viernes, 22 de octubre de 2010

Demonios de Tebeo (1): Los Demonios de la Marvel.

Los demonios, diablillos y demás criaturas infernales quizás por ser arquetípicos de la maldad arraigados en nuestras sociedades de raíz judeocristiana han ocupado un papel destacable en los cómics, especialmente en un género, el de superhéroes donde el eterno conflicto entre el Bien y el Mal encarnados por los enfrentamientos entre héroes y villanos supone el motor principal de sus historias.

Sin ánimo de ser exhaustivo y para que la entrada no resulte engorrosamente larga, la he dividido en tres, La primera entrega se referirá a los principales demonios de Marvel, la segunda de DC y otras editoriales norteamericanas, y la tercera, a modo de epílogo, mostrará unas cuantas diablesas y poseídas de distintas compañías. Cuando me apetezca veré si continúo con el tema con otras entradas dedicadas al Cómic Europeo.

A pesar de haber intentado ser lo más exhaustivo que he podido, no olvidemos que los nombres y las formas del Maligno son Legión así que probablemente se me hayan olvidado, o directamente desconozca, algunas de sus manifestaciones comiqueras por lo que si desde los comentarios hacéis nuevas aportaciones las iré incluyendo en la entrada.

Por orden de jerarquía, la principal personificación del Demonio de la Marvel es Mephisto. Desde sus inicios en “Silver Surfer” este diablo ha sido la manifestación más perniciosa y temible del mal al ser un enemigo sutil que busca socavar la voluntad de los héroes no tanto en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo sino en complejos ejercicios ajedrecísticos en que busca embaucarlos para hacerse con sus almas.

Los Demonios asociados generalmente al mundo místico y sobrenatural han sido generalmente enemigos acérrimos de los personajes místicos de la Casa de las Ideas encontrando en las distintas series del “Dóctor Extraño” su acomodo natural. De los principales demonios a los que el Señor de las Artes Místicas ha tenido la desgracia de enfrentarse Dormammu, Satannish, Pesadilla y D’spayre han sido algunos de sus principales contendientes. Estos monstruos se caracterizan por alimentarse de los sueños y emociones de los seres humanos desde dimensiones paralelas a la terrenal.

Probablemente, en las series de “Los Defensores” por la naturaleza de algunos de sus miembros y por contar con Extraño en sus filas es donde se han desarrollado algunas de las mejores sagas –lamentablemente inéditas en castellano- contra seres infernales. Destacan los enfrentamientos del grupo contra Satán y la llamada Mano de Seis Dedos, una hermandad de demonios dispuesta a dar más de un quebradero de cabeza a este grupo de superhéroes que en estas sagas vivió sus momentos dorados. Otra de las personificaciones infernales con la que más enfrentamientos han tenido “Los Defensores” ha sido Marduk Kurios conocido también como Satán y supuesto padre de Daimon Hellstrom (El Hijo de Satán) y Satana. Precisamente, en “Los Defensores” se suman un par de personajes de lo más pintorescos, que abjurando de su naturaleza infernal se convierten en superhéroes. Estoy hablando claro del mencionado Hijo de Satán (creado por Gary Friedrich y Tom Sutton) y de La Gárgola (creado por J.M. de Matteis y Don Perlin directamente inspirados en The Demon kirbiano de DC).


Es curioso comprobar como las series de mutantes han tenido sus propias némesis infernales, desarrolladas en un principio aparte del resto de demonios marvelianos para ir poco a poco (básicamente a partir del megacrossover de “Inferno”) siendo incorporadas al resto de series. En las series mutantes destacan fundamentalmente dos grandes grupos de demonios.


Por un lado la raza primigenia de los N’garay, de clara inspiración lovecraftiana ideados por Mantlo, Cockrum y Claremont (un demonio n’garai protagoniza mi historia de demonios preferida en la que una jovencita Kitty Pride se convierte en una scream lady el Día de Navidad).


Por otro lado, aparecen el demonio Belasco (creado por Bruce Jones y Brent Anderson) y sus muchachos encabezados por sus lugartenientes S’ym (homenaje de Claremont y Brent Anderson al “Cerebus” de Dave Sim) y N’Astirth (creado por Louise Simonson y John Bogdanove). Belasco fue un antiguo hechicero convertido en señor infernal de un Limbo paralelo desde el que disfrutaba haciendo perrerías a Illyana Rasputin y sus coleguillas de “Los Nuevos Mutantes”, debiendo enfrentarse además en múltiples ocasiones a la rebelión de sus propios esbirros.


Entre los más poderosos demonios hay que destacar también a Chtoth un dios primigenio –vuelve a aparecer la influencia lovecraftiana- quién redactó el maligno Darkhold, el libro maldito del Universo Marvel inspirado en el Necronomicon de ya sabéis quién. Chtoth y su libraco protagonizaron igualmente una interesante saga de “Doctor Strange”.Libro y personaje hunden sus raíces en la Edad Hyborea de Conan y vertebran buena parte de las historias místicas del Universo Marvel.

Mephisto ha tenido múltiples apariciones en las series superheroicas tentando a tal o cuál superhéroe pero quizás la más destacable sea en Daredevil (nuestro Diablo preferido, claro) al que tentó a través de uno de sus hijos Blackheart creado por Ann Nocenti y John Romita Jr.

Destacable es el caso de Zanathos y “El Motorista Fantasma”. Zanathos es el demonio de la Venganza que poseyó a un motorista circense, Jhonny Blaze, cuando este empezó a juguetear con su alma con Mephisto para salvar a su padre adoptivo. A pesar de estar maldito y poseído Blaze actúa habitualmente de superhéroe.



Finalmente, habría que destacar a Master Pandemonium, creación de Steve Englehart y Al Milgrom para enfrentarse con “Los Vengadores Costa Oeste”. Pandemonium es una creación más de Mephisto quién convenció a un actor moribundo y mutilado para sustituir a cambio de su alma sus miembros cercenados por otros tantos demonios bajo su control.


Próxima entrega: Demonios DC y alrededores.

jueves, 21 de octubre de 2010

“Criminal: Los Pecadores”, de Ed Brubaker y Sean Phillips.



Leída “Los Pecadores”, la última miniserie publicada por Panini de “Criminal” la serie en la que de Ed Brubaker y Sean Phillips repasan el abecé del género negro en su vertiente más oscura, las historias protagonizadas por criminales que en el fondo no son más que tipos confundidos que un día tomaron la decisión equivocada, me he llevado una decepción bastante grande. Sí, es un tebeo correcto matatiempo pero supone un bajón importante de calidad respecto a anteriores entregas en una historia apresurada y previsible. Os cuento.
En esta nueva entrega, recuperamos un año después el hilo de las aventuras –más bien desventuras- de Tracy Lawless, un duro desertor del ejército metido a matón a sueldo en la segunda miniserie. A Lawless, a pesar suyo, se le acumulan los problemas ya que aparte de las dudas morales que le ocasiona su poco honrado trabajo a las órdenes del capo Hyde debe bregar con la incómoda situación de haberse liado con la mujer de su jefe y la persecución de un agente especial del ejército que le sigue los pasos para hacerle volver al frente a matar iraquíes (o lo que se tercie). Sin embargo, cuando un misterioso justiciero empieza a cargarse a buena parte del hampa local sin dejar rastro, Hyde le encargará que investigue las muertes en una aventura que puede convertirse en la solución a sus problemas o su sentencia de muerte.

Ed Brubaker y Sean Phillips no se apartan de la fórmula que han pergeñado para la serie con una fidelidad en su tratamiento que acaba convirtiendo sus tramas para los que la siguen desde hace tiempo en una lectura tópica y previsible. No digo que el lector ocasional de “Criminal” no disfrute de esta aventura que se ajusta perfectamente a los cánones del género pero a estas alturas yo esperaba una propuesta algo más original e imaginativa. Sin embargo, la crisis de ideas que sufre Brubaker – no es de esta serie que le está pasando en todas- le está empezando a pasar factura y despacha las tramas últimamente sin preocuparse demasiado en disimular que repite situaciones que ya ha desarrollado en historias previas. Y es que, en concreto, a mí el Lawless de esta aventura me recuerda demasiado al Holden Carver de “Sleeper” e incluso al protagonista de “Incógnito” (por no irnos hasta el Marv del “Sin City” de Miller), personajes fatalistas de doble moral presos de su circunstancia con los que Brubaker vuelve a contar la misma historia una y otra vez cambiando un detalle de aquí o de allá. Ni siquiera la posible sorpresa de la identidad del ejecutor ni las relaciones de Lawless están bien resueltas ya que el autoimpuesto formato de miniserie de seis números conlleva que la relación entre los personajes muchas veces resulte esbozada meramente cuando no forzada y algo confusa. Por otro lado, Phillips vuelve a mostrar su dibujo expresionista, eficaz y sombrío tan adecuado para un cómic noir pero, tal y como ocurre con su cómplice habitual, Brubaker, uno tiene la sensación de “ya visto” respecto a otras obras que amarga la lectura.
Quizás lo más positivo a estas alturas para el seguidor fiel de la serie más allá de los altíbajos de la miniserie sea comprobar el modo en que Brubaker y Phillips intentan dar coherencia a su universo criminal cruzando personajes que aparecen y desaparecen de un arco argumental a otro en un intento de dar cohesión al conjunto y quizás -ojalá-preparando los mimbres para una gran historia en la que todos tengan un papel destacable y no meros cameos.

En definitiva, no hay peor pecador en el mundo del cómic que el autor que no evoluciona y se limita a repetir una y otra vez las mismas convenciones sin aportar frescura ni originalidad a las tramas para decepción de los aficionados. Que Bru y Phillips recen tres padrenuestros y un avemaría por este borrón antes de embarcarse en una nueva historia que esta vez sí –esperemos- sea más original.

Completa el volumen un interesante artículo sobre los orígenes del noir y las revistas pulp que resulta casi más interesante que la historia principal.
Todo "Criminal" en El lector impaciente:

miércoles, 20 de octubre de 2010

“Ultimate Vengadores”, de Mark Millar y Carlos Pacheco.


Panini acaba de terminar de publicar la colaboración seis números (tres dobles en la edición española)de Pacheco con Millar en la nueva serie Ultimate de “Los Vengadores” ideada por y para que el escocés egregio matase la añoranza que tenía de sus “The Ultimates” que tampoco se sabe –aunque se intuye- muy bien porque los dejo. La lectura, entretenida, pero va de más a menos y casi uno se siente aliviado que se acabe.

En esta nueva etapa, el Capi debe enfrentarse a un nuevo enemigo, un sanguinario terrorista internacional sin escrúpulos al que le une un lazo de sangre que le hace sentirse responsable – Cráneo Rojo- de sus acciones y al que pretende parar aunque ello suponga enfrentarse a Los Vengadores y Nick Furia. Para ocuparse de la doble amenaza que suponen el Capi y Cráneo, Furia reúne un nuevo grupo de Vengadores especializados en operaciones encubiertas. Sin embargo, lo que está por ver es si estos nuevos vengadores estarán a la altura.

Millar empieza bien una historia en la que se le nota con ganas introduciendo en el universo ultimate a Cráneo Rojo y el dichoso Cubo Cósmico en una historia que podría haber dado muchísimo más juego si le hubiera apetecido profundizar más en la relación Capi/Cráneo y no reducir todo a la consabida reiteración de diálogos eficaces, personajes más o menos molones, más o menos tontones y escenas trepidantes de acción y lucha cogidas un poco por los pelos. Hay que reconocer que contando con los lápices de un dibujante tan dotado para el género superheroico como el gaditano Carlos Pacheco debe resultar difícil sustraerse a la tentación de abusar en la historia de todas esas peleas, aviones y demás porque Pacheco es un especialista en la materia pero al final da la sensación que el tebeo acusa cierta precipitación en su resolución, tanto por parte de Millar, que una vez más opta por la manera más fácil de resolver el cómic una vez que deja a Pacheco exhibierse, como del mismo Pacheco que deja en el último número de Panini algunas situaciones un tanto confusas.

En definitiva, “Ultimate Vengadores” es de momento un tebeo irregular por parte de un Millar que acaba perdiendo fuerza como el champán, una lectura meramente entretenida que se salva sobre todo por el buen hacer en líneas genearles de Pacheco. No sé yo si tras la marcha de este y la llegada de Yu seguirá mereciendo la pena la cosa. Ya os iré contando.

Taschen, Levitz, DC y el esguince de codo.

El que aparece ahí arriba es el bueno de Paul Levitz mostrándonos orgulloso su excelente estado de forma sosteniendo a pulso el tomito que ha preparado para Taschen conmemorando los 75 años de DC.

150 eurazos del ala vale el ejemplar del incunable en cuestión pero la cosa, tras llegar a la foto a través de Es muy de Cómic, que me pregunto es si realmente merece la pena desembolsar tal pastón por un libro que es más un objeto decorativo que una obra para ser leída o visionada. Y no le quito ningún mérito a la calidad del libro que seguro que está muy bien teniendo en cuenta quién es el autor y la editorial pero en lugar de un formato ideado para ser disfrutado por el Hombre Gigante o Superman me pregunto si no tendría más éxito un tomo en formato comic book y a un precio más asequible para que los aficinados medios pudiéramos ojearlo en nuestras pequeñas casitas.

Yo adelanto que en mi casa de españolito no cabe, así que directamente hago una petición al decorador de “Sálvame” –gran conocedor del mundillo del cómic, como se aprecia en esa foto de abajo- para que lo incluya en el decorado y ya tenga una razón para poder ver el programa de Jorge Javier Vázquez y sus muñecos.

(A propósito, creo que Levitz se ha repuesto ya completamente de las múltiples luxaciones producidas tras la foto. Y es que determinadas promociones es mejor que las haga un especialista…).

martes, 19 de octubre de 2010

“La enfermedad del sueño”, de J.M Beroy.

Coincidiendo casi con la aparición este mes de “Onírica”, el integral que Glénat va a dedicar a recuperar las obras que últimamente he estado releyendo de José María Beroy le toca el turno a “La Enfermedad del Sueño” un compendio de historias aparecidas inicialmente en la revista “Zona 84” y posteriormente reunidas en un álbum publicado por Toutain hace ya más de dos décadas.

Al ser un conjunto de historias variopintas y dispersas de diferente tono y tratamiento localizables en el extenso cajón desastre del fantástico cada lector podría encontrar de manera independiente alguna que le interesase aun cuando inicialmente podría echar a faltar un nexo común más sólido que aglutinase tanto derroche imaginativo. Y precisamente, es en ese punto donde el álbum cobra una nueva dimensión que lo hace enormemente destacable a raíz de la habilidad que muestra el autor para hacer de la necesidad virtud y ensamblar todas las historias en un hilo narrativo que las da una nueva dimensión sin que al lector le chirríe el recurso llegando a pensar, si desconoce la procedencia de las distintas historias, que se encuentra ante una obra enteramente original.

Para lograr ese efecto, Beroy intercala entre las historias originales una nueva sobre la que construye el armazón del álbum - la historia de un autor perdido entre los sueños y la vigilia de la creación a la busca un misterioso libro mientras espera encontrar en una u otra orilla a su amada- presentándose el resto de las historias como ventanas a los sueños del protagonista. Mediante este recurso, el autor ordena, por un lado, el totum revollutum que sería de otro modo el álbum dotándolo de una coherencia interna y justifican, por otro, el “vale todo” que la ausencia de reglas que situar el quebradizo argumento en el sueño supone.

Además, Beroy da un paso más allá para utilizar sabiamente los recursos narrativos del cómic y transmitir al lector la zozobra del durmiente en una narración elíptica en la que sutiles – un jarrón que se rompe, una ventana abierta por el viento, el revoltijo de sábanas del protagonista…- cambios en las viñetas en las que el protagonista duerme nos preparan para la zozobra de sus aventuras oníricas y realzando los detalles -el uso del color como un elemento diferenciador entre la libertad de la fantasía frente al tono más dramático de la realidad en blanco y negro, la vis evocadora del título sugerente, .o el homenaje declarado a la obra de un genio como Edgard Allan Poe- para recrear la atmósfera que da identidad al álbum al tiempo y conseguir aportar al lector que ya conociese las historias por la revista una nueva y original perspectiva.

En definitiva, “La enfermedad del sueño” es una obra madura de un autor que conoce perfectamente el medio en el que trabaja pero no sólo al nivel del que teoriza sobre abstracciones artificiosas sino del sobrado capaz de elevar su oficio y la búsqueda de soluciones pragmáticas en un arte haciendo que lo difícil parezca sencillo de un modo que no está al alcance de cualquiera. Un álbum cuyo conocimiento y análisis debería ser obligatorio para todos los que quieran contar historias en viñetas.
Otras obras de J. M. Beroy en El lector impaciente:
- "666/999".
- "Versus".

¿Qué van a tener en común Mickey Rourke y Lobezno?

Aparte de cierto gusto por caminar por el lado peligroso de la vida y un poder de recuperación que para mí quisiera, el amigo Logan y el ex púgil van a compartir, a falta de confirmación, un mismo mentor –no, no es Xavier- sino Darren Aronofsky,

Y es que el interesante Darren Aronofsky, que recuperara a Rourke para la interpretación en la interesante “El luchador”, parece ser el elegido a día de hoy para dirigir la segunda película protagonizada por “Lobezno” tras hacerse cargo Zack Snyder del nuevo proyecto de "Superman".

A mí Aronofsky me parece un director interesante pero me da miedo lo que un tipo tan personal encaje en una superproducción de superhéroes protagonizada por el viejo Logan. ¿Estaremos ante un segundo Ang Lee? A propósito, Hugh Jackman el alter ego de Logan en la gran pantall,a ya fue dirigido por Aronofsky en “La fuente de la vida”. ¿Contará con Rourke Aronofsky para esta película?...

Habrá que estar atentos.

lunes, 18 de octubre de 2010

“Clásicos DC: Los Nuevos Titanes”, de Marv Wolfman y George Perez.

He estado un par de semanitas muy ocupado leyendo despacito el tomo en que Planeta ha recopilado los dieciséis primeros números de “The New Teen Titans”, de Wolfman y Perez, a los que añaden la primera aparición del nuevo grupo en “DC Comics presents #26” y “Best of DC #18”, y tengo que decir que he disfrutado como un enano. Y no sólo por reencontrarme con unos tebeos que se grabaron a fuego en mi memoria desde que los descubrí en el primer volumen de la serie añorada Zinco – el primer número que leí fue el primero de la saga de los Titanes mitológicos con la aparición de Hyperion- sino porque pasado el tiempo y las lecturas uno comprueba con más conocimientos que estos Titanes que en su momento eran la única colección que se colaba con regularidad en un Top Ten copado por series Marvel supusieron quizás el más hermosos cantos del cisne de un género –el superheroico- que poco a poco ha ido degradándose obviando su principal cualidad: la capacidad para maravillar y hacer volar la imaginación.

Los dieciséis primeros números de “Los Nuevos Titanes” son una montaña rusa en la que uno no se cansa de montarse…. El Exterminador, La Colmena, La saga de Trigon, los 5 Temibles, Los Titanes mitológicos, La Hermandad del Mal, la investigación de los asesinos de la Patrulla Condenada son historias que hoy en día no darían sólo para dieciséis comic book sino que probablemente cualquier equipo formado por un dibujante hot y un Bendis cualquiera lo estirarían a la cincuentena larga de números. Sin embargo, unos ambiciosos y jovenzuelos Wolfman y Perez nos engancharon mes a mes a unas aventuras que sorprendían por su frescura y dinamismo ajena a las fórmulas anquilosadas llenas de clichés propias de la DC de la época y no sólo por el despliegue gráfico de un Perez incomensurable que renunció a su soñada “LJA” por esta serie “menor” en la que número a número sorprendía con nuevas y más espectaculares localizaciones–de los ambientes urbanos de Nueva York hasta el espacio profundo, de la Jungla amazónica al Tártaro de los Titanes mitológicos, del Templo de Azarath a la dimensión infernal de Trigon, y las que me dejo-, la estilizada elegancia de sus personajes o la pulcritud de sus armoniosas composiciones de página en las que todo tiene un sentido sencillo e inteligible, sino también por el talento de un Marv Wolfman ambicioso tras foguearse en Marvel que incorporó una visión novedosa a un grupo de sidekicks secundarios a los que poco a poco fue dignificando de su rol plano inicial de comparsas en personajes con una personalidad propia a los que añadió creaciones como Starfire, Cyborg o Raven, ricos en matices y personalidad al tiempo que multiplicaban las posibilidades del grupo hasta el infinito, probablemente más allá incluso que los autores podrían imaginar en un principio.
No sólo por todas esas cualidades resulta agradable la relectura de estos números sino también por esa capacidad por reencontrarnos con parte de la inocencia perdida en unos cómics que ofrecían la posibilidad a los adolescentes de entonces de sentirse reflejados en las aventuras de unos héroes con problemas incapaces de lograr una victoria definitiva sobre amenazas que, en ocasiones, estaban por encima de sus posibilidades. “Los Nuevos Titanes” solían ir siempre un paso por detrás de sus enemigos y eso para los chavales que por aquel entonces nos empezábamos a dar cuenta que la vida era más complicada de lo que podríamos imaginar era un punto a tener en cuenta para identificarnos con esos superhéroes que intentaban encontrarse a sí mismo como personas y como grupo sin tomarnos el pelo.

Wolfman y Perez pergeñaron una obra en la que todo encaja y tiene una explicación en unos cómics que aunaban la evasión de la aventura con un correcto tratamiento dramático de unos personajes que iban creciendo número a número. Más allá de la excelente “Crisis en la Tierra Infinita” tengo claro que estos números de “Los Nuevos Titanes” fueron la gran contribución de este excelente equipo creativo al género suponiendo un punto de inflexión que, lamentablemente, no fue desarrollado con posterioridad aun cuando desde muy temprano intentase ser imitado sin éxito (como por ejemplo en “Batman y los Outsiders” de Mike W. Barr y Jim Aparo).

La edición de Planeta está bastante bien, haciendo justicia al dibujo de Perez aun cuando no le hubiera venido mal un repaso al tema de la traducción porque da la impresión que mantienen la inicial de Zinco corrigiendo únicamente el horror de traducir Hive por Colmena y no por Cueva (claro, que para los que leímos esos primeros tebeos lo raro es que sean Colmena y no Cueva. Brrr..). Una obra imprescindible para todo aficionado a los buenos tebeos de superhéroes.

Roger Stern y el superhéroe atípico.



Pregunta: Cuando eras más joven y escribías Spiderman. ¿En que consideras que te identificabas con el personaje?

STERN: ¿Quieres decir aparte del hecho de que tenía un ligero parecido físico con su alter ego en el instituto? [Risas]. Mis afinidades con Spiderman son siempre con Peter Parker. Era un pequeño genio científico en el instituto, aunque nunca jugué en la liga de Peter. Por supuesto a mi nunca me mordió una araña radioactiva. Tan solo el típico mosquito.

Pero ambos acabamos en los medios de comunicación partiendo de la ciencia. Y pese a que nunca he tenido que enfrentarme a situaciones de vida o muerte como Pete. El se enfrentaba las mismas situaciones mundanas que yo: Pagar las facturas, encontrar tiempo para ir a la lavandería, tener que encargarse con todas esas molestas situaciones rutinarias. Durante un tiempo ambos éramos veinteañeros solteros viviendo en New York. La forma de escapar de la rutina de Pete era recorrer la ciudad balanceándose en telarañas como Spiderman y la mía escribir sobre como lo hacía.

Pregunta: Mucha gente piensa que Spiderman y Peter Parker son el héroe típico.

STERN: Eso depende de cómo quieras definir “típico”. Vale Spiderman tiene un traje que le cubre toda la cara y el cuerpo. Cualquiera podría ser él si tuviera una forma física parecida. Y con todas las cosas horrendas que le ocurren, normalmente en los peores momentos de su vida. Esas son cosas con las que cualquiera puede sentirse identificado. Además está el hecho de que consiguió sus poderes por accidente. ¿No nos pasa a veces que nos da impresión de que andamos por la vida cayendo de un accidente a otro?.

En la comunidad superheroica Spiderman es algo así como un héroe típico, su fuerza es una media comparada con la de Thor o Hulk o la Cosa. Y cuando hablamos de velocidad y agilidad Spiderman tiene ciertamente sus rivales. Incluso hay otros héroes que también se pegan a las paredes.

Pero en el sentido de que “típico” es un tío normal, estándar. Pues no, Peter nunca ha sido “típico” En realidad es excepcional, incluso antes de que se convirtiera en Spiderman, Piensa que Peter era el cerebrito de su clase. ¿Cuantos de nosotros podríamos haber inventado un lanzador de telarañas con 15 años?. Yo diría que ninguno.

Verás un tema que subyace en la serie de Spiderman es que la inteligencia por si misma no es suficiente para triunfar en la vida. Es muy importante saber buscar el momento adecuado para hacer las cosas. Yo veo a Spiderman más como un héroe atípico que típico. Es el tío con poderes extraños, que anda en el techo, que se burla de sus enemigos en su cara y siempre se sale con la suya. Esa es uno de las mayores fantasías que existen.
(Curioseando en Frog2000 he llegado a esta serie de entrevistas a Roger Stern donde repasa su larga trayectoria en los cómics Marvel. Como ya dejó claro en sus etapas en series como “Los Vengadores” y “The amazing Spiderman” derrocha conocimiento en su interpretación de los personajes).

domingo, 17 de octubre de 2010

“Velocidad Moderna”, de Blutch.

Esperaba con interés la última obra del talentoso francés Blutch publicada recientemente por La Cúpula y la conclusión tras la lectura no deja de ser un poco decepcionante porque reencontrarse con el talento gráfico descomunal de un dibujante tan hábil como Blutch siempre es un placer pero resulta un poco triste asistir a como una obra con unos mimbres interesantes va perdiendo interés debido a la ausencia de un buen guión que le dé continuidad a tanta brillantez.

Velocidad Moderna” es la historia de Lola una bella bailarina que intenta abrirse camino en el duro mundo de la danza. Sus evoluciones ante su exigente maestro son espiadas por Renée una bella escritora que la aborda en la calle para hacerla una sorprendente propuesta: acompañarla en su día a día para convertirla en el objeto de su próxima novela. Lola accede y juntas se encontrarán con extraños personajes y grupos a lo largo de una extraña noche parisina en la que las fronteras entre la conciencia y la imaginación parecen disiparse.

La imaginación, el sexo y el inconsciente freudiano son temas recurrentes en la obra de Blutch y en esta nueva obra vuelven a aparecer en un relato de corte fantástico que recuerda remotamente a la obra de novelistas de Boris Vian o Arthur Schniltzer y grandes directores como el Scorsese de “Jo, qué noche” o el Kubrick de “Eyes White Shut” en una historia en la que los encuentros con personajes increíbles de la protagonista y la atmósfera irreal impregna toda la historia hasta el punto de disbujar la razón de ser de una protagonista que es un mero vehículo para los encuentros imaginados por el autor.A pesar del buen comienzo de la obra, Blutch se deja subyugar por su propio talento para describir esas situaciones y la historia acaba dispersándose sin freno quedando reducida a un mero ejercicio de estilo -¡ Y qué estilo el de Blutch para lograr a través de su trazo sucio y feista recrear atmósferas sutiles y bellas!- que muestra el virtuosismo gráfico de un autor superdotado pero que acaba derrotado y aburrido de su propia historia. Una lástima porque señala Blutch en la entrevista que complementa el volumen el autor llevaba inmerso en el proyecto años para un resultado que no acaba de ser redondo.

En definitiva, “Velocidad Moderna”es una obra interesante para los seguidores convencidos de Blutch que podrán disfrutar además de la historia principal de una serie de páginas en blanco y negro excluidas de la historia principal y una larga e interesante entrevista concedida por el autor, pero "Velocidad Moderna" no es un tebeo que recomendaría a nadie que no hubiera leído previamente la obra del francés y aconsejaría que se iniciasen con obras como “Peplum” o “La Voluptuosidad” más logradas en mi opinión.

sábado, 16 de octubre de 2010

Joann Sfar, Dionysos y Besson.

El polifacético Joann Sfar capaz de cualquier cosa menos de estarse quieto también ha probado fortuna en colaboraciones con el ecléctico grupo francés Dionysos con el que comparte una misma fascinación por los universos monstruosos y mágicos de autores como Tim Burton. Así, Sfar ha realizado la portada de dos discos de esta original banda que gusta de ofrecer proyectos que escapan exclusivamente del ámbito musical para experimentar con otros medios como la literatura o el cómic.

De este modo, Sfar realizó la portada para “Monsters in Love”, el disco de la banda del 2005 que se vendió junto a un libro de cuentos del que es autor el solista Mathias Malzieu, Maintenant qu'il fait tout le temps nuit sur toi”, textos escritos como terapia para superar la muerte de su madre.

El segundo disco del grupo que cuenta con la colaboración de Sfar (junto a Karim Friha) en su portada es “La Mécanique du Coeur” del 2007 que se inspira en una novela de fantasía escrita por Malzieu (publicada en España) de la que Luc Besson ha comprado los derechos para realizar una película de animación en 3-D de la que se encargará el mismísimo Joann Sfar. Curiosamente, este disco cuenta además con colaboradores de lo más pintorescos entre los que se encuentra el genial jugador francés de fútbol Eric Cantona que también gusta de meterse en todo tipo de charcos ya que también ha hecho sus pinitos como actor.

Hay que ver cuánta gente inquieta y talentosa hay por las Galias...

Hay os dejo un video del grupo – “La metamorphe de Mr. Chat” de “Monster in Love”- para que escuchéis como suenan.

400” height="385">