martes, 9 de marzo de 2010

“El hijo del ogro”, de Grègory Mardon



La Edad Media…Más allá de la imagen glamourosa y caballeresca que nos ofrecieron algunas películas del gran Hollywood fue una época tenebrosa y oscura en la que la vida humana valía poco y uno al amanecer de un nuevo día no sabía si iba a llegar a ver anochecer presa de una enfermedad, de la rapiña de la mesnada de turno o deslomado trabajando para un señor feudal con derechos de vida y muerte sobre sus siervos. Ese componente siniestro es el que aprovecha el interesante Grègory Mardon para situar esta fábula moralizante y oscura exquisitamente editada por La Cúpula hace ya unos meses.

Bènoit es un jovencito sin padre que lleva una vida cómoda junto a su madre en un pequeño reino desconocido. Bènoit siente una especial fascinación por la muerte por eso esta obsesionado por la figura del verdugo del reino, un coloso encapuchado con fama de ogro que vive fuera del recinto amurallado. Bènoit espía a su héroe y descubre un secreto que pone en jaque tanto su vida como la de su madre y tomará una serie de decisiones equivocadas que marcarán su existencia a partir de ese momento. Si quieren saber más tendrán que leer el tebeo.

Grègory Mardon utiliza la Edad Media como escenario en el que desarrollar una historia sencilla que, a pesar de su simplicidad argumental y estilística, encierra una lectura más compleja y adulta de lo que podría esperarse sobre cómo las decisiones precipitadas pueden marcar el sino de una vida y atormentarnos para siempre.

Mardon organiza la historia en tres capítulos que muestran la evolución del personaje protagonista, Bènoit, un joven traumatizado victima de su curiosidad y de los tiempos oscuros que le ha tocado vivir. El autor utiliza un estilo naif que proporciona a la historia un tono inocente que contrasta con la crueldad y la rudeza de los hechos narrados, sólo explicables en el contexto de la oscura Edad Media reflejada hábilmente por Mardon con un estilo a medio camino entre el realismo y la caricatura y tomando como referentes principales obras como “Castle Waiting”, de Linda Medley o las composiciones de David B para desarrollar un dibujo expresionista y tenebroso que casa bien con un desarrollo quizás en exceso esquemático.

Con todo, Mardon logra contar la historia que quiere de manera entretenida, sencilla y ordenada, manteniendo en todo momento el tono de cuento infantil y dirigiendo al lector a través de las vicisitudes del joven protagonista más allá que en algún momento se eche en falta una mayor hondura en la descripción de algunos de los personajes que aparecen a lo largo de la historia y que podrían haber dotado a la obra una mayor complejidad.

Con todo, “El hijo del ogro” es un tebeo atractivo en su simplicidad que atrapará por igual tanto a aquellos que buscan una lectura sencilla como los que busquen un significado más profundo en la obra.

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