miércoles, 27 de febrero de 2008

¡Vergüenza!


¡Una, dos, tres, cuatro…Hagan juego, señores!
Tristemente, ayer se batió el record de mujeres asesinadas por sus parejas en una orgía de sangre, drama y celos que se extendió por el país.
¡Hagan juego señores maltratadores! Porque este problema parece, que en lugar de encontrarle solución, se va agravando día a día y ya no se sabe si el difundir este tipo de tragedias no hace más que dar pie a que algún deportivo cavernícola esté dispuesto a batir tan triste marca en competencia directa con sus predecesores.
Cualitativamente, ninguna de estas víctimas es mejor que las mujeres que murieron la semana pasada, el año pasado o hace diez años, pero sólo el punto cuantitativo de la noticia ha hecho que los medios vuelvan a poner el grito en el cielo, que los inútiles dirigentes y candidatos de siempre busquen arañar votos, en su mediocre oportunismo, con medidas que nunca llegarán a tiempo, y que, en unos días, los dramas particulares que tuvieron tan triste desenlace se olviden en medio de la vorágine informativa hasta la próxima en un encogimiento de hombros colectivo de la que dicen que somos la “octava potencia mundial”.
Y, mientras tanto, los cavernícolas y los enfermos seguirán matando porque, total, les sale barato y como en el fondo la mujer es suya no hacen más que devolver la mercancía usada que, eso sí, el respeto a la propiedad privada nadie lo discute.
Lo siento, no puedo entenderlos. Ni desde mi racionalidad ni desde mi emotividad puedo entender a unos hombres –por llamarles algo- que maltratan y ejecutan a mujeres que, en algún momento, cercano o lejano, de sus miserables vidas amaron, desearon y con las que compartieron proyectos comunes.
Me avergüenzo de ellos y me avergüenzo de todos nosotros que no hacemos lo suficiente para que estas tragedias no se repitan día sí, día también.

¡Haced juego, malnacidos, pero con vuestros enfermizos sesos!
La noticia aquí y aquí.

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