viernes, 18 de junio de 2010

“Pluto 7”, de Naoki Urasawa.

Penúltima entrega publicada por Planeta del monumental homenaje que Urasawa está rindiendo a Osamu Tezuka y su “Astro Boy”. Y es que las obras que leemos en la infancia nos persiguen y obsesionan a lo largo de toda nuestra vida para contribuir a conformar nuestra identidad y, como en el caso del japonés, podemos acabar contribuyendo a mantener su vigencia ante las nuevas generaciones enriqueciéndolas con nuevas referencias y reflexiones.

En la séptima entrega, de las sombras aparecen los monstruos que en números anteriores han ido acabando uno a uno con los róbots más sofisticados del planeta. En esta ocasión, el objetivo es Epsilón, el poderoso robot pacifista y objetor de conciencia quien ha de afrontar su destino y defenderse de Pluto, el instrumento de la venganza de su creador.

Urasawa continua brillando a gran nivel en este thriller futurista en el que deja constantes y sutiles perlas para la reflexión sin renunciar por ello al entretenimiento ni a los simbolismos a través de una historia protagonizada por unos robots que gozan de una mayor humanidad que sus creadores humanos. Quizás en esta ocasión, el tomo abuse un tanto del melodrama para mi gusto en comparación con anteriores entregas más contenidas en las que primaba la investigación y el misterio, pero el autor desvela la mayor parte de los enigmas pendientes aclarando los comportamientos de los principales personajes de la obra en una historia en la que mas allá de planteamientos maniqueos sólo hay víctimas. El protagonista principal de este tomo, Epsilon, adquiere una dimensión desconocida en un róbot y Urasawa retrata caracteriza con mucha habilidad todo el potencial de un personaje que me atrevería a considerar inspirado en el mismo Jesucristo.

Sólo cabe esperar ya que en la octava entrega Urasawa concluya la obra con la calidad mostrada hasta el momento para encumbrar “Pluto” a la altura de lo mejor de la producción del autor japonés. Esperemos que no nos decepcione aun cuando el viaje continúe valiendo la pena.

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