jueves, 28 de julio de 2011

“Quai D’Orsay: Crónicas Diplomáticas”, de Christophe Blain y Abel Lanzac.

Precisamente andaba yo preguntándome hace unas semanas en que andaría metido mi admirado Christophe Blain cuando desde Norma anunciaron la publicación de su último trabajo, este “Quai D’Orsay” que me pilló un tanto descolocado. Y es que, por un lado, desconocía a Lanzac, el nuevo colaborador, y, en principio, la temática parecía bastante alejada de las habituales y personales incursiones a los géneros a las que nos tiene acostumbrados el autor francés desde "Isaac, el Pirata". A pesar de ello, cualquier nueva obra de Blain es compra segura para un servidor, así que en cuanto pude me hice con este álbum y lo devoré. Y, una vez más me quito el sombrero virtual ante Blain que con este álbum confirma, por si todavía a alguien le quedaba alguna duda, que es el autor más importante dentro del panorama actual al otro lado de los Piríneos (y a este lado seguramente también).

Cuando el joven y prometedor Arthur Vlaminck entra a formar parte del gabinete del carismático ministro de asuntos exteriores francés Alexandre Taillard de Vorms para redactar sus notas y discursos se las promete muy felices. Sin embargo, pronto comprobará que en el mundo de la política nada es tan sencillo como parece y menos cuando ha de bregar con una personalidad tan egocéntrica, caprichosa y dispersa como la del ministro.

Siguiendo el modelo del RG de Frederik Peeters quien buscó para dotar de mayor verosimilitud esa serie la participación de un auténtico policía que colaboró en el guión, Pierre Dragon, Blain ha contado para sumergirse en los recovecos del Quai D’Orsay -la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores francés- con la inestimable colaboración de Abel Lanzac, antiguo miembro del gabinete de Dominique de Vilepin, conocido político de derechas francés que entre otros cargos ha sido ministro de exteriores y primer ministro en el país galo. Y, a partir de las experiencias de aquél, ha ¿imaginado? un divertido, absurdo y satírico retrato de los meandros de la alta política francesa que se cuece de puertas para dentro, un poco al hilo de "El ala oeste de la Casa Blanca" pero alejándose del registro dramático de política ficción de esa serie para buscar un tratamiento más irónico y humorístico.

El éxito del álbum se basa en la reconstrucción apenas disimulada que Blain realiza de Vilepin a través de Alexandre Taillard, personaje central sobre el que orbita el resto de secundarios, el resto de los miembros de su Gabinete, que tratan de poner orden en las decisiones del apasionado político. Blain realiza una sátira mordaz e inteligente que se basa en su completo dominio del lenguaje del cómic y el ritmo narrativo, enlazando historias de distinta extensión para reflejar el modo en que desde las altas instancias del Ministerio de Asuntos Exteriores se hacen frente a las pequeñas y grandes crisis que van surgiendo regularmente, desde la confección del calendario del ministro o escribir un discurso hasta mediar en un conflicto de una antigua colonia.
Blain se divierte especialmente jugando con Tailard/Vilepin al que da una fluidez sorprendente a la hora de reflejar su temperamento, prescindiendo habitualmente de los fondos (recurso que ya aparecía en “Gus”) e incluso de los marcos de las viñetas, para describir con más libertad sus grandilocuentes desvaríos, apoyándose exclusivamente para construir el gag en la gestualidad del personaje gracias a su completo dominio de la caricatura que se ajusta sorprendentemente al realismo y la actualidad de la historia (a pesar de los nombres impostados de algunos personajes y lugares son fácilmente identificables) y la habilidad con que maneja las onomatopeyas o el color. Blain es capaz de pasar del más completo esquematismo a dibujar con precisión el París urbano o llevarnos merced a su imaginación – o la de Arthur- al futuro o el universo Star Wars.

“Quai D’Orsay” es un tebeo excepcional tanto por el dominio del lenguaje gráfico de Blain como por la inteligente sátira que realiza de la clase política francesa que no creo difiera mucho de la de cualquier otro país.

En definitiva, un tebeo muy recomendable a pesar de la inexplicable elección de formato por parte de Norma que ha abandonado el gran álbum en en que ha publicado el resto de la obra de Blain en España por otro un poco más reducido. Eso sí, con pegatina y faja para que quede más bonito. en los estantes. Brrrr...

2 comentarios:

DavidG dijo...

Mi impresión es muy similar a la tuya. La segunda parte caerá sin duda alguna. Un cómic con el que te puedes reír y que da para pensar. Y en el apartado gráfico, una gran variedad de recursos y puestas escena diferentes. La primera lectura de todo lo de Norma que compré. El precio lo encuentro excesivo para no acabar de ser un álbum al uso. creo que la reducción de tamaño no influye en apreciar la obra pero no se nota en nuestro bolsillo. Imcomprensible frente al precio de "La prorroga", con más páginas y tamaño álbum, aunque sea una reedición.

PAblo dijo...

DavidG,

Estoy de acuerdo contigo en todo. No he visto el integral de "La Prórroga" todavía pero yo con mis álbumes antiguos estoy bastante satisfecho.

Impacientes Saludos.