
El cine patrio tan escaso de mordiente en muchas ocasiones para atraer público por la calidad de sus tramas gusta para suplir esta carencia incorporando a actores que han demostrado su tirón mediático en la televisión. Una vez más esta situación se repite en “El club de los suicidas”, la última película de Roberto Santiago (“Hombres felices”, “El penalti más largo del mundo”) y su protagonista, Fernando Tejero, archiconocido por la comedia “Aquí no hay quién viva”.
Probablemente, “El club de los suicidas” tiene más cualidades para atraer al espectador más allá del tirón de su protagonista. Una comedia negra razonablemente divertida en la que un grupo de desgraciados que acuden a una terapia de la seguridad social para eliminar sus tendencias suicidas deciden pasar de la terapia y siguiendo, el modelo del relato de Stevenson de mismo título, ayudarse unos a otros a suicidarse. La cosa va funcionando mal que bien hasta que Antonio, el personaje encarnado por Tejero, se enamora de Ana, interpretado por Lucia Jiménez.
“El Club de los suicidas” es una película que se deja ver y ayuda a pasar el rato con algunos momentos cómicos realmente graciosos (generalmente aquellos en los que aparece el chino) hecha a mayor gloria de Fernando Tejero, un actor del que ya todos conocemos sus registros cómicos y que en esta película no incorpora nada nuevo a lo ya conocido y, en muchas ocasiones, resulta redundante, por lo que hubiese sido más interesante haber dado mayor cancha a personajes secundarios que hacen que la trama, escasamente planificada y con algunos gags no excesivamente originales pero eficaces, funcione. En este sentido, hay que destacar la labor de los excelentes Luis Callejo, Juanma Cifuentes y Cristina Alcázar, actores con una “vis cómica” impresionante y que nos hacen confiar en que la gran tradición de cómicos en nuestro país tiene mimbres para continuar. De Lucía Jiménez hay que decir que está bastante correcta en su papel de guapa de la película y a Tejero hay que recomendarle que busque papeles en un registro diferente - ¿por qué no probar con un papel dramático? - si quiere evolucionar en su carrera como actor que como Benito – perdón, Antonio, en este caso – ya está muy visto. Ah, a los que no les guste la película y piensen salir de la Sala antes de tiempo aconsejarles que no lo hagan porque el mejor chiste se encuentra al final. Así que, ya saben, ármense de paciencia.
Probablemente, “El club de los suicidas” tiene más cualidades para atraer al espectador más allá del tirón de su protagonista. Una comedia negra razonablemente divertida en la que un grupo de desgraciados que acuden a una terapia de la seguridad social para eliminar sus tendencias suicidas deciden pasar de la terapia y siguiendo, el modelo del relato de Stevenson de mismo título, ayudarse unos a otros a suicidarse. La cosa va funcionando mal que bien hasta que Antonio, el personaje encarnado por Tejero, se enamora de Ana, interpretado por Lucia Jiménez.
“El Club de los suicidas” es una película que se deja ver y ayuda a pasar el rato con algunos momentos cómicos realmente graciosos (generalmente aquellos en los que aparece el chino) hecha a mayor gloria de Fernando Tejero, un actor del que ya todos conocemos sus registros cómicos y que en esta película no incorpora nada nuevo a lo ya conocido y, en muchas ocasiones, resulta redundante, por lo que hubiese sido más interesante haber dado mayor cancha a personajes secundarios que hacen que la trama, escasamente planificada y con algunos gags no excesivamente originales pero eficaces, funcione. En este sentido, hay que destacar la labor de los excelentes Luis Callejo, Juanma Cifuentes y Cristina Alcázar, actores con una “vis cómica” impresionante y que nos hacen confiar en que la gran tradición de cómicos en nuestro país tiene mimbres para continuar. De Lucía Jiménez hay que decir que está bastante correcta en su papel de guapa de la película y a Tejero hay que recomendarle que busque papeles en un registro diferente - ¿por qué no probar con un papel dramático? - si quiere evolucionar en su carrera como actor que como Benito – perdón, Antonio, en este caso – ya está muy visto. Ah, a los que no les guste la película y piensen salir de la Sala antes de tiempo aconsejarles que no lo hagan porque el mejor chiste se encuentra al final. Así que, ya saben, ármense de paciencia.