvar a su
chaval al tiempo que él y sus colegas salgan de rositas.
Kirkman y Spencer construyen
una estupenda historia de ladrones evocadora sin ningún pudor de los clásicos
cinematográficos del género -desde los
más antiguos hasta los más modernos- obviando cualquier tipo de atisbo de
originalidad para moverse como peces en el agua en sus convenciones, dejando
constancia que saben perfectamente de lo que escriben. Si la historia de
original tiene poco, lo que le aporta frescura e interés es su cuidada y moderna
construcción que adapta en la medida de lo posible la narración en viñetas a los recursos de películas como "Ocean's Twelve" o "Snatch: Cerdos y Diamantes". Para ello, utilizan una exigente composición de cuatro viñetas
por página y abundan en las elipsis y flashbacks para aportar dinamismo a la trama y
mantener enganchado al lector desde la primera a la última página.
En el aspecto gráfico, Shawn
Martinbrough, realiza un trabajo interesante adaptando su estilo a la sobriedad
de la historia y la estética noir implantada por autores como Sean Phillips y
Eduardo Risso, aunque sin llegar a la altura de estos, pero cumpliendo con
oficio y mostrando su buen hacer como narrador para dar siempre con la mejor
opción para mantener la claridad de la historia dentro de la forzada estructura
ideada por los guionistas.
En fin “Ladrón de Ladrones”
es agradecido entretenimiento para todos los públicos y no me extraña que ya se
esté preparando una serie de televisión. Éxito asegurado.
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