Si hay un autor de cómics que en los últimos años ha destacado en su tratamiento del thriller -y en casi cualquier género que ha tocado, por otra parte-, ese no ha sido otro que Ed Brubaker, quién sólito o en compañía de otros, ha sido capaz de poner de moda de nuevo un género que, salvo casos puntuales como “100 Balas” de Azzarello y Risso o “Balas Perdidas” de David Lapham, parecía bastante olvidado por las editoriales norteamericanas de cómics.
En este primer arco que ahora publica Panini y que engloba los primeros cinco números de la serie regular yanqui que Brubaker publica para el sello Icon, nos encontramos con una historia negra purísima, sin los elementos bastardos se han puesto de moda últimamente para revigorizar géneros menos maduros, en la que Brubaker cuenta con libertad absoluta para hacer lo que le dé la gana y nos regala una historia llena de elementos y escenarios comunes, reconocibles perfectamente para el lector familiarizado con el género, que encontrará referentes constantes a las grandes obras y autores que lo han hecho grande a lo largo de los años, pero incorporando al tiempo pequeños matices que hacen de su lectura una obra fresca y original. De este modo, en "Criminal: cobarde" nos encontramos con una enorme galería de personajes perdedores, rotos y de vuelta de todo, cuyas motivaciones e intereses van de lo negro a lo negrísimo y que regidos por sus propios códigos no escritos sobreviven en los límites del sistema cuando no abiertamente fuera del mismo. Precisamente, el protagonista de la historia, Leo, es un paria dentro de ese universo de ladrones, asesinos, buscavidas y policías corruptos, un tipo tan necesario para sus compinches que le necesitan por su habilidad innata para la planificación de golpes “perfectos” como lo desprecian por su aparente cobardía. Leo, es un “outsider” dentro del mundo criminal, un solitario que se rige por sus propias normas, hijo de una leyenda del hampa de la ciudad y que sobrevive como carterista mientras cuida de Iván, un antiguo compañero de su padre, enfermo de Alzheimer y drogadicto. Cuando un antiguo compinche le busca para que planifique un golpe perfecto el primer impulso de Leo será intentar escabullirse, sin embargo, en su naturaleza está intentarlo, aunque sepa que va a caer en una trampa y las consecuencias de esta seán mucho peores que las que en principio pudiera imaginar.
John Huston en “La Jungla de Asfalto” ya dijo de boca de uno de sus personajes que “el delito no es más que uno de los aspectos de la lucha por la vida” y, esa frase, llevada a su máxima expresión, es lo queha buscado Brubaker en esta serie, en la que haciendo gala de su enorme talento para la caracterización de personajes atormentados escribe una historia de corte clásico y en la que no da tregua ni a los personajes ni a los lectores.
Desde “La escena del crimen”, Brubaker ha mostrado su amor y dominio del género negro y en cuanto tiene oportunidad lleva sus proyectos más comerciales a ese terreno, como demostró en las excelentes “Gotham Central” y “Sleeper”. Precisamente, en esta última serie fue donde inició una colaboración con el británico Sean Phillips ("WildCats", "Marvel Zombies") que continúa ahora en “Criminal” logrando una gran complicidad en el desarrollo de la obra. Phillips es un autor sobrio, poco dado a las florituras, pero dotado de un excelente sentido de la narrativa que casa perfectamente con las historias oscuras que a Brubaker le gusta contar. En “Criminal”, ambos consiguen algo muy difícil, acercarse el lenguaje del cómic al de los grandes clásicos de la literatura y el cine negros dando a la historia el ritmo adecuado para mantener atrapado al lector que no podrá parar de leer hasta que termine la historia y quede sobrecogido ante la viñeta final.
En este primer arco que ahora publica Panini y que engloba los primeros cinco números de la serie regular yanqui que Brubaker publica para el sello Icon, nos encontramos con una historia negra purísima, sin los elementos bastardos se han puesto de moda últimamente para revigorizar géneros menos maduros, en la que Brubaker cuenta con libertad absoluta para hacer lo que le dé la gana y nos regala una historia llena de elementos y escenarios comunes, reconocibles perfectamente para el lector familiarizado con el género, que encontrará referentes constantes a las grandes obras y autores que lo han hecho grande a lo largo de los años, pero incorporando al tiempo pequeños matices que hacen de su lectura una obra fresca y original. De este modo, en "Criminal: cobarde" nos encontramos con una enorme galería de personajes perdedores, rotos y de vuelta de todo, cuyas motivaciones e intereses van de lo negro a lo negrísimo y que regidos por sus propios códigos no escritos sobreviven en los límites del sistema cuando no abiertamente fuera del mismo. Precisamente, el protagonista de la historia, Leo, es un paria dentro de ese universo de ladrones, asesinos, buscavidas y policías corruptos, un tipo tan necesario para sus compinches que le necesitan por su habilidad innata para la planificación de golpes “perfectos” como lo desprecian por su aparente cobardía. Leo, es un “outsider” dentro del mundo criminal, un solitario que se rige por sus propias normas, hijo de una leyenda del hampa de la ciudad y que sobrevive como carterista mientras cuida de Iván, un antiguo compañero de su padre, enfermo de Alzheimer y drogadicto. Cuando un antiguo compinche le busca para que planifique un golpe perfecto el primer impulso de Leo será intentar escabullirse, sin embargo, en su naturaleza está intentarlo, aunque sepa que va a caer en una trampa y las consecuencias de esta seán mucho peores que las que en principio pudiera imaginar.
John Huston en “La Jungla de Asfalto” ya dijo de boca de uno de sus personajes que “el delito no es más que uno de los aspectos de la lucha por la vida” y, esa frase, llevada a su máxima expresión, es lo queha buscado Brubaker en esta serie, en la que haciendo gala de su enorme talento para la caracterización de personajes atormentados escribe una historia de corte clásico y en la que no da tregua ni a los personajes ni a los lectores.
Desde “La escena del crimen”, Brubaker ha mostrado su amor y dominio del género negro y en cuanto tiene oportunidad lleva sus proyectos más comerciales a ese terreno, como demostró en las excelentes “Gotham Central” y “Sleeper”. Precisamente, en esta última serie fue donde inició una colaboración con el británico Sean Phillips ("WildCats", "Marvel Zombies") que continúa ahora en “Criminal” logrando una gran complicidad en el desarrollo de la obra. Phillips es un autor sobrio, poco dado a las florituras, pero dotado de un excelente sentido de la narrativa que casa perfectamente con las historias oscuras que a Brubaker le gusta contar. En “Criminal”, ambos consiguen algo muy difícil, acercarse el lenguaje del cómic al de los grandes clásicos de la literatura y el cine negros dando a la historia el ritmo adecuado para mantener atrapado al lector que no podrá parar de leer hasta que termine la historia y quede sobrecogido ante la viñeta final.
La edición de Panini está bien, aunque hubiera sido deseable que hubieran publicado todos los artículos que incluyó la edición norteamericana en grapa y no sólo una selección.
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