Hoy estamos ante una obra que engaña de principio a fin y mantiene al lector atrapado hasta la última viñeta, algo meritorio teniendo en cuenta la cantidad de referencias que manejamos los lectores actuales y lo difícil que resulta sorprendernos. Sin embargo, la cosa no es de extrañar ya que estamos ante uno de los mejores trabajos de todo un especialista en la difícil materia de entretenernos e incomodarnos, un tahúr del noveno arte como hay pocos. Me refiero, claro está, al noruego Jason y a “No me dejes nunca”, una obra que fue reconocida con, entre otros premios, con el Eisner 2007 a la mejor obra extranjera y el premio a la mejor novela gráfica de 2006 otorgado por Entertaiment Weekly.
¿Cuántas historias encierra en sus apenas48 páginas esta historia? Probablemente, tantas como lectores dispuestos a seguir la pista de un autor que no está dispuesto a dejarse atrapar y que, sin duda, sale triunfante de la cacería. Por un lado, puede pensarse que estamos ante un curioso pastiche en el que Jason recrea el París de posguerra en el que los miembros de la llamada generación perdida de la Literatura Norteamericana son autores de cómics que pasan sus días atormentados por las dudas del proceso creativo y los problemas económicos y sentimentales. ¡Qué gran jugada de Jason y qué habilidad para transponer a ese ambiente parisino de posguerra en constante ebullición creativa sus propias dudas personales acerca del proceso de construcción de cualquier obra utilizando a esos extraños animales antropomorfos que tan de moda están! Le he pillado. Sigamos leyendo…Eh, un momento, ¿Cuándo Hemingway, Scott Fitzgerald y James Joyce realizaron juntos un atraco? ¿Y cómo ha podido salir tan mal?¿No es esto una revisión de la clásica historia del atraco perfecto, a la manera de Kurosawa, reconstruyéndolo a través de distintos personajes cada uno de los cuáles me ofrece algo más de información que el anterior? Decididamente, este cómic no es lo que me esperaba y esa críptica frase final que da título a la obra y la cierra es quizás la clave de todo el asunto y la que le da sentido. ¿Es la obra con todas sus vueltas y revueltas una nueva forma que tiene Jason para mostrarnos una versión más de su temática fundamental, el miedo a la soledad? Sin duda hay que concederle que es original.
Construido como una enorme caja china, que encierra un rompecabezas dentro de otro, Jason nos ofrece en “No me dejes nunca” una historia medida basada en un guión impecable en la que el autor va siempre varios pasos por delante del lector. Las comparaciones son odiosas, que se dice, y a Jason le han llegado a llamar el “Kafka del cómic”, título que quizás le venga algo grande, pero, sin duda, en esta obra se pone a la altura de otro genio Orson Welles en esa maravilla ignorada que es “F of Fake”. Y es que la riqueza e inventiva de Jason a la hora de trasladar sus inquietudes al lector de una manera amena probablemente no tenga ahora parangón con ningún otro autor de cómics actual. Su dibujo minimalista y aparentemente poco trabajado está dotado de una gran expresividad para transmitir en cada viñeta la información justa que quiere ofrecer y su narración gráfica se ve complementada, siempre de manera concisa y precisa, por unos bocadillos de diálogo que sólo buscan transmitir la información justa.
En definitiva, estamos ante un gran tebeo que nadie debería perderse, a la medida de cualquier lector. Yo no me lo perdería pero por si todavía no han tenido bastante seguiremos explorando en las próximas semanas la obra de este estupendo autor.
Más Jason en El lector impaciente:
“Yo maté a Adolf Hitler”.
¿Cuántas historias encierra en sus apenas48 páginas esta historia? Probablemente, tantas como lectores dispuestos a seguir la pista de un autor que no está dispuesto a dejarse atrapar y que, sin duda, sale triunfante de la cacería. Por un lado, puede pensarse que estamos ante un curioso pastiche en el que Jason recrea el París de posguerra en el que los miembros de la llamada generación perdida de la Literatura Norteamericana son autores de cómics que pasan sus días atormentados por las dudas del proceso creativo y los problemas económicos y sentimentales. ¡Qué gran jugada de Jason y qué habilidad para transponer a ese ambiente parisino de posguerra en constante ebullición creativa sus propias dudas personales acerca del proceso de construcción de cualquier obra utilizando a esos extraños animales antropomorfos que tan de moda están! Le he pillado. Sigamos leyendo…Eh, un momento, ¿Cuándo Hemingway, Scott Fitzgerald y James Joyce realizaron juntos un atraco? ¿Y cómo ha podido salir tan mal?¿No es esto una revisión de la clásica historia del atraco perfecto, a la manera de Kurosawa, reconstruyéndolo a través de distintos personajes cada uno de los cuáles me ofrece algo más de información que el anterior? Decididamente, este cómic no es lo que me esperaba y esa críptica frase final que da título a la obra y la cierra es quizás la clave de todo el asunto y la que le da sentido. ¿Es la obra con todas sus vueltas y revueltas una nueva forma que tiene Jason para mostrarnos una versión más de su temática fundamental, el miedo a la soledad? Sin duda hay que concederle que es original.
Construido como una enorme caja china, que encierra un rompecabezas dentro de otro, Jason nos ofrece en “No me dejes nunca” una historia medida basada en un guión impecable en la que el autor va siempre varios pasos por delante del lector. Las comparaciones son odiosas, que se dice, y a Jason le han llegado a llamar el “Kafka del cómic”, título que quizás le venga algo grande, pero, sin duda, en esta obra se pone a la altura de otro genio Orson Welles en esa maravilla ignorada que es “F of Fake”. Y es que la riqueza e inventiva de Jason a la hora de trasladar sus inquietudes al lector de una manera amena probablemente no tenga ahora parangón con ningún otro autor de cómics actual. Su dibujo minimalista y aparentemente poco trabajado está dotado de una gran expresividad para transmitir en cada viñeta la información justa que quiere ofrecer y su narración gráfica se ve complementada, siempre de manera concisa y precisa, por unos bocadillos de diálogo que sólo buscan transmitir la información justa.
En definitiva, estamos ante un gran tebeo que nadie debería perderse, a la medida de cualquier lector. Yo no me lo perdería pero por si todavía no han tenido bastante seguiremos explorando en las próximas semanas la obra de este estupendo autor.
Más Jason en El lector impaciente:
“Yo maté a Adolf Hitler”.
3 comentarios:
Veo que te ha gustado mucho. Bien, bien... Y ese par de toques de humor que te dejan :O
Pues de Jason me leí El último mosquetero, que me defraudó un poquito y el de Chht! (o como se escriba), un cómic mudo (sin palabras), que fue mi primera toma de contacto con este autor. Es un título que te recomiendo: lírico, conmovedor y sorprendente. Me gustó mucho.
Saludos.
Bruce y David,
Pues sí. Me gusta mucho. "El último mosquetero" y "Chhhht" próximamente.
Impacientes Saludos.
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