“Los Muertos Vivientes: Demasiado Lejos”, de Robert Kirkman y Charlie Adlard.

Llegamos a la decimotercera entrega de la edición planetoide de “Los Muertos Vivientes” con “Demasiado Lejos” (la mitad de la veces no entiendo la elección los crípticos títulos de estos prestigios, corto que es uno), en el que se recogen los números 73 a 78 de la serie norteamericana y casi se pone al día con la yanqui que va por el ochenta y pocos.

¿Lo mejor que se puede decir de la nueva entrega? Que Kirkman mantiene intacta su capacidad para mantener interesado al personal, aun cuando la mayor parte del tiempo aparentemente no pasen grandes sucesos, aunque sí que pasen muchas pequeñas interesantes. En esta nueva entrega, el grupo liderado por Rick intenta integrarse con desigual fortuna a su nueva vida en el nuevo refugio que han encontrado a las afueras de Washington. Sin embargo, su adaptación no resultará fácil ya que aunque sus experiencias con los zombis les convierten pronto en valiosos miembros de la nueva sociedad, sus traumas y expeditivos métodos provocarán nuevos roces con los residentes que acabarán ocasionando más de un problema. En “Demasiado lejos”, Kirkman vuelve a dejar a un lado a los titulares de la serie, los zombis, que cada vez tienen un rol más secundario –salvo como desatascadores cuando Kirkman llega a un callejón sin salida en sus tramas- para darle un sesgo más dramático y menos gore a la historia en un nuevo subgénero o subsubgénero, si me permitís el palabro, que podríamos denominar "costumbrismo zombi", profundizando en la inestabilidad de Rick a quién la obsesión por su seguridad y la de su familia (su hijo y su grupo) le llevará a tomar decisiones erradas, sembrando dudas entre el resto de los supervivientes sobre su cordura, al tiempo que describe el día y día y las costumbres de la nueva sociedad.

Como viene siendo habitual, Kikman se muestra como un hábil e inteligente retratista de los perfiles psicológicos de los personajes basando en el estudio y desarrollo de sus reacciones su principal interés en la serie aun cuando reserve a los lectores giros y sorpresas que esconde con habilidad hasta el último momento para mantener el suspense hasta la resolución de los pequeños conflictos que va planteando aun cuando a grandes rasgos en la serie no se produzcan novedades reseñables, disimulando pequeñas contradicciones y el estiramiento de la trama que no molesta excesivamente todavía aunque confirme mi sospecha acerca del agotamiento de una historia y un autor que llevan muchos años ofreciéndonos buenos ratos. En el aspecto gráfico, pocas novedades bajo el sol. Charlie Adlard dibuja con el piloto automático y sus tics me resultan bastante irritantes y poco justificables, sobre todo contando con la colaboración de Cliff Rathburn para los grises que, en teoría, debería permitirle trabajar más desahogado respecto a los plazos de entrega.



Adlard es un narrador correcto pero que abusa de viñetas repetitivas y personajes de escasa expresividad que merman la calidad de la historia y le restan la posibilidad de ofrecer mayores matices a los buenos guiones planteados por Kirkman.



En definitiva, “Demasiado lejos” mantiene el nivel y no desmerece lo anterior, confirmando a “Los Muertos Vivientes” como uno de los más entretenidos tebeos mainstream del momento aunque quizás (vaya, acabo de entender el titulo), Kirkman esté llevando demasiado lejos el estiramiento de una serie que empieza a acusar el paso de los números. ¿Qué pensáis vosotros?