viernes, 24 de agosto de 2012

“Tierra X”, de Alex Ross, Jim Krueger y John Paul Leon.


Entre los tebeos que me he repasado estas vacaciones se encontraba la recopilación que Panini publicó en su colección Extra Superhéroes hace unos meses de esta “Tierra X”, maxiserie de catorce números –curiosamente numerada del cero al trece- ideada por el afamado dibujante/pintor/ilustrador Alex Ross pero dibujada por John Paul Leon y guionizada por Jim Krueger. El volumen de Panini incluye además un número complementario “Earth X, ½” insertado en medio de la maxiserie para respetar su cronología.
La historia es una distopía fatalista sobre el destino final de los superhéroes Marvel en una Tierra esquilmada desde el momento en que toda la población del planeta adquirió poderes. A través de los ojos del Hombre Máquina que está siendo formado por un mermado Uatu para convertirse en el nuevo Vigilante, se presenta el destino de una Humanidad predestinada a un fin celestial desde sus orígenes al tiempo que vemos como los superhéroes que quedan afrontan su papel en un mundo que parece no necesitarlos.
Entiendo los méritos que pueden encontrarle a algunos a haber montado esta historia por parte de Ross y Krueger, que para su construcción se han dado un buen repaso a toda la mitología marvelita, pero su visión oscura, negativa y pesimista del panteon Marvel me repele. Al parecer la cosa nació a raíz de unas decadentes versiones de encargo que realizó Ross de distintos superhéroes y a partir de ahí, junto a Krueger, desarrolló una idea que parece en parte inspirada en “La Torre Oscura” de Stephen King y contó con el OK de una confusa Marvel que a finales de los noventa todavía no había encontrado el Norte tras los desastres de los “Heroes Reborn”.


Krueger insufla al tebeo una épica cósmica oscura y densa potenciada por el dibujo y la narrativa oscura y densa de un John Paul Leon, que ya he comentado en alguna ocasión que no es santo de mi devoción y menos para el género de superhéroes pero cuyo estilo se ajusta como un guante al enfoque ideado por Ross y Krueger. Mas allá de los soporíferos diálogos que se cascan Uatu y el Hombre Máquina (terribles los textos complementarios que cierran cada capítulo), hay algunas ideas curiosas – la inclusión de los asgardianos y lo del Doctor Extraño - y la cosa podría ponerse más interesante en la parte de la trama en que el Capi reúne fuerzas para enfrentarse al nuevo Cráneo, pero Leon deja patente su incapacidad para reflejar con claridad las escenas con múltiples personajes e insuflar emoción a las –escasas- secuencias de acción que incluye la historia bastante mal resueltas.

 Además, la confusión del tebeo crece conforme la historia avanza porque la capacidad para hilvanar la compleja historia y todo lo que quieren incorporar es menor que el talento narrativo de sus autores y, además, concluye con una de las idas de olla más grandes que se ha visto en esto de los superhéroes.  Lo mejor en el aspecto gráfico de la serie son las portadas de Alex Ross.
En fin, “Tierra X” es un batiburrillo de buenas ideas torpemente plasmadas. Quizás con un planteamiento menos ambicioso – o si Ross le hubiera pedido ayuda a Jim Starlin, a Rafa Marín o a Kurt Busiek en lugar de a Leon y a Krueger - la historia habría dado mucho más de sí, pero el Universo Marvel que a mí me gusta está bastante alejado del confuso oscurantismo de esta “Tierra X”. Que cada cuál saque sus conclusiones (y, si quiere, hasta las comparta).

jueves, 23 de agosto de 2012

”Colección Dumbo 1: Las Minas del Rey Salomón”, de Carl Barks y otros.

Salvat inaugura la temporada de coleccionables por entregas apelando a la nostalgia con este coleccionable que está previsto conste de dieciséis entregas en el que recupera parte de la mítica “Colección Dumbo”, en la que se publicó lo más granado de los cómics de la Disney en España por primera vez en los años sesenta por Ediciones Recreativas. Una buena noticia para los aficionados a este material para acceder a  material inencontrable a precios razonables  de autores de la talla de Carl Barks... si no fuese por la deficiente reproducción que ha omitido cualquier intento de restauración y parece directamente escanear los ejemplares de hace cuarenta años.
En esta primera entrega se reúnen cinco historia: Tres historias patunas de Carl Barks en la que destaca la que da título al tomo, una protagonizada por Lobito realizada por Gil Turner y otra de Supergoofy de Paul Murry.

A estas alturas todos sabemos, por poco familiarizados que se esté con este material, que tras la marca Disney trabajaron grandes artistas como Floyd Gottfredson o el propio Carl Barks que desarrollaron durante décadas las aventuras de los personajes de la compañía en los cómics y todo buen aficionado al cómic debería poder valorar. Por eso la idea d,el coleccionable, en las primeras entregas al menos, con un precio realmente popular, sobre todo si se compara con el último intento de publicar la obra de Barks realizado por Planeta, no me parece  mala. Sin embargo, creo que se ha perdido una magnífica oportunidad de hacer mejor las cosas con una edición algo más cuidada que al menos incorporara textos introductorios para contextualizar las obras o un simple índice en que acreditara a los autores en vez de mantener incluso los fallos de reproducción de la edición original, la antediluviana rotulación mecánica y la  publicidad que aparecía en  los originales, detalles que quizás gusten a los viejos lectores pero  que a la mayoría que no cuentan -contamos- con ese bagaje  nos hace descartar directamente este materia ya que por bueno que sea el contenido hay que cuidar mínimamente el continente.

No sé qué planteamientos se habrán hecho en Salvat más allá de captar el target de los cincuentones y los padres despistados, pero con haber mejorado solo un poco la reproducción, corrigiendo manchurrones y la rotulación seguramente habrían mejorado mucho sus posibilidades de venta. Lástima de oportunidad perdida. Y van…

miércoles, 22 de agosto de 2012

Sergio Toppi (1932-2012).



No recuperados todavía del impacto de la noticia del fallecimiento de Joe Kubert –por no hablar ya en otros ámbitos ajenos al Cómic de las de Sancho Gracia o Tony Scott- ayer nos sorprendía desde las redes sociales el anuncio del fallecimiento de uno de los autores mayúsculos del cómic europeo, el italiano Sergio Toppi a los 79 años.

De formación autodidacta, Toppi se convirtió en un autor distintivo y fácilmente reconocible no solo por su perfecto dominio de los clarosocuros y las manchas de tinta siendo considerado un maestro del blanco y negro sino también por ser uno de los primeros autores en romper con la esquemática división de página en viñetas para dar agilidad a su narrativa y sacar partido a su dibujo virtuoso y elegantes composiciones. Más allá de su virtuosismo, creo que su principal virtud fue su capacidad para trasladar al papel  una mirada original  que hacía que sus obras tuviesen matices únicos y hacían su estilo perfectamente identificable.

Entre sus obras fundamentales destaca sobre todo la onírica “Sharazad” pero tampoco hay que olvidar trabajos como “Il Colezionista” o sus álbumes de la serie “El último hombre”, así como puntuales colaboraciones especiales con títulos de la Editorial Bonelli en series como “Ken Parker” o “Julia”.
Por desgracia, la mayor parte de la obra de Toppi salvo “Sharazad” no ha sido reeditada en España en décadas (hubo un anuncio fantasma de publicación de  nuevas obras que al parecer se perdió en el limbo) y  los mejores medios que tienen actualmente los aficionados españoles para acercarse a este autor sea a través de la correcta monografía de YexusSergio Toppi: Un visionario entre dos mundos” publicada hace unos años por Dolmen o pasarse por el blog “Desde el Nibelheim” desde donde su autor Alberich El Negro lleva años reivindicando y difundiendo su persona y obra.


Tras la muerte de Moebius y Joe Kubert este es un nuevo golpe terrible para el cómic ya que se pierden en el mismo año tres de las personalidades que más han contribuido al desarrollo de su potencial.

D.E.P.


 

martes, 21 de agosto de 2012

“All Star Batman”, de Frank Miller y Jim Lee.




El que sepa un poco de la vida sabe que en eso de las parejas hay de todo. Hay parejas por amor que están a partir un piñón (expresión tonta donde las haya de uso universal), parejas desgastadas que se aguantan por los años, los niños o los créditos e incluso parejas de conveniencia que ni se gustan ni nada pero que se alían para conseguir algún fin material común. En los equipos creativos de los cómics de supehéroes formados por guionista y dibujante esta teoría mía de las parejas también se aplica y, de este modo, podemos encontrar equipos que están a partir a un piñon – Bru/Phillips, por ejemplo-, parejas desgastadas –Lee/Kirby sería el ejemplo paradigmático- y parejas de conveniencia y circunstancias que por estas cosas modernas del marketing editorial se unen para sacar un proyecto “profesionalmente” adelante, como fue el caso de la puntual pareja formada por Frank Miller y Jim Lee en su “All Star Batman”, una maxiserie de diez números publicada sin periodicidad a lo largo de la anterior década, que ahora ha reunido ECC Ediciones en una cuidada edición, y en la que DC logró juntar al guionista más influyente del Hombre Murciélago en los últimos treinta años y al dibujante más molón del momento.



Como “All Star Batman” se podría calificar de blockbuster comiquero todo estaba pensado al dedillo para que la cosa fuese un éxito de ventas (y de hecho lo fue) así que en vez de optar por una historia original se aseguraron el interés de la muchachada escarbando en el acervo del Hombre Murciélago para volver  a (re)contar una historia tan manida como la del origen del primer Robin, Dick Grayson, actualizándola a los tiempos actuales y con bastantes voitudes para el lucimiento tanto del guionista como el dibujante.
El resultado es un tebeo sorprendente y desconcertante, que atrae al mismo tiempo que repele, que reune a dos talentos poco afines que a pesar de ello intentan y en ocasiones logran complementarse. Resulta evidente que Miller no estaba ya en su mejor momento y se toma el tratamiento de la historia casi como una caricaturización del justiciero que canonizó en sus obras cumbres protagonizadas por “Batman”, “Año Uno” y “The return of The Dark Knight”. Hay momentos brillantes y resulta entretenido en su salvajismo, pero el desarrollo de la trama es confuso e improvisado quedando incluso la historia inconclusa, aunque parece ser que esto no es achacable tanto a Miller como a ese peligro andante llamado Jim Lee.


En mi opinión, en “All Star Batman&Robin” quizás Lee realiza su mejor trabajo hasta la fecha. Su estilo es más detallista, espectacular y lucido que nunca aunque tanta brillantez esté alejado de cualquier atisbo de realismo o dramatismo, pero se le agradece el esfuerzo que en ocasiones realiza en su narrativa básica y cinematográfica a base de splash page por otorgar ciertos espacios para que Miller desarrolle la historia, los personajes y sus conflictos resultando interesante como se adapta a las necesidades del guionista con lo que consigue que el tebeo sea más sólido que su famoso “Silencio”.
Es una pena que la historia no tenga continuidad de momento porque a pesar de su carácter de blockbuster, o precisamente por tenerlo tan asumido, la historia cafre ideada por esta extraña pareja resultaba tan divertida y desvergonzada en su frivolidad que resulta refrescante comprobar el modo en que se pasaban las cacareadas convenciones, continuidades y demás por el forro. Que lo aprovechen ellos que pueden.

lunes, 20 de agosto de 2012

“Neandertal”, de Roudier.


Norma Editorial en cuanto a su sección de Cómic Europeo parece apostar sobre seguro por los títulos –nuevos o pendientes- de autores contrastados o por series abiertas que cuenten con seguidores fieles. Como política comercial tiene su lógica, aunque eso conlleva que los nuevos títulos comerciales de calidad realizados por nuevos autores apenas lleguen al aficionado español. Por ese motivo, no deja de ser una buena noticia –a pesar del tamaño por el tamaño que se ha optado- que la editorial haya apostado por la edición integral de Neandertal”, la trilogía que el prometedor Enmanuele Roudier realizó en torno a esa enigmática especie de hombres prehistóricos inteligentes extinguida hace miles de años y de la que tan poco se sabe.



Hace 50.000 años transcurre la historia de Laghu, un joven neandertal cojo que sobrevive dentro de su clan gracias a su habilidad como tallador de herramientas. Cuando su padre y jefe del clan, herido por el legendario bisonte Barbalarga, ordena en su agonía a sus hijos que venguen su muerte acabando con el bicho, Laghu, ansioso por ser útil, seguirá a sus ruines hermanos en la nueva partida de caza. A escondidas, contemplará lo traicionero de sus hermanos pero incapaz de hacerles frente en ese momento, abandonará la relativa seguridad del clan para buscar una dura y mítica a piedra que le permita tallar una punta de lanza con la que acabar con Barbalarga y enfrentarse a sus sanguinarios hermanos. En su peligroso vagar por un mundo en evolución, Laghu se irá fortaleciendo al tiempo que conoce nuevas tribús de neandertales y vive peligrosas aventuras.
Roudier, gran aficionado a la arqueología y que tiene en curso en Francia una serie del mismo corte “Vo’ hounâ”, en “Neandertal” da lo mejor de sí mismo en una obra que tiene como principales referentes la saga de novelas del “El Clan del Oso Cavernario” de Jean M. Auel y la película  “En busca del fuego”, de Jean-Jacques Annaud . Roudier, a pesar de haberse documentado bastante sobre el tema se permite bastantes licencias -que los personajes se comuniquen como los cromagnones contemporáneos me parece un acierto- para construir una efectiva historia de venganza entre unos hombres no tan primitivos como podría pensarse.

Si la historia está bien elaborada y entretiene, es en el aspecto gráfico donde alcanza su máxima expresión con las espectaculares viñetas en las que el artista recrea ese mundo primitivo y hostil en el que sus neandertales a pesar de sus peligros viven en armonía con la naturaleza. Roudier muestra con gran habilidad y detalle tanto en la descripción de sus neandertales, sus usos y costumbres, como de los animales con lo que convivían, con lo que a partir de un exquisito trabajo gráfico la obra crece y adquiere un mayor realce.

La edición es bastante correcta más allá del deslucimiento que conlleva toda reducción. Esperemos que Norma siga apostando por este tipo de nuevas obras de género y talentosos autores en el futuro pero, a poder ser, a su tamaño original.

viernes, 17 de agosto de 2012

MAX realiza el cartel del Expocómic 2012.

Pues como adelanto en el título para mí la noticia no es que el Expocomic 2012 tenga cartel sino que para esta ocasión los organizadores han acertado, sin que se me ofenda ninguno de los encargados en anteriores ediciones que precisamente Expocomic suele contar con un gran nivel en sus carteles, al contar para ello con MAX quien le ha dado una mayor solera y gracia al asunto.
El cartel de MAX aglutina lo viejo con lo nuevo en un homenaje al tebeo de toda la vida (bonita la referencia al Pumby de Josep) articulado con ese tono tan moderno y original con que nos suele sorprender MAX al tiempo que inserta los recursos propios del medio - los bocadillos de pensamiento, las onomatopeyas, las líneas de movimiento o exclamación- en un todo armónico, alegre, optimista  y divertido, significando que entre lo antiguo y lo nuevo no tiene que existir necesariamente ruptura y en un Salón de Cómics debería haber pluralidad de tendencias y gustos en la cosa esta de contar historias en viñetas.

Ahora solo hace falta que los organizadores se apliquen el cuento. El cartel es un genial primer paso.

jueves, 16 de agosto de 2012

Joe Kubert (1926-2012)


Reabro el blog en este irregular Agosto para hacerme eco de  la desaparición y rendir homenaje a uno de los  grandes del noveno arte norteamericano y mundial, Joe Kubert.
Joe Kubert que se inició en el mundo del cómic, como otros muchachos de ascendencia judía de su generación de apellidos tan afamados como Kirby o Eisner, casi en su niñez ha sido un referente de la industria que vio nacer y en la que participó casi hasta el momento de su muerte entendiendo como pocos que los cómics más allá de su componente de entretenimiento masivo e industrial volcado en los  géneros podía ser  individualizado y ensalzado gracias a la calidad de los artistas que los realizaban.

De este modo, Joe Kubert siempre dejó su impronta de autor en el cómic de género, dignificándolo como pocos a lo largo de su carrera convirtiéndose, gracias a su dominio de la anatomía y sus características pinceladas gruesas y enérgicas a la par que elegantes siempre al servicio de la historia que estaba narrando, en un maestro de todos los géneros que abordó y un referente para otros dibujantes, siendo especialmente recordado por trabajos como "Tarzan", “Hawkman” o “Sgt. Rock” e innovando en el medio con cómics como “Tor”, el primer cómic en 3-D.
A pesar de esa predisposición por el cómic de género, Joe Kubert se mantuvo siempre activo y atento a las nuevas tendencias sorprendiendo en las últimas décadas con nuevos  trabajos como “Gangster Judío”, “Yossel” o “Fax from Sarajevo”con un carácter más intimista y biográfico al tiempo que se embarcaba en proyectos especiales como el Texone que realizase para la italiana Bonelli.

Además de por su enorme y premiada  producción, Joe Kubert será recordado por  haber sido el fundador de una importante saga de dibujantes continuada en sus hijos, Andy y Adam, así como por plasmar  su preocupación por la docencia y el desarrollo del medio en la reconocida Joe Kubert’s School of Cartoon and Graphic Art , desde donde contribuyó en la formación de artistas que  han tenido un peso importante en el medio posteriormente.



D.E.P.

martes, 31 de julio de 2012

“Barracuda: Cicatrices”, de Dufaux y Jérémy.


Con sorprendente celeridad en comparación con otras series Norma Editorial se ha puesto a la altura de la edición francesa de “Barracuda”, correctísima serie de piratas del guionista Jean Dufaux y el novel dibujante Jerémy publicando este mes la segunda entrega "Cicatrices".
Han pasado algunos años y el rey de España prepara una expedición para rescatar a la noble Maria de Acevedo de los piratas y recuperar el estratégico diamante Kashar que perteneció a su familia. Mientras en Puerto Blanco, la isla donde los piratas encuentran cobijo, no se ha vuelto a tener noticia del capitán Blackdog y el resto de la tripulación del Barracuda tras partir en búsqueda del legendario diamante. De los tres jóvenes cuyos destinos se cruzaron en el primer álbum, la bella Maria se ha convertido en la poderosa e influyente esposa del más importante tratante de esclavos de la isla mientras Raffy –el hijo de Blackdog- vive amargado al haberse quedado fuera de la expedición emprendida por su padre. Por otro lado, el ambiguo Emilio vive feliz junto a su protector, el capitán Flynn, sin embargo cuando a la isla llega el desfigurado pirata Morkam para ajustar cuentas con Flynn su plácida vida se pondrá en peligro.
 
Tras las buenas impresiones causadas por el primer álbum, en “Cicatrices” el veterano Dufaux mantiene el pulso de la historia centrándose en el desarrollo del triángulo de jóvenes protagonistas y  desvelando el orien del misterioso capitán Flynn, incorporando a la trama nuevos y siniestros personajes y obviando otros tan importantes en la primera entrega como Blackdog de cuya expedición no tendremos noticia en este álbum. Es cierto quizás que este álbum carece del ritmo y la sorpresa que tenía la primera parte, pero el guionista demuestra su oficio,  dando progresivamente un mayor empaque a la historia y preocupándose por hilvanar  las distintas tramas paralelas relacionadas con los numerosos personajes secundarios presentados en la anterior entrega con lo que atrapa  al lector y le deja con ganas de conocer los futuros acontecimientos.
En el aspecto gráfico, no se nota una especial evolución en el correcto dibujo de Jérémy Petiqueux y sí algunos detalles irritantes que no percibí en la primera entrega como cierto descuido a la hora de dotar de expresividad a los uniformes rostros de los personajes mas jóvenes. Más allá de ese detalle, Jérémy sigue mostrando su talento para la narración y el cuidado en el desarrollo de las localizaciones manteniéndose a un nivel inferior en la estela de los Delaby, Marini e incluso Juillard.

Tras esta segunda entrega toca parón al no haber más álbumes publicados en Francia. Esperemos que los autores retomen la serie pronto para que podamos seguir disfrutando del clasicismo de este cómic de piratas.

viernes, 27 de julio de 2012

“Reportajes”, de Joe Sacco.




 Hay tebeos, a pesar de su calidad, que no apetece leer y cuya lectura acabó demorando durante meses. Y es que con la que nos está cayendo, por muy bueno a priori que sea el cómic, resulta duro enfrentarse a los reportajes en viñetas que nos propone el maltés Joe Sacco, un recorrido por las cañerías más bajas de la crueldad, miseria e hipocresía de la que es capaz nuestra especie.

“Reportajes”, la obra recopilatoria publicada por Mondadori hace unos meses, recoge prácticamente el itinerario completo por la carrera reporterista del periodista de cómic –así es como él define en la introducción el género que prácticamente ha inventado y del que es máximo exponente- que reune reportajes de corta extensión realizados para distintas revistas desde finales de los noventa hasta el año pasado, clasificados en zonas de conflicto desde los Balcanes a la India, pasando por Chechenia, Palestina, Iraq, o el problema de la inmigración africana a Europa localizado en Malta.



Los que seguimos de antiguo a Sacco no descubriremos nada excesivamente nuevo en su estilo influido directamente por autores como Crumb, Pekar o Spiegelman y rememoraremos su paso por conflictos de los que ya se ocupó en obras más extensas pero descubriremos otros nuevos de los que se ha ocupado en los últimos años como la historia de los emigrantes de Malta o la de los descastados de la India, que reflejan una madurez como autor total que ya venía anunciado desde la imprescindible “Notas a pie de Gaza”. De este modo, a lo largo de la evolución marcada por los distintos años en que se realizaron estos reportajes, aun mediatizada por su distinta extensión, los lectores veteranos  podremos apreciar como Sacco, sin abandonar unas premisas básicas innegociables, ha evolucionado progresivamente  para dotar de más voces y perspectivas a sus historias jugando incluso  con la elipsis para dar más empaque a las dificultades con que se encontró en el desarrollo de su labor en India.
 
El que no se haya atrevido antes a abordar su obra descubrirá a un reportero comprometido que ha viajado por medio mundo reflejando las mayores injusticias de nuestro tiempo aun a costa en ocasiones de poner en peligro su propia vida. Consciente de la imposibilidad de dar objetividad a los temas que trata pero abordando con la suficiente perspectiva los mismos para aprovechar la potencialidad del cómic para ofrecer distintos testimonios al tiempo que aportar datos precisos y posicionamiento personal en un documento uniforme incapaz de conseguirse en el reporterismo convencional

En definitiva, “Reportajes” vuelve a ser un serio candidato a mejor cómic del año y deja abierta la incógnita sobre qué nueva injusticia denunciará Sacco en sus próximos trabajos. ¿La Primavera Árabe?¿Siria?¿España? No importa porque de todos y todas será de obligación leerlo.

jueves, 26 de julio de 2012

“Howard, el pato”, de Steve Gerber y VVAA.



Como parece que Panini se ha propuesto ponerse las pilas y recuperar, bajo el arrope de las películas, material clásico de Marvel en cuidadas ediciones, he pensado que por pedir que no quede, y se me ha ocurrido reivindicar del olvido una de esas grandes obras de los setenta que por azares editoriales - o porque siempre es más fácil apostar por cualquier truño del Hombre Araña o el Capitán América que por historias satíricas protagonizadas por un plumífero amarillo fumador- nos fueron escamoteadas durante años hasta el tomillo de Selecciones Marvel publicado por Comics Forum a principios de los noventa con los primeros cinco números de la serie o un todavía más antiguo Spiderman team up”. Me estoy refiriendo  aHoward, el pato”, obra y gracia del talentoso y polémico Steve Gerber.

Creado por Gerber y el dibujante Val Mayerik en 1973 como personaje secundario en la serie del “Hombre-Cosa” (“Adventure for Fear”) que Gerber estaba realizando en ese momento, Howard fue creciendo en popularidad hasta conseguir su propia serie en 1976 de la que se publicaron la nada despreciable cifra de 31 episodios, dibujados por artistas de la talla de Frank Brunner (que dejó la serie a los pocos episodios porque se consideraba demasiado bueno par dibujar patos), John Buscema y, sobre todo, un talentoso Gene Colan convertido en el dibujante fijo de la serie capaz de adaptar su siempre sombrío estilo a un nuevo registro cómico con asombrosos resultados. Gerber firmó la mayoría de los guiones, pero a raíz de su marcha de la serie y de la editorial, consecuencia de sus desavenencias con los jerifaltes los últimos episodios fueron guionizados por un joven Bill Mantlo.

La premisa argumental era bastante sencilla. El pato Howard había sido trasladado a la Tierra  accidentalmente en un enfrentamiento con un demonio. Atrapado en este nuevo mundo, el irascible pato debía adaptarse a las convenciones de un mundo cuyas costumbres le chocan  convirtiéndose de paso en muchas ocasiones en un héroe accidental

Aunque no os lo creáis, “Howard El Pato” marca un punto de inflexión en los cómics norteamericanos, ya que un inspirado Gerber –este hombre fue un adelantado a su tiempo como también quedó patente  en “Omega, El Desconocido”- rompió los moldes del medio para dotar de credibilidad las divertidas  e increíbles historias protagonizadas por un pato y  subvirtiendo  las convenciones generales sobre lo qué tenía que ser un cómic de superhéroes. Si el gran logro de Stan Lee, Jack Kirby o Steve Ditko una década antes fue dotar de mayor verismo a sus superhéroes incorporándolos a un mundo real y cotidiano enfrentándose muchas veces en sus identidades secretas a problemas cercanos a los lectores, Gerber le dio una vuelta de tuerca al concepto introduciendo en el asentado universo marveliano como nota discordante a un antihéroe patuno tan ajeno y ridículo como solo puede serlo un gruñón pato fumador de puros del semidivino panteón marvelita  y utilizando las historias que protagonizaba –muchas veces al alimón con esos misos superhéroes- para realizar una crítica social apenas encubierta de los valores de la sociedad norteamericana de la época, introduciendo de paso en el género superheroico la sátira y la crítica social como nunca antes se había visto en los cómics Marvel.

 De este modo, en la serie se puede encontrar  a Howard enfrentado a mundos tan ajenos como los media o la política como candidato a la presidencia norteamericana –de hecho, en las elecciones de presidenciales de ese año en cientos de votos declarados nulos el pueblo votó a Howard –, las residencias de ancianos o,  satirizando a la cultura popular norteamericana, en historias que parodiaban “Star Wars”, los clásicos del terror o  géneros boyantes en los cómics de la época como  la espada y brujería o las artes marciales sin olvidar, por supuesto, a los propios superhéroes.

Lamentablemente, Gerber no pudo continuar con su trabajo debido a desavenencias con el editor jefe de Marvel por aquel entonces, el coco Jim Shooter y,  poco después de su marcha, cancelaron tanto la serie, que por entonces guionizaba Mantlo, como la tira de prensa que había propiciado y había provocado la polémica inicial con Marvel,  en la que ya había sido relevado por Marv Wolfman, aduciendo el temor a una hipotética querella de la todopoderosa Disney..

Gerber, que fue de los primeros autores en mantener los derechos sobre sus personajes, pleiteó durante años con Marvel hasta conseguir un mal acuerdo indemnizatorio  e incluso junto a otro gran damnificado por la Casa de las Ideas, Jack Kirby, realizó un émulo de “Howard”, “Destroyer Duck” , para Eclipse Comics para financiar sus respectivas demandas.

Visto en perspectiva, “Howard, el pato” introdujo el realismo en los funny animals –o los funny animals en el realismo- y fue el germén del que tomaron buena nota autores tan dispares y aclamados hoy en día, como Dave Sim con su “Cerebus”, Stan Sakai con su “Usagi Yojimbo” e incluso años más tarde Jeff Smith con “Bone”.

Estaría bonito y sería de justicia que para celebrar los cuarenta años del personaje y reivindicar a ese airado contestatario ya desaparecido que fue Steve Gerber (y de paso a Colan), Panini  recogiera el guante y recuperara la serie completa en uno de esos voluminosos Omnigold que tan bien editan. Por pedir que no quede. Total, si es por eso,  por tener “Howard, El Pato” ha tenido hasta película (horrible, por cierto).