jueves, 18 de abril de 2013

“Los proyectos Manhattan: Ciencia.Malo.”, de Jonathan Hickman y Nick Pitarra.






Bajo una anodina portada, Planeta acaba de iniciar la publicación de una de las series más interesantes que en estos momentos momentos se está editando en Estados Unidos por Image, con el primer recopilatorio que recoge los primeros cinco números de la serie regular. Se trata de “Los Proyectos Manhattan”, guionizada por Jonathan Hickman y dibujada por Nick Pitarra en la que el equipo creativo desarrollan una divertida ucronía tomando como punto de partida el célebre –y real - Proyecto Manhattan que supuso en las postrimerías de la II Guerra Mundial el desarrollo por parte de Estados Unidos, y posterior utilización bélica contra Japón, de la Bomba Atómica en el que estuvieron involucrados científicos de la talla de Oppenheimer o Enrico Fermi.
A mediados de la II Guerra Mundial, el general Leslie Groves está al frente de los proyectos Manhattan, con los que los Estados Unidos  tratan no solo de crear la primera bomba atómica sino de sacar partido a todo proyecto científico que pase por las mentes de los mejores científicos del país por muy locos que estén.

Dentro de las manidas propuestas mainstream, “Los Proyectos Manhattan” son todo un soplo de aire fresco no tanto por la originalidad de la idea –ya que desde el auge de la literatura cyberpunk en los ochenta y especialmente en los cómics hemos leído ucronías por un tubo- sino por la inteligencia gamberra y desmitificadora con la que Hickman plantea y desarrolla una serie en la que el tema central no es tanto explotar las infinitas posibilidades que le da su carácter de ficción como cuestionar subrepticiamente la realidad mostrando diversas existencias paralelas que se convierten en uno de los ejes de la serie junto a las más delirantes teorías conspiranoicas y los más salvajes y trillados clichés pulps.

  Hickman tiene claro que lo que le interesa en esta rocambolesca y documentada ficción en la que entremezcla los elementos justos de realidad con las más delirantes fantasías es entrecruzar las realidades paralelas y los reflejos oscuros y extremos de unos personajes históricos respetables a los que caricaturiza salvajemente. De este modo, desde las primeras páginas el lector asiste a lo que parece una convencional –y posible- reunión inicial entre el general Groves y Oppeheimer en torno a los proyectos que paulatinamente va añadiendo elementos gráficos sospechosos que harán preguntarse al lector si tras esa apariencia de verosimilitud  estamos ante una historia realista o una ficción.
Tras la ruptura de la cuarta pared por el general Groves, Hickman nos adentra en una delirante fantasía conspiranoica.en la que no se ha cortado un pelo en la que  Oppenheimer ha sido devorado por su siniestro gemelo oscurol,  Einstein será sustituido por un misterioso doble surgido de un portal extradimensional o el respetable Richard Feynman es un egocéntrico enamorado de su propio reflejo. Son solo pequeños ejemplos con los que Hickman va sorprendiéndonos con una ficción familiar y cercana a la realidad pero completamente alejada de ella ya que en algún momento de la historia nos ha hecho cruzar al otro lado del espejo y estamos en una siniestra realidad paralela.

Al igual que en otras series exitosas Planetary" o “AIDP”, Hickman juega con la hipotética existencia de una organización paragubernamental encargada de investigar misterios y secretos que se nos quieren escamotear a los ciudadanos comunes. Sin embargo, Hickman le ha dado una vuelta de tuerca al concepto de esas series incorporando una base histórica real a la trama y convirtiendo a respetables figuras científicas del siglo pasado como Einstein, Oppeheimer, Feynman o Fermi y el controvertido Proyecto Manhattan que tantas controversias despertara en el punto de partida de su planteamiento. De este modo, en la realidad paralela ideada por Hickman las más brillantes mentes científicas son  auténticos científicos locos protagonistas de un pulp alucinante que desde las sombras manejan a presidentes norteamericanos de la talla de Roosevelt o Truman como si de marionetas se tratara, deciden la II Guerra Mundial, contactan con civilizaciones alienígenas, incorporan disidentes nazis o desarrollan los más rocambolescos y misteriosos proyectos científicos a espaldas de los ciudadanos.
Hickman ha hecho un cuidado trabajo de documentación histórica para versionar a los personajes reales que convierte en los protagonistas de su ficción para retorcerlos al máximo y engancharnos en el tono pulp y delirante de una historia que atrapa de la primera a la última página y deja con ganas de más.

En el aspecto gráfico, Nick Pitarra se adapta perfectamente a las demandas de la historia ideada por Hickman realizando un magnífico trabajo mediante un dibujo realista al que incorpora un matiz caricaturesco. Pitarra, que parte de influencias tan diversas como Frank Quitely o Howard Chaykin, maneja con soltura diversos recursos narrativos haciendo especial uso del color, especialmente los azules y los rojos, para caracterizar no solo la personalidad de algunos de los personajes sino también los diversos planos de existencia contrapuestos en los que se desarrolla la historia e hilvanar diversas versiones paralelas de los mismos hechos.

Los Proyectos Manhattan” han tenido un arranque excepcional y nos muestran a un Hickman motivado y con ganas de demostrar que la reputación que se ha forjado en series como “Los Cuatro Fantásticos” no es flor de un día. Que no os engañe la portada, si es capaz de mantener este nivel lo que dure la serie podemos flotarnos las manos.

miércoles, 17 de abril de 2013

“La Gran Odalisca”, de Vivès, Ruppert & Mulot.





Diábolo Ediciones acaba de  publicar “La Gran Odalisca”, la penultima obra del enfant terrible de la BD  Bastien Vivès, quien en colaboración con los menos terribles -aunque bastante menos conocidos en este lado de los Piríneos, Florent Ruppert y Jéróme Mulot, dúo de artistas que desde hace años han desarrollado una carrera conjunta en los circuitos de cómic independientes del país vecino hasta que fueran fichados por Jean Christophe Menu para L’Association, editorial donde han continuado publicado en los últimos años unas obras marcadas por el afán de experimentación y exploración de los límites de la narración gráfica. De la amistad y colaboración a seis manos de estos artistas, surge “La Gran Odalisca”, una inteligente y original historia de acción en la que, como en todas las obras de Vivès,  esconde más de lo que parece.
  Alex y Carole son dos amigas que llevan más de nueve años viviendo la vida al límite dedicándose al robo de obras de arte. No hay museo ni cuadro que se les resista, aunque ello conlleve que su vida sentimental no pase precisamente por un buen momento. Cuando las encargan el robo de “La Gran Odalisca”, el cuadro de Ingres expuesto en el Louvre, las ladronas aceptan el desafío para el que alistarán a una nueva miembro en el equipo, Sam. Las tres amigas, tras una minuciosa planificación no exenta de problemas, acometerán juntas un robo que se convierte en su mayor desafío.
Una vez más –y van ya unas cuántas- Vivès vuelve a engancharnos subvirtiendo los tópicos para llevarnos a su terreno que no es el otro de la la observación obsesiva del universo femenino. En esta ocasión, no se ha cortado y ha invitado a la fiesta a dos amigotes, Ruppert & Mullot, para construir entre los tres un cómic asimétrico y sutil, de acabado atractivo e hipnótico, en el que bajo la espectacularidad propia de las películas de acción de nuevo cuño se esconde un interesante, aunque seguramente fracasado, intento de entender el misterio femenino desde planteamientos eminentemente masculinos.
No en vano, como el cuadro que da título al cómic y sobre el que gira parte de la trama, el equipo creativo ha buscado forzar al máximo el planteamiento de la historia para acercarse a la amistad femenina entre las tres protagonistas, enredadas en sus devaneos sentimentales y su nihilista concepción de la existencia marcada por la aventura y la amistad convirtiendo la trama de acción en un elemento secundario dentro de la obra aunque primordial al ser el que sirve de excusa a la historia. En ese sentido, el equipo creativo no se corta a la hora de ironizar e introducir notas humorísticas en torno a los tópicos del cine de acción e intriga  más o menos evidentes.

A partir de la concatenación de los episodios en torno a la preparación del golpe, el equipo creativo se preocupa sobre todo en mostrar la personalidad de las protagonistas unas sensuales ladronas que intentan encontrar sentido a sus vidas arriesgándolas  en pos a su amistad, la búsqueda de emociones y la persecución del amor. A partir de un sustrato cinematográfico basado en heroínas contemporáneas que van de la obvia  a los “Ángeles de Charlie” a otras quizás menos evidentes como “Kill Bill”, “Bandidas” e incluso a “Le llamaban Bodhi”, Vivès y cia le dan a la obra una pausa existencialista y costumbrista que, sin lastrar la espectacularidad de la propuesta, la vuelve más sutil y original.

Respetando las aportaciones quizás menos evidentes de Ruppert & Mulot, el que le da su identificable estilo al tebeo es Bastien Vivès quien se encarga mediante su exquisito dibujo de dar el acabado gráfico al tebeo y dejar patentes sus habituales obsesiones en el argumento de la historia. Vivès acomete gráficamente su tebeo más ambicioso con multitud de localizaciones conocidas y secuencias de acción al tiempo que mantiene en su narración ese tempo pausado tan característico logrando un magnífico trabajo, encontrando además una estupenda aliada en la labor de la colorista, Isabelle Merlet. 
Tampoco hay que obviar ante la aparente sencillez del planteamiento, lo sofisticado de los recursos narrativos presentados a la hora de incorporar al final de la historia en un curioso flashback el origen de la amistad entre Carole y Alex.
He de decir que me ha gustado bastante “La Gran Odalisca” incluida su ambigua  y abrupta conclusión que deja abierta la puerta tanto a que podamos vivir nuevas aventuras de las protagonistas como a que hayamos asistido al final de su amistad.  Supongo que dependerá tanto del respaldo de los lectores como de la amistad entre los creadores que nos saquen de la duda sobre si la obra tendrá o no continuidad en el futuro aunque, puestos a profetizar, tampoco sería descartable una adaptación cinematográfica por Luc Bessom. Tiempo al tiempo.   

martes, 16 de abril de 2013

“Buddy Longway”, de Derib.





Entre los muchos títulos clásicos de la BD olvidados por los editores españoles ocupa un lugar importante en el recuerdo de los aficionados más veteranos este Western atípico y crepuscular en el que todo un clásico como Derib plasmó la vida de los tramperos y los indios norteamericano con un tratamiento reivindicativo moderno en el momento de su publicación al inicio de los setenta por Lombard, alejado del planteamiento clásico hasta entonces que presentaba a los pieles rojas como los villanos a batir por el vaquero de turno.

Y digo que es una serie bastante recordada porque por aquella época tuvo un seguimiento bastante continuado por la chavalería de la época gracias a la publicación de los primeros ocho álbumes – de los veinte que finalmente la componen- en las revistas de Bruguera al igual que pasó con otros westers clásicos como Blueberry” o “Comanche” que, por fortuna, han sido ya recuperados por las editoriales españolas.

“Buddy Longway” cuenta inicialmente la historia del personaje que da título a la serie, Buddy Longway, un intrépido trampero solitario que sobrevive en contacto directo con la naturaleza en las agrestes e inhóspitas Black Hills. Allí conocera a Chinook, una india sioux  con la que se casa y  tiene dos hijos, Jeremy y Kathleen, deviniendo a partir de ese momento la serie en una saga familiar en la que prima el respeto a la cultura de los indios y el amor a la naturaleza y los espacios libres frente a la presencia invasora de los ambiciosos rostros pálidos.

El suizo Derib, un clásico de la BD con obras cómicas y humorísticas planteadas quizás para un lector más infantil en series como “Yakari” o “Attila”, toma como principal referencia para su gran serie dramática la magnífica película de Sydney Pollack,Las Aventuras de Jeremiah Jonson”  para desarrollar un proyecto que extiende su historia mucho más allá de lo que la película permitiría.

 De este modo, a lo largo de las distintas aventuras que componen la serie, vamos asistiendo a los distintos capítulos de la vida del protagonista y la evolución física y personal de los principales personajes convirtiendo  además la serie en un entretenido y reivindicativo documento sobre la historia de la nación sioux tras su contacto con el hombre blanco, reflejando su historia y costumbres y el choque cultural entre ambas en la estela que posteriormente seguiría otra magnífica película como es “Bailando con Lobos”.


Derib se preocupó más allá de la imprescindible trama aventurera especialmente de documentarse en la cultura sioux para reproducir sus costumbres  en la serie convirtiendo al observador y sensible Buddy en un testigo directo de su desintegración al tiempo que en un abnegado hombre de familia, un antihéroe familiar equiparable al Thorgal de Van Hamme y Rosinski.
En el aspecto gráfico, conforme la serie avanza, también lo hace el estilo de Derib un brillante dibujante capaz de adaptar su estilo según las circunstancias de la serie. De este modo, si en un principio su dibujo es más caricaturesco en la estela de los Franquin  con el transcurso de los álbumes va ganando en realismo bajo la influencia inevitable de un Giraud que establecia el canon sobre cómo dibujar westerns serios por aquella época.

La serie completa de  Buddy Longway”  fue recopilada completa en Francia en cinco integrales que reúnen cuatro álbumes cada uno hace tiempo, por lo que no sería descabellado que algún editor hispano se acordara de su existencia y haciéndole  justicia publicara esta estupenda serie. Desde luego, cuenta con mi voto.

lunes, 15 de abril de 2013

“El inmortal puño de hierro”, de Matt Fraction, Ed Brubaker y David Aja.



Para matar el gusanillo a la inminente publicación de “Ojo de Halcón” de David Aja y Matt Fraction, he estado releyendo estos días los tres primeros tomos de la edición española de Panini de “El Inmortal Puño de Hierro”, la colección que convirtió a David Aja en un dibujante hot al que tener muy en cuenta dentro de la Marvel actual.

En esta colección, y en concreto, en las aventuras recogidas en estos tres primeros tomos Ed Brubaker, junto a Fraction, redefinió al personaje clásico de los años setenta poniéndolo al día, al igual que hiciera anteriormente con éxito con “Daredevil” y “Capitán América”, a lo largo de una serie de entretenidas tramas en las que respetando la esencia e historia del personaje introducía nuevos elementos que lo hacían más complejo e interesante.

 Brubaker una vez más supo jugar sus bazas y convirtió a Danny Rand, un multimillonario campeón místico de Kung Fú de una mística ciudad perdida tibetana, en la última encarnación de una larga tradición de campeones previos, contextualizándolo en una trama de acción, que incorporaba al personaje a un campeonato entre ciudades celestiales que referenciados a mitos de los adolescentes de los noventa como la serie “Dragon Ball” o el videjojuego de lucha “Tekken”, e intriga, en torno al anterior Puño de Hierro y el padre del actual que emparentaba directamente con los clásicos pulp con lo que haría la la delicia de los autores más veteranos. En fin, "El inmortal puño de hierro" tenía todos los elementos para ser un bombazo y lo fue.

Y es que si la labor de los guionistas es encomiable –no sé hasta qué punto cuáles eran las ideas de Brubaker y cuáles las de Fraction y quizás sea mejor que no se llegue a saber- donde la serie realmente destaca es en el apartado gráfico con el magnífico trabajo del español David Aja, dibujante que le dotó a la serie de una impronta característica merced a su cuidado trabajo gráfico, muy superior a lo que se llevaba en la época en el mainstream e incluso algo contracorriente, ya que si la apuesta predominante es por cómics espectaculares pero más sencillos de leer, la narrativa de Aja es compleja y estudiada pero sin perder por ello ni un ápice de la espectacularidad demandada.

En estos números, Aja deja huella palpable de su calidad con un dibujo de trazo fino, figuras angulosas y cuidadas composiciones en las que muestra cómo ha sabido entender e incorporar a su estilo el trabajo de grandes autores como Howard Chaykin, Paul Gulacy, David Mazzuchelli y, sobre todo, Jim Steranko a la hora de desarrollar un estilo propio logrando un trabajo evocador de los clásicos mencinados pero al mismo tiempo moderno y  fácilmente identificable. Por otro lado, también es de agradecer que lejos de acudir a modelos y recursos de dibujante familiares para el lector conocedor del género, Aja busca dotar a sus páginas y dibujos de soluciones sorprendentes, buscando composiciones dinámicas y perspectivas atrevidas, jugando continuamente con el ritmo de la secuenciación de las viñetas a la hora de reflejar las escenas de acción para desarrollar trucos cercanos al lenguaje cinematográfico pero eminentemente propios del Cómic.

Además, Aja juega espectacularmente con el color del tebeo para buscar los fuertes contrastes para dotar a su estilo de una profundidad y resaltar la atención del lector sobre determinados elementos importantes en la trama, logrando además un detalle hiperrealista acabadísimo sin que sus personajes pierdan por ello expresividad ni armonía. En su expresivo y cuidado uso del color recuerda al trabajo de otros dibujantes afines a Brubaker como los Michael Lark o Sean Phillips. Además, desde los tiempos del legendario Gene Colan no he visto un dibujante que incorporase tan bien los elementos climáticos y atmosféricos a la ambientación de sus historias.

La impronta de Aja en la serie sobresale incluso por encima de todos los demás dibujantes que colaboran a lo largo de estos números en distintas funciones no logrando ninguno la atmósfera intensa y personalidad que Aja logra convirtiéndose su labor en meros complementos más o menos mejor acabados aun cuando entre estos colaboradores se incluyan nombres de la categoría de Howard Chaykin o John Severin y dibujantes modernos tan interesantes como Kano o Travel Foreman.

En fin, a pesar de los años transcurridos (tampoco tantos), “El inmortal puño de hierro” de Aja, Brubaker y Fraction es un ejemplo inequívoco de una fórmula para hacer cómics de superhéroes perdurables y de calidad que, haciendo honor en este caso a su título, acaben convertidos en inmortales. Y si no, al tiempo. 

domingo, 14 de abril de 2013

Los Premiados del Salón de Barcelona 2013



And the winners are:

 Gran Premio Salón: Purita Campos
Mejor Obra de Autor Español publicada en España en 2012: Ardalén de Miguelanxo Prado
 Mejor Obra de Autor Extranjero publicada en España en 2012: Portugal de Cyril Pedrosa
 Autor Revelación en 2012: Oriol Hernández
 Mejor Fanzine publicado en 2012: Adobo
  Premio Votación Popular 2012: Sleepers de Luis NTC.

Pues  están todos los que son y son todos los que están, como se suele decir.

Poco discutible los premiados con una Mejor Obra, "Ardalén", a la que no escatimé los elogios por aquí.

Como gran triunfadora entre las editoriales destaca Norma cuyas obras acaparan prácticamente el palmarés y sobre todo sobresale el que por fin se ha hecho justicia a una gran veterana de las viñetas como es Purita Campos.

FELICIDADES A TODOS LOS PREMIADOS Y A TODOS LOS NOMINADOS.

viernes, 12 de abril de 2013

“WW 2.2 La otra Guerra Mundial 1: La Batalla de París”, de Chauvel, Boivin y Henninot.




Inicia Diábolo Ediciones la publicación de una nueva serie ambientada en la II Guerra Mundial en la que un equipo creativo distinto en cada uno de los siete álbumes en que está prevista la serie se dedica a intentar responder si en momentos claves del conflicto los hechos históricos hubieran sido distintos. Una ucronía histórica en toda regla que se ajusta a la fórmula clásica de los “What if…?” superheroicos que pusiera de moda la Marvel en los ochenta. De este modo, en este primer tomo el equipo formado por el guionista David Chauvel y los dibujantes Eric Henninot y  Hervé Boivin  nos dan su respuesta a lo que hubiera pasado si Hitler hubiera muerto en 1939 si el fallido atentado de Johann Georg Elser hubiera tenido éxito.
En este primer álbum, el equipo creativo plantea que la guerra habría estallado igualmente aunque se hubiera desarrollado de manera muy distinta siendo uno de los momentos claves de esta guerra paralela la batalla de París que se habría desarrollado en una capital de Francia evacuada de población civil y tomada por el ejército francés a la espera del asedio de los alemanes. En este álbum, Chauvel, Boivin y Henninot se centran en mostrar la tensa espera de el día a día en la ciudad desierta de una de las patrullas francesas antes de la gran batalla contra los alemanes.
Me ha decepcionado esta primera entrega de la serie pues lo que en principio se vende cómo el elemento central de la historia – la muerte de Hitler en 1939-  ocupa solo el prólogo de la misma siendo el desencandenante de los hechos narrados en el grueso del álbum, un episodio bélico imaginado en el que Chauvel cae en todos los tópicos de las historias bélicas protagonizadas por grupos reducidos y explotadas hasta la saciedad en el cine desde “La Patrulla Perdida” hasta “Salvar el soldado Ryan” (por no hablar de la magistral serie televisiva “Band of Brothers”). La diferencia más llamativa es que la nacionalidad de los soldados protagonistas del álbum es francesa pero, más allá del detalle, Chauvel cae en todos los arquetipos una y mil veces vistos en diversas historias para caracterizar a sus soldados (el misterioso veterano de oscuro pasado, el jefe inseguro, el poeta, el líder en la sombra, etc…), siendo quizás el único guiño más o menos original la presencia en el reparto de unos gemelos bigotudos que parecen referenciarse tanto en los clásicos Hernández y Fernández de Hergé como en los inefables Mario Bros. de Sony.
A partir de estos datos y cierto conocimiento documental de la historia, Chauvel monta una trama convencional  usando como narrador interpuesto la relación epistolar del jefe de la unidad con su esposa. El principal problema de la historia, en mi opinión, es que Chauvel intenta dar una excesiva verosimilitud a la historia partiendo de su premisa falsa ciñéndose a un falso realismo que acaba volviendo la trama previsible y manida cuando la gracia del asunto estaría en hacer algo original y diverso aprovechando la ucronía y su carácter de ficción.
En el aspecto gráfico, volvemos a las mismas. El arranque es espléndido con el desarrollo en primera persona en el prólogo del atentado contra Hitler por el mismísimo Elser al que adivinamos entre sombras, dibujado con brillantez por Henninot (al que ya conocimos en España gracias a “XIII Mystery”). Sin embargo, una vez logrado el efecto de epatarnos con la espectacular capilla ardiente de Hitler, toma las riendas de la historia Hervé Boivin, un dibujante que asume un rol mucho más convencional. De este modo, Boivin es un dibujante muy correcto, que se ciñe con mimo a las instrucciones del guionista dibujando con precisión tanto las calles desiertas de París donde se desarrolla la acción como los diversos personajes pero su narración es lenta y premiosa lastrada por lo convencional de la historia y a mí me ha dejado bastante frío.

En fin, esperaba algo distinto de este primer álbum de “WW 2.2”, que el álbum se hubiera centrado en mostrarnos efectivamente el atentado contra Hitler y no sus consecuencias, quizas. Y es que estoy seguro que  "WW 2.2"  es una serie que parte de unas ideas que pueden dar mucho más de sí  de lo que lo que han planteado Chauvel y Boivin en este primer álbum. Ojalá que en el segundo a cargo de Robledo y Toledano (sí, los de "Ken Games") estos acierten y sean capaces de sacarle todo el jugo al concepto. Ya os contaré.    

jueves, 11 de abril de 2013

“Ab Irato: La naturaleza de la bestia”, de Bernet y E.S. Abulí.



No deja de ser una buena noticia que con la que está cayendo desde EDT sigan apostando por recuperar clásicos del cómic patrio. De este modo, poco a poco, han ido reeditando en excelentes ediciones la mayor parte de la obra del tándem formado por el dibujante  Jordi Bernet y el guionista Enrique Sánchez Abulí quedando únicamente pendiente, de su producción común, la obra que hoy nos ocupa titulada originalmente únicamente como “La naturaleza de la bestia” para su primera edición seriada en la revista “Tótem” a mediados de los ochenta y posteriormente editada en álbum por Glénat en los noventa, rebautizada para esta nueva edición en blanco y negro como “Ab Irato: La naturaleza de la bestia”.

Abby es una espectacular mujer casada con un rico depravado mucho mayor que ella que la hace participe de sus fantasías sexuales. Cuando conoce a Tom, un antiguo boxeador que se gana la vida como leñador junto a un chico algo retrasado que procura imitarle en todo, surge la pasión. Abby  convencerá a  Tom para planear la muerte de su marido,  pero es entonces cuando las cosas empiezan a complicarse.

Ab Irato” es una entretenida lectura de género negro en la que la influencia de “El cartero siempre llama dos veces” de  James M. Cain es más que notoria. Sin embargo, más allá de esa referencia evidente, Sánchez Abulí no se limita a la mera reproducción de las fórmulas de la obra que le sirve de inspiración sino que va más allá para construir una acida metáfora en torno a la naturaleza perversa del ser humano mediante unos personajes llenos de flaquezas y crueldades. De este modo, Sánchez Abulí incorpora su particular y enriquecedora visión del Hard Boiled introduciendo constantemente elementos cómicos que atemperan el trasfondo pesimista de su obra y lejos de dotar a la obra de esa atmósfera reconcentrada y violenta típica de Cain la otorga un tono ligero y socarrón que atempera la violencia latente de la historia, reproduciendo de nuevo una fórmula que el equipo creativo venía desarrollando con éxito en la inigualable “Torpedo 1936”, obra con la que guarda muchas notas en común. En esa capacidad para incorporar el guiño socarrón a tramas dramáticas, Sánchez Abuli me recuerda al mejor Caniff, aunque el humor de aquél sea más negro y sucio y, por lo tanto, más cercano a nosotros que los guiños del artista norteamericano.

En el aspecto gráfico, Bernet vuelve a demostrar que es un maestro del claroscuro, aun cuando la obra orginalmente apareciese a color, siendo capaz de reflejar con maestría cualquier escena ideada por Sánchez Abulí para pasar sin dificultad del gag cómico, a la fantasía erótica o al dramatismo de un suicidio en un parpadeo y sin que la historia pierda claridad ni interés. Es cierto que en sus inicios Bernet acusaba una marcada influencia del gran Alex Toth pero en el momento de la publicación inicial de esta obra ya era un autor maduro que había desarrollado su personal e identificativo estilo basado en la expresividad de sus personajes, especialmente los femeninos.

Así, “Ab Irato” es una deliciosa obra menor en la producción de estos dos monstruos del tebeo patrio, ideal para que el lector que todavía no los conozca se haga una  idea de sus capacidades y el despliegue de talento que se está perdiendo, al tiempo que sus rendidos admiradores encontrarán a un equipo creativo especialmente inspirado con el que volver a disfrutar. Todo un acierto por parte de EDT su recuperación.

miércoles, 10 de abril de 2013

“Fábulas: Cachorros en la tierra de los juguetes”, de Bill Willingham, Mark Buckingham y Shawb McManus.




Llevaba  tiempo que leer cada nueva entrega de Fábulas” se había convertido en una tarea rutinaria que me proporcionaba menos satisfacciones que ilusiones y llevaba tiempo dándole vueltas a la idea de dejar una serie que para mí vivía de las glorias pasadas sin mostrar signos de recuperación. Y, sin embargo, ha sido leer esta nueva entrega publicada por ECC Ediciones, que reúne los números 114 a 121 de la serie original, y por fin ver renovado mi entusiasmo pues, en mi opinión, nos encontramos con una historia magnífica que  Willingham y Buckingham llevaban años escamoteándonos.

Tras convertirse Invierno, una de los cachorros de Feroz y Blancanieves,  en la nueva Viento del Norte, sus hermanos y hermanas sienten que han quedado relegados a un segundo plano. Por eso cuando a Therese, la más caprichosa de las hermanas descubre que su barco de juguete es un barco mágico que la promete llevarla al país de los juguetes para convertirse en su reina la chica no se lo piensa dos veces. Sin embargo, Therese descubrirá que su reino mágico no es tan bonito como esperaba sino una tierra desolada y sus súbditos unos juguetes rotos que se hacen llamar los Descartados y tienen misteriosos planes para su nueva reina. Atrapada en su nuevo reino y sin posibilidad de abandonarlo ni que sus padres la encuentren,  su hermano Darien junto a unos curiosos aliados serán los únicos capaces de seguir su rastro aunque quizás no sean lo suficientemente fuertes cómo para poder rescatarla.

Willingham llevaba demasiado tiempo sumido en la autocomplacencia y lo peor es que nos había sumido a los lectores que dábamos por hecho que el concepto de “Fábulas” estaba artísticamente agotado y solo seguía adelante merced a sus buenos resultados comerciales. Craso error, en “Cachorros en la tierra de los juguetes”, Willingham desarrolla una de las mejores historias de toda la serie –por no decir que quizás sea la mejor- construyendo un cuento contemporáneo con todo el aroma de los clásicos y respetando ese componente adulto y terrorífico que tenían los cuentos infantiles en sus inicios y progresivamente fueron perdiendo conforme fueron infantilizándose.

 Willingham construye una historia tenebrosa, triste y oscura,  llena de hallazgos que atrapan al lector desde las primeras páginas hasta su conclusión, manteniendo el suspense en torno a su resolución hasta un final agridulce que dista mucho del comieron perdices y fueron felices al que estamos acostumbrados en los cuentos infantiles.

En el aspecto gráfico, Mark Buckingham realiza un trabajo tan sobrio como acostumbra. Buckingham ha hecho de la economía de trazos y su veneración de Kirby notas características y en esta nueva entrega deja constancia una vez más de ello. Buckingham es capaz de caracterizar con innegable habilidad la desolación fantasmal del País de los Juguetes al tiempo que refleja conforme  la trama avanza la degradación de unos protagonistas infantiles de la historia cada vez más inhumanos. Buckingham supera la prueba de ilustrar un nuevo mundo de cuento aun cuando en esta ocasión este no sea precisamente el más adecuado para su lucimiento y precisamente por eso resulte aun más meritoria la forma en que lo ha reflejado.

Aparte de la estupenda historia principal, en estos números sigue desarrollándose la historia complementaria protagonizada por el mono Bufkin convertido en líder revolucionario en la Tierra de Oz. Lo cierto es que la historia hasta el momento no reviste especial interés y el principal aliciente estriba en disfrutar del trabajo de su dibujante un Shawn McManus que le da un acabado retro inspirado en las ilustraciones clásicas de la obra de Baum, “El Mago de Oz”. También merece la pena destacar el estupendo trabajo que el ilustrador Joao Ruas realiza en las portadas de la serie.

“Cachorros en la tierra de los juguetes” puede iniciar una nueva etapa de esplendor en la serie de “Fábulas” después de un largo período en el que la mediocridad y la escasez de ideas hicieron presa de la serie renovando las expectativas y la ilusión en torno a la misma. Si las próximas entregas siguen en esta línea, podemos ir frotándonos las manos porque quizás lo mejor todavía puede que esté por venir.