lunes, 8 de octubre de 2007

“Misterioso asesinato en Manhattan” de Allen a San Francisco.



La traslación al teatro de una obra que nació siendo película resulta cuanto menos peliaguda porque a pesar de sus afinidades nos encontramos ante dos medios con lenguajes propios y, en ocasiones, divergentes. Esto se hace patente en el montaje que actualmente se está representando en el Teatro Maravillas (Madrid) de “Misterioso Asesinato en Manhattan”, la adaptación al teatro de la genial película de Woody Allen a través de un montaje de Francisco Vidal, que cuenta con Quique San Francisco y Beatriz Santana como protagonistas en los papeles de Larry y Carol, Maria Jesús Hoyos y Mario Martín, en los papeles de los señores House, y Rául Cimas y Cristina Solá como Mark y Marcia. La obra funciona y resulta entretenida gracias a la fidelidad de Vidal a los textos originales del ingenioso Woody Allen, que en la película de 1993 realizó una de sus más inteligentes obras conjugando ironía y humor en un personalísimo acercamiento al género del suspense y las historias de detectives a lo Agatha Christie. El montaje que nos ocupa, a lo largo de sus noventa minutos de duración, avanza a un ritmo frenético en un escenario dividido en dos mitades que representan básicamente las casas de los House y la de Larry y Carol, desarrollándose la mayor parte de la trama en esta última con lo que durante la mayor parte de la obra más de la mitad del escenario queda desaprovechado. El ritmo, más acelerado que en la película original, no da tregua al espectador que casi sin tiempo para sentarse se ve inmerso en medio del asesinato de la señora House y la caótica y divertida investigación en la que Carol embauca a sus amigos Mark y Marcia y al calzonazos de Larry. Sin duda, el de Larry es el más complicado de todos los personajes a representar puesto que es en el que recae todo el peso de la obra, un personaje diseñado a la medida de Allen, que lo interpretó en la película y que en teatro precisaba de una interpretación lo más alejada posible del genio neoyorkino para evitar la imitación del singular Woody. La elección de Enrique San Francisco, en este sentido, resulta de lo más acertada demostrando su capacidad para arrancar las risas de los espectadores (que en el fondo es de lo que se trata) y hacer suyo al personaje, aunque imagino que a muchos como yo la sombra de Allen les resultará muy alargada. En definitiva, se trata de un montaje divertido que hará reír a todos aunque probablemente sea recomendable no haber visto la película para no caer en la odiosa comparación. Si la vieron, intenten no comparar y déjense llevar por la gracia del texto de Allen y la correcta interpretación de los actores que, recuerden, siempre será más meritoria que la cinematográfica, a pesar de lo incómodo de las butacas del Maravillas (¿Cómo en un teatro tan recientemente remodelado ponen unas butacas así?) que pueden provocar más de una lumbalgia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Partiendo de la base de que no existe comparación posible entre una película y una obra de teatro, esta obra tiene todo lo necesario para resultar impecable ya se valore por si misma o como adaptación de la película del mismo nombre.

Si tenemos en cuenta la obra en sí misma encontramos un guión ingenioso, un buen montaje y una interpretación brillante, con un Quique San Francisco espectacular y bien acompañado por el resto de actores que favorecen su lucimiento.

Como adaptación resulta fiel al texto original y el ritmo más acelerado que en la película (lógico por las diferencias insalvables entre cine y teatro)imprime a la obra, aún mas si cabe, el carácter frenetico, hilarante y desquiciado de su creador.

Resumiendo: "Desternillante"

Si os gusta Woody Allen no la dejeis pasar, merece la pena.

Besitos

PAblo dijo...

Cierto que el resto de los actores están para el lucimiento de San Francisco, por otro lado inevitable, pero a mi sí me pareció que estaban un poco acelerados...

De todos modos, la obra es muy divertida.

Besitos.

PAblo dijo...

Cierto que el resto de los actores están para el lucimiento de San Francisco, por otro lado inevitable, pero a mi sí me pareció que estaban un poco acelerados...

De todos modos, la obra es muy divertida.

Besitos.