Bueno, amigos, esto se acaba y conforme nos vamos acercando al final de una de las mejores colecciones Vértigo de los últimos años, Brian K. Vaughan va cerrando las tramas que ha mantenido abiertas a lo largo de la serie. En el último tomo publicado por Planeta y que incluye los números del 49 al 54 de la edición norteamericana se resuelve uno de los principales misterios, el origen de la plaga que acabó con todos los seres vivos con un cromosoma Y en su genética menos el inefable Yorick y su monito Ampersand, la pareja más famosa y vagabunda desde Marco y Amelio (esto no deja de ser una exageración mía).
Por fin reunidos de nuevo Yorick y Ampersand junto a sus protectoras la doctora Mann, su pareja Rose, la espia australiana, y la agente del Cuper Ring 355 y descubierto el origen de la inmunidad de Yorick, el grupo viaja hasta Hong Kong para tratar una extraña enfermedad que afecta a la doctora Mann y descubrir, al fin, la identidad que se esconde tras el jefe de la ninja Toyota y el causante de la epidemia que acabó con todos los hombres. La resolución del enigma resulta tan inesperada como trágica y los protagonistas descubrirán que Yorick no era el último hombre sobre la faz de la Tierra sino más bien el penúltimo.
A estas alturas, poco nuevo puedo añadir de esta serie que no les haya comentado ya en anteriores entradas. Vaughan desarrolla su “road movie” particular con originalidad e ingenio logrando un producto inteligente y entretenido en el que subvierte las reglas de las historias poscataclismo para dar un tratamiento plausible a una situación imposible. De los inicios de la serie, en que las tramas se centraban en la importancia estratégica de Yorick como único hombre vivo y esperanza para evitar la extinción de la humanidad, la situación ha variado con el paso del tiempo y Vaughan en los últimos episodios se centra más en profundizar en el carácter y sentimientos del grupo de protagonistas mientras la “vida sigue” y la sociedad se va recuperando en los distintos países readaptándose a la nueva situación. Especialmente interesantes, en este sentido, resulta la recuperación de personajes que ya habían ido apareciendo en la serie a lo largo del viaje de Yorick como las productoras de “Fish & Bycicle” inmersas en su búsqueda de un nuevo medio para expresarse (estupendo el guiño al cómic) o la labor de Bobbi, la exmodelo enterradora.
Vaughan en todas sus series demuestra que tiene muchas cosas que contar con originalidad y respeto por la inteligencia del lector potenciando el uso de unos ldiálogos entre personajes son uno de sus puntos fuertes, personajes que se salen de los corsés estereotipados para mostrarse vivos, cotidianos y capaces de hablar de cualquier tema de manera brillante.
Pia Guerra, tampoco ofrece nada nuevo, en el aspecto gráfico, un trabajo correcto pero poco espectacular. Sus personajes resultan demasiado rígidos y faltos de expresividad ensombreciendo en parte la labor de Vaughan aunque, todo hay que decirlo, sea capaz de mantener el pulso de la narración de manera correcta. Más o menos, lo mismo se puede comentar de Goran Sudzuka, un dibujante que viene de la animación y todavía tiene mucho que demostrar.
Quedamos a la espera de la conclusión de la historia y el esperado encuentro de Yorick con su eterna novia en París. Conociendo a Vaughan seguro que nos esconde una sorpresa final. En unos meses lo descubriremos.
Por fin reunidos de nuevo Yorick y Ampersand junto a sus protectoras la doctora Mann, su pareja Rose, la espia australiana, y la agente del Cuper Ring 355 y descubierto el origen de la inmunidad de Yorick, el grupo viaja hasta Hong Kong para tratar una extraña enfermedad que afecta a la doctora Mann y descubrir, al fin, la identidad que se esconde tras el jefe de la ninja Toyota y el causante de la epidemia que acabó con todos los hombres. La resolución del enigma resulta tan inesperada como trágica y los protagonistas descubrirán que Yorick no era el último hombre sobre la faz de la Tierra sino más bien el penúltimo.
A estas alturas, poco nuevo puedo añadir de esta serie que no les haya comentado ya en anteriores entradas. Vaughan desarrolla su “road movie” particular con originalidad e ingenio logrando un producto inteligente y entretenido en el que subvierte las reglas de las historias poscataclismo para dar un tratamiento plausible a una situación imposible. De los inicios de la serie, en que las tramas se centraban en la importancia estratégica de Yorick como único hombre vivo y esperanza para evitar la extinción de la humanidad, la situación ha variado con el paso del tiempo y Vaughan en los últimos episodios se centra más en profundizar en el carácter y sentimientos del grupo de protagonistas mientras la “vida sigue” y la sociedad se va recuperando en los distintos países readaptándose a la nueva situación. Especialmente interesantes, en este sentido, resulta la recuperación de personajes que ya habían ido apareciendo en la serie a lo largo del viaje de Yorick como las productoras de “Fish & Bycicle” inmersas en su búsqueda de un nuevo medio para expresarse (estupendo el guiño al cómic) o la labor de Bobbi, la exmodelo enterradora.
Vaughan en todas sus series demuestra que tiene muchas cosas que contar con originalidad y respeto por la inteligencia del lector potenciando el uso de unos ldiálogos entre personajes son uno de sus puntos fuertes, personajes que se salen de los corsés estereotipados para mostrarse vivos, cotidianos y capaces de hablar de cualquier tema de manera brillante.
Pia Guerra, tampoco ofrece nada nuevo, en el aspecto gráfico, un trabajo correcto pero poco espectacular. Sus personajes resultan demasiado rígidos y faltos de expresividad ensombreciendo en parte la labor de Vaughan aunque, todo hay que decirlo, sea capaz de mantener el pulso de la narración de manera correcta. Más o menos, lo mismo se puede comentar de Goran Sudzuka, un dibujante que viene de la animación y todavía tiene mucho que demostrar.
Quedamos a la espera de la conclusión de la historia y el esperado encuentro de Yorick con su eterna novia en París. Conociendo a Vaughan seguro que nos esconde una sorpresa final. En unos meses lo descubriremos.
De la edición de Planeta y su caótico formato a estas alturas poco se puede decir salvo que quizás hubiera sido mejor haber mantenido alguna de las portadas originales en los TPB en lugar del formato elegido demasiado uniforme y soso. Algo que deberían tener en cuenta para próximas colecciones ya que induce a la confusión con la posterior edición para kiosco que es bastante similar.
Más “Y, el último hombre” en El lector impaciente aquí y aquí.
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