
A lo largo de los catorce números que duró la serie –y un número especial de dieciseis páginas a modo de presentación que apareció como complemento en un número de “The Teen Titans” un mes antes de su lanzamiento-, Wolfman y Colan demuestran su talento para pergeñar historias entretenidas de terror y magia protagonizadas por personajes carismáticos.

En esta serie, las tramas giran en torno al Baron Winters, un poderoso hechicero que lidera un variopinto grupo al que encarga distintas misiones de corte sobrenatural. Winters es un manipulador de tomo y lomo que sólo confía en su leopardo Merlín con el que vive confinado en su Mansión de Wintersgate Manor, una encrucijada espaciotemporal, de donde no puede salir por lo que no participa activamente en las misiones que encarga a sus numerosos agentes sin importarle demasiado sacrificar la integridad de sus subordinados. Los miembros habituales del equipo son la nieta de Abraham Van Helsing, Vanessa, una telekinetica con la capacidad de percibir amenazas sobrenaturales lo que provocó que pasase la mayor parte de su vida en un psiquiátrico, Jack Gold, un periodista perdedor, divorciado y alcohólico que pronto se sentirá atraído por Vanessa con el que se casará, el profesor Donovan Caine, un parapsicólogo que quedará tullido en el transcurso de una misión y Zadok Grimm, un caballero del tiempo del bíblico Rey David (sí, el de Góliath) que mantiene una misteriosa relación de complicidad con Winters.

En “Night Force”, la comparación con “La tumba de Drácula” es inevitable no sólo por por los entretenidos guiones de un Wolfman que tira de oficio para el desarrollo de tramas y personajes sino por el tratamiento gráfico de un Colan que no se estruja demasiado la imaginación a la hora de caracterizar los personajes, de tal modo que Winters y Drácula parezcan gemelos, pero cuenta con las manos libres para desplegar toda su habilidad en el desarrollo de ambientes cargados y misteriosos con un gusto de lo más cinematográfico en la recreación de los distintos entornos por los que se mueven los protagonistas dejando constancia de su maestría en el desarrollo de atmósferas opresivas y sombrías. Colan es entintando en esta serie por Dick Giordano y Bob Smith con los que no llega al mismo nivel de compenetración que con Tom Palmer pero que no desmerecen al menos la labor del dibujante.

Quizás a principios de los ochenta la fórmula sobrenatural estaba agotada y el fandom no respaldó de igual manera que años antes lo hiciera a “The tomb of Dracula” lo que provocó la conclusión de la serie en el número 14. A mediados de los noventa, “Night Force” sería retomada por Wolfman ya sin Colan (que realizó la portada del último número) en una maxiserie de doce números también inédita en España.

En España, “Night Force” ha sido repetidamente ignorada por las distintas editoriales que han publicado material de DC, salvo por –como no- Zinco que publicó un par de números como complemento de la primera maxiserie de “La Cosa del Pantano”.
En definitiva, “Night Force” sería un magnífico título a recuperar en una colección de Clásicos DC.
A continuación, todas las portadas de la primera serie:












