martes, 14 de octubre de 2008

“Los muertos vivientes 7: La calma antes…” de Robert Kirkman y Charlie Adlard.

Creo que no me cansaré nunca de glosar los méritos de Robert Kirkman en “Los Muertos Vivientes”. Un autor que no ha descubierto la pólvora pero con buenas dosis de sentido común y mucho oficio escribe historias coherentes y entretenidas sin insultar la inteligencia del lector, destinadas con los años a convertirse en obras de referencia en el mundillo de los cómics (y de los zombis, que no es lo mismo aunque pueda parecerlo). Ese es el caso de “La calma antes…” , el último prestigio publicado por Planeta hasta la fecha, que reúne los números 37 a 42 de la edición yanqui, donde demuestra su talla como autor contando sin trucos –aunque en realidad use muchos- las historias más complicadas para un guionista mainstream, las banales entre grandes acontecimientos en las que aparentemente no pasa nada.

Y es que de eso va este prestigio, de la “normalidad” cotidiana del grupo de supervivientes que protagonizan la colección tras los traumáticos e impactantes acontecimientos del volumen anterior. De nacimientos, bodas y muertes que suponen un paréntesis en el frenético ritmo de la serie y que Kirkman utiliza para, a lo largo de cinco capítulos, ahondar más en el carácter y las relaciones entre sus personajes en el nuevo mundo que les ha tocado vivir, al tiempo que siembra las dosis justas de tensión con las que mantener atrapado al lector y culminar en el magnífico cliffhanger final que anuncia auténticas calamidades para los supervivientes tras el lapso de momentánea calma. Kirkman en esta serie hace lo que le da la gana y lo hace muy bien, contando una historia de zombis con una complejidad y profundidad como no han visto nunca los muertos vivientes, acostumbrados a ser retratados en otros soportes más inmediatos como el cine que impiden dotar a la historia de la madurez, profundidad y sabiduría de la que la dota este guionista.

En el aspecto gráfico Charlie Adlard mantiene el nivel aunque quizás en este tomo sus limitaciones resulten más evidentes que en entregas anteriores ya que se trata de historias que exigen del dibujante algo más que una correcta narrativa a la hora de reflejar las expresiones humanas y las relaciones interpersonales. Sin embargo, la historia de Kirkman es tan interesante que se olvidan esos detalles técnicos frente al interés de lo narrado.

En fin, que quedo mordiéndome las uñas y mascando la tensión –sí, soy poco dado a montar mulas y cazar sapos virtuales, ¿qué pasa?- a la espera que Planeta tenga a bien ofrecernos la siguiente entrega. Y si hay algún aspirante a guionista por ahí le recomiendo encarecidamente la lectura de esta serie para descubrir los secretos del oficio de uno de los mejores autores mainstream del momento en una edición adecuada en la relación calidad-precio pero en la que se echa a faltar la inclusión de las portadas de los capítulos originales.
Más sobre "Los muertos vivientes" en El lector impaciente aquí, aquí y aquí.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Volvemos a discrepar, señor Impaciente, a mi este tomo me pareció bastante flojito. No es que parezca que no pasa nada... ¡es que de verdad apenas pasa nada!. Y además se estira demasiado esa situación.

Parece que últimamente no coincidimos mucho... ¡ups!, ¡miedo me da, que me he comprado el "Aldebarán" y como sea una castaña me lo voy a comer con patatas!. ;-)

PAblo dijo...

Akbarr,

Las quejas al maestro armero ;-D

A mí me parece que pasan un montón de cosas en este tomo. Probablemente lo que varíe es el tono de los prestigios que hemos leído hasta ahora en los que había más giros y sorpresas intermedias.

Lo que no me negarás es que se ha quedado interesante, ¿no?

Cuando te leas "Aldebarán" lo comentamos en su respectiva entrada.

De todos modos, me alegro esto que llevarás tanto tiempo de acuerdo conmigo me parecía sospechoso ;-D

Angux dijo...

No conozco ningún número (en tomo o por separado) en el que no te queden ganas de seguir leyendo, y es que en esto Kirkman es el amo (o uno de ellos).
Por otra parte estoy de acuerdo con tu reseña (espero que no te parezca sospechoso) y sin embargo también estoy de acuerdo con Akbarr en que se estira un poco esta situación y casi diría, ustedes me lo perdonen, que Kirkman debería buscarle un digno final a la serie y no estirarla mucho, pues como cualquier chicle, tanto tiempo en la boca pierde sabor y correría el riesgo de no convertirse en un clásico como va camino de ello.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Angux,

Son dos temas distintos aunque conectados. En el tomo, el ritmo calmado y pachorra que desarrolla durante los cinco números está premeditado para romperlo y maximizar el efecto del cliffhanger final potenciado por los pequeños detalles potenciados por los diálogos entre los personajes. Otra cosa, es, y esto de acuerdo contigo, que la serie no puede alargarse eternamente porque llegará un momento en que empiecen a repetirse las situaciones. De todos modos, me da que todavía quedan muchas historias interesantes que contar en esta colección siempre que Kirkman tenga ganas y no muera de éxito o de abundancia de trabajo
;-D

No te preocupes Angux, aquí el único sospechoso es Akbarr. ;-D

Impacientes Saludos.

EduXavi dijo...

Estoy contigo de que todavía hay mucha tela que cortar en este tema de los zombies y su mundo postapocalíptico. Aunque también es verdad que si se alarga demasiado la estancia de nuestros protagonistas en el centro penitenciario, puede que la cosa decaiga cada vez más. Seguro que Kirkman nos tiene reservada más de una sorpresa. De momento, en mí no ha decaído en ningún momento el interés por esta historia de muertos vivientes.
El Aldebarán es una obra muy recomendable. Aunque pueda que tenga un arranque un poco, digamos, "frío", va ganando muchos enteros a medida que nos vamos introduciendo en esta historia fantástica atípica.

PAblo dijo...

Eduxavi,

Tienes razón y aun a fuerza de resultar pesado con lo del cliffhanger final me da a mí que los días de los supervivientes en la cárcel están contados.