Ya saben que es motivo de alegría y alborozo para el autor de este blog la publicación de cada nueva obra de Christophe Blain en nuestro país, lo que no quita para que al mismo tiempo espere también en cada nueva obra una merma de la calidad de su obra porque, quieras que no la inspiración se agota, las musas te pueden abandonar o, simplemente, te coges un resfriado. Bien, después de haber leído la tercera entrega de su serie “Gus”, “Ernest”, publicada por Norma Editorial, puedo asegurarles que este francés tiene una salud de hierro, las musas le adoran y, de momento, su inspiración se mantiene intacta. Les cuento.
En “Ernest”, Blain sigue contándonos a través de cuatro nuevas historias las peripecias de Gus Flynn, un particular pistolero más preocupado por sus conquistas amorosas que por sus fechorías. Aprovechando la estructura en capítulos independientes de la serie, la primera historia se sitúa en un momento de la juventud de Gus, previo a los acontecimientos narrados en las anteriores entregas, en el que conoció a Ernest un antiguo forajido que se convirtió en su patrón, modelo y amigo, del que se separó, como no, por culpa de una mujer; en los siguientes capítulos, Blain recupera el curso temporal de la biografía de Gus para narrarnos sus peripecias tras abandonar a sus compinches en el anterior álbum, convertido nuestro protagonista en un afamado tahúr que va de ciudad en ciudad ganando siempre en las mejores timbas de póquer y conquistando a la mujer que desea. Sin embargo, cuando la buena racha se acaba, un Gus arruinado y perseguido aceptará ayudar a unos granjeros alemanes a defenderse de un ganadero que les hostiga y, por supuesto, en su camino se cruzará otra mujer. Ya no les cuento más que tienen que leerse el tebeo.
Aprovechando su versátil estilo, Blain vuelve a ofrecernos una nueva entrega del personaje con el que más disfruta en el género al que tiene más cariño, el Western, revisando, con su particular estilo, las referencias clásicas del mismo y dando un aire renovador a situaciones e imágenes que ya casi forman parte de nuestro imaginario colectivo. Bajo la mirada de Blain, personajes y situaciones reconocibles para cualquier amante del Western adquieriendo un nuevo significado oculto, detrás del enredo cómico con las que el autor presenta al personaje, en el que el autor esconde obsesiones constantes en su obra, la curiosidad por entender las relaciones interpersonales y la inquietud por conocer el mundo, huyendo de todo aburguesamiento, en el constante vagabundeo de sus protagonistas así como la constante revisión de un medio, el cómic, que maneja como pocos. En esta nueva entrega, Blain introduce la utilización de concisos cuadros de texto que sirven para contextualizar mínimamente la acción dentro de la serie tras la digresión abierta con la historia de juventud de Gus en Ernest y aprovecha su dinámico estilo para dotar de mayor expresividad, si cabe, el personaje principal, Gus caricaturizando en mayor o menor medida para dotarle de mayor expresividad mudando de estilo en función de la situación y contraponiéndolo al del resto de personajes que gozan de un acabado más realista. Blain logra de este modo una enorme plasticidad y una narración enormemente fluida y sencilla que sólo está al alcance de muy pocos.
Blain en este álbum ha escondido múltiples referencias, algunas de ellas directamente entroncadas con el cómic pudiendo encontrar en la fisonomía del joven Gus un remedo del "Freddy Lombard" de Chaland o referencias más o menos explícitas al “Lucky Luke” de Morris y Goscinny manteniendo, asimismo, las notas características de la serie se mantienen y refuerzan con un estilo minimalista, centrándose el autor en la expresividad de los personajes para construir los gags, prescindiendo de la composición clásica en viñetas para evitar recargar las páginas y dejando que la página en blanco sea el único fondo a la acción o un uso del color único que sirve para reforzar y ambientar magistralmente situaciones que, especialmente, en este álbum logra un acabado incluso superior al de las anteriores entregas al participar el propio Blain en el coloreado junto a Clemènce.
En definitiva, la serie “Gus” es de lo mejorcito que se está haciendo hoy en día en cómic en el mundo y Christophe Blain se mantiene como un pistolero alerta para seguir manteniendo el alto nivel alcanzado. Yo que ustedes no dudaría, forasteros.
Más obras de Christophe Blain en El lector Impaciente:
"Gus: Nathalie".
"Gus 2: Bandido Guapo"
"El reductor de velocidad".
"Isaac el pirata: Jacques".
"La Mazmorra: Amanecer".
"Sócrates, el semiperro: Héracles".
"Sócrates, el semiperro: Ulises"
En “Ernest”, Blain sigue contándonos a través de cuatro nuevas historias las peripecias de Gus Flynn, un particular pistolero más preocupado por sus conquistas amorosas que por sus fechorías. Aprovechando la estructura en capítulos independientes de la serie, la primera historia se sitúa en un momento de la juventud de Gus, previo a los acontecimientos narrados en las anteriores entregas, en el que conoció a Ernest un antiguo forajido que se convirtió en su patrón, modelo y amigo, del que se separó, como no, por culpa de una mujer; en los siguientes capítulos, Blain recupera el curso temporal de la biografía de Gus para narrarnos sus peripecias tras abandonar a sus compinches en el anterior álbum, convertido nuestro protagonista en un afamado tahúr que va de ciudad en ciudad ganando siempre en las mejores timbas de póquer y conquistando a la mujer que desea. Sin embargo, cuando la buena racha se acaba, un Gus arruinado y perseguido aceptará ayudar a unos granjeros alemanes a defenderse de un ganadero que les hostiga y, por supuesto, en su camino se cruzará otra mujer. Ya no les cuento más que tienen que leerse el tebeo.
Aprovechando su versátil estilo, Blain vuelve a ofrecernos una nueva entrega del personaje con el que más disfruta en el género al que tiene más cariño, el Western, revisando, con su particular estilo, las referencias clásicas del mismo y dando un aire renovador a situaciones e imágenes que ya casi forman parte de nuestro imaginario colectivo. Bajo la mirada de Blain, personajes y situaciones reconocibles para cualquier amante del Western adquieriendo un nuevo significado oculto, detrás del enredo cómico con las que el autor presenta al personaje, en el que el autor esconde obsesiones constantes en su obra, la curiosidad por entender las relaciones interpersonales y la inquietud por conocer el mundo, huyendo de todo aburguesamiento, en el constante vagabundeo de sus protagonistas así como la constante revisión de un medio, el cómic, que maneja como pocos. En esta nueva entrega, Blain introduce la utilización de concisos cuadros de texto que sirven para contextualizar mínimamente la acción dentro de la serie tras la digresión abierta con la historia de juventud de Gus en Ernest y aprovecha su dinámico estilo para dotar de mayor expresividad, si cabe, el personaje principal, Gus caricaturizando en mayor o menor medida para dotarle de mayor expresividad mudando de estilo en función de la situación y contraponiéndolo al del resto de personajes que gozan de un acabado más realista. Blain logra de este modo una enorme plasticidad y una narración enormemente fluida y sencilla que sólo está al alcance de muy pocos.
Blain en este álbum ha escondido múltiples referencias, algunas de ellas directamente entroncadas con el cómic pudiendo encontrar en la fisonomía del joven Gus un remedo del "Freddy Lombard" de Chaland o referencias más o menos explícitas al “Lucky Luke” de Morris y Goscinny manteniendo, asimismo, las notas características de la serie se mantienen y refuerzan con un estilo minimalista, centrándose el autor en la expresividad de los personajes para construir los gags, prescindiendo de la composición clásica en viñetas para evitar recargar las páginas y dejando que la página en blanco sea el único fondo a la acción o un uso del color único que sirve para reforzar y ambientar magistralmente situaciones que, especialmente, en este álbum logra un acabado incluso superior al de las anteriores entregas al participar el propio Blain en el coloreado junto a Clemènce.
En definitiva, la serie “Gus” es de lo mejorcito que se está haciendo hoy en día en cómic en el mundo y Christophe Blain se mantiene como un pistolero alerta para seguir manteniendo el alto nivel alcanzado. Yo que ustedes no dudaría, forasteros.
Más obras de Christophe Blain en El lector Impaciente:
"Gus: Nathalie".
"Gus 2: Bandido Guapo"
"El reductor de velocidad".
"Isaac el pirata: Jacques".
"La Mazmorra: Amanecer".
"Sócrates, el semiperro: Héracles".
"Sócrates, el semiperro: Ulises"
5 comentarios:
Estimado Pablo, Blain es una de mis debilidades así que te agradezco este post. Me lo guardo con los otros tuyos del autor.
Saludos
Por cierto, un poco sin venir a cuento, ¿sabes si Blain va a seguir con Isaac el Pirata o ya ha finalizado?
Saludos.
"la serie “Gus” es de lo mejorcito que se está haciendo hoy en día en cómic en el mundo"
Y la serie Isaac el Pirata otra de lo mejorcito ;)
Crowley,
También es una de las mías. Si te gusta Blain estáte atento que esper subir dentro de poco una entrada a una de las pocas obrsa suyas que me faltan por reseñar.
David,
Ni idea. Leí en alguna entrevista que de momento "Isaac, el pirata" la tiene aparcada y está plenamente centrado en "Gus".
Angux,
Por supuesto que sí, pero como le decía a David, de momento Blain la tiene aparcada.
Impacientes Saludos.
Otra que me deja un poco que ni fu ni fa (acabo de dejar un comentario similar sobre Criminal). No la veo muy graciosa, ni tampoco me resulta demasiado interesante lo que ocurre. Y el caso es que tampoco está mal. Imagino que acabaré comprando también este tercero, para ver si le acabo de coger el gustillo.
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