Cuando yo era más pequeño de
lo que soy ahora, perdía alegremente mi, por entonces abundante, tiempo de ocio
leyendo revistas como “Micromanía” con la que me ponía al día en lo último
sobre juegos para mi flamante Spectrum y aprendía de una manera natural
conceptos tan intrigantes como jugabilidad o adictividad. Ahora que los años
han pasado por encima de mí y de mi ocio, he perdido la pista del Sepctrum y apenas juego con
el ordenador o la consola; sin embargo, la lectura del último cómic de José
Domingo “Las Aventuras de un oficinista japonés” me ha hecho recordar esos baremos
de jugabilidad y adictividad, aparentemente ajenos al cómic y sencillos pero que realmente
encierran una enorme complejidad, a la hora de valorarlo.
Y es que Domingo, hasta que
alguien nos sorprenda pasado mañana, nos ofrece no solo uno de los cómics más innovadores formalmente de los
últimos tiempos sino que además lejos de enrocarse en una temática ombliguista
y aburrida de autor iluminado lo hace mediante una historia referencial, sí, pero imaginativa, amena
y divertida no exenta por ello de interpretaciones más profundas.
El título es el mejor
resumen del cómic. Tras salir de su trabajo para ir a casa, un anónimo
oficinista japonés vive las más surrealistas peripecias cruzándose por el
camino con serial killers, alienígenas, sectas demoníacas, monstruos, yakuzas,
yetis y todo tipo de fauna de derribo
que intentará por todos los medios que
no alcance su destino.
José Domingo formado en los
fanzines, las revistas y el mundo de la animación, desarrolla en la que es su
obra más ambiciosa hasta la fecha, un
cómic transversal que rememora la atmósfera de los videojuegos de
plataformas y se nutre referencialmente de lo más granado de los géneros populares
pasados por el personal punto de vista del autor en una novedosa revisitación posmoderna a clásicos como "La Odisea" , "Los Viajes de Gulliver" o "Alicia en el país de las Maravillas". En manos de cualquier otro
menos dotado, “Las aventuras de un oficinista japonés” estaría llamado al
fracaso más bochornoso pero mucho ha llovido de su primera y fallida (en mi opinión) primera obra larga, “Cuimhne”, y aquí Domingo se nos presenta como un autor evolucionado, más maduro y rico en recursos.
Domingo basa su obra en un cuidadoso estudio de la
narración gráfica que le permite sacar partido a las limitaciones autoimpuestas
a su propuesta, apostando por la casi completa ausencia de texto, una exigente
composición de dos por dos viñetas por página y una única y parca perspectiva isométrica.
A partir de esos límites objetivos que se convierten en toda una declaración de
intenciones en favor del potencial del medio, se desata la imaginación del autor que
nos sorprende viñeta a viñeta, página a página, con sus sorprendentes
interpretaciones de los más variopintos elementos, usando como principal vehículo al
minúsculo personaje protagonista alrededor del cuál se desarrollan las más
curiosas situaciones, todo elaborado mediante un bonito dibujo naif y claro que da al
tratamiento del color como recurso narrativo y secuencial una importancia
capital y un ritmo narrativo que recuerda el scroll –desplazamiento- de los
antiguos videojuegos pero que no impide demorarse en los mil y un detalles que
se esconden en cada viñeta.
Quizás el principal
referente de Domingo sea “Bardim El Superrealista” de Max, pero el autor no se
reduce a la imitación sino que saca partido
de los hallazgos de aquel y otros muchos (Chris Ware, Dave Cooper, Jim Woodring,
Jason y desandando el caminito hasta los clásicos) para ensamblar su propia
obra, un experimento divertido que crece ante el lector hasta convertirse en un tebeo redondo, accesible
para todos los públicos y que bajo su sencillez aparente esconde un minucioso
estudio de los principios básicos de la narración gráfica que gustará a todo el mundo.
En definitiva, “Las aventuras
de un oficinista japonés” – editado primorosamente por Bang Ediciones- es una
buena noticia para el cómic patrio y nos devuelve a un autor que a lo largo de
los años ha aprendido, evolucionado y
madurado en su oficio apostando por el riesgo y la originalidad frente al
conservadurismo y los tópicos. Ojalá alguien haga un videojuego de este tebeo... Yo, por si acaso, ya me pongo a desempolvar
el Spectrum.
2 comentarios:
Un tebeo precioso, en contenido y continente.
Jose Manuel,
Bienvenido. Coincido.
Impacientes Saludos.
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