viernes, 23 de octubre de 2009

“El juego de la luna” de Enrique Bonet y José Luis Munuera.

Como bien señala Álex Romero en el prólogo a la edición española de “El juego de la Luna”, la última obra de Enrique Bonet y José Luis Munuera que acaba de publicar espléndidamente la editorial Astiberri, los cuentos populares esconden bajo su apariencia de pasatiempo infantil una función más oscura como medio para que los niños aprendan a enfrentar los miedos y los códigos y conductas de los que han de valerse en su vida adulta. Forman parte de ese paso a la madurez que suele asociarse con la perdida de la inocencia y que muchas veces va unido a un hecho que nos traumatizó y del que muchos huyen el resto de sus vidas por miedo afrontar sus consecuencias. Bonet y Munuera en “El juego de la luna” han sabido captar esa connotación siniestra de los cuentos y su obra, bajo la apariencia amable de los lápices de Munuera, esconde muchos de esos miedos bajo una forma dramática, triste y hermosa como sólo los cuentos infantiles pueden asumir.

En el pequeño pueblo de Aldea, se organiza una noche de luna llena un aparente juego inocente para los chicos. El extraño y astuto Narizón ofrece un maravilloso colgante a aquél que le traiga más babosas para su ama. El colgante está escondido en lo profundo del bosque y Narizón irá ofreciendo pistas de su paradero a aquéllos que más babosas lleven. Por diferentes motivos, Lambrijo y Rufo compiten por el colgante y por el amor de Artemisa, la niña más guapa del pueblo, pero el juego acaba en tragedia y la comunión que existía entre Artemisa y la Luna se rompe. Pasados los años, Aldea permanece sojuzgada por el malvado Rufo y sus secuaces, que la mantienen aislada a extraños pero cuándo aparece el misterioso e inmortal buhonero Maravillas a reencontrarse con su antigua amada, Lambrijo ve la oportunidad de intentar sanar a su gran amor, Artemisa, y, de paso, liberar de una vez Aldea del brutal Rufo. ¿Logrará Lambrijo su objetivo o perecerá en el intento?¿Superará Artemisa su pena?¿Y encontrará Maravillas a su antiguo amor? Tendrán que leer el tebeo para enterarse.

Bonet ha sabido amalgamar las enseñanzas de los grandes cuentistas clásicos y los elementos arquetípicos de los cuentos para componer una historia recomendable para cualquier lector, independientemente de su edad, sin obviar por ello otras posibles referencias más veladas que podrían llevarnos desde el teatro de Casona, al romanticismo fantasmagórico de Bécquer. La historia, dividida en dos partes, se estructura en torno a una enorme elipsis hábilmente introducida por un narrador interpuesto que abre y cierra la historia. Los personajes están perfectamente definidos y todos cumplen su función para que el conjunto funcione a la perfección, encontrando la justificación de todos los personajes motivaciones más profundas a las aparentes y que van quedando reveladas conforme avanza una historia soberbiamente ilustrada por José Luis Munuera.

Y es que, señores y señoras, y esto son palabras mayores, estamos ante la mejor obra del murciano José Luis Munuera hasta la fecha, que liberado de las cargas de sus anteriores trabajos mucho más comerciales, nos deleita con su obra más personal y ambiciosa en la que se muestra como un autor virtuoso y exquisito. Munuera, un autor forjado en la animación y en la línea clara francobelga ha sabido seguir la estela del gran Franquin, y se muestra como un estupendo narrador gráfico en esta historia cargada de detalles y símbolos, inspirada en una pequeña obra anterior de Bonet que él mismo tuvo que autoeditar, y que bajo la inocencia aparente del cuento infantil y la apariencia amable de los personajes ideados por el dibujante, esconde una enseñanza dramática sobre la perdida, la culpa y los estragos que el tiempo ocasiona en las personas.

Munuera se muestra como un narrador sabio jugando con la composición de página para guiar al espectador por los meandros de una historia fascinante en la que el lector se demorará disfrutando de la maestría del dibujante que a través de un magnífico tratamiento de la aguada idea bosques ignotos y neblinosos iluminados únicamente por la luz de la Luna, elemento omnipresente durante la primera parte del cuento, en los que se esconden los monstruos del inconsciente infantil. Munuera convierte cada viñeta en una obra de arte, logrando mediante el tratamiento de grises, una soberbia ambientación de la historia y de los personajes así como recrear las distintas ambientaciones de un entorno rural, cerrado y medieval, otorgando como única concesión al color, la caperuza roja de la protagonista que más allá del homenaje evidente al personaje de Perrault, se convierte en un elemento compositivo con el que el dibujante cierra la historia.

En definitiva, estamos ante uno de los tebeos del año, soberbiamente editado por Astiberri en un formato que permite disfrutar plenamente del dibujo de Munuera y que hace justicia a su buen hacer. No esperen más y regálenselo.

El blog de la obra, en francés, aquí.
Los de los autores, en español, aquí y aquí.

3 comentarios:

dennel dijo...

Yo no soy tan magnánimo como la blogosfera, me da la impresión de que por gastar ese tour de force gráfico se hacen muchos esfuerzos por justificar un guión sobadísimo y con un target de edad alarmantemente bajo.

Angux dijo...

Sin embargo a mi si me ha parecido original.
Es cierto que cuenta con partes escuchadas o leídas en otros cuentos, es igualmente cierto que los personajes nos pueden recordar a los de otras historias. Y esto lo utilizan los autores para, sin embargo, hacer una historia nueva. Le dan su toque, sus pinceladas. Utilizan ingredientes conocidos para cocinar algo nuevo y original. y con un gusto exquisito.

Te ganas un enlace PAblo ;)

PAblo dijo...

Dennel,

En mi opinión, el guión está bastante currado para que todo quedé justificado y lo del target de edad es relativo. Yo he sacado una moraleja "adulta" a la historia aunque tengo claro que es un tebeo que a los peques les encantará.

Angux,

Gracias por el enlace. De acuerdo con tu opinión.

Impacientes Saludos.