jueves, 4 de marzo de 2010

“Pluto 5”, de Naoki Urasawa.

No hay quinto malo, dicen, y eso parece confirmar la quinta parte de “Pluto”, la última obra de Urasawa publicada en España y que, de momento y con el permiso del “Dr. Slump”, la serie regular que sigo con mayor interés.

En esta nueva entrega, aparentemente la trama protagonizada por Haas y Gesitch llega a su clímax enterándonos por fin de las motivaciones de Gesitch para acabar con el hermano de aquél así como de lo complicado que resulta para el robot policía la labor de protección de Haas cuando esté se pone en el punto de mira de sus antiguos compañeros de organización; por otro lado, el reaparecido creador de Pluto, el dóctor Tenna, realiza un diagnóstico sobre qué ha provocado la “muerte” de Astro Boy y, de paso, Urasawa inicia una nueva subtrama protagonizada por ambos destinada a profundizar en su relación… mientras tanto descubrimos nuevos hechos sobre los planes de Dario en la guerra que fue el origen de todo, asistimos al duelo de Uran y Pluto acaba con uno de los róbots más avanzados que existen y el osito malo (los que sigan la serie me entienden) se dedica a dejar crípticos mensajes. ¿Hay alguien capaz de contar tantas cosas en un tebeo aparte de Urasawa? Yo creo que no.

Se supone que en el desarrollo de una buena obra de intriga el autor ha de ir dosificando la información para que, al final, todo encaje y descubramos al malo. Urasawa es consciente de ello y con cinco tomos publicados no tenemos noticias del aspecto del malvado ni indicios acerca de su identidad limitándose el autor a mantener entretenida a la muchachada con diversas subtramas protagonizadas por personajes secundarios que s reparten el protagonismo y que en la historia original ideada por Tezuka apenas aparecían esbozados, retratados con una hondura psicológica que no veíamos desde “Monster”. Pero, si en aquella, todo giraba en el estudio de la bondad y la maldad individual, en “Pluto” sus miras son mucho más ambiciosas y, sin desdeñar esos temas analiza las paradojas globales de este nuevo siglo en el que asistimos a genocidios y actos de terrorismo auspiciados con el consentimiento expreso o tácito de la comunidad internacional y que refleja principalmente en los paralelismos con la Guerra del Golfo o el juicio de Saddam reproduciendo en esta entrega uno de sus episodios de manera casi literal. Por lo general, la mirada de Urasawa hacia el mundo es bastante desencantada y pesimista y eso es especialmente palpable en esta serie en la que todos los personajes de un modo u otro están descubriendo una realidad mucho más oscura de la que creían vivir. Quizás por ese motivo la consideración de “Pluto” como el reverso oscuro y desencantado de “Astroboy” no esté demasiado desencaminada.

Urasawa obvia muchas de las convenciones que Asimov planteó como inquebrantables acerca de los róbots pero mantiene la principal de considerarlos como un reflejo de nosotros mismos en el que volcar muchos de los dilemas morales que nos acompañan desde que bajamos de los árboles y lo logra con excelentes resultados en un tebeo que más allá del buen rato de entretenimiento que proporciona deja momentos para la reflexión. En este número, la influencia de otro grande de la ciencia ficción como Aldiss es notoria en la excelente historia protagonizada por Tenna y Astroboy y da buena medida del talento del japonés como en unas pocas páginas es capaz de sintentizar lo que a Spielberg le costó más de tres horas de película en “Inteligencia Artificial”.

Todavía quedan por publicarse tres tomos de “Pluto” y, como siempre, se mantiene la eterna duda de si será capaz de lograr un final acorde con lo narrado hasta ahora pero mucho se tienen que torcer las cosas para no pensar que estamos ante la obra más completa y compleja de Urasawa, en la que está vertiendo todo lo bueno de “Monster” y eliminando lo que no funcionaba de “20th Century Boys” y “21th Century Boys” para quedarse con la esencia de lo que siempre ha pretendido contarnos, su visión del mundo a través de sus iconos juveniles. Lo que sí tengo claro es que tanto Asimov como Aldiss si leyesen “Pluto” se harían fans de Urasawa. Vamos, seguro.

Más “Pluto” en El lector impaciente:

Pluto 1
Pluto 2
Pluto 3
Pluto 4

Gil Kane y la destreza.


P: Has comentado en varias ocasiones que los autores de cómic no prestan suficiente atención a la destreza en el dibujo [craft] ¿Cuál es tu definición de destreza en el dibujo?

R: Muchos autores entran en el campo del cómic por motivos emocionales. Son atraídos hacia el mismo porque colma sus necesidades y porque para ellos es un medio de expresión apropiado. Pero casi siempre poseen una capacidad, una sensibilidad única; de ahí es de donde nace la empatía. La destreza en el dibujo llega cuando tratan de aumentar esta facilidad natural con técnicas formales. Desafortunadamente, muchos artistas suelen ser traicionados por sus propias aptitudes. Son aceptados con facilidad por los editores y como resultado nunca sienten la necesidad de apretarse las tuercas o examinar lo que hacen; el rechazo sería algo excelente para ellos. Los únicos capaces de escapar de esto son aquellos que tienen unas aptitudes que bordean lo genial, como Jack Kirby. Jack es tan fértil e inventivo que ha tomado una esquina de este campo y la ha hecho completamente suya; no creo que haya ninguna duda de que Jack es el arquetipo del artista de superhéroes.
(El gran Gil Kane habla acerca del oficio de dibujante en una intesante entrevista concedida a la revista Alter Ego y estupendamente tradcida por el Tío Berni para Entrecómics en la que despliega toda su sabiduria. La entrevista completa la podéis leer aquí. ¿Se les ocurren ejemplos de lo que comenta Kane? Opinen, opinen...).

miércoles, 3 de marzo de 2010

François Boucq en México.



Al hilo con la entrada anterior, me viene al pelo esta charla que François Boucq dio en México. La calidad no es muy allá pero creo que merece la pena.

“Bouncer 7: Corazón Desgarrado”, de Alejandro Jodorowski y François Boucq.

Todo lo bueno se acaba y Norma acaba de publicar “Corazón Desgarrado”, el séptimo álbum de la que probablemente sea el mejor cómic del Oeste que se ha publicado en Europa en los últimos tiempos, y con el que además se cierra la aventura iniciada en el anterior álbum, “La Viuda Negra”.
En esta entrega, nos encontramos a un Bouncer más dubitativo que nunca preso de los encantos de dos hermanas gemelas, Evelyn y Carolyn, quienes han solicitado su ayuda para convencer al sobrino del pistolero manco para que venda su rancho, una, y para que no lo venda, la otra. Mientras Bouncer intenta aclararse, Axe-Head y sus hijos se dedican a emboscar transportes de oro intentando ganarse los favores de su jefa mientras esta planea la manera de eliminar de una vez por todas al incómodo Bouncer para hacerse con el bien más preciado de la región. ¿Qué soy muy críptico? Ya, pero tampoco se trata de estropearles el tebeo.
Más allá de las dispersiones a las que es tan aficionado el amigo Jodorowsky y las situaciones un tanto forzadas con las que zanja en este álbum su particular revisión de las convenciones del género salpimentada con unas dosis justas de humor y erotismo, este último álbum resulta entretenido y agradable de leer gracias, sobre todo, a la labor gráfica de un François Boucq espectacular tanto en su tratamiento del color como en la caracterización de los carismáticos personajes ideados por el chileno, toda una galería de freaks marcados por algún tipo de tara física o mental, junto a las bellas reproducciones panorámicas del Oeste americano fordiano. A su búsqueda de realismo habitual, Boucq añade en este álbum un exquisito gusto para trasladar al paisaje del desierto las obsesiones del protagonista en unas bellas composiciones que son de lo mejor de la serie.

Creo que si Jodorowsky se hubiera preocupado en explicar mejor algunos detalles podríamos estar ante el mejor álbum de la serie pero el chileno se limita a cumplir y no se puede situar a la altura de un Boucq que sí me parece que en este último arco da lo mejor de sí. Con todo, “Corazón Desgarrado” ('Coeur Double' en el original), me parece un digno colofón a una serie excelente en líneas generales y que aportan una mirada diferente a un género, el del Oeste, en el que todavía quedan historias interesantes que contar. No se lo pierdan.

(A propósito, por si alguien no se ha dado cuenta, si juntan la portada de este álbum con la del anterior podrán descubrir un espectacular díptico).

Más “Bouncer” en El lector impaciente:

Abulí en busca de la credibilidad.

P: Realismo, terror, thriller negro, oeste (la serie que publicó en Makoki con capítulos brutales como "Gold Digger"), S/F a lo Max Ophuls mezclado con Howard Hawks ("De vuelta a casa"), buddy comic futurista ("Alex Magnum")... ¿Se te escapa algún género?

R: Tanto en el thriller, como en las historias de terror, las del oeste, o incluso las de un futuro lejano ("De vuelta a casa") tienen como base el realismo. No sé si he tocado todos los géneros, pero lo que me importa es que la historia sea creíble.

P: Y hablando de géneros y estilos, ¿tu amor por el pulp comienza quizás por obra y gracia de tu padre?

R: Pues sí, yo aprendí a escribir viendo cómo escribía mi padre sus novelas y sus guiones. Alex Simmons era el pseudónimo que más utilizó.

P: ¿Cómo surgió el personaje de "Torpedo 1936"? ¿Qué le llevó a crear uno de los mejores cómics españoles de todos los tiempos?

R: Por casualidad. “Selecciones Ilustradas”, empresa de cómics para la que yo trabajaba como guionista y traductor, me pidió un guión de seis páginas para probar a un dibujante. Escribí el primer guión de Torpedo, que con el tiempo ilustraría Alex Toth. Cuando Toutain, director de “Selecciones Ilustradas” lo leyó, cambió de idea y decidió hacer una serie con aquel personaje que el mismo Toth bautizó como Torpedo.

P: ¿Es cierto que Alex Toth dejó la serie al primer número... por imperativos morales?

R: Alex Toth dejó la serie tras dibujar el segundo capítulo de "Torpedo". ¿Imperativos morales? Vamos a llamarlo así. La verdad es que mi editor de entonces, Toutain, encontró justo que yo me negara a que "Torpedo" fuera un personaje light, y me apoyó, de manera que Alex Toth quedó descartado.

P: Usted es el creador y guionista de Torpedo pero su dibujante es el catalán Jordi Bernet. Este año acude por primera vez a la Semana Negra, pero es improbable que se les vea juntos.

R: Después de tantos años trabajando a dúo, ahora ni nos hablamos. No quiero entrar en el tema porque ahora mismo nos encontramos en medio de una batalla legal, pero, como era de esperar, hemos acabado a tiros.

(He extractado aquellas respuestas que me han parecido más interesantes de las entrevistas concedidas por Enrique Sánchez Abulí, uno de los mejores guionistas de cómic patrio y creador entre otros deTorpedo” y “Alex Mágnum”, que circulan en la red. Para saber más de tan peculiar autor, aficionado al ajedrez, les remito a aquí, aquí y aquí).

martes, 2 de marzo de 2010

“El Experimento”, de Juaco Vizuete.


Penaba resignada la última obra de Juaco Vizuete su lugar en la mesa de los pendientes durante semanas, pasándome bastante desapercibida la pobre rodeada de mamotretos más voluminosos y grandilocuentes que la ocultaban a la vista y acomplejada quizás por su pequeño tamaño y elegante diseño, hasta que ayer, mientras mi dama devoraba el último capítulo de la penúltima temporada de “El Internado” y mi pequeña disfrutaba del sueño de los justos, tuve a bien rescatarla de la innombrable sima. Mala pata la mía por no habérseme ocurrido antes porque Vizuete ha ideado un cómic endiabladamente colosal que, como Bruce Banner cuando se transforma en Hulk, a priori no hace sospechar las ambiciones e inquietudes de un autor al que tenía tan injustamente olvidado.

En el trasfondo de “El Experimento”, Vizuete nos muestra el lado oculto y menos brillante del mundo de los superhéroes, sus rivalidades, sus fantasías y psicosis, a través de la relación entre los tres personajes protagonistas aislados en un refugio en el que se suponen autores y cobayas de un experimento cuyo objeto, condiciones y medios desconocemos. Personajes que aluden directamente a “Los 4 Fantásticos” y, de paso, sirven para ironizar sobre una forma de contar historias y resolver los argumentos facilona -deus ex machina, la llaman...- con la que hemos crecido todos los que amamos el género. Vizuete obvia las justificaciones y deja que sea la imaginación de cada lector la encargada de rellenar los huecos a partir de unas meras situaciones esbozadas hábilmente y, como si de Victor Frankenstein se tratara logra que su obra experimental funcione a través de trozos aparentemente fallidos, muertos. Vizuete rompe el hilo narrativo de la historia principal cuando le viene en gana, incorporando de paso al lector como un elemento de la historia más, introduciendo en aparente desorden otras historias complementarias que nada parecen tener que ver con la principal pero que, en realidad, no dejan de ser variaciones sobre un mismo tema, la sublimación de la identidad, al modo que ya hiciera Gibbons y Moore en “Watchmen” con la historia de los piratas.

En lo formal, Vizuete homenajea y reivindica el cómic popular, a los cómics de antaño (Surco, Vertice...) que se publicaban por entregas y que, pese a sus carencias y errores, en cuanto a maquetación, color y montaje devorábamos puntualmente con la periodicidad señalada lo que no deja de adquirir un matiz irónico ante la estupenda edición de Glénat. Vizuete tiene el acierto de jugar con esas carencias como elementos narrativos y compositivos para establecer pausas y contrapuntos en el desarrollo de una historia que busca tanto sembrar el desconcierto como el beneplácito en el lector.

El experimento” es una obra inclasificable que bajo la apariencia formal de un cómic de superhéroes y el homenaje a la estética de aquellos que lo hicieron grande en los sesenta (Lee/Kirby) esconde un cómic de autor en el que este se pasea por distintos géneros y, de paso, experimenta con el lector y su percepción de una historia sembrada de trampas inteligentes y retorcimientos metalingüísticos sin más objeto que sembrar una medida confusión que permita tantas interpretaciones como lecturas se realicen de la obra. Sin embargo, no hay que confundirse, Vizuete no engaña al lector que busque una lectura fácil desde la incapacidad del esforzado o la negligencia del acomodado sino desde el conocimiento del que domina los secretos de la narración y ha mamado cultura popular desde la infancia y conoce sus resortes, tomando con ecléctica sabiduría los aciertos de los que le han precedido en el camino elegido– Kafka, Clowes, Lynch, Burns, Vigalondo,Prado, Hitchcock, Welles,…- y haciéndolos propios para construir su poliédrico experimento y atrapar al lector capaz de seguir sus referencias y homenajes en su particular versión de la cinta de Moebius hecha cómic.

En fin, si disfrutan de mentes lógicas, preclaras y bienpensantes y no buscan en la lectura más que el soma de una obra reciclable en la que les den todo mascado olviden esta obra y el nombre de su autor, pero si están dispuestos a servir de cobayas en el experimento de este genial científico loco de la historieta se encontrarán con uno de los más arriesgados ejercicios de estilo y conocimiento del cómic que se publicaron el año pasado en nuestro país. Advertidos quedan.

Edmond y la grandeza.

P: Me produce cierta indignación ver un profesional con tanto talento como tú que, por el hecho que tú actividad no tiene eco en los medios de comunicación (como el fútbol, los programas televisivos…), seas en la actualidad menos conocido que otros de más proyección pública.
Edmond: ¿Cuánto te he de dar? Ahora en serio, tienes razón. La comercialidad da la fama. Y la fama hace los ídolos. Pero a mi me pones delante de una pelota y me haces chutarla a una red y, aún que no hubiera portero delante, seguro que la enviaba siempre fuera. Y me he hecho un hartón de dibujar jugadores que hacían goles sin bajar del autocar. También te diré que el día que fui a montar un caballo me caí de cabeza con el caballo parado… y me he hartado de dibujar historietas del Oeste. Todo esto lo puedo crear porque soy dibujante. No seré famoso, no seré rico… pero mañana mismo me puedo inventar una historieta donde yo mismo sea estas dos cosas. Y además las podré hacer durar tanto como quiera. Esta es la magia y la grandeza de mi profesión. Y no la cambiaría por nada.

Chapeau, maestro… (La entrevista completa, realizada por Mª Isabel Köpcke la pueden leer completa aquí, y aquí, hay otra realizada al creador deJan Europa por Manuel Darías que tampoco tiene desperdicio).

A propósito, ya está a la venta la segunda entrega del recopilatorio que está publicando Glénat de “Jan Europa”, pero eso, se lo cuento otro día…

lunes, 1 de marzo de 2010

“Elric: Portadora de Tormentas”, de P.Craig Russell.

Vaya por delante que no soy demasiado aficionado a la obra de Michael Moorcock ni por extensión a su creación más famosa Elric de Melniboné. Tras descubrir al personaje en las páginas de “Conan El Bárbaro” en una rara historia escrita por Roy Thomas y dibujada por el gran Barry Windsor Smith, leí varias de sus novelas en mi adolescencia y me pareció que era un personaje con muchas posibilidades en manos de un escritor bastante mediocre, opinión que los años y más libros no me han hecho cambiar (de lo que he tenido ocasión de leer, las novelas de Moorcock de las que guardo mejor recuerdo son las de “El Bastón Rúnico” protagonizadas por Dorian Hawkmoon). Por ese motivo la adaptación al cómic que Planeta acaba de publicar de la novela que cierra el ciclo de Elric, “Portadora de Tormentas” no hubiera llamado mi atención sino fuese porque el autor no es otro que el gran Philip Craig Russell, un autor cuyos cómics nos llegan a España a cuentagotas dejando en cada uno de ellos muestras de su enorme calidad.

Elric de Melniboné es un príncipe hechicero del antiguo reino de Melniboné, reino que el mismo ayudó a destruir. Elric, nigromante y guerrero, es un albino enfermizo que sobrevive gracias a la energía que le proporciona su espada maldita, Portadora de Tormentas, cuando absorbe las almas de sus enemigos (o sus amigos si se da el caso). Cuando Zarozinia, la mujer de Elric, es secuestrada por unos demonios nadie sospecha que ese es el primer paso del enfrentamiento definitivo en la batalla entre los Señores del Orden y del Caos por el dominio de la Tierra, batalla en la que Elric y su espada maldita están predestinados a jugar un papel principal. Si quieren saber más tendrán que leer el tebeo.

Gigantes tristes, demonios, engendros innombrables, dragones, espadas malditas, escudos mágicos, asesinatos, batallas épicas…Todo eso y mucho más despliega Michael Moorcock en la última novela de una serie no apta para los alérgicos a la Fantasía y única que no cuenta con Roy Thomas firmando los guiones de la adaptación, realizada esta totalmente por un inspirado Craig Russell que fue capaz de trasladar al lenguaje del cómic toda su espectacularidad, en una obra anterior cronológicamente a la famosa "El anillo del nibelungo", dejando ya buena muestra de su talento para adaptar historias cargadas de épica y fantasía en esta miniserie para Dark Horse y Topps Comics.


La obra cuenta con la curiosidad de que P. Craig Russell, dado su lento ritmo de trabajo, decidió empezar a elaborarla por el final para evitar que las editoriales empezaran a publicarla antes de tenerla totalmente acabada. Con esta decisión, el autor consiguió mantener el control de su obra y dotarla de un tono uniforme que permite se disfrute como una obra unitaria más allá de los cambios de diseño que Russell introdujo en las portadas originales, portadas que aparecen reproducidas al final en el volumen publicado por Planeta.

Al igual que Barry Windsor Smith, Craig Russell es un autor influenciado por la pintura prerrafaelista y romántica lo que se muestra en el diseño recargado sus composiciones y lo estilizado de sus personajes (en el diseño de alguno de ellos recuerda al “Flash Gordon” de Alex Raymond), pero, al tiempo, es un autor muy versátil capaz de cambiar de estilo sin estridencias de la mera caricatura apenas esbozada a las más elaboradas y realistas composiciones clásicas dentro de la misma página a través de elegantes transiciones. Craig Russel juega constantemente con el diseño de página entendida esta siempre como un todo unitario en el que ordenar pulcramente la narración manteniendo constante la atención del lector y desplegando para ello una amplia gama de recursos técnicos que van desde la eliminación de las retículas a considerar los textos explicativos como un elemento compositivo más o la hábil utilización de las onomatopeyas reforzado por el cambio de orientación de las viñetas. Probablemente, el tebeo haga rechinar los dientes a aquellos que no les guste la fantasía heroica pero Craig Russell da una lección sobre cómo conjugar elegantemente imagen y texto en un todo fluido que debiera ser de obligado aprendizaje para todo aquél que quiera dedicarse a hacer tebeos y que ha influido en autores posteriores de éxito como Mark Buckingham.

Completa la edición de Planeta, la preciosa historia “Una Vida” guionizada por Neil Gaiman sobre un joven internado en un colegio que utiliza la obra de Moorcock como vía de escape de la realidad que le rodea y que confirma una vez más que Gaiman se maneja mejor cuanto más corta es la historia. Por otro lado, señalar que es una lástima la edición reducida por la que ha optado Planeta que impide disfrutar en toda su plenitud del majestuoso dibujo de P. Craig Russell y quizás hubiera sido mejor optar por una edición en formato integral o álbum a su tamaño original. Sin embargo, es lo que hay…

Otras obras de P. Craig Russell en El lector impaciente:

El anillo del Nibelungo

Chile



Erlich tiene razón. Ánimo y solidaridad con todos los chilenos. ¡¡¡ Van más de 300 muertos !!!.

domingo, 28 de febrero de 2010

“Jonah Hex 2: Armas de Venganza”, de Jimmy Palmiotti y Justin Gray y VVDD.


A falta que en la próxima entrega tenga lugar el desembarco en la serie de nuestro Jordi Bérnet esta segunda entrega de la puesta al día de Jonah Hex que recoge los números 7 al 12 de la colección original mantiene la misma línea que la anterior: una apuesta contracorriente en el mainstream por aventuras autoconclusivas del Oeste protagonizadas por el cazarrecompensas de la cara marcada que cuenta como elemento más interesante un apartado gráfico en que distintos dibujantes de calidad – en esta entrega la nómina no es moco de pavo: Paul Gulacy, Phil Noto, Luke Ross, Tony de Zúñiga, Val Semeiks, Dylan Teague, David Michael Beck y Gator Bait- ofrecen en cada número su propia versión de Hex.


En estos números, hay un intento por pare de los guionista Jimmy Palmiotti y Justin Gray de introducir nuevos elementos que enriquezcan las historias sin abandonar por ello la apuesta por el cómic de género. Así, aparte de los pistoleros y villanos arquetípicos, Hex se enfrenta en estas historias con los miembros del circo ambulante del que rescató al niño salvaje en el primer episodio de la serie y esta adquirirá un tono mucho más fantástico con episodios en los que el protagonista se encontrará con otro héroe del Oeste olvidado de la DC, El Diablo, en un encuentro que ayudará a definir mejor la compleja personalidad de este cazarrecompensas. Episodio a episodio los guionistas van añadiendo rasgos a un personaje capaz de ser más duro y despiadado que los malvados que persigue motivado por su particular y enfermiza idea de la justicia y, a pesar de ser un personaje bastante despiadado y cínico, en el que es el mejor episodio de lo publicado hasta el momento, los guionistas muestran como es capaz de sentir algo parecido a la piedad con las víctimas colaterales de sus actos.

En este libro hay dibujantes de calidad para todos los gustos pero yo destacaría dos: el filipino Tony de Zúñiga, cocreador del personaje en los años setenta, y un Paul Gulacy que deja muestras de su enorme calidad en una historia clásica en la que Hex acaba con unos asesinos a sueldo dejando constancia que por su estilo elegante y estilizado no pasan los años.

En definitiva, a falta que Bérnet defina definitivamente el origen del personaje en la próxima entrega, en esta encontraremos unas estupendas historias de género que ningún aficionado al Oeste debería perderse.
Más “Jonah Hex” en El lector impaciente:

El rostro de la violencia”.

viernes, 26 de febrero de 2010

Trailer oficial de “Pesadilla en Elm Street” de Samuel Bayer. (y algo más)





No, no he entrado últimamente en la máquina del tiempo y les he presento los remakes de películas de los ochenta. Es que las películas que se avecinan están trufadas de originalidad y grandes ideas, por lo que lo único que se anuncia últimamente son “remakes” más o menos interesantes. Este es de los primeros y, visto el trailer, he de reconocer que tengo curiosidad por ver el resultado, aunque dudo que pase por el cine .para comprobarlo (aunque nunca se sabe…).
Eso sí, por si les gusta comparar...

Los tebeos, la fruta y las pegatinas.

A mí los tebeos, ya se habrán dado cuenta, me encantan. La fruta, esto no lo sabrán, también. Sin embargo, las pegatinas, a diferencia de alguna editorial, me gustan más bien poco y, sobre todo, me parece que con los tebeos y la frutano casan, un aditamento innecesario que en la fruta, puede tener un pase, pero en los tebeos no.

A diferencia de la fruta en la que lo bueno está en el interior y puedes olvidarte de la pegatina ampliamente una vez retiras la piel o la cáscara, en el tebeo, por obra y gracia del editor de turno al que le gustan más las pegatinas que los tebeos, el aficionado tiene que soportar la pegatina en medio de la portada porque, con lo traicioneras que son las pegatinas al despegarlas, te puedes cargar la portada por mucho cuidado que se ponga al retirarla y, teniendo en cuenta lo que cuestan los tebeos, no es plan.

Señores editores que aman las pegatinas más que los tebeos (parece el título de una novela de Stieg Larsson), dejen de tratar sus tebeos como si fuese fruta y entiendan que, si quieren ofrecer información adicional a los lectores colocar un pegote de pegatina en mitad de la portada en una edición con una tapa blanda no es lo más adecuado, existiendo una contraportada que tan bien puede ofrecer ese mismo servicio. Y es que la portada del tebeo debo informarles, a diferencia de la piel o la cáscara de la fruta, no es un envoltorio que se tira y en el que pueden poner pegatinas sino que forma parte del conjunto de la obra y manda huevos que ustedes mismos tiren piedras sobre su propio tejado. Un poquito de seriedad que llevan muchos años editando tebeos…

A propósito, con el tema del anunciado integral del primer ciclo de “La búsqueda del pájaro del tiempo” me gustaría saber qué solución van a dar a aquéllos lectores que les falte el quinto álbum también descatalogado desde hace años, aun cuando parece que en la editorial no les consta. ¿Lo incluirán en el anunciado integral? ¿Lo reeditarán en la colección Extra Color? ¿Ó simplemente pasarán del tema? Mientras responden a estas preguntas me parece que me voy a comer unas cuantas mandarinas (sin pegatinas, eso sí).

jueves, 25 de febrero de 2010

Los guionistas españoles de televisión leen tebeos.

¿Qué no? Miren esto y díganme que no:


+

=
Y que conste que yo la serie esta no la sigo nada pero desde que vi el anuncio el año pasado (y por lo que me cuenta mi cuñado) resulta más que evidente para cualquiera que esté familiarizado con el cómic europeo.
Ahora, yo me pregunto, ¿si “Águila Roja” es una de las series más seguidas de la televisión por qué la editorial que edita los tebeos en que está inspirada no hace nada por promocionar estos más aprovechando el tirón? The answer is blowing in the wind, my friends.

“Durango 2”, de Yves Swolfs.

Planeta ya ha publicado el segundo integral de la serie en la que el belga Yves Swolfs nos ofrece su particular visión del Oeste americano a través de las andanzas de Durango, un pistolero de pulso firme, puntería infalible y mirada gélida. En esta segunda entrega, que reúne los álbumes 4 a 6 de los quince que componen la serie –“Amos”, “Sierra Salvaje” y “El Destino de un Desperado”-, podemos disfrutar de un arco autonconclusivo que abarca estos tres álbumes.

En estos álbumes, Durango es apresado como consecuencia de lo ocurrido en la anterior entrega. Cuando la cosa se pone cruda y amenazan con regalarle una corbata de cáñamo, recibe una propuesta que puede salvarle la vida: si entrega a Amos, un forajido mexicano que asola la región, logrará la amnistía de sus delitos. Durango acepta el trato pero se unirá a Amos y, junto a la banda de este, huirá a México donde participará en diferentes aventuras perseguidos constantemente por los cazarrecompensas norteamericanos y el ejército mexicano.

Durante toda su carrera, Yves Swolfs ha hecho una apuesta declarada por el cómic de género (ya sean el terror con “El príncipe de la noche”, el Western con “Durango”, el histórico con "Lampierre" o la scifi con “Vlad”) con excelentes resultados. Sus cómics son, en todo caso, como mínimo entretenidos y siempre excelentemente dibujados y narrados. En esta ocasión, Swolfs demuestra que antes que guionista es dibujante por lo que pone especial cuidado en unos guiones que no sorprenden pero que se notan trabajados y bien desarrollados en los que, además, las referencias al cine de Sergio Leone y sobre todo a la maravillosa “Grupo Salvaje” de Sam Peckimpah son constantes pudiéndose considerar esta segunda entrega de la serie mejor que la anterior con un autor más asentado y maduro.

Por otro lado, Swolfs donde da lo mejor de sí en el apartado gráfico con una narrativa excelente en el que cuida al detalle la ambientación y el dibujo de personas y animales poniéndosele quizás como único defecto cierta repetición a la hora de dibujar las caras de algunos personajes. No estamos ante un Giraud ni ante un Hermann pero sí ante un autor honrado y con oficio que no busca más que entretener y que álbum a álbum lo consigue.

Respecto a los problemas de edición detectados en la primera entrega de “Durango” –una página escaneada y una rotulación surrealista en ocasiones- han desaparecido en esta segunda entrega y aunque hubiera sido mejor una edición a su tamaño original, con la reducción el dibujo de Swolfs tampoco sufre demasiado y, por otro lado, hay que reconocer que seguramente sería difícil encontrar este material en español a un precio más ajustado. Ustedes deciden.

Más trabajos de Yves Swolfs en El lector impaciente:

Durango 1”.
El príncipe de la noche

miércoles, 24 de febrero de 2010

Trailer de “Karate Kid”, de Harald Zwart .



¿Cómo no se le había ocurrido a nadie antes una idea tan brillante? ¡Un remake de “Karate Kid”!...Y, además, con los insoportables Jackie Chan y Jaden Smith (sí, sí el hijito del inefable) en los papeles principales. Harald Zwart seguro que es un genio que revolucionará el séptimo arte derrochando originalidad pero, de momento, se ha cargado mi infancia.

Si el bueno de Pat Morita levantase la cabeza se volvía a morir…Esta la va a ver el padre de Jaden (y quien quiera) pero el menda no…al menos hasta que la echen en la tele una tarde de digestión pesada.

“La estrella del desierto” de Desberg y Marini.

El Oeste, aparte de un punto cardinal, es un género que ha dado impagables joyas en todos los ámbitos desde el cine a la historieta y aunque ya no goza de la popularidad de antaño todavía de vez en cuando ofrece obras que revisan en parte las convenciones del género. Una de estas obras que nació con la voluntad de revisión del género fue “La Estrella del Desierto”, primera colaboración del guionista belga Stephen Desberg junto al dibujante suizo Enrico Marini que luego se prolongaría a la popular serie de capa y espada “El Escorpión” y que tras una primera edición en dos álbumes por Planeta fue recopilada en un único tomo hace ya unos años.

La estrella del desierto” nos cuenta la historia de venganza de Matt Montgomery, un atractivo y aburguesado funcionario del ministerio de defensa quién lleva una vida acomodada en Washington. Cuando su mujer y su hija son salvajemente asesinadas y violadas en su casa, Montgomery se obsesionará en descubrir las causas que propiciaron las muertes ,contando como única pista con la señal que uno de los asaltantes grabó a cuchillo en el cuerpo de una de las muertas, la Estrella del Desierto. Siguiendo el rastro, Montgomery llegará al Salvaje Oeste donde la civilización apenas ha llegado y todavía impera la ley del más fuerte. En un mundo al que no pertenece, Montgomery tendrá que enfrentarse con el siniestro Cauldray y sus mortíferos secuaces.

La estrella del desierto” es un cómic ambicioso y bienintencionado que va perdiendo fuerza conforme se va desarrollando debido básicamente a un desarrollo apresurado en el que los personajes y sus motivaciones no quedan completamente aclarados en ningún momento. Y eso que el planteamiento inicial de Desberg resulta enormemente atractivo con la contraposición entre civilización y naturaleza encarnadas en los dos principales personajes de la historias, el vengativo Montgomery y el despiadado Cauldray en un planteamiento que toma más de obras de Joseph Conrad como “El corazón de las tinieblas” que de los clásicos del Oeste. Desberg plantea buena parte de la narración a base de cuadros de texto narrados en prmera persona, dejando el lucimiento a un Marini que lleva la mayor parte del peso de la historia con lo que esta queda lastrada debido al deficiente sentido de la narración de este dibujante.
A pesar de ello, hay que reconocer que el aspecto donde la obra resulta más atractiva es precisamente en el gráfico donde un Marini que ya ha depurado completamente su estilo de las influencias manga de “Gipsy” despliega todo su talento para la caracterización de las grandes extensiones y los lugares comunes del género del Oeste, como las diligencias, el ferrocarril o el saloon, demostrando un cuidado estudio de documentación aun cuando sus préstamos cinmatográficos en la caracterización de los personajes también resulten evidentes, como el protagonista inspirado directamente en Sean Connery. Marini asimismo incorpora a la historia sus clásicos personajes femeninos cargados de erotismo, aun cuando haya momentos en que abuse de su habilidad con situaciones un tanto gratuitas. Con todo, un Marini todavía en evolución logra momentos realmente interesantes en la recreación de atmósfera aun cuando el conjunto del tebeo resulte un tanto irregular.

En definitiva, “La Estrella del Desierto” es un buen tebeo que se lee con agrado merced a su atractivo dibujo aunque deja la sensación de ser una oportunidad perdida para haberse convertido en una obra de referencia dentro del género. Ustedes dirán.

Otras obras de Marini en El lector impaciente:

Las Águilas de Roma”.

Los Hernandez Brothers opinan sobre “Watchmen”.


Groth: ¿Qué pensáis de Watchmen?
Gilbert: Bueno, ya lo he dicho antes. Creo que Alan es un talentoso escritor de prosa, un tío con talento. Se toma en serio las cosas que pasan en nuestro jodido loco mundo. Pero para mí es otro cómic de super-héroes. El cómic definitivo de super-héroes no debería ser sobre los héroes de la Charlton revampirizados.
Jaime: Cuando salió a la venta Watchmen y se convirtió en la gran sensación, oí que iba a ser sobre cómo se suponía que serían los super-héroes en la vida real...
Groth: Era lo que le hacía ir más allá.
Jaime: Si hiciera super-héroes en la vida real, los mostraría desde el punto de vista humano, gente normal mirando las noticias y diciendo: "Este super-héroe hizo eso". Entonces [la reacción] sería: "Dios, no sabía que existiese gente así". Porque cuando te metes en la mente de esos super-héroes, siguen siendo super-héroes. Aún se disfrazan con uniformes.
Gilbert: Si realmente existiesen super-héroes en el mundo real, no llevarían esos condenados y estúpidos disfraces.

(Los Hernández Brothers, mundialmente conocidos por su “Love&Rockets” opinan sobre “Watchmen” y muchos temas más en la serie de entrevistas del “Comic Journal” que Frog2000 ha tenido a bien traducirnos en los últimos días y que deberían leer en su excelente blog. Enhorabuena y gracias por el curro, Frog).

martes, 23 de febrero de 2010

Matando a Bob Dalton.

Trasteando por ahí me he encontrado con esta impactante y fantástica secuencia de la muerte de Bob Dalton a manos de Lucky Luke nunca publicada en la serie. Es difícil matar a alguien con tanto dramatismo y habilidad en tan sólo cuatro viñetas.

(Descubierto en la imprescindible Forbbiden Planet en un interesantísimo artículo sobre cómo se aplicó en Francia su particular versión del Comic Code. Pueden leerlo, si dominan el inglés, aquí).

“El Hombre Lobo”, de Joe Johnston.

Tras ver ayer “El hombre lobo” de Joe Johnston no pude dejar de acordarme del bueno de Paul Naschy, recientemente fallecido, y es que Joe Johnston ha realizado la película que, si hubiera contado hace décadas con los medios y el dinero suficiente, a don Jacinto le hubiera encantado protagonizar. Les cuento.

Lawrence Talbot es un actor de prestigio que es requerido por la prometida de su hermano para que regrese a la mansión familiar para descubrir las causas de la muerte de éste. Allí, Lawrence se reencontrará con su distante padre que le ingresó durante un año en el manicomio y unos lugareños supersticiosos que culpan a los gitanos y a los hombres lobo de la muerte de su hermano. Cuando Talbot es mordido por la bestia se iniciarán una serie de acontecimientos que explicarán todos los misterios que rodean su vida. Yo no les cuento más.

En plena vorágine revisionista de los mitos de terror y explotado hasta el hartazgo lo vampírico y lo zombi parece que le ha tocado el turno al bueno del hombre lobo, mito que cuenta con una larga trayectoria tanto en el cine de terror clásico de los cincuenta como en la serie B de los setenta. “El Hombre Lobo” es un mito cinematográficamente explotado hasta la extenuación y del que poco o nada queda por contar y, desde luego, esta película nada aporta en ese sentido salvo un montón de incoherecias balbuceantes, pudiendo considerarse como una puesta al día innecesaria del clásico en la que el intento de agradar tanto al exigente devorador de cine de terror como a los papás que van con sus hijos al cine los domingos reduciendo el nivel de casquería al mínimo, decepcionará a ambos públicos. Quizás por esa voluntad de agradar a todo el mundo y el haber pasado la película por la mano de dos directores (antes de Johnston, Mark Romanek ya había rodado buena parte de la película) la película es deslavazada e incoherente y, aunque en la ambientación gótica no se han escatimado los medios, el máximo aliciente es disfrutar de las actuaciones de unos actores solventes y con las suficientes tablas como para salir airosos de cualquier envite entre los que destacaría a Hugo Weaving quién clava su personaje de inspector de Scottland Yard encargado de la investigación y no se acompleja ante un Benicio del Toro comprometido con la película en un papel que se ajusta como un guante a su perfil, mientras que Anthony Hopkins cumple mejor que en sus últimas películas aunque lleva mucho tiempo en mi opinión viviendo de las rentas de su fantástica carrera. En cuanto a los efectos especiales, logrados en su mayor parte sin aportar algo novedoso aunque quizás el clímax final no esté a la altura de lo que cabría esperar.

En fin, “El hombre lobo” es una película que va de más a menos y uno casi casi acaba pidiendo la hora ante la cantidad de disparates que se acumulan al final. Pese a ello, se deja ver aunque yo que ustedes antes recuperaría alguna de las de Don Jacinto que para el caso es lo mismo y les saldrá más barato. Ustedes mismos.

viernes, 19 de febrero de 2010

“Kid Eternity”, de Grant Morrison y Duncan Fegredo.


Ayer hablábamos de las maravillas de las que el escocés Grant Morrison, el guionista de cómic con más ideas por viñeta, es capaz y hoy toca hablar de sus sombras, de las caóticas historias que puede ofrecer cuando su creatividad se encuentra completamente desatada. Sí, voy a contarles de “Kid Eternity”, la revisión que Morrison realizó para Vertigo en los noventa junto al dibujante Duncan Fegredo del personaje de los años cuarenta que ya publicara Zinco hace décadas en tres álbumes y que acaba de reeditar Planeta en un apañado tomo único.

El “Kid Eternity” original fue un personaje de Quality Comics de los años cuarenta que fue adquirido por DC merced a su política de absorción de compañías en crisis para, tras unos cuantos intentos de recuperación, caer en el olvido. A principios de los noventa, el encargado de recuperar al personaje fue el amigo Morrison quién, con su inimitable estilo, aprovechó el origen del personaje –un huérfano muerto durante la II Guerra Mundial antes de tiempo que regresa al mundo como agente del bien con poderes mágicos cada vez que pronuncia la palabra Eternity. En la versión de Morrison, Kid utiliza a Jerry, un humorista moribundo, como medio para volver a la Tierra tras una prolongada estancia en el Infierno, siendo ambos perseguidos por una jauría de demonios. Con los demonios en los talones, Kid debe cumplir una misión en la Tierra encargada por los servicios de los Señores del Orden a los que sirve pero antes tendrá que volver al Infierno junto a Jerry para liberar a su viejo compañero. ¿Logrará Kid liberar a su compañero?¿Salvará al mundo?¿Descubrirá un secreto asombroso?¿Contará Jerry algún chiste gracioso? Léanse el tebeo y descúbranlo.

Morrison plantea conscientemente un tebeo rico en referencias de caótico desarrollo e incómodo de leer. Y no porque su revival carezca de mimbres interesantes ya que su Kid Eternity sigue la estela de obras de corte sobrenatural como “Hellblazer” con recurrentes referencias lovecraftianas, pictóricas (del cubismo al surrealismo) y dantescas a “La Divina Comedia”. Sin embargo, Morrison se despreocupa completamente de dar coherencia a la narración introduciendo únicamente los elementos mínimos para que el lector intente interpretar la historia que le quiere contar. El resultado final un batiburrillo –nihilista, dicen- lleno de buenas ideas -¿Les gustó “Promethea”? pues en esta obra encontrarán muchos de los elementos de los que se sirvió Moore- poco o nada desarrolladas.

Por otro lado, la elección de Duncan Fegredo no ayuda en lo más mínimo al guión. Fegredo al que ya hemos visto en obras como “Enigma”y “Shade, El Hombre Cambiante” de Milligan o “Hellboy” de Mignola, es un dibujante idóneo para reflejar mundos oníricos entre la conciencia y la duermevela con lo que consigue una ambientación barroca de los infiernos y sus habitantes bastante atractiva pero como narrador resulta muy confuso con lo que su impactante trabajo se reduce a una concatenación de dibujos espectaculares en la línea de dibujantes tan de moda por aquella época como Bill Sienkiewickz o Dave McKean.

En fin, “Kid Eternity” es una obra capaz de ofrecer más de un quebradero de cabeza a aquellos que busquen simplemente una lectura entretenida y que sólo recomendaría a los fans acerrimos de Morrison acostumbrados a desentrañar los puzzles que pueblan la mente del escocés. Si lo logran el resultado, puede merecer la pena.

Otras obras de Grant Morrison en El lector impaciente:

Sebastián O”.